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Full text of "Educación y Arte"

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EDUCACION Y ARTE 



Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social 
BIBLIOTECA ARTIGAS 

Art 14 de la Ley de 10 de agosto de 1950 

COMISION EDITORA 

Prof. Juan E. Pivel Devoto 

Ministro de Instrucción Pública 

María Julia Ardao 
Directora intenni del Museo Histórico Nacional 

Dionisio Trillo Pays 
Director de la Biblioteca Nacional 

Juan C Gómez Alzóla 
Director del Archivo General de la Nación 



Colección de Clásicos Uruguayos 
Vol 81 
Pedro Figari 
EDUCACION Y ARTE 



Cuidado del texto a cargo de las señoritas 
Elisa Silva Cazet y María Angélica Lissardy 



PEDRO FIGARI 



EDUCACION Y ARTE 

Prólogo de 
ARTURO ARDAO 



MONTEVIDEO 
1965 



PROLOGO 



En el campo de la enseñanza, Figari fue un doc- 
trinario y un realizador. Dejó un pensamiento edu- 
cacional y una obra educacional: ésta, aplicación 
práctica de aquél. Expresó el primero en una serie 
de textos, entre 1900 y 1925; llevó a cabo la 
segunda, a través de una memorable reforma, de 
1915 a 1917. Es uno de los aspectos más olvidados 
o menos conocidos de su siempre desconcertante 
personalidad; lo erige, sin embargo, en uno de 
nuestros grandes de la educación, al par que consti- 
tuye una verdadera clave para la comprensión de 
esa misma personalidad. 

Este volumen recopila sus dispersas producciones 
de significación educacional. Su sola enunciación 1 nos 
informa de su carácter. No se trata de obras reali- 
zadas en ambiente académico por un profesional de 
la pedagogía, sino de trabajos circunstanciales de un 
hombre de acción, guiados por una idea dominante: 
radicar en el país — y en América — una determi- 
nada forma de enseñanza, a la vez artística e indus- 
trial. Sólo que, por un lado, tal idea no fue un 
interés entre otros, para ese hombre de acción, sino 
la dirección privilegiada de donde iba a salir su gran 
creación filosófica, plástica y poética; y que, por otro 



1 Complemento de la bibliografía educacional de Figaxí, soa el 
parágrafo "La enseñanza" contenido en el cap IV de la pane primera 
de su obra filosófica Art*, esuttca, t¿4al, y el capiculo "La escuela" de 
Ratona Ktrta. 



[VII] 



PROLOGO 



lado, en torno a una preocupación tan concreta como 
fue en cierto momento la de reorganizar la antigua 
Escuela de Artes y Oficios, se iba a ordenar un ver- 
dadero pensamiento educacional, que llega a ser toda 
una pedagogía de valores nacionales y americanos. 

Arte e industria, criterio y vocación , autonomía y 
americanismo: he ahí las que nos parecen ser algunas 
de las ideas directrices que mejor iluminan la natu- 
raleza de ese pensamiento. Aunque el propio autor 
no haya establecido así tales parejas de conceptos, 
su formulación puede ofrecer una guía para la com- 
prensión del conjunto: la primera pareja recae sobre 
el objeto de la actividad postulada, la segunda 
sobre su sujeto, la tercera sobre la relación entre 
uno y otro. 

• * • 

Arte e industria son para Figari, en el terreno 
educacional, conceptos inseparables. Cuando proyec- 
taba una Escuela de Bellas Artes, quería una ense- 
ñanza artística que fuera industrial; cuando años 
después organiza la Escuela Industrial, quiere una 
enseñanza industrial que sea artística. 

No es que se tratara de dos enseñanzas, cada una 
de las cuales debiera buscar por su lado la aproxi- 
mación o el contacto con la otra. Se trataba de una 
sola y misma enseñanza. Que ella debiera ser al 
mismo tiempo artística e industrial, no obedecía 
tanto a la conciliación o combinación de dos finali- 
dades, como al reconocimiento de la identidad esencial 
entre el arte y la industria, tomados ambos concep- 
tos en acepciones más amplias y más profundas que 
las corrientes. Por eso, la concebía práctica y utili- 
taria en el mismo grado que humanista y creadora. 



[VIII} 



PROLOGO 



Por eso también quiso que la enseñanza industrial 
fuera la base de la totalidad de la instrucción 
pública. "Enseñanza industrial" llegó a ser para él 
sinónimo de "educación integral". 

Figan fue elaborando paulatinamente sus doctrinas 
educacionales. Pero esa idea madre está ya en su 
primera iniciativa. Su lejano y frustrado proyecto 
parlamentario de creación de una "Escuela Nacional 
de Bellas Artes", se recuerda con razón como un 
antecedente de sus inquietudes estéticas. Pero estaba 
allí, también, la concepción que más tarde iba a des- 
arrollar de la enseñanza industrial. Habiéndolo pre- 
sentado en 1900, le tocó a el mismo redactar en 1903, 
en la siguiente legislatura, el informe de la comisión 
respectiva, oportunidad que aprovechó para revisarlo 
y perfeccionarlo. 2 

Comenzaba calificándolo "de verdadera trascen- 
dencia para el completo desarrollo de la industria 
y la cultura nacional". Y añadía: 

"Cree vuestra Comisión que es oportuno agregar 
un nuevo centro de instrucción a los ya existentes, 
encargado de propagar la enseñanza artística^ y muy 
especialmente cuando se dedique a difundir sus 
formas de aplicación a la industria. Este comple- 
mento a la obra de la instrucción pública, refluirá 



a Presentó el proyecto inicial en la sesión celebrada el 16 de junio 
de 1900 por la Cámara de Repr escotantes. Se nombró entonces una 
comisión especial que lo encarpeto El 23 de jumo de 1903. en la 
siguiente legislatura, Figan, que seguía siendo diputado, recuerda su 
provecto y ptde que se nombre nuevamente una comisión, para estu- 
diarlo. Asi se hizo. Como miembro de la comisión redactó el informe 
que incluyó después ei apéndice en Plan general de organización de l* 
enseñanza mdustrul Está techado el 10 de julio de 1903; la Comisión 
lo aprobó, pero no llegó a discutirse en Cámara (La actual "Escuela 
Nacional de Bellas Artes", incorporada a la Universidad de la República 
en 1957, vino a ser creada rec jen por un decreto-ley de 10 de febrero 
de 1943, que oficializó los cursos del Círculo de Bellas Artes, fundado 
el 18 de mayo "de 1905) 



[IX] 



PROLOGO 



en bien de las clases menesterosas, abriéndoles campo 
para desarrollar su acción en la multiplicidad infi- 
nita de las manifestaciones de esta rama de conoci- 
mientos, y preparará a la vez el medio para el cul- 
tivo del arte superior. A medida que se eduque el 
sentimiento público por la divulgación de las nocio- 
nes estéticas, se acentuará el desarrollo industrial y 
el espíritu de sociabilidad, ampliando los factores 
intelectuales y los temas de estudio tranquilo, instruc- 
tivo y ameno. . . El florecimiento industrial sería 
una consecuencia feliz y obligada de tales enseñanzas, 
y otra consecuencia no menos halagüeña sería formar 
la educación nacional artística, como coronamiento 
de nuestra cultura"^ 

En ese mismo informe manifiesta también ya 
Figari su preocupación por el destino de la vieja 
Escuela de Artes y Oficios. Dice de ella que "podría 
haber producido algunos de los beneficios que se 
esperan de la escuela proyectada, si se hubiera dedi- 
cado a la enseñanza del atte aplicado, puesto que 
se habría formado millares de artesanos hábiles capa- 
ces de secundar el movimiento industrial, cuando no 
de promoverlo". O sea, sí en lugar de funcionar como 
internato de corrección de menores indisciplinados, 
estuviera organizada como libre externato de artes 
aplicadas para jóvenes de uno y otro sexo. 

Es lo que propone formalmente en 1910, en el 
proyecto contenido en Reorganización de la, Escuela 
Nacional de Artes y Oficios. Fracasada la idea de 
crear como nueva la institución con que soñaba, opta 
por hacerla surgir por transformación de la vieja, 
con la ventaja adicional de la desaparición de ésta, 



El subrayado es nuestro 



[X} 



PROLOGO 



para integrar cuyo Consejo había sido designado en 
el mismo año 1910, en las postrimerías del gobierno 
de Williman. Se llamaría ahora "Escuela Publica de 
Arte Industrial". Pero era en sustancia la misma 
"Escuela Nacional de Bellas Artes" que propusiera 
años atrás. Que ambas denominaciones fueran en su 
espíritu equivalentes, es una nueva prueba de la 
amplitud con que asimilaba las nociones de arte 
e industria. 

Otro proyecto de reorganización de la vieja Escuela 
acababa de formularse, asignándole la finalidad de 
"formar obreros hábiles en el ejercicio de su pro- 
fesión, así como contramaestres y jefes de taller, 
para la industria" Figari se alza contra ese criterio: 
"El fin racional de la institución no puede ser el de 
formar simples operarios, más o menos hábiles, ofi- 
ciales mecánicos, artesanos en la estrecha acepción 
que se da a esta palabra y ni aun contramaestres 
y jefes de taller, con algunos conocimientos gene- 
rales. . . Más racional y más digno del Estado sería 
formar artesanos en la verdadera acepción que debe 
tener esta palabra, dada su etimología, es decir, 
obreros-artistas, en todas las gradaciones posibles, si 
acaso hay un punto de separación entre el artista 
escultor estatuario, por ejemplo, y un artista deco- 
rador, vale decir, obreros competentes, con criterio 
propio, capaces de razonar, capaces de intervenir 
efica2mente en la producción industrial, de mejorarla 
con formas nuevas y más convenientes o adecuadas, 
así como de promover nuevas empresas industriales, 
de mayor o menor entidad". 

Insistiendo en la necesidad de "encarar la ense- 
ñanza industrial del punto de vista de las artes deco- 



[XI] 



PROLOGO 



ratívas, más bien que del punto de vista fabril manu- 
facturero", invoca el ejemplo de los más adelantados 
países europeos, en especial Inglaterra, el país de 
Ruskin, donde "los más grandes artistas no desdeñan 
contribuir a las manifestaciones del arte aplicado". 

Así como al proyectar la Escuela de Bellas Artes 
no dejaba de subrayar las necesidades positivas del 
desarrollo industrial, al proyectar la Escuela de Arte 
Industrial no deja de destacar Jas exigencias estéticas 
del sentimiento de lo bello. "Nada hay tan elevado 
como el culto del arte, el culto impersonal de la 
belleza, el cual denota una positiva superioridad 
sobre la vida de simple consecución de las apre- 
miantes necesidades materiales". Y, profeta de sí 
mismo, agregaba' "Esto debe proclamarse como una 
solución impuesta por el mismo buen sentido, cuando 
se piense que con sólo el color y la línea, con estos 
dos elementos que casi abundan como el aire y la 
luz, pueden crearse formas estéticas infinitas". La 
promoción de la industria le resultaba inseparable 
de la promoción del arte. 

Es en medio de estas preocupaciones educacionales 
que siente entonces la profunda necesidad de reela- 
borar teóricamente las ideas tradicionales sobre el 
arte y la belleza. Pocos meses después, en enero 
de 1911, inicia un enclaustramiento intelectual que 
iba a durar casi dos años, al cabo del cual entrega 
a la imprenta el libro Arte, estética^ ideal. Más que 
una doctrina estética contenía una filosofía general. 
Pero en su génesis se hallan sin duda alguna sus 
iniciativas sobre la enseñanza artística expuestas a lo 
largo de la década anterior. A ellas vuelve en los 
años siguientes con un concepto más seguro por más 



tXH] 



PROLOGO 



lúcido, pero no diferente en sus inspiraciones esen- 
ciales, sobre la misión y la naturaleza del arte. 

Después de un viaje a Europa en 1913, dicta en 
1914 una conferencia de síntesis de algunas ideas 
de su libro, editada en folleto con el título de Arte, 
técnica, crítica. A principios del año siguiente, colo- 
cándose de nuevo en el terreno estrictamente educa- 
cional, eleva al Poder Ejecutivo un memorándum 
titulado Cultura práctica industrial. El Presidente 
Viera, que comenzaba su período de gobierno, lo 
nombra entonces Director de la Escuela Nacional de 
Artes y Oficios, para llevar a cabo su transformación 
conforme a los puntos de vista que desde hacía años 
venía sustentando. 4 

Durante veintiún meses, de mediados de julio 
de 1915 a mediados de abril de 1917, cumplió 
Figari su cometido en términos tales, que bien puede 



* Sobre las circunstancias de su designación el propio Figari pro- 
porciona estos datos' "El año 1911, cuando ocupó el eminente _ conciu- 
dadano don José Badle y Ordóñez la Presidencia de la República, por 
segunda vez, me hizo el honor de encargarme de un plan de organización 
de la cultura artística en el país Presenté mis ideas generales sobre este 
asunto, y por razón de algunas des inteligencias ocurridas acerca de la 
mejor orientación a adoptarse, se aplazó este punto, hasta que nueras 
exigencias de gobierno fueron demorando toda solución indefinidamente, 
a pesar de reiteradas gestiones que hice para definirla Fue entonces 
que propuse al actual Presidente de la República, doctor Feliciano Viera, 
el memorándum que se hizo público. Excuso decir que nunca fue mi 
idea aceptar cargos directivos, sino, simplemente, hacer de modo que se 
adoptaran los mejores rumbos, que, a mi \er, podían conducir a este 
pueblo a mejores destinos". Seguía en nota al pie* "Tanto el gobierno 
del señor Cuestas cuanto el del señor Batlle y Ordóñez (dorante su 
segunda administración ) , me ofrecieron la dirección de la Escuela N. de 
Artes y Oficios, ofrecimientos que decliné, y al manifestarle al señor 
Presidente de la República doctor Feliciano Viera, hallarme en el mismo 
estado de ánimo, me expresó que era yo quien debía llevar mi plan 
a la práctica, y que, para hacerlo fructuoso, debía consagrarme a esta 
obra por ocho o diez años por lo menos Ante las manifestaciones que 
expuso el señor Presidente doctor Viera para inducirme a aceptar, acepté, 
no sin saber que esto implicaba para mí la responsabilidad y la lucha, 
y también el sacrificio" (Apéndice N<? 2 al Plan de 1917). 

{XIII} 



2 



PROLOGO 



decirse que es a partir de su reforma que la moderna 
enseñanza artístico-industríal cobra existencia en el 
país. Como consecuencia de ella, la Escuela de Artes 
y Oficios, creada por La torre en 1879, pasó a ser 
por una ley de julio de 1916, la Escuela Industrial, 
convertida por un decreto-ley de setiembre de 1942, 
en la actual Universidad del Trabajo. El propio 
Figari resumió la obra realizada, en un sustancial 
informe titulado Lo que era y lo que es la Escuela 
de Artes, que figura como apéndice al Plan de orga- 
nización de la enseñanza industrial, de principios 
de 1917. No se ha hecho todavía el merecido estudio 
de esa histórica obra reformista, que hubo de quedar 
trunca al renunciar Figari a su- cargo por desinteli- 
gencias con el gobierno, pero que resultó en defini- 
tiva irreversible. 5 El día en que ese estudio se haga, 
dicho informe servirá de guía capital. 

El citado Plan que le siguió, redactado por Figari 
un mes antes de renunciar, para que orientara las 
futuras etapas de la reforma, está dominado también 
por su conocida identificación de los conceptos de 
arte e industria. Puede ahora remitirse, y así lo hace, 
a los fundamentos expuestos en su obra filosófica. 
Pero sólo para respaldar mejor lo que en esta materia 
había sostenido en sus escritos de la primera década 
del siglo. Así, dice. "Al hablar de trabajo manual, 
no entiendo referirme a un trabajo mecánico de las 
manos, sino a un trabajo guiado por el ingenio, en 
forma discreta y variada, constantemente variada, que 



■ Figari se hizo cargo de la Direcaón el 15 de julio de 1915 y 
renunció el 14 de abril de 1917, el mismo día que tomó posesión 
el Consejo de EnseBanza Industrial designado por el P Ejecutivo el 
29 de marzo (Véase El Día del 16 de julio de 1915, p. 5. y del 15 de 
abril de 1917. p. 3) 



[XIV] 



PROLOGO 



pueda determinar poco a poco, un criterio productor 
artístico, vale decir, estético y práctico, cada vez más 
consciente, y, por lo propio, más hábil y más apto 
para evolucionar". 

Esa misma filosofía humanista de la enseñanza 
industrial inspira finalmente a Educación integral, el 
trabajo que realizó poco después en colaboración con 
su hijo Juan Carlos. Figari retoma aquí una vieja 
idea suya: la de que la propia instrucción pública 
general incluyera la enseñanza artístico-industrial, tal 
como la concebía. 

En el proyecto de 1910 había dicho: "Es conve- 
niente en sumo grado que las escuelas públicas des- 
pierten en el niño el concepto del arte y de la 
belleza, como se ha hecho en otras partes. Esto con- 
currirá a formar el carácter del pueblo dentro de 
un plano más alto y más culto". En el memorándum 
de 1915, decía que la Escuela llamada a suplantar 
a la caduca de Artes y Oficios, "prepararía además 
al personal de la Instrucción Pública Primaria, para 
que éste, a su vez, pueda formar el carácter indus- 
trioso del alumno, al propio tiempo que lo instruye 
teóricamente. . . los maestros y maestras deben ad- 
quirir conocimientos prácticos de producción, según 
sus aptitudes, a fin de que, al rotar, puedan difundir 
en todo el país formas múltiples de producción 
razonada". Ahora, en 1918, concluye que "la ense- 
ñanza industrial debe ser la base de la instrucción 
pública", no sin aclarar en nota que cierra el tra- 
bajo: "Según el concepto corriente, se da al vocablo 
industrial una acepción técnica, puramente, mientras 
que, según nuestro modo de ver, significa producti- 
vidad, aptitudes para esgrimir el ingenio práctico, 



[XV} 



PROLOGO 



iniciador, creador, ejecutivo, fecundo y ordenador, lo 
que presupone una instrucción educativa integral". 6 
# # * 

Criterio y vocación: he ahí, entre otras, dos ideas 
centrales de la pedagogía de Figari, a propósito del 
sujeto de recepción de la enseñanza, llamado a ser 
al mismo tiempo el sujeto de la creación artístico- 
industrial. 

Se trataba para él de transformar al país por la 
transformación de su elemento humano. A la indus- 
trialización de aquél por la industriosidad de éste. 
Tal industriosidad del agente individual, no debía 
ser, empero, un simple medio para la industriali- 
zación del cuerpo colectivo. Constituía un fin en sí 
misma. Mucho le importaba el fomento de las 
riquezas materiales, pero subrayando que la verda- 
dera riqueza está en la cultura y elevación espiritual 
de los habitantes. Llegar a ella en armonía con la 
satisfacción de las necesidades prácticas y utilitarias 
de la civilización, constituye el verdadero desiderátum. 
De ahí que el gran objetivo pedagógico sea formar 
el criterio y el ingenio antes que la mera habilidad 
profesional, la capacidad de iniciativa y de creación, 
antes que la de repetición e imitación. La libre reve- 
lación y realización vocacional del que aprende, 
habría de ser, más que el camino para alcanzar ese 
objetivo, su obligada consecuencia. 

A la vieja Escuela de Artes y Oficios le repro- 
chaba Figari el régimen de internato, que reducía 

9 Conforme a esto, se explica que en las bibliografías publicadas 
en sus libros El Arquitecto (1928) e Hutorut Ktrta (1930). Figari 
sustmi7era el título "Enseñanza industrial" de aquel trabajo en colabora- 
ción con su hijo Juan Carlos, por el más comprensivo de Educación 
integral 



CXVI] 



PROLOGO 



el alumnado a una cifra exigua, y el reclutamiento 
de éste entre los menores necesitados de corrección, 
lo que excluía a los más aptos, más disciplinados y 
más deseosos de aprender. Pero le reprochaba, en 
primer término, la falsa orientación de la enseñanza, 
dirigida a formar profesionales antes que artesanos 
conscientes, el oficio antes que el criterio. Por eso 
en su proyecto reformista de 1910, proclamaba: "En 
pocas palabras, el fin de la Escuela debe ser el de 
formar el criterio de los que se amparan a sus ense- 
ñanzas, dando luz a su espíritu, más bien que una 
manualidad, por hábil que sea". 

Lejos esas palabras de una intención teoricista. Si 
por un lado se enfrentaba así al concepto rutinario 
del oficio manual, propio de la tradición de aquella 
Escuela, por otro se alzaba contra el intelectualismo, 
también tradicional, de la instrucción pública. El cri- 
terio de que hablaba habría de ser un criterio for- 
jado al contacto con la acción y con la práctica, 
por el favoreckniento de la espontaneidad ejecutiva 
del alumno. Junto a aquella norma incluía esta otra 
en su proyecto de 1910: "Dar instrucción práctica 
más bien que teórica, adoptando, en cuanto fuere 
posible, procedimientos experimentales, de modo que 
el alumno consiga por sí mismo la verdad o el resul- 
tado que busca". Lo que en definitiva quiere es 
"despertar y desarrollar en el alumno el espíritu de 
observación y el sentido estético, preparándolo para 
razonar, adecuar, adaptar, ordenar, proporcionar, equi- 
librar, armonizar, etc.". En una palabra, "despertar 
y desarrollar las facultades de inventiva del alumno". 

Esas mismas normas y otras complementarias, las 
reitera, reajustadas en su redacción, en la parte 
segunda de su Plan de 1917. Les da, en fin, vuelo 



[XVII] 



PROLOGO 



doctrinario y filosófico en el ensayo Educación inte- 
gral que firma con su hijo Juan Carlos, una de las 
piezas más importantes de la literatura pedagógica 
uruguaya del siglo XX. Como en otros aspectos de 
su filosofía biológica, vuelve allí a revelarse su 
esencial afinidad con el pensamiento de Dewey. 

A partir de su interés por la enseñanza industrial 
y artesanal, ha ido integrando Figari en sus suce- 
sivos escritos una concepción general de la educación 
pública primaria, de notable coincidencia con la del 
filósofo norteamericano: desde la idea de la edu- 
cación como una fase de la adecuación orgánica al 
medio ambiente natural, y su sentido social por 
la identificación del interés individual con el de la 
especie — de donde la consideración de la escuela, 
con palabras que parecen de Dewey, "no como un 
paréntesis en la vida, sino como la vida misma 
conducida de un modo ideal" — , hasta la organización 
de la enseñanza en torno a la actividad experimental 
del alumno, reemplazando la disciplina autoritaria 
por la libertad orientada, y haciendo del trabajo pro- 
ductor su resorte esencial. Merece, sin duda, un 
estudio detenido este paralelismo de las ideas peda- 
gógicas de Figari con las de Dewey, cuya difusión 
en el mundo hispánico comenzó recién en la 
década del 20. 

En el citado ensayo sustenta y desarrolla las 
siguientes tesis: vivir es adaptarse; adaptarse es 
mejorar; la adaptación presupone esfuerzo: trabajo. 
En fin, "educar es favorecer el esfuerzo orgánico de 
adaptación". Y para ello hay que formar el criterio, 
cultivar el ingenio. Es, a su juicio, lo que menos 
se hace: "Lo que debería ser materia de más elevado 
cultivo: el ingenio, el ingenio práctico, es precisa- 



[XVIII} 



PROLOGO 



mente lo que más excluido queda de todo programa 
educacional". Son éstas sus palabras finales: "Desde 
que un pueblo superior no sólo es instruido, sino 
criterios©; no sólo hábil, sino emprendedor, ejecu- 
tivo, práctico, debemos trabajar. Sólo por el trabajo 
severo podemos conquistar un puesto eminente en 
el concierto internacional- Cada vez más la vida civili- 
zada exige un fondo pensante, sesudo y ecuánime, 
y un ingenio sagaz y práctico, capaz de aprovechar 
de las ventajas que le ofrece el ambiente. Descuidar 
este axioma pedagógico de proyecciones individuales, 
sociales, humanas, es errar el camino más firme de 
la cultura escolar". 

En cuanto a la selección vocacional, convertida hoy 
en una de las más activas preocupaciones pedagógicas, 
era para Figari un fruto espontáneo de la formación 
y desarrollo eficiente del criterio. Escribía en el 
memorándum de 1915: "Dentro de la forma evolu- 
tiva, cada uno va aquilatando sus vocaciones y apti- 
tudes, inequívocamente. Los ensayos juiciosos, como 
una serie de tamices, van colocando a cada cual en 
su plano, al demostrarle lo que puede hacer mejor . . . 
se van seleccionando así aptitudes y direcciones pro- 
ductoras". Y reiteraba en su Plan de 1917: "Sin per- 
juicio de las escuelas de especialízación productora, 
todas las escuelas deben aplicarse a fomentar la 
producción en la forma más efectiva posible, de modo 
que se acostumbre al alumno a trabajar pensando 
y a pensar trabajando. Esto conducirá a una cons- 
tante experimentación, la que ha de ser de efectos 
preciosos para el país; y, por otra parte, este plan 
será también eficaz para hacer la selección voca- 
cional, tan importante como es, al propio tiempo que 
prepara las facultades ejecutivas del alumno, entre 



[XIX] 



PROLOGO 



ellas algunas que se supone no pueden ser conve- 
nientemente adiestradas fuera de los primeros años 
de la infancia". 

A esta correspondencia entre los conceptos de cri- 
terio y vocación, aludía luego implícitamente en el 
ensayo Educación integral \ al decir: "Cualquiera que 
sea el grado de preparación escolar, supone dos 
elementos indispensables: l 9 ) formación de una con- 
ciencia-guía; 2 9 ) aptitudes para esgrimir práctica- 
mente el ingenio". A lo que añadía: "Enseñar a pro- 
ducir es guiar el esfuerzo productor de modo que 
vaya lo más directa y eficazmente a dar satisfacción 
a la necesidad o aspiración orgánica que lo deter- 
mina. El ideal sobre este punto es conducir las 
energías por la línea individual más espontánea, 
a fin de que el niño obtenga el mayor número y la 
mejor calidad de recursos, esto es, en la vía voca- 
cional, que es la única que le permite obtener el 
máximum de su productividad". 

En cuanto a la existencia de aptitudes intrínsecas 
en el poblador de nuestro país, sólo necesitadas de 
la criteriosa orientación vocacional, era Figari pro- 
fundamente optimista: abundan inexplotadas, del 
mismo modo que las riquezas naturales, las capaci- 
dades latentes Por este lado se abre todo un impor- 
tante aspecto sociológico de su pensamiento educa- 
cional, constituido por sus observaciones sobre la 
realidad social y psico-social del Uruguay. No hace- 
mos aquí más que apuntarlo. Piensa que no es por 
carencia de aptitudes, como sostienen algunos, ni por 
pereza congénita, como sostienen otros, que no se 
trabaja, sino por falta de la conciencia y el hábito 
del trabajo. Hay que enseñar a trabajar, hay que 
formar hombres que sepan trabajar, y lo demás 



[XX} 



PROLOGO 



vendrá por añadidura. "Mediante una educación apro- 
piada, este pueblo puede producir como cualquier 
otro de la tierra". Pero hay que enseñar también 
a vivir, a bien vivir, empezando por crear el amor a 
la vivienda, que no existe entre nosotros en su ver- 
dadero sentido. Es fundamentalmente el destino del 
hombre de campo lo que quiere rescatar, por la 
elevación industriosa, más que industrial, de la cam- 
paña, cuyo atraso y desamparo, material y cultural, 
contrasta a menudo con la situación de la ciudad; 
pero señala también las deficiencias sociales de ésta, 
en especial el parasitismo burocrático y el crecimiento 
del proletariado intelectual. La enseñanza artístico- 
industrial, tal como la concebía, por igual del hombre 
y de la mujer, estaba llamada a transformar el medio 
urbano tanto como el rural. 

Por discutibles que sean algunos giros de ese 
mesianismo educacional, por mucho que el país haya 
evolucionado, medio siglo después sus observaciones 
mantienen una esencial validez. 

• « • 

Autonomía y americanismo: otro par de conceptos 
cuya aproximación pone de relieve las proyecciones 
sociológicas, históricas y culturales del ideario peda- 
gógico de Figari, a la vez que las raíces anímicas 
de la que fue su gran obra plástica. A la industrio- 
sidad, factor de la industrialización, no la concebía 
de otro modo que como la puesta en acción de las 
aptitudes creadoras de un nuevo tipo de hombre: el 
hombre llamado a realizar una forma original de 
cultura, propia de esta región del mundo que era 
su país, y por extensión, su América. 



{XXI] 



PROLOGO 



La autonomía debía comenzar por la puesta en 
valor productivo de las materias primas nacionales. 
Es ésta una constante idea directriz de Eigari, que 
recorre todos sus escritos educacionales. En el informe 
de 1903, fundamentando el proyecto de Escuela de 
Bellas Artes, piensa en "las riquezas aún inexplo- 
radas e inexploradas del territorio". En el proyecto 
de 1910 destaca "la conveniencia de preparar el 
fomento y desarrollo de las industrias relacionadas 
con nuestras riquezas naturales y con las materias 
primas de producción nacional", porque "lo primor- 
dial es prepararnos para utilizar nuestras riquezas, 
las que se exportan para ser transformadas en el 
extranjero y devueltas a veces a nuestro país valori- 
zadas por la mano de obra y por el ingenio de otros 
pueblos". En el memorándum de 1915 y en el pían 
de 1917, se extiende sobre este punto, que fue, 
además, uno de los fundamentales de su acción prác- 
tica cuando su reforma de la enseñanza industrial. 

Sobre esa autonomía material, la espiritual, por 
la afirmación de la originalidad o individualidad del 
tipo humano nacional. Es también una idea ya conte- 
nida en aquel inicial informe de 1903, preciosa 
simiente de todo su ideario posterior. Entre los 
bienes que esperaba de la nueva enseñanza estaba 
el de que "vendría a completar auspiciosamente la 
cultura del país, haciendo que nuestro tipo, en vez 
de tributario de otras civilizaciones, por deslumbran- 
tes que fueren, encuentre dentro de sí los elementos 
y recursos necesarios para determinar su propia indi- 
vidualidad moral, una individualidad superior y bien 
adaptable al medio". 

En el proyecto de 1910, vuelve en forma más 
explícita a esa idea de recuperación y revelación del 



[XXII] 



PROLOGO 



carácter nacional, en la que debe verse el desenlace 
de su doctrina pedagógica: "Todos los hombres supe- 
riores que han visitado estos países han observado 
que no se perfila suficientemente el carácter, la indi- 
vidualidad de nuestros pueblos en los que hay mucho 
reflejo, mucho acopio indeliberado, mucha imitación 
y hasta la copia servil . . . Nuestra instrucción indus- 
trial debe tender, como todos nuestros esfuerzos, a 
seleccionar, antes de asimilar, a buscar lo que más se 
ajusta a nuestra complexión. Dado este criterio, no 
hay duda de que nos conviene adoptar un tipo ame- 
ricano superior, lo mismo para nuestros productos 
que para lo demás, todo, y no tanto independiente 
cuanto bueno, apropiado, intenso, mejor, lo mejor 
posible". 

Dos capítulos de su Plan de 1917 se titulan 
respectivamente así: "Debe aprovecharse de la virgi- 
nidad de América como de un tesoro"; "Por el solo 
hecho de producir en un sentido autóctono se duplica 
el valor y la entidad de nuestra producción". En esos 
capítulos se completa la formulación de su paideia 
americanista. Al primero pertenecen estas palabras: 
"no incorporar al organismo nacional más de lo que 
le conviene por estricta adecuación, lo que supone 
naturalmente dejar de lado las remoras, por suges- 
tivas que fueren, y esto nos permitirá perfilar con 
carácter franco y propio nuestra individualidad, al 
mismo tiempo que nuestra producción". Al segundo, 
el siguiente pasaje puntualizador del sentido de su 
regionalismo artístico: 

"Cuando se habla de arte autóctono, se comprende 
que tal cosa no quiere ni puede significar, tanto menos 
en nuestros días, una cultura exclusivamente nacional 
o regional, sino el estudio del medio, el producto de 



í XXIII] 



PROLOGO 



la observación y de la experimentación hechas en el 
mismo, y la asimilación de todo lo conocido, previa 
selección hecha en conciencia, vale decir, tomando 
nota del ambiente propio con un criterio autónomo. 
Y esto, conviene repetirlo, es lo único que podemos 
hacer sensatamente, puesto que lo demás es pura 
afectación que raya en lo simiesco. Perdemos nuestro 
carácter". 

¿Cómo no ver en esta zona de su espíritu la fuente 
de la inmensa obra pictórica a la que se entregó de 
lleno, precisamente a partir de entonces, y a la que 
él mismo llamó siempre una empresa de "arte regio- 
nal"? Si el filósofo se manifestó en él a partir del 
educador, lo mismo cabe decir del pintor Con el 
agregado, en este caso, de que a la tevelación del 
pintor concurrieron tanto como sus ideas, sus reali- 
zaciones educacionales. En su informe, que ya hemos 
citado, sobre su obra reformista de 1915 a 1917, se 
mencionan, por ejemplo, trabajos en madera, "escul- 
pidos y tallados sobre motivos americanos"; el ensayo, 
en el taller de alfarería, de "unas treinta arcillas 
nacionales fuera de otras tierras americanas y caolín", 
con las que se llevaron a cabo "piezas originales, o 
inspiradas, principalmente, en las viejas cerámicas 
americanas"; la realización en los talleres de dibujo, 
composición decorativa y pintura, de "más de dos mil 
quinientos estudios y composiciones del natural, y 
algunas de éstas sobre la base de documentaciones 
arqueológicas americanas". Esto último seguido de la 
siguiente referencia sobre su propia intervención 
personal en los trabajos: "Para aprovechar de los 
preciosos coleccionamientos americanos que guardan 
el Museo de La Plata y el Museo Etnográfico de 
Buenos Aires, han ido la Dirección, sus colaborado- 



txxiv] 



PROLOGO 



res, maestros y alumnos de la Escuela a estudiarlos 
y a tomar nota de los mismos". 

En el inmediato ensayo sobre Educación integral, 
aquella pedagogía nacional es preconizada para todo 
el continente: "Para que esta obra pueda sernos hon- 
rosa y de provecho, debe ser dirigida por nosotros 
sobre el substrátum americano genuinamente regio- 
nal, "y dentro de un plan que, como sistema óseo, 
sirva de base al ordenamiento cultural . . . Hay que 
esmerarse, no sólo en multiplicar las culturas produc- 
toras, sino en encaminarlas bien, a fin de imprimirles 
el sello de nuestra individualidad americana, po- 
niendo a contribución nuestras aptitudes imaginati- 
vas y nuestro ingenio. Hay que hacer valer nuestra 
fauna y nuestra flora, tan generosas, y nuestra rica 
arqueología, virgen — lo cual por sí solo centuplica 
su valor — ; hay que estudiar las condiciones de 
nuestras materias primas, para darles la aplicación 
más hábil y más provechosa; hay que poner en 
fermentación todas las savias constructivas de la 
raza, haciendo de modo que se conserve lo que de 
ella está más identificado con el ambiente americano; 
y, así, mediante estas disciplinas, entonces, sí, es de 
esperar que estas razas vivaces de Sud América hagan 
proezas, puesto que asimilan admirablemente y tienen 
gran imaginación". 

En esas mismas ideas se inspiran otros olvidados 
y pioneros escritos de Figari, que completan este 
volumen: Industrialización de la América Latina; 
autonomía y regionalismo, de 1919, donde propone 
al gobierno que el Uruguay asuma la iniciativa de 
una vasta empresa de industrialización del continente, 
sugiriendo, además, la aplicación a los países herma- 
nos de su plan educacional de 1917; Autonomía 



{XXV] 



PROLOGO 



regional, artículo de 1924 y Hacia, el mejor arte de 
América, predicación americana de las mismas doc- 
trinas desde La Prensa de Buenos Aires, en 1925. 

# # * 

En el Uruguay, lo que es Várela a la enseñanza 
primaria y Vásquez Acevedo a la secundaria y uni- 
versitaria, lo es Figari a la artístico-industrial: un 
reformador con mucho de fundador. Al igual que 
ellos, está en la base misma de la institución respec- 
tiva, como autor práctico a la vez que doctrinario de 
una verdadera recreación de la misma. Por su ideal 
americanista, así como por el humanismo de sus 
concepciones, se incorpora, aún, al grupo escogido 
de los grandes educadores de América. 

Arturo Ardao 



[XXVI] 



PEDRO FIGARI 



Nació en Montevideo el 29 de junio de 186l, hijo de 
Juan Figari de Lázaro y de Paula Solari, italianos. Realiza en 
esta ciudad sus estudios y obtiene en 1886 el título de Abo- 
gado, siendo designado Defensor de Pobres en lo Civil y en 
lo Criminal El mismo año contrae matrimonio con María de 
Castro Caravia y emprende un prolongado viaje a Europa. 

Retorna al Uruguay en 1893; funda "El Deber" del cual 
es codirector, ejerce su profesión defendiendo al Alférez 
Almeida, es electo diputado en 1896 y 1899, entra a formar 
parte del Consejo de Estado en 1898, y en 1903 figura como 
Promotor y Secretario de un Congreso de Notables para tratar 
la Reforma Constitucional Presidente del Ateneo en 1901, 
ocupa luego la presidencia de diversas comisiones y es elegido 
miembro de varios directorios Realiza un viaje a Francia en 
1913 y en 1915 se le designa Director de la Escuela Nacional 
de Artes y Oficios y encargado de su reforma según su Pro- 
yecto de 1910 

Renuncia a su cargo en 1921, y pasa a radicarse en Buenos 
Aires entregándose de lleno a la pintura. Hacia 1925 viaja 
nuevamente a París desde donde organiza exposiciones de sus 
cuadros en Europa y América, allí, en 1927, pierde a su hijo 
Juan Carlos Figari Castro que fue su colaborador. En 1930 
es nombrado Delegado del Uruguay a la Exposición Ibero- 
americana de Sevilla en la cual obtiene una Medalla de Oro; 
gana el mismo año, el Gran Premio de Pintura en la Expo- 
sición del Centenario del Uruguay. 

Regresa al país en 1933, es designado Asesor Artístico 
del Ministerio de Instrucción Pública, y fallece en Montevideo 
el 24 de julio de 1938. Sus obras publicadas son: Ley agraria. 
Montevideo, 1885. El crimen de la calle Chana Montevideo, 
1896 Defensa del Alférez Almetda. Montevideo, 1897 Un 
error judtctal. Montevideo, 1899 La pena de muerte. Monte- 
video, 1903 La pena de muerte. Montevideo, 1905. Reorga- 
nización de la Escuela Nacional de Artes y Oftctos. Proyecto 
sobre transformación de la Escuela Nacional de Artes y Oftctos 
en Escuela Industrial Montevideo, 1910. El momento político. 
Montevideo, 1911. Arte, estética, ideal Montevideo, 1912 
Cbamp oü se développent les phenomenes esthétiques París, 
1913 Arte, técnica, crítica. Montevideo, 1914. L' opinión de 
l'Uruguay sur la guerre européenne París, 1916. Plan general 
de la organización de la enseñanza industrial Montevideo, 1917. 
Enseñanza industrial Montevideo. 1919. Industrialización de la 
América Latina. Montevideo, 1919 Art, esthétique, ideal. Paris, 
1920. Essai de pktlosophte btologique Art, esthétique, ideal. 
Pans, 1926. El arquitecto. París, 1928. Dans l'autre monde. 
Paris, 1930. Historia Kma. París, 1930 Cuentos, Montevideo, 
1951. 



[XXVII] 



CRITERIO DE LA EDICION 



La presente edición de escritos del Dr Pedro Figari sobre 
Educación y Arte, reproduce los textos publicados por el 
autor en las ediciones que en cada caso se mencionan. Se ha 
modernizado li ortografía, con sujeción a las normas de la 
Academia. 



[XXVIII] 



EDUCACION Y ARTE 



3 



DISCURSO SOBRE CREACION DE UNA 
ESCUELA DE BELLAS ARTES* 



Sr. FiGARI. — Sólo voy a decir pocas palabras 
en favor del proyecto que acaba de leerse. Conviene 
eludir las disertaciones extensas en asuntos de esta 
índole, porque se corre el peligro de decir cosas muy 
sabidas, hiriendo asi la ilustración y competencia de 
los que escuchan, lo cual sería imperdonable. 

Debo declarar, ante todo, que la iniciativa del 
proyecto que he presentado no es mía; viene de 
tiempo atrás. Según informes que he obtenido, el 
Presidente de la República, señor Cuestas, en instan- 
tes en que desempeñaba una Senaturía, presentó al 
Cuerpo Legislativo un proyecto análogo, creando 
una Escuela o Academia de Bellas Artes, el cual 
quedó por desgracia relegado al olvido. Posterior- 
mente, nuestro ilustrado Ministro en Italia, don 
Daniel Muñoz, en una interesantísima epístola enca- 
recía la conveniencia de crear una Escuela de Bellas 
Artes, no sólo para dotar al país de una institución 
reclamada por su cultura, sino también como medio 
de corregir nuestra práctica viciosa de enviar pensio- 
nados a los grandes centros del arte, a perfeccionar 
conocimientos que no han podido adquirir en el país, 
y que pueden adquirirse donde quiera que haya una 
modesta escuela — siempre que sea formal — ■ como 



• Dtano de Sesiones de la H Cámara de Representantes, T 161, 
págs 189 * 192 (Sesión del 16 de junio de 1900) 



[3] 



PEDRO FIGARI 



las hay en todas partes, donde se cursan las asigna- 
turas que comprende ese estudio. Pocas son las ciu- 
dades adelantadas, no ya las capitales, donde no se 
cuente con una o más escuelas de arte. 

Yo también debí presentar en la anterior Legisla- 
tura este mismo proyecto, conjuntamente con mi 
distinguido amigo el Senador don Antonio María 
Rodríguez, pero una serie de sucesos que todos cono- 
cen nos hicieron aplazar el pensamiento, hasta mejor 
oportunidad. Ahora me parece llegado el caso de 
abordar esta cuestión y de pedir la sanción de esa ley. 

Me he dado clara cuenta de que en estos momen- 
tos estamos tal vez demasiado imbuidos de la idea 
práctica de la economía, y aun cuando todos recono- 
cemos que las economías saludables son las economías 
bien entendidas, como hay en nuestro modo de ser 
cierto espíritu de novelería, extremamos fácilmente 
las cosas; lo cual, si se quiere, es genuinamente hu- 
mano. Y por más que estas reacciones, como digo, 
van a menudo más allá del justo límite, confío, sin 
embargo, en la discreción y el tino de la H Cámara; 
puesto que a nadie escapará que sería pasarse de 
prácticos el menospreciar el culto de las bellas artes 
y la producción artística. Parecería que eso se deja 
de lado sólo porque no procura lana, cueros, trigo 
y otros elementos de orden necesario. 

Yo también soy partidario, señor Presidente, y más 
que partidario, admirador del espíritu de orden, de 
sobriedad y economía, pero entiendo que el criterio 
con que han de dirigirse los destinos de un país, no 
puede ser tan restrictivo sin excederse y desnatura- 
lizar la misión del legislador. Para la vida nacional, 
sobre todo en los pueblos adelantados, no son sólo 
necesidades las materiales y las más apremiantes; 



[4] 



EDUCACION Y ARTE 



hay necesidades que aun cuando no nos aboquen una 
pistola al pecho, deben también ser satisfechas. 

El culto de las bellas artes es una de ellas. Hoy 
en día eso es más que un lujo, una necesidad moral. 

Nadie ignora que la vida de una Nación no puede 
consagrarse ya a atender solamente las necesidades 
más perentorias de la animalidad. Es demasiado pri- 
mitivo eso de concretarse a llenar necesidades mate- 
riales y a vivir perpetuamente preocupados, en abso- 
luto, de dar batallas campales, por el pan de cada 
día. El espíritu moderno de sociabilidad busca además 
una tregua que mitigue esas crudezas, un campo 
neutral donde pueda lograrse el solaz, el reposo 
mental y donde puedan, después de las asperezas de 
la lucha, estrecharse las manos los adversarios y los 
amigos. 

En los grandes centros se ha operado ya este admi- 
rable fenómeno, de una manera amplia: y nosotros 
debemos aspirar a igual bien, ¿por qué han de 
reducirse los elementos del trabajo útil y honesto?; 
¿por qué ha de excluirse el arte de nuestra acción 
social? Eso sería sancionar una tesis que pueda com- 
placer a la política colonial, mas no, de ningún modo, 
a las ambiciones legítimas de una nación libre y 
adelantada. Eso sería desmentir la historia misma de 
la civilización que, desde la antigüedad a la fecha, 
adopta el arte como un segundo barómetro para medir 
la cultura de los pueblos. 

Haciendo, naturalmente, excepciones honrosas, vi- 
vimos aquí — preciso es confesarlo — poco menos 
que a ciegas en materia de arte. 

Reina entre nosotros el empirismo artístico. Cree- 
mos en mil sortilegios y supercherías; se dicen, se 
exhiben y se estampan herejías de todo tamaño; en 



C5} 



PEDRO F1GARI 



estos mismos momentos un pintor relámpago hace 
las delicias y la admiración de muchísimas personas; 
y la prensa daba cuenta, no ha mucho, de que en 
un trabajo crítico del conocido Sarcey se decía que 
hay fábricas en París que hacen jarrones churrigue- 
rescos y otros adornos detestables, expresamente con- 
feccionados para Sud América. Quiero creer que esos 
mamarrachos serán destinados para otros países sud- 
americanos: pero habría sido muy satisfactorio para 
nuestro decoro nacional, que se hiciera esta salvedad: 
"No serán, de cierto, para el Uruguay". 

El caso es que no hemos hecho nada, nada serio 
por lo menos, en materia de bellas artes, para poner 
nuestra conciencia a salvo de reproches, si bien es 
proverbial la brillantez de la intelectualidad juvenil 
uruguaya y habría por lo mismo mucho que esperar. 
El Museo Nacional no habla tampoco muy alto en fa- 
vor de nuestra pericia en esta materia. No niego que 
se haya bregado algo, individual y privadamente, por 
señalar un puesto mejor a las artes uruguayas; pero 
como es tan débil e ineficaz la iniciativa privada, 
en cuanto a pintura y escultura se ha hecho muy 
poco; y me parece sensato que el Estado intervenga 
abriendo una nueva vía a la intelectualidad nacional 
y fomente esa hermosa producción, como lo han 
hecho todos los países que van al frente del progreso 
general. 

Hay error cuando se piensa que una Escuela de 
Bellas Artes produce solamente la gran pintura y la 
estatuaria. Esto queda para los elegidos, que son 
pocos; pero se producen mil derivaciones aparte de 
la estatuaria y de las diversidades de la gran pintura: 
la escenografía, la decoración con sus infinitas varie- 
dades y sus múltiples aplicaciones a la industria, que 

£6} 



EDUCACION Y ARTE 



son incalculables; el reclamo, tan en auge; la litogra- 
fía, los cincelados, el grabado, la ebanistería, las 
ilustraciones, la escultura en madera, la fototipia, etc., 
etc., y pocos son los artesanos que pueden prescindir 
del dibujo. Y no diré que no hay demanda al respecto, 
cuando la gran mayoría, sino la totalidad de estos 
trabajos, vienen del exterior, como vienen los artistas. 

Las pensiones en la forma en que se han otorgado 
si bien en algunos años han llegado a importar más 
de lo que se requiere para hacer funcionar juiciosa- 
mente una escuela, no han producido resultado posi- 
tivo y no podrán producirlo mientras no se exijan 
previamente a los pensionados los conocimientos téc- 
nicos y manuales, capaces de prepararlos al trabajo 
de asimilación en el medio ambiente de los grandes 
centros del arte. 

Para eso hay que estudiar y estudiar mucho y 
concienzudamente. Eso de mandar pensionados a per- 
feccionar conocimientos que no han podido adquirir 
en el país, de mandarlos a hacer palotes, es absurdo. 

Y aquí una vez que tratamos de fomentar indus- 
trias, dictando leyes proteccionistas, ¿por qué no 
hemos de fomentar las bellas artes que son una 
riqueza y un bien moral y social tan estimable? 

Y precisamente así se fomentarían muchas nuevas 
y pequeñas industrias, puesto que son las más, las 
que requieren la intervención del artista. Yo no sé, 
señor Presidente, qué se diría en los países más avan- 
zados si se pusiera en duda la conveniencia de fo- 
mentar esta rama del saber; pero de seguro no se 
vertería un juicio muy edificante. Aparte del valor 
material de las obras de arte, es una escuela educa- 
tiva del sentimiento y es una fuerza muy apreciable 



{7] 



PEDRO FIGARI 



de sociabilidad y cultura. Hay países cuya mayor 
riqueza material y moral, puede decirse que consiste 
en su stock y producción artística, y ya sabemos que 
los hombres más prácticos de la tierra, según las 
crónicas, los ingleses y los yankees, pagan sumas 
fabulosas por lienzos y estatuas. 

Es sólo en medio del completo atraso, señor Presi- 
dente, que no se cotizan estas obras y las ventajas 
de ese género. Los indios cambian una preciosa tela 
o una estatua admirable por un puñado de cuentas 
de vidrio a condición de que ostenten colorinches; 
luego comienzan a gustarse las armonías del color 
y de la forma, y entonces el cuadro y la estatua se 
aprecian algo más, si bien no se distinguen un facsí- 
mil, una oleografía, o un yeso toscamente modelado 
de una obra de arte exquisito; y así sucesivamente 
se van cotizando más y más los productos artísticos 
a medida que se desarrolla la cultura, al extremo de 
que se pagan decenas y centenas de millares de fran- 
cos, verdaderas fortunas, por un lienzo, como ocurrió 
con el "Mercado de Caballos" de Rosa Bonheur, 
n V Angelus" de Millet y tantos otros cuadros. Y hay, 
como es sabido, obras de arte cuyo precio no podría 
fijarse. 

Nosotros tenemos un Presupuesto General de Gas- 
tos de más de 16 000.000. Se dedica una suma 
importante a la Instrucción Pública y a las diversas 
Facultades de enseñanza superior; bien puede, pues, 
emplearse una pequeña cantidad como la que repre- 
senta el proyecto de ley presentado, al fomento de 
las bellas artes, sin que tal cosa pueda en buena ley, 
tacharse de derroche, de imprevisión o de impruden- 
cia. Esto nos ha de honrar mucho más que el hacer 
esa pequeña economía de cabo de vela. 

[3] 



EDUCACION Y ARTE 



En ese proyecto, he tratado de planear en la forma 
más modesta posible, la instalación de una escuela, 
sin preocuparme de otra cosa que cimentar su fun- 
cionamiento sobre bases senas, impidiendo que invada 
allí el empirismo y la informalidad. 

Aun cuando estamos en una época de economías, 
me parece que esta ley no habrá de hallar mayores 
resistencias porque no produce trastornos al erario 
público y en cambio se procurará ventajas materiales 
y morales, que pueden ser muy halagüeñas. Por otra 
parte, los que se precian de conocer el carácter 
nacional no creen que sea hecho de medida para 
vivir en perpetua y estricta economía. 

Corremos, pues, el albur de que se invierta en 
cualquier momento en pensiones, en adquisiciones de 
obras de arte para el Museo, o en subvenciones, mayor 
capital del requerido para la Escuela, sin obtenerse 
los beneficios de una institución permanente que 
produce riqueza, que educa y dignifica. 

Por mi parte declaro que, cualquiera sea la suerte 
de este proyecto, me consideraré honrado por el solo 
hecho de haber secundado esta noble iniciativa. 

Antes de terminar, debo hacer presente a la Mesa, 
que no encontrándose este asunto encuadrado en las 
atribuciones de las diversas Comisiones de la H. Cá- 
mara, debe nombrarse para que lo informe, si fuese 
apoyado, una Comisión especial, y mocíono en ese 
sentido. 

He dicho. 



INFORME SOBRE CREACION DE UNA 
ESCUELA DE BELLAS ARTES * 



Comisión Especial 

Honorable Cámara de Representantes: 

Ha sido unánime la opinión de los miembros de 
vuestra Comisión Especial, en el sentido de apoyar 
y prestigiar el pensamiento que encierra el proyecto 
de creación de una Escuela de Bellas Artes, como de 
verdadera trascendencia para el completo desarrollo 
de la industria y la cultura nacional. 

Cree vuestra Comisión que es oportuno agregar 
un nuevo centro de instrucción a los ya existentes, 
encargado de propagar la enseñanza artística, y muy 
especialmente cuando se dedique a ditundir sus for- 
mas de aplicación a la industria. Este complemento 
a la obra de la instrucción pública, refluirá en bien 
de las clases menesterosas, abriéndoles campo para 
desarrollar su acción en la multiplicidad infinita de 
las manifestaciones de esta rama de conocimientos, 
y preparará a la vez el medio para el cultivo del 
arte superior. A medida que se eduque el sentimiento 
público por la divulgación de las nociones estéticas, 
se acentuará el desarrollo industrial y el espíritu de 
sociabilidad, ampliando los factores intelectuales y los 



• Este informe producido en 1903 ea la Cámara de Representantes, 
lo incluyó Figan en el Apéndice Nfl 2 de su opúsculo Plan General d* 
oriamzactón de la Enseñanza Industnd, 1917, pags. 82 a 87. 



Cío] 



EDUCACION Y ARTE 



temas de estudio tranquilo, instructivo y ameno. El 
arte, en su acepción superior, así como en sus mil 
aplicaciones, solaza, y por lo mismo, estimula y faci- 
lita el contacto social, puesto que sustituye los asuntos 
candentes, las controversias políticas y económicas, 
los debates filosóficos, morales y religiosos, por temas 
neutrales, capaces de mantener la discusión en un 
campo sereno. 

- Las proyecciones de tal orden de factores en nues- 
tra economía social, son incalculables. Aquí, donde 
vivimos privados casi en absoluto de tales beneficios; 
donde no hallamos el reposo mental para nuestras 
agitaciones diarias en la inmensa variedad de nocio- 
nes estéticas, no nos damos clara cuenta de los per- 
juicios morales y sociales que esto apareja, mas sí 
experimentamos las consecuencias a cada paso. Como 
no hay solución de continuidad en la lucha activa, 
las pasiones campean más fácilmente en nuestro 
escenario. Hay pues, positiva utilidad en promover 
— también desde este punto de vista — tal forma de 
instrucción, como un poderoso propulsor de socia- 
bilidad y de cultura. 

En otros países, en los más avanzados, aun cuando 
el arte ha tomado un desarrollo extraordinario, se 
destinan ingentes sumas para su cultivo, y se le con- 
sidera de tan magna importancia para la marcha 
nacional, que, con ello solo, se forma una de las 
ramas superiores del gobierno. Cierto es que no 
vienen a llenarse con el arte necesidades materiales, 
mas sí se llenan otras necesidades a veces tan aten- 
dibles y tan estimables cuanto aquéllas, en la vida 
civilizada, puesto que genera mil recursos a la inte- 
lectualidad y abre anchas vías de actividad, en su 
íntima aplicación a las industrias. 



[11} 



PEDRO FIGARI 



Si entre nosotros aún no pueden propiciarse las 
modalidades más altas de la cultura estética, cree 
vuestra comisión oportuno y ventajoso prestigiar su 
desarrollo rudimentario general, y con esto se irán 
preparando sus altos cultivos a medida que se forme 
el ambiente de que han menester: la divulgación del 
buen gusto y de la educación artística. 

Las derivaciones del funcionamiento de una Es- 
cuela, en las condiciones que se proyecta, son múlti- 
ples y muy complejas; podría decirse que son indefi- 
nibles, sobre todo si se dedica a las aplicaciones del 
arte a la industria, que es la forma verdaderamente 
práctica y más adecuada para nuestro país como 
medio de iniciación. Esta forma, por lo demás, se 
halla perfectamente encuadrada en el movimiento 
moderno que tiende en todas partes, a unlversalizar 
el arte, haciendo que todo producto industrial lleve 
su sello. 

Son verdaderamente halagadoras las perspectivas 
de trabajo y de progreso que se diseñan al pensar en 
la variedad infinita que pueden tener sus aplicaciones 
a las industrias nacientes del país, y a las que su 
propio desarrollo habrá de promover. La escuela no 
sólo habrá de procurar la mayor adaptabilidad y 
baratura de los productos, embelleciendo a la vez 
todos los objetos que nos rodean, sino que impulsará 
vigorosamente el desenvolvimiento industrial, dando 
trabajo y ocupación a muchos brazos, facilitando las 
corrientes inmigratorias y, a la vez, aumentando la 
cultura y riqueza del país. 

El temperamento nacional nos deja esperar un 
desarrollo artístico e industrial considerables, así que 
se le ponga en condiciones de adquirir en tal materia 
los conocimientos indispensables. 



(12) 



EDUCACION V ARTE 



Sin optimismos, puede presumirse que, en breves 
años, el Uruguay habrá formado su propio criterio 
y su ambiente al respecto, y esto contribuirá a mode- 
lar el tipo nacional, bien delineado y superior, lo cual 
significa un progreso efectivo, y muy estimable, como 
lo es todo lo que tienda a perfilar netamente la nacio- 
nalidad, de una manera elevada y consciente. Con el 
concurso que aportan las civilizaciones incorporadas 
al país, con la lozanía de nuestro organismo social, 
las facilidades de existencia, las riquezas aún inexplo- 
radas e inexplotadas del territorio, y con las condi- 
ciones psíquicas que todos reconocen al uruguayo, 
no es aventurado pensar que esta nueva rama vendría 
a completar auspiciosamente la cultura del país, 
haciendo que nuestro tipo, en vez de tributario de 
otras civilizaciones, por deslumbrantes que fueren, 
encuentre dentro de sí los elementos y recursos nece- 
sarios para determinar su propia individualidad moral, 
una individualidad superior y bien adaptable al medio. 
Este debe ser uno de los anhelos de la cultura del país. 

Además de las diversas Facultades superiores que 
tanto bien han producido en la intelectualidad nacio- 
nal, habría una institución complementaria, más acce- 
sible a las clases menesterosas, en la que podría obte- 
nerse instrucción fácil y práctica, aumentándose consi- 
derablemente la variedad de ocupaciones, y, fuera 
de la arquitectura, la escultura y la pintura, que en 
su faz superior serían acometidas por los elegidos, 
por los talentos excepcionales, surgirían vigorosa- 
mente las artes aplicadas, las artes decorativas que 
comprenden, puede decirse, la mayor parte de las 
manifestaciones estéticas, puesto que intervienen ínti- 
mamente en la edificación, en parques, jardines, en 
cerámica, tejidos, papeles, cristalería, en muebles, 

(13] 



PEDRO FIGARI 



joyería, ebanistería, grabados, tallados, herrería, car- 
pintería, albañilería, encuademación, escenografía, 
ilustraciones, fototipia, zincografía, litografía, etc., etc. 

El florecimiento industrial sería una consecuencia 
feliz y obligada de tales enseñanzas, y otra conse- 
cuencia no menos halagüeña sería formar la edu- 
cación nacional artística, como coronamiento de 
nuestra cultura. 

* # * 

La Escuela de Artes y Oficios podría haber produ- 
cido algunos de los beneficios que se esperan de la 
escuela proyectada, si se hubiera dedicado a la ense- 
ñanza del arte aplicado, puesto que se habrían for- 
mado millares de artesanos hábiles capaces de secun- 
dar el movimiento industrial, cuando no de promo- 
verlo. Dicha Escuela cuesta alrededor de cincuenta 
mil pesos anuales y sólo da instrucción a unos dos- 
cientos alumnos. 

Se ha optado por el pupilaje, que siempre es muy 
dispendioso y que no se ajusta a los fines del Estado, 
en esta materia sobre todo, cuando éste no tiene los 
medios de vulgarizar ampliamente los conocimientos 
esenciales; se ha planteado dicho establecimiento sin 
una organización adecuada, y de ahí que se hayan 
insumido fuertes capitales sin provecho positivo. Como 
casa de corrección no llena debidamente sus fines. 
Si se aplicara, en cambio, la suma anual invertida 
en esta institución, al funcionamiento de una escuela- 
externato de artes aplicadas, podría darse preparación 
a millares de alumnos poniéndolos en aptitud de 
ocuparse en las distintas modalidades industriales. 

Fuera de que es muy limitada la acción de la 
escuela, por ra2Ón del exiguo número de internos 



{14} 



EDUCACION Y ARTE 



que puede educar, es demasiado cara esa forma de 
instrucción, resultando, en el caso feliz de que el 
pensionista aproveche la enseñanza — lo cual es más 
bien la excepción que la regla — alrededor de mil 
a mil doscientos pesos, lo que cuesta cada alumno. 

Comprende vuestra Comisión que no es posible 
suprimir de un solo golpe aquella Escuela, pero sería 
llegado el caso de buscar soluciones en el sentido 
de utilizar lo más posible las sumas invertidas para 
mantenerla, aplicándolas a necesidades más sentidas. 

Conviene tener presente, a la vez, que dicha 
Escuela, al adscribirse a los demás cometidos de la 
Comisión Nacional de Beneficencia y Caridad, no 
puede prosperar, puesto que no cuadra en los fines 
de tal institución de una manera franca y fácil y, 
por lo tanto, no puede ser administrada como fuera 
de desearse. Es notorio que la Comisión referida ha 
hecho repetidas gestiones ante el Gobierno para que 
se la libere de tal cometido. 

Aun cuando Vuestra Comisión está conforme en 
general con las prescripciones contenidas en el pro- 
yecto materia de este informe, ha creído conveniente 
eliminar de la ley todo lo que puede mejor ser 
motivo de reglamentación, la que a su juicio debe 
tener cierta latitud. 

Por todo lo expuesto, os aconseja prestéis sanción 
al adjunto proyecto de ley. 

Sala de la Comisión, 10 de julio de 1903. 

Pedro Figari - B. M. Cuñarro - Francisco 
Miláns - O. Solé Rodríguez - Juan Smith 
J. Silván Fernández - Francisco J. Ros 



[15) 



REORGANIZACION DE LA 
ESCUELA NACIONAL DE ARTES Y OFICIOS * 



PROYECTO DE PROGRAMA Y REGLAMENTO 
SUPERIOR GENERAL PARA LA TRANSFOR- 
MACION DE LA ESCUELA NACIONAL DE 
ARTES Y OFICIOS EN "ESCUELA PUBUCA 
DE ARTE INDUSTRIAL" 

Programa 

Artículo I o El fin de la Escuela es la enseñanza 
de las ciencias y del arte, en sus aplicaciones 
industriales. 

Art. 2 o En el cumplimiento de su misión, la 
Escuela ajustará la enseñanza y todos sus actos a las 
reglas siguientes: 

a) Dar instrucción práctica más bien que teórica 
adoptando, en cuanto fuere posible, procedi- 
mientos experimentales, de modo que el alumno 
consiga por sí mismo la verdad o el resultado 
que busca. 



* En las pígiaas que siguen se reproduce textualmente el opúsculo 
que publicó Figari en 1910 con este título "1910 Reorganización 
de la Escuela Nacional de Artes y Oficios. Proyecto de Programa y 
Reglamento Superior general para la transformación de la Escuela Nacio- 
nal de Arces y Oficios, en Escuela Pública, de Arte Industrial, presentado 
al Consejo en la sesión del 23 de julio por el doctor Pedro Figari, 
miembro del mismo Montevideo, Tip Escuela N de Artes y Oficios 
1910". 

[16} 



EDUCACION Y ARTE 



b) Instruir al mayor número de personas, sin dis- 
tinciones de ninguna clase, dándose además 
cursos especiales para obreros, en las horas y 
días que a éstos más les convengan. 

c) Formar el criterio del alumno dentro de las 
peculiaridades de su individualidad, estimulando 
y respetando sus energías como una fuerza muy 
estimable. 

d) Despertar y desarrollar el espíritu de iniciativa, 
de organización y de empresa, alentando las 
facultades ejecutivas del alumno. 

e) Despertar y desarrollar en el alumno el espí- 
ritu de observación y el sentido estético, prepa- 
rándolo para razonar, adecuar, adaptar, ordenar, 
proporcionar, equilibrar, armonizar, etc. 

f) Despertar y desarrollar las facultades de inven- 
tiva del alumno mediante clases de composición 
racional y decorativa, 1 así como por los demás 
medios que se consideren conducentes. 

g) Enaltecer las ventajas de la perseverancia como 
medio de realización, que es la finalidad de 
todo esfuerzo. 

h) Dar la instrucción más adecuada para que el 
alumno pueda producir de la ' mejor manera 



1 Eq estas clases el profesor propone la solución de una dificultad 
cualquiera o que se proyecte uoa construcción más o menos simple, por 
ejemplo un candelera, una percha, una silla, etc., los discípulos mode- 
lan, dibujan o «ponen su solución, y entonces el profesor examina y 
juzga en forma critica las soluciones presentadas, haciendo resaltar sus 
cualidades y defectos, comparándolas con lo que ya se haya hecho, anali- 
zándolas al través de los diversos criterios admitidos y de toda otra 
tendencia conocida, encareciendo el carácter y la originalidad de la obra, 
así como su adaptación, entre las mejores cualidades, poniendo de relieve 
las demás condiciones que el alumno ha manifestado, tanto las buenas 
como las malas, y expresando el profesor lo más claramente posible los 
fundamentos del juicio critico emitido 

[17] 



4 



PEDRO FIGARI 



posible, teniendo presente que cada cual puede 
obtener un máximum de capacidad productiva, 
y que la misión de la Escuela es hacerlo alcanzar. 

i) Modelar el criterio y el ingenio del alumno más 
aún que su manualidad, optando a la vez por 
su preparación general, más bien que por espe- 
cializaciones debiendo tenerse presente, sin em- 
bargo, la conveniencia de preparar el fomento 
y desarrollo de las industrias relacionadas con 
nuestras riquezas naturales, y con las materias 
primas de producción nacional. 

j) Fomentar el espíritu de asociación y todos los 
demás factores de sociabilidad y de cultura. 

k) Reglamentar y reformar los reglamentos de 
modo que siempre respondan, lo más posible, 
a los fines de la enseñanza. 

Art. 3 9 La Escuela dará instrucción elemental y 
podrá dar también instrucción compleja y superior, 
pero siempre que deba optarse, optará por la mayor 
divulgación de sus enseñanzas elementales, más bien 
que por la limitación de enseñanzas superiores a un 
número menor de alumnos. 

Art. 4 o La asistencia a las clases será enteramente 
libre y sólo cuando sea perturbada la enseñanza, 
podrán imponerse las restricciones indispensables. 

Art. 5 o No se aplicarán castigos. 

Art. 6 9 La Escuela podrá certificar todo hecho 
que resulte de su funcionamiento, y podrá también 
dar informes acerca de las condiciones de prepa- 
ración que hayan demostrado sus alumnos; pero no 
les exigirá exámenes, sin perjuicio de las pruebas que 
convengan a la enseñanza ni les otorgará diplomas. 



C183 



EDUCACION Y ARTE 



Reglamentación Superior General 

Artículo 7 o Los cursos se irán abriendo a medida 
que se reputen necesarios, agregándose en el mismo 
orden, si fuere el caso, las instalaciones que se 
requieran, toda vez que los recursos de la Escuela 
lo permitan. 

Art. 8 o Se formarán museos y coleccionamíentos 
con todo aquello que pueda servir a los fines de la 
enseñanza, comenzándose por uno de reproducciones. 

Art. 9 o Se formará una biblioteca con todos los 
libros y publicaciones que puedan servir a las ense- 
ñanzas de la Escuela. 

Art. 10, Toda vez que el Consejo lo estime opor- 
tuno y útil para los fines de la institución, se harán 
concursos y exposiciones. 

Consejo de Patronato 

Artículo 11. La superintendencia general superior 
de la Escuela, en todas las ramas, corresponde al 
Consejo, quien dictará todas las reglamentaciones 
internas dentro de los lineamientos generales del pro- 
grama y de este reglamento, y designará a los profe- 
sores y demás empleados. 

Art. 12. El Consejo determinará las atribuciones 
y deberes del Director Técnico, del Administrador y 
de los demás empleados de la Escuela. 

Art. 13. El Consejo elevará anualmente al Poder 
Ejecutivo una memoria sobre la marcha de la Escuela, 



{19} 



PEDRO FIGARI 



con los cuadros estadísticos y demás antecedentes que 
sirvan para mejor ilustrar respecto del movimiento 
de la misma. 

Dirección Técnica 

Artículo 14. Desempeñará la Dirección Técnica 
y disciplinaria de la Escuela el Director Técnico, de 
acuerdo con el programa y los reglamentos. 

Art. 15. El Director Técnico propondrá al Con- 
sejo todas las reformas y medidas que a su juicio 
convengan para la buena marcha de la Escuela, así 
como los programas de enseñanza, debiendo estarse 
siempre a lo que resuelva el Consejo. 

Administración 

Artículo 16. La Administración del Estableci- 
miento estará a cargo del Secretario de la Escuela, 
entre tanto puedan ser desempeñados ambos cargos 
por una sola persona, a juicio del Consejo. 

Art. 17. El Administrador, toda vez que lo crea 
conveniente, propondrá al Consejo las medidas que 
considere más eficaces para el buen manejo de los 
fondos de la Escuela, así como para la mejor organi- 
zación de todos los servicios administrativos. 

Disposiciones Complementarias 

Artículo 18. El Consejo tratará de que los inter- 
nos participen, en cuanto sea posible, de los bene- 
ficios del nuevo programa de la Escuela, y dispondrá 



EDUCACION Y ARTE 



lo que juzgue más conducente al cambio de régimen 
de la misma, que debe ser de extérnate. 

Art. 19- La Escuela Nacional de Artes y Oficios 
se denominará Escuela Pública, de Arte Industrial. 

Art. 20. Este Programa y Reglamento superior 
general será sometido a la aprobación del Poder Eje- 
cutivo, y no podrá ser modificado sin la previa 
aprobación del mismo. 

* • • 



EXPOSICION DE FUNDAMENTOS DE UN 
PROGRAMA PARA LA TRANSFORMACION 
DE LA ESCUELA NACIONAL DE 
ARTES Y OFICIOS 

Programa y Reglamentos 

Sin perjuicio de las diversas reglamentaciones que 
deben formularse "dentro del programa", para la 
mejor marcha del Establecimiento, conviene estudiar 
por separado el programa de la Escuela. 

En la Escuela, naturalmente, el fin es la enseñanza 
del alumno. Este debe ocupar, pues, el lugar culmi- 
nante de toda organización y reglamento desde que, 
lo demás, todo, incluso las autoridades escolares, 
profesores y empleados, es simplemente una serie de 
resortes de que se echa mano para hacer funcionar 
a la institución. 

Conviene fijar bien la dirección de la Escuela, sus 
finalidades y orientaciones, de modo que no hayan 
dudas ni vacilaciones sobre puntos tan importantes, 



[21] 



PEDRO FIGARI 



las que quitarían firmeza a los encargados de dirigirla, 
y perturbarían su funcionamiento. Por lo demás, es 
claro que el punto más digno de estudio, cuando 
se proyecta una organización de esta clase, es la 
determinación de los rumbos que ha de tomar para 
conseguir sus fines, no ya sus fines mismos. Las regla- 
mentaciones internas deben evolucionar constante- 
mente, dentro de los Estatutos de la Escuela, para 
ceñirse lo más posible a las exigencias de la ense- 
ñanza, toda vez que se demuestre su conveniencia 
en los ensayos y tanteos prácticos; pero los estatutos 
deben estar estudiados y resueltos de antemano. La 
Escuela dará frutos tanto mayores y mejores cuanto 
mejores y más claras, bien meditadas y precisas sean 
las bases de su programa. 

La Escuela debe planearse de acuerdo con las exi- 
gencias locales, es decir, de acuerdo con las conve- 
niencias del país y no pretendiendo trasplantar insti- 
tuciones que si acaso pueden funcionar en otras partes 
con provecho, podría ocurrir que aquí no respondieran 
a la satisfacción de una necesidad verdadera puesto 
que, para nosotros, no bastará que sea útil la Escuela 
o que pueda prestar un servicio cualquiera; es menes- 
ter, además, que dé satisfacción a las necesidades más 
urgentes y más sentidas, desde que hay muchas necesi- 
dades que atender a la vez. 

El artículo I o del Proyecto de Reglamento pro- 
puesto por el señor Director Técnico establece que 
el fin de la escuela "es formar obreros hábiles en el 
ejercicio de su profesión así como contramaestres y 
jefes de taller, para la industria". 

Debe entenderse por un cúmulo de circunstancias 
que esta palabra "habilidad" se emplea en la acep- 



£22} 



EDUCACION Y ARTE 



cíón menor, equivalente a la dexteridad profesional, 
a la manuahdad ágil, pero sin la inteligencia artís- 
tica y sin vuelo, y es en ese concepto que la inter- 
preto yo aquí. 

En el artículo siguiente se establece que también 
se encargará la Escuela de dar preparación manual 
a sus alumnos. 

SÍ bien peca de vaguedad este punto fundamental . 
de .todo programa, se ve suficientemente que la 
Escuela se dedicará con arreglo a ese plan, a formar 
"obreros manuales hábiles" así como contramaestres 
y jefes de taller los que, por otra parte, no se explica 
en el Reglamento proyectado a qué distinta prepa- 
ración han de ser sometidos. 

No basta, a mi juicio, que se dé instrucción 
manual para que resulte práctica" la Escuela; es 
menester para ello que tienda a llenar necesidades 
positivas, y a llenarlas del mejor modo posible, es 
decir, teniendo presente el medio y el tiempo en 
que se actúa. 

Por todo esto, lo fundamental es "encaminar" a la 
Escuela, porque eso es lo que determinará si va 
a llenar o no necesidades cuya satisfacción el Estado 
se halla en el caso de proveer, en la actualidad. 

La dirección de la Escuela, " repito, es hoy día, 
principalmente hoy día que se han operado .tantos 
progresos y que se ha acumulado tanta experiencia, 
lo que merece mayor y más detenido estudio; y sobre 
este punto que reputo esencial, deseo emitir mi 
opinión aunque sea con mayor brevedad, de la que 
se requeriría para un asunto tan complejo y 
trascendental. 



C233 




PEDRO FIGARI 



Orientaciones de la Escuela 

Esta Escuela debe modelar de tal modo la perso- 
nalidad del alumno, que lo prepare para producir 
de la mejor manera posible. 

El fin racional de la institución no puede ser el 
de formar simples operarios, más o menos hábiles, 
oficiales mecánicos, artesanos en la estrecha acepción 
que se da a esta palabra y ni aun contramaestres 
y jefes de taller, con algunos conocimientos gene- 
rales que sea, "puesto que pronto se satisfaría la 
demanda de estos en los establecimientos industriales, 
y los demás tendrían que emigrar en busca de tra- 
bajo, cuando no se consideraran engañados como 
ocurre a menudo, con los que han recibido un 
diploma que habilita para servicios especiales y, decep- 
cionados, pierden sus bríos en estériles lamentaciones. 

El diploma resulta casi siempre, en el hecho, una 
limitación a la iniciativa individual, a la libertad 
de trabajar 

Más racional y más digno del Estado sería formar 
artesanos en la verdadera acepción que debe tener 
esta palabra, dada su etimología, es decir, obreros- 
artistas, en todas las gradaciones posibles, si acaso hay 
un punto de separación entre el artista escultor esta- 
tuario, por ejemplo, y un artista decorador, vale decir, 
obreros competentes, con criterio propio, capaces de 
razonar, capaces de intervenir eficazmente en la pro- 
ducción industrial, de mejorarla con formas nuevas 
y más convenientes o adecuadas, así como de pro- 
mover nuevas empresas industriales, de mayor o menor 
entidad. 



£24} 



EDUCACION Y ARTE 



En pocas palabras: el fin de la Escuela debe ser 
el de formar el criterio de los que se amparan a sus 
enseñarlas, dando luz a su espíritu más bien que 
una manuaíidad, por hábil que sea. 

Esto último, no es llenar una misión social elevada 
y hasta puede dudarse de su positiva utilidad, desde 
que tiende principalmente a proveer de operarios a los 
establecimientos industriales, que los demandan en 
escaso número y que siempre pueden obtenerlos 
mientras que, formar hombres criteriosos, aptos para 
las múltiples formas de la producción industrial, es 
contribuir directa y lo más intensamente posible a la 
cultura nacional y al mejoramiento de la producción, 
preparando a la vez al país para las manifestaciones 
superiores de la civilización 

Los alumnos de la Escuela, los mismos oyentes y 
todos los que concurrieran a cualquier título a ella, 
hombres, mujeres y niños llevarían una idea, un nuevo 
concepto, una nueva dirección más clara, más posi- 
tiva y más consciente a sus actos y a sus aspiraciones. 

Formar obreros mecánicos, obreros que tienen el 
automatismo de una máquina — ya sea ésta una 
maravillosa linotipia — cuando cuesta menos tal vez 
formarlos deliberantes, accesibles al razonamiento, 
propios a distinguir y a juzgar por sí mismos, sería 
un verdadero error. 

El enseñamiento artístico no es una asignatura 
o una serie de asignaturas, sino un punto de vista, 
un criterio aplicado al trabajo y, en materia de arte 
decorativo e industrial, puede afirmarse que está 
basado muy principalmente en la racionalización, y, 
¿por qué no hemos de proponernos formar obreros 
idóneos, pudiendo hacerlo, más bien que simples 
obreros manuales hábiles? Preparando obreros cons- 



[25] 



PEDRO FIGAR1 



cientes, obreros-artistas, podemos esperar que sus 
energías se insinúen útilmente en todas las formas 
imaginables de la producción y de la vida, y esto 
es lo que constituye la verdadera riqueza, la elevación, 
la cultura de un pueblo, y es también la mejor forma 
de cimentarla por cuanto ofrece un promedio más 
halagador y efectivo, y no aquella engañosa apariencia 
en la cual surge un ínfimo porcentaje de grandes 
intelectuales y refinados, en medio de una llanura 
pampeana de ignorancia y de atraso. 

El enseñamiento artístico, con la amplitud que 
tiene esta conquista moderna es, puede decirse, la 
opción de lo más directo, de lo más útil, de lo más 
eficaz, sencillamente. Es un método comprensivo de 
todo lo demás. 

Las organizaciones académicas, anticuadas, siempre 
complicadas, lentas y formalistas en exceso, dan más 
importancia a la escuela y a las instalaciones que 
al alumno, desconociendo así en su propio funda- 
mento, los fines de la institución. Y no llegan a ser 
prácticas aun cuando agreguen a su programa los 
ejercicios manuales, y grandes talleres. 

La faz manual, la destreza en el manejo de las 
facultades mecánicas del alumno debe ser un medio, 
no un fin de la escuela; un medio de exteriorizar 
ideas y conceptos aun en las formas simples y más 
rudimentarias de la producción. 

La escuela debe tratar de desarrollar las facultades 
del alumno, enseñándolo a razonar, a comparar, 
a juzgar por sí mismo, a ordenar, a relacionar, a armo- 
nizar, a adecuar, a adaptar dentro de su temperamento, 
dentro de su personalidad. No tiene el alumno que 
abdicar de su propia individualidad para someterse 
al uniforme tipo académico, el que debería produ- 



[26} 



EDUCACION Y ARTE 



cirse por fuerza así si no fuera contranatural, desde 
que para todos se usa del mismo régimen. En una 
escuela moderna ha de tratarse, muy al contrario, de 
desarrollar en cada uno los elementos que tiene para 
el arte decorativo, consttuctivo, industrial, dentro de 
sí mismo, utilizando precisamente las peculiaridades 
personales como una base, y haciendo de modo que 
cada cual busque su propia individualidad y dentro 
de ella sus aptitudes, más bien que llenarlos de conoci- 
mientos abstractos, largos y fatigantes, e inútiles 
a menudo. La escuela debe darles la idea más clara 
posible de la responsabilidad y el medio de valorar 
las propias energías, en vez de ofrecerles como pers- 
pectiva máxima un premio o un diploma, que acaba 
de desorientarlos, desmoronando su personalidad. 

Dar un diploma, puede decirse que equivale a esta- 
blecer — no siempre con verdad siquiera — : "El por- 
tador sirve para tal cosa y sólo sirve para eso", lo 
que implica limitar horizontes e iniciativas. El diplo- 
mado difícilmente se ingenia para sacar partido de 
una situación particular cualquiera, si ella no se ajusta 
a las sugestiones, ¿qué?, ¡al mandato imperativo del 
diploma! Es a veces como una piedra puesta al cuello. 

Mucho mejor es certificar, simplemente, que se han 
seguido tales y cuales cursos. 

En vez de una escuela fría, formalista y que, por 
lo mismo, inspira cierta prevención antipática, debe 
crearse un ambiente que interese al alumno. Conviene 
que éste sepa que va a encontrar ideas, direcciones 
y consejos para su cerebro anheloso de perfilar su 
individualidad, y no cursos largos y abstrusos cuya 
aplicación se le presenta, con razón, tan dudosa. En 
la escuela deben sí, encontrarse todos los elementos 
necesarios, los más posibles, para que el alumno pueda 



{27] 



PEDRO FIGARI 



echar mano de ellos a medida que los va necesitando; 
mas no es lo mismo ingerirle, que quieras que no 
quieras, una serie de años de estudios fatigosos, 
a menudo vanos y que quitan, por lo mismo, amor 
al trabajo, fuera de que engendran desapego a la 
verdad, a la realidad, como todo lo artificioso. 

La escuela debe estimular, debe fomentar el deseo 
de frecuentarla y de trabajar, lo cual difícilmente se 
obtiene por los regímenes anticuados y malsanos de 
la rutina, que vierte las mismas enseñanzas, las 
mismas asignaturas y los mismos consejos y procedi- 
mientos a todos los alumnos, por igual, por más 
diversas u opuestas que sean sus aptitudes y demás 
condiciones personales. 

Es menester que la escuela forme hombres cáte- 
nosos y no simples manuales, autómatas. 

Desde mediados del siglo pasado, se advirtió en 
Inglaterra que no bastaba adiestrar para trabajos 
determinados a un número dado de alumnos, com- 
prendiéndose que si se quería prepatarlos para trabajar 
provechosamente, para incorporar su esfuerzo a la 
obra compleja del mejoramiento de la producción, 
era menester dar instrucción artística, y no puramente 
comercial, industrial (de manualidad hábil), modifi- 
cándose desde entonces las enseñanzas, de aquel punto 
de vista. 

Ruskin, el gran cultor de la belleza, tiene que haber 
influido poderosamente en el desarrollo artístico de 
aquel país, por su empeñosa actuación, si bien otras 
causas y factores habrán contribuido a tal resultado; 
pero es Jo cierto que en Inglaterra ha tomado un 
amplio desenvolvimiento ese cultivo, en todas sus 
formas, y acusa más que nada su complexión moder- 
nísima, el hecho de que los más grandes artistas no 



C2S] 



EDUCACION Y ARTE 



desdeñan contribuir a las manifestaciones del arte 
aplicado, en el cual se han logrado en toda clase de 
construcciones industriales y en telas, principalmente, 
verdaderos prodigios. En dicho país, como en Ale- 
mania, Suiza, Bélgica, Suecia, Noruega y Dinamarca, 
se dan muchísimos y variados cursos de arte indus- 
trial. Sólo en Alemania, fuera de cerca de 600 
escuelas industriales, se siguen más de 2.000 cursos 
de perfeccionamiento industrial y allá, en Europa, 
es difícil excluir el arte de cualquier manifestación. 
Podrá quizás estar mejor o peor orientado, pero la 
prescindencia artística es ya imposible allá, como lo 
es en nuestro país. 

En Suecia, Noruega y Finlandia también se han 
operado grandes e importantes progresos en las mani- 
festaciones modernas del arte, y en dichos países es 
tal la difusión de la cultura que Guillermo Ferrero, 
asombrado, llama a esta región casi ártica "paraíso 
terrenal". Es claro que la primera consecuencia de 
la mayor cultura diluida es el bienestar social, que 
llega hasta conceder al labriego la lectura de revistas 
y muchos conforts que, por lo común, son un privi- 
legio de las aristocracias. Es allí que se ha realizado 
el significativo hecho de que una revista científica 
cuente más de sesenta mil suscriptores. 

Y si a un pueblo con un estado social admirable 
como el que nos describe el eximio escritor, se agre- 
gara el concurso del arte intenso, se le convierte, 
en verdad, en un paraíso terrenal, más que eso, en 
un pueblo homogéneo de inteligentes, de conscientes. 

Nada hay tan elevado como el culto del arte, el 
culto impersonal de la belleza, el cual denota una 
positiva superioridad sobre la vida de simple conse- 



{29] 



PEDRO FIGARI 



cución de las apremiantes necesidades materiales; y 
esto debe proclamarse como una solución impuesta 
por el mismo buen sentido, cuando se piense que con 
sólo el color y la línea, con estos dos elementos que 
casi abundan como el aire y la luz^ pueden crearse 
formas estéticas infinitas. Parecería un sueño vivir 
en un país donde aún los labriegos y los operarios 
todos, gozasen de los beneficios de la cultura general 
y donde su criterio artístico les permitiera procurarse 
un ambiente estético en su vivienda, por modesta, 
humildísima que fuese. Se habría consumado entonces 
en una forma bastante práctica, lo que pareció siem- 
pre una idealidad irrealizable: la igualdad. Acaso la 
ecuación de este gran anhelo sea el arte, como com- 
plemento de la ciencia. 

En Francia hace ya mucho tiempo que se han 
impuesto las nuevas tendencias artísticas; y en Italia, 
que había quedado atrás en este movimiento, se está 
operando una transformación fundamental, cuyos 
resultados no tardarán en verse. En estos países que 
han acumulado tanta tradición gloriosa, han tenido 
que darse verdaderos asaltos heroicos contra el acade- 
mismo, contra la rutina y el estancamiento que vivían 
a expensas de las glorias tradicionales, con la estrechez 
de todo comensalismo, pretendiendo hacer causa 
común con las incuestionables manifestaciones ante- 
riores, como si fueran de ellas una florescencia o un 
fruto, más bien que una repudiable vegetación 
parasitaria. 

En Norteamérica, pueblo que ha asombrado al 
mundo por su vigor productivo y por su espíritu 
avanzado y práctico, hace ya muchos años que se 
reputa una "necesidad" el arte, y se vienen haciendo 
esfuerzos de todo género, para darle el mayor des- 



[30} 



EDUCACION Y ARTE 



arrollo a su cultivo, en espera de los consiguientes 
beneficios. 

Desde que, en 1870, el estado de Massachussetts 
reconoció oficialmente la necesidad de agregar la 
enseñanza del arte a la instrucción pública, hasta 
el día de hoy en que se crean a cada paso asocia- 
ciones de propaganda, para estimular más el des- 
arrollo artístico, y se hacen exposiciones, y se instalan 
museos y se organizan escuelas municipales de ense- 
ñanza artística, se ha echado mano de todos los 
recursos imaginables, para mejor satisfacer esa posi- 
tiva necesidad de las agrupaciones cultas. 

Aprovecharon de inmediato la iniciativa de Luis 
Prang, apenas comprendieron sus proyecciones, con 
un tacto, una perspicacia y una decisión realmente 
admirables. Helem Zimmern en 1898, hace ya doce 
años decía: "En estos últimos nueve años se ha des- 
" arrollado rápidamente en los Estados Unidos de 
"América, un movimiento el cual ha llegado a tal 
"punto que no puede quedar ignorado por los edu- 
" cadores de Europa. 

"La vía adoptada por los promotores de este movi- 
" miento logrará cambiar el estudio y criterio de arte 
" de las masas, hasta en sus raíces, desde que el curso 
" es popular y se manifiesta en su forma más elevada, 
"en las escuelas públicas... En los ocho años de 
" instrucción obligatoria, se suministra una educación 
M gradual artística, que deberá despertar el sentimiento 
" del arte en las generaciones venideras. No es impro- 
" bable que el sistema Prang, llegue a considerarse 
"como uno de los pasos más notables que se hayan 
" dado en la ciencia pedagógica . . . 

"Cuando se considera que en América en estos 
"últimos veinte años, la técnica de la reproducción, 



{31} 



PEDRO FIGARI 



"por lo que respecta a los dibujos, litografías, zinco- 
" grafías, incisiones en madera, etc., ha hecho más 
"progresos que en cualquier otra parte del mundo, 
" es natural que se sienta el deseo de buscar las causas 
"que han producido estos resultados". 

Ahora, en los años transcurridos desde entonces, 
se han comenzado a desplegar ya las proyecciones 
sorprendentes de todo proceso progresivo. Sólo los 
que ignoran los adelantos realzados, pueden decir 
que no hay manifestaciones artísticas en aquel pueblo 
admirable. 

Este país que acusa en la raza blanca sólo un seis 
por ciento de analfabetos (el porcentaje del 13 % 
parece debido a la inmigración y étnicos inferiores), 
agrega a la instrucción común la enseñanza artística, 
elevada y propia para formar hombres tan compe- 
tentes, como ejecutivos. 

Este es un signo de verdadera sabiduría. 

Ese plan, que tiende a hacer de cada hombre un 
buen obrero, habrá de dar resultados estupendos. 
Baste considerar que, encaradas todas las formas de 
producción con un criterio artístico de buena índole, 
le dará una riqueza tal esta alianza, un prestigio y 
una dignidad, que ha de representar progresivamente 
valores imposibles de apreciar, ni de concebir siquiera. 
Hasta en el campo de la ética social se percibirán 
sus resultados. 

Y si en el viejo mundo no se ha ido más resuelta- 
mente hacia las formas modernas de enseñanza, es 
por las resistencias que opone el resabio, tanto más 
arraigado cuanto menos puede cimentarse en el racio- 
cinio, como ocurre siempre. 

Nosotros que estamos libres de toda rémora tradi- 
cional, debemos ir derecha y abiertamente a las formas 



[32) 



EDUCACION Y ARTE 



mejor conceptuadas, más racionales, más científicas, 
más prácticas y provechosas. ¡Sería inexcusable que 
pudiendo evitar las resistencias del prejuicio, que 
tanto ha costado vencerlas al espíritu moderno y que 
sólo pudo vencer por su innegable justeza, las 
creáramos aquí gratuitamente! 

En las escuelas modernas reina un espíritu de 
observación, de racionalidad y de liberalismo tal, que 
las peculiaridades del alumno quedan protegidas 
como un caudal, produciéndose así entre otras conse- 
cuencias favorables, la diversificación de aptitudes. El 
alumno va a la escuela a equiparse de conocimientos, 
como iría a un atsenal a buscar las armas que más 
le conviene a su defensa. 

En las academias, en cambio, se adoptan dos o tres 
arquetipos, como moldes de instrucción, y a todos 
los alumnos se Ies da en su clase respectiva el mismo 
tratamiento, hasta llegar al punto terminal que es 
la diplomación. Ese es el fin de la escuela. 

Esto es inconsulto y arbitrario porque arrasa la 
espontaneidad que es a la individualidad humana, 
lo que el perfume es a la flor. 

El plan moderno acusa un mayor conocimiento 
de la realidad, y está basado en el respeto a la per- 
sonalidad humana como valor que es, muy estimable; 
en el régimen académico, al contrario, se condenan 
hasta las. más preciosas rebeldías como delitos; se 
somete a todo alumno, por igual, a complicados 
formalismos, y no descansa la palmeta del preceptor 
hasta que aquél se rinde, y entrega su personalidad 
abdicando, defeccionando, sometiéndose a la pauta 
impuesta por las autoridades escolares, como un 
dogal. Esta es la oposición misma al ideal pedagó- 
gico moderno. 

[33] 



5 



PEDRO FIGARI 



En vez de cursos interminables, sistemáticos y 
campanudos debe tratarse, en cuanto fuere posible, 
de que el alumno busque en cada materia lo que 
necesita para completarse, y es así como conserva 
sus energías y entusiasmos que, de otro modo, se 
pierden en la realización de un sacrificio estéril, casi 
siempre. El profesor debe ser el consejero, el guía, 
más no su verdugo mental. 

En vez de darse cursos de tres, cuatro o más años 
deben darse clases, la mayor variedad posible y clases 
prácticas, así como exposiciones, explicaciones, demos- 
traciones, a fin de que cada cual pueda recoger 
cuanto necesita para modelar su personalidad. Con- 
viene que haya más direcciones y consejos perti- 
nentes que cursos sistemados, más enseñanzas que 
maquinarias, más clases prácticas que talleres, más 
alumnos que instalaciones, más conocimientos que 
diplomas. 

Conviene, es de toda conveniencia y entra en el 
sapientísimo plan del gobierno, dar más instrucción 
elemental que instrucción superior limitada. 

El estado no debe hacer distinciones en la distri- 
bución de la enseñanza, por el contrario, debe tratar 
de hacerla llegar a todos los que la demandan y 
debe hacer propaganda a la vez, para que la deman- 
den lo más posible. Exigir un examen de ingreso, 
para acordar los beneficios de la enseñanza industrial, 
me parece menos que práctico, inconveniente e injusto. 

El estado debe conceder estos bienes, principal- 
mente a iodos por igual. La suma de conocimientos 
que puede suministrar con arreglo a sus recursos, debe 
ser dividida por el número de aspirantes, y nunca 
constituirse un privilegio como ocurre en la actua- 
lidad, que está distribuida y limitada arbitrariamente. 



[34} 



EDUCACION Y ARTE 



£1 orgullo de una nacionalidad si acaso puede 
justificarse alguna vez, será cuando no tenga analfa- 
betos ni ignorantes, y para reducir su número hay 
que hacer al revés de lo que se estila: debe abrírseles 
las puertas de toda escuela, de par en par. 

Conviene dirigir la instrucción en el sentido de 
preparar el mayor número de hombres con algunos 
conocimientos, por rudimentarios que fueren, siempre 
que los inicien para comprender los resultados sorpren- 
dentes de un trabajo inteligente y perseverante. 

De este programa, aun cuando no pudiera darse 
por algún tiempo mucha amplitud a la enseñanza, 
podría asimismo esperarse la formación de obreros 
preparados para iniciar la transformación del país; 
y es hasta de buena táctica ir de lo simple a lo com- 
plejo, para obtener resultados más positivos. 

Pero, dar oficios simplemente, formar "manuales", 
obreros manuales, por más hábiles que sean: zapa- 
teros, hojalateros, herreros, tipógrafos, encuaderna- 
dores, litógrafos, carpinteros, torneros, etc., no es de 
seguro un fin superior del estado, y en esta oportu- 
nidad menos. Tanto es así, que nadie dirá que se 
ha sentido la necesidad de esta clase de productores; 
pero de seguro no se dirá así respecto de la produc- 
ción artística, ni del ambiente. 

Si se necesita una escultura de estilo, una puerta, 
una verja, una aplicación cualquiera, basta que se 
la requiera con alguna condición que no sea lo ruti- 
nario, para que haya dificultad en encontrarla. 

Se dirá que esto es un lujo y que, por lo mismo, 
no es urgente darle satisfacción; pero no es así. El 
arte aplicado, por lo menos el arte decorativo indus- 
trial no es un lujo, es una necesidad, y dicha nece- 



[35] 



PEDRO FIGARI 



sidad satisfecha constituye una positiva riqueza, dentro 
de una civilización más elevada. 

En todas partes se ha comprendido esto y se trata 
de cultivarlo como algo indispensable en el sentido 
que tiene esta palabra, en los centros cultos. 

Poner en duda los beneficios de la instrucción 
artística no puede excusarse hoy día. Nadie podrá 
desconocer, que si agregáramos a nuestros adelantos 
los elementos del arte; si su esencia complejísima 
se incrustara, más aún, informara toda nuestra eco- 
nomía y toda nuestra producción, el país se habría 
transformado en una década, de tal modo, que mira- 
ríamos con piedad acaso lo mismo que hoy nos 
enorgullece. 

No basta dar instrucción industrial, es menester 
encaminarla de la mejor manera posible y con tanto 
más cuidado cuanto que tenemos recursos limitados 
y debemos, en consecuencia, utilizarlos de modo que 
vengan a satisfacer las necesidades más verdaderas, 
más positivas y urgentes. 

Nosotros debemos, a mí juicio, encarar la ense- 
ñanza industrial del punto de vista de las artes deco- 
rativas, más bien que del punto de vista fabril, 
manufacturero. 

La preparación para las industrias fabriles, como 
se ha instituido en la República Argentina no es 
adecuada para nuestro país, si acaso lo fuera para 
aquél. Aquí pasarán muchos años antes de que sea 
un centro fabril — si llega a serlo — con manufac- 
turas, talleres y usinas de importancia, en cuanto 
a su extensión, digo, para que pueda preocupar esto 
seriamente al estado determinando, desde luego, un 
sacrificio de previsión. SÍ esa institución puede prestar 

[36} 



EDUCACION Y ARTE 



grandes servicios a la Argentina, no es de seguro 
la que más puede convenirnos a nosotros. 

Nosotros debemos fomentar primeramente el orden 
de industrias o recursos industriales más apropiados 
para la explotación de nuestras materias primas : 
cueros, hueso, pieles, astas, lana, etc., y de nuestras 
riquezas más explotables mármol, granito, ónix, 
ágatas, hierro, oro, plata, etc. 

Para ello, para utilizar lo más convenientemente 
estas riquezas, debemos dirigir la enseñanza a formar 
el criterio a la vez que el sentimiento estético, de 
modo que puedan promoverse las múltiples formas 
del arte decorativo. 

Debemos preocuparnos, por ahora, de preparar 
convenientemente el alma nacional, el organismo 
económico y productor en una forma bien individual 
y consciente, para que pueda dirigirse hacia sus ver- 
daderas y más racionales orientaciones y no de un 
modo irreflexivo e inconsulto, de simple imitación. 

Es claro que todo puede ser más o menos utili- 
zable, y de ahí la facilidad con que nos confundimos. 
Pero si es cierto que todo puede ser utilizado, no 
basta esto solo para constituir un plan racional de 
enseñamiento. Lo acertado es dirigir la enseñanza 
en el sentido de lo que es más aprovechable, más 
directo, más eficaz. 

En la Argentina, si bien se han hecho instalaciones 
suntuosas y amplísimas que honran su espíritu de 
cultura y ponen de manifiesto los anhelos de ese 
pueblo progresista, no han podido todavía implantar 
los cursos necesarios para las diversas manifestaciones 
industriales, y el Director declara que para eso se 
exigirían mayores recursos, "un capital inmenso", lo 
mismo que había manifestado diez años antes, cuando 



[37] 



PEDRO FIGARI 



aún no se habían invertido las sumas considerables 
insumidas en el edificio y en las insta] aciones de la 
"Escuela Industrial de la Nación". 

Nosotros, que no podemos hacer por ahora nada 
aproximado, ni debemos hacerlo, a mi juicio, aunque 
lo pudiéramos, ¿por qué hemos de seguir ese 
mismo plan? 

El director de aquella escuela, señor Krause, en 
una erudita exposición publicada en 1899, en los 
"Anales de la Sociedad Científica Argentina" hace 
la apología incondicional de la división del trabajo, 
de la producción a todo trance, de la "manualidad 
hábil" de las "facultades mecánicas" para la produc- 
ción industrial, prescindiendo del arte, en vez de 
hacerla presidir por él, como un elemento sustancial- 
mente aprecíable e insustituible en toda obra. 

De ahí que encare la producción industrial de un 
punto de vista extensivo, puramente mecánico, encau- 
zando la instrucción en el sentido de producir lo 
más posible, en vez de producir lo mejor posible 
y asimismo lo que el medio se halle más en aptitud 
de producir bien. Es claro que en esa anchísima vía 
no hay millones que basten. No hay selección, ni 
hay barreras. Los recursos van entrando a un tonel 
sin fondo. 

Ese plan es erróneo porque siendo tan vasto el 
campo industrial y limitados los recursos, ha debido 
comenzarse por determinar, previo examen, qué forma 
de instrucción convenía iniciar, postergando la ambi- 
ción de abarcarlo todo, si acaso, para la debida 
oportunidad. 

Allá mismo en Norteamérica, cuyo genio produc- 
tor asombra tanto como su potencialidad, hace tiempo 

C38J 



EDUCACION Y ARTE 



que han reaccionado contra el régimen de la instruc- 
ción encaminada en una vía de extrema división del 
trabajo, que tiende forzosamente a formar el hombre- 
máquina. En ese país, cuyas enseñanzas aconsejadas 
por su proverbial sentido práctico son tan dignas de 
respeto, se trata más bien de formar obreros compe- 
tentes, no sólo hábiles, sino también capaces de deli- 
berar y juzgar con sesudo criterio, y tal propósito 
se aviene mejor, sin duda alguna, a la consecución 
de nuestro interés nacional bien entendido. 

"Según Paul Adam (Vues d'Amerique) en un 
mismo lapso de tiempo el obrero norteamericano 
produce 9.440 francos de mercaderías, en tanto que 
el inglés produce 3.950 francos y el francés y el 
alemán producen 2.050 francos". Esta cita la trae 
Omer Buyse en su notable obra sobre los métodos 
americanos de educación general y técnica, y agrega: 
"El norteamericano parece ser, pues, el primer obrero 
del mundo. Si bien es el que está mejor pagado, su 
salario no representa más que el 18 % sobre el total 
del rendimiento, merced a su máximum de esfuerzo; 
el francés 32 % t el alemán 28 % y el inglés 26 %. 
Todo el trabajo europeo resulta inferior, comparado 
con el americano. Esta sola cualidad, si se mantiene, 
asegura a este último la supremacía completa e incon- 
testable del porvenir". 

Nosotros, particularmente, que no podremos ser 
nunca un centro productor de gran potencialidad 
cuantitativa, debemos encarar nuestro engrandeci- 
miento por la calidad, por la intensidad, por el pres- 
tigio de nuestros productos. 

Todo tiende a aconsejarnos la opción de lo mejor, 
y acaso sea esto debido a la pequenez de nuestra 
entidad material 

t39) 



PEDRO FIGARI 



Si los argentinos pueden aspirar a la grandeza 
extensiva de su producción, nosotros debemos buscar 
nuestro engrandecimiento en otro sentido: producir 
lo mejor posible; lo más intensamente posible. Todos 
los hombres superiores que han visitado estos países 
han observado que no se perfila suficientemente el 
carácter, la individualidad de nuestros pueblos en los 
que hay mucho reflejo, mucho acopio indeliberado, 
mucha imitación y hasta la copia servil. A veces 
por lo irreflexivo de la elección de modelos caemos 
en un verdadero hacinamiento de exotismos, los más 
incoherentes e incongruentes. 

Nuestra instrucción industrial debe tender, como 
todos nuestros esfuerzos a seleccionar, antes de asi- 
milar, a buscar lo que más se ajusta a nuestra com- 
plexión. Dado este criterio no hay duda de que nos 
conviene adoptar un tipo americano superior, lo 
mismo para nuestros productos que para lo demás, 
todo, y no tanto independiente cuanto bueno, apro- 
piado, intenso, mejor, lo mejor posible. 

Esto es lo que debemos hacer nosotros. 

Lamento que mi distinguido compañero y amigo 
don Pedro Cosió proponga para nuestra escuela indus- 
trial un plan que, si bien ofrece todos los espejismos 
imaginables, no responde a una finalidad práctica 
más de acuerdo con la estructura nacional y hasta 
con la misma idiosincrasia intelectual de tan esti- 
mable y tan preparado hombre de estudio. 

Para darse cuenta clara de que no es tan práctica 
como parece ser esa instrucción en la forma que la 
proyecta, ni son tan eficaces sus finalidades, bastará 
hacer esta simple reflexión. Demos por admitido que 
la escuela ha funcionado regularmente y que tenemos 
ya cien o más técnicos mecánicos, cien o más electro- 



do] 



EDUCACION Y ARTE 



técnicos, y otros tantos técnicos químicos y maestros 
de obras: ¿qué hacen?, ¿qué podrán hacer en el país 
por muchos años? . . . 

El interesante opúsculo del señor Cosió presenta 
bajo las sugestiones de un estilo vigoroso y moderno, 
un plan por completo académico y por lo tanto anti- 
cuado; peor que eso, inconducente. Cierto que es pre- 
ciso meditarlo para no dejarse influir por las atrac- 
ciones de la exposición; pero si bien se observa, se 
verá que se sustentan allí, en sustancia, las mismas 
ideas que inspiraron el plan argentino y el mismo plan 
del programa proyectado por el Director Técnico, 
todo lo cual además de hallarse encarado académica- 
mente y, por lo mismo, fuera de las corrientes 
modernas, no toma en cuenta las necesidades del país 
en la actualidad, por lo menos. 

No es un régimen bien concebido el de instruir 
profesíonalmente con generalidades de simple carácter 
técnico y manual para todos los oficios y para todas 
las modalidades industriales, puesto que se hallará, 
desde luego, la dificultad de los recursos que hasta 
tiende por sí misma a hacer un seleccionamiento, 
y se corre el peligro de preparar y diplomar para 
servicios que no se demandan, ni se pueden utilizar. 
En cambio la instrucción, de otro punto de vísta, 
como la establece mi programa, no ofrece ese carác- 
ter desalentador, al contrario — ¡ojalá concurrieran 
todos a recibirla! — , y en cuanto a las especializa- 
dones, pueden también ser atendidas a medida que 
se vayan exigiendo por una necesidad. 

Lo primordial es prepararnos para utilizar nuestras 
riquezas, las que se exportan para ser transformadas 
en el extranjero y devueltas a veces a nuestro propio 
país, valorizadas por la mano de obra y por el ingenio 



[41] 



PEDRO FIGARI 



de otros pueblos. Es claro que si esa transformación 
la hiciéramos aquí, habríamos fomentado tanto nuestra 
riqueza, cuanto nuestra cultura. Y, ¿por qué no podre- 
mos aspirar a que se transformen aquí mismo esos 
productos, y no sólo que se transformen sino que se 
transformen de la mejor manera posible, cuando tal 
resultado es tan fácil de obtenerse, puede decirse, 
cuanto es de auspicioso? 

Esta aspiración no sólo es más promisora, sino 
también más razonable que la de formar simples 
auxiliares mecánicos de las industrias que funcionan 
en el país y de otras que sea; es más razonable, digo, 
porque es más directo y más eficiente el resultado 
y porque viene a llenar una necesidad más honda- 
mente sentida, y a satisfacer un anhelo mucho más 
positivo, y más grande y elevado. 

Y debe advertirse además que, encarada así la 
instrucción de la escuela, no dejará por eso de pro- 
ducirse también, por un proceso segregativo y con 
mayor ecuanimidad el tipo menos apto, de simple 
habilidad mecánica, manual, sin vuelo, el que con 
menos aptitudes o ambiciones opta por aprovechar, 
desde luego, su preparación incompleta. 

Estos serían los más, seguramente, y con ellos 
podría darse satisfacción con creces a las exigencias 
de la demanda. 

Como se ve, la clase de instrucción que propongo, 
no es excluyeme de la habilidad manual sino más 
comprensiva, más intensiva y de mayor alcance. 

En cuanto al afán de dar profesiones técnicas en 
ramas fabriles, que acaso han de- pasar muchos años 
antes de que puedan tomar un desarrollo digno de 
fijar desde ya la atención del estado, es una exi- 
gencia secundaria, y menos urgente. En cambio, una 



[42] 



EDUCACION Y ARTE 



legión de obreros-artistas muy pronto podría iniciar 
el mayor aprovechamiento de las riquezas nacionales, 
como un enjambre capaz de promover formas nuevas, 
múltiples, inesperadas, de trabajo en el país, despertan- 
do complejísimas y saludables actividades productivas. 

No es posible predecir los beneficios que de esto 
recogería el Estado, tanto morales, como materiales. 

El alborear de nuevas y pequeñas industrias que 
dan ocupación a millares de personas, pequeñas 
industrias que permitirían a muchas familias me- 
diante un simple torno, acaso, o un pequeño taller, 
procurarse los recursos necesarios para equilibrar sus 
presupuestos por medio del arte industrial domés- 
tico, el hemslbjd de los suecos, y que darían a la 
mujer, cuyas dificultades para vivir son notorias, 
elementos para luchar decorosamente, y que aumen- 
tarían la riqueza nacional dando mérito a lo que 
sirve apenas para exportar como materia prima de 
escaso valor; en fin, el arte incorporado a toda cons- 
trucción, a todo objeto, a todo utensilio y, más que 
nada, a toda persona, dándole a la población un más 
alto nivel moral e intelectual, es una aspiración 
superior de todo hombre sensato, i Son incalculables 
los beneficios que ha de producir una institución de 
esta clase! 

SÍ ha podido dudarse de las ventajas de la ense- 
ñanza artística, cuando era académica, y cuando cada 
academia era un almacigo donde a menudo brotaban 
los amanerados, vanidosos, holgazanes, pedantes, mal- 
humorados que languidecían soñando perpetuamente 
con obras fantásticas, enfermizas y casi siempre 
superiores a sus fuerzas y aptitudes, lo cual sería una 
verdadera calamidad para nuestro país por ahora, 
a lo menos, si ha podido dudarse entonces, digo, 



{43} 



PEDRO FIGARI 



no puede ocurrir tal cosa cuando es tan práctico el 
fin de la enseñanza, 

Pero también es menester que una escuela de arte 
aplicado no se implante con los vicios del acade- 
mismo, porque en una institución de este género 
sería doblemente malo, doblemente inoportuno e im- 
perdonable hacerlo. Basta el más simple buen sen- 
tido para comprender esto. 

Si la Escuela de Artes y Oficios se mantuviera 
dentro del plan anterior y asimismo dentro de las 
condiciones del proyecto de programa de que me 
ocupo, que a su ve^ se ha inspirado en el mismo 
orden de ideas, no se habría hecho más que agregar 
nuevas organizaciones, nuevos mecanismos, nuevas 
complicaciones sin modificar su esencia, y eso que 
nadie duda ya de que la Escuela fue siempre un 
completo fracaso. 

Sería lo mismo, pues, en una forma más apara- 
tosa y más cara. 

Enseñanza práctica. — Estas clases de carácter 
práctico son las que pueden formar el ambiente de 
la Escuela. 

Así, por ejemplo, el profesor propone la solución 
de una dificultad, o que se proyecte una construc- 
ción más o menos simple. Los alumnos modelan, 
dibujan o exponen su solución, y entonces el pro- 
fesor formula la crítica de los trabajos, haciendo ver 
sus cualidades y defectos, comparándolos con lo que 
ya se ha hecho, analizándolos al través de los cri- 
terios diversos conocidos y poniendo de relieve las 
condiciones que el alumno ha manifestado, tanto las 
buenas como las malas. 



[443 



EDUCACION Y ARTE 



Estas clases, a condición de estar regenteadas con- 
venientemente, son las que van a dar un impulso 
eficaz a la Escuela, pues van a despertar la inven- 
tiva y las demás facultades del alumno — las más 
aprovechables — y van a fomentar las nobles emula- 
ciones que forman el ambiente de la escuela. Por 
medio de estas clases es que puede producirse la 
mayor frecuentación del establecimiento, estimulando 
el entusiasmo por el estudio, haciendo ver a cada 
uno las ventajas que puede obtener de cada asigna- 
tura, de cada curso especial y de cada esfuerzo, según 
la índole de sus aspiraciones, sus modalidades, etc. 
Estas clases mantendrán el buen ánimo que debe 
acompañar a todo esfuerzo intelectual saludable, y 
en vez del aspecto sombrío y triste de esas aulas que 
uno jamás sabe a ciencia cierta para qué sirven, se 
verá un núcleo de gente animosa que acude en busca 
de un esclarecimiento, aguijoneada por la esperanza de 
disipar una duda, por el afán de completarse, 
de mejorarse. 

Estas clases, poniendo a contribución las facultades 
personales del alumno, cumplirán la misión de mode- 
larlo convenientemente y de formar su criterio, 
haciendo valer sus aptitudes más utilizables y dentro 
de un orden práctico, enteramente práctico y sin 
perjuicio, naturalmente, de las demás enseñanzas. 

Museo de la Escuela. — Fuera de la biblioteca y 
de los demás coleccíonamientos apropiados para faci- 
litar estos cursos prácticos, es también indispensable 
un pequeño museo de reproducciones, por embrio- 
nario que sea, el que permitiría ir formando una 
idea clara de la historia del arte, además del conoci- 
miento de los estilos conocidos. 



PEDRO FIGARi 



La utilidad y las ventajas de esta institución no se 
pueden discutir, tanto más cuanto que no sólo ser- 
viría un museo para la escuela, sino también para 
la población toda. 

Régimen de la Escuela. — Es muy difícil man- 
tener en buen pie una organización como la actual, 
agregando aun los externos que van a concurrir 
a las clases. 

Ei internato no es un régimen favorable y mucho 
menos cuando todavía está complicado con los invá- 
lidos que manda al Establecimiento la Comisión 
Nacional de Caridad y con los que se han hecho 
dignos de corrección, o simplemente con aquellos 
cuyas familias, por desidia o por comodidad a veces, 
no se deciden a educarlos e instruirlos a su costa, 
como debieran. 

Con una población tan heterogénea no es fácil 
hacer marchar a la Escuela, convenientemente. 

Ya es bastante que el estado dé facilidades para 
instruirse para que todavía deba llevar su tutela hasta 
esa edad, y con una desigualdad irritante; y si a todos 
se Ies pudiera atender asi, ¡todavía! . . . Para ei 
estado es preferible, repito, dar instrucción a milla- 
res de personas, por elemental que sea, antes que 
desuñar la misma suma para instruir a dos o tres 
centenares de jóvenes cada tres o cuatro años que 
duran los cursos, y aunque sea con conocimientos 
más complejos. 

Entre tanto no se haya operado la evolución será 
menester independizar los diversos núcleos de modo 
que no se perturben unos a otros, tanto en los talleres, 
como en las clases; y del mismo modo los taHeres 
destinados a producir y los talleres dedicados a la 



{46] 



EDUCACION Y ARTE 



enseñanza, deben funcionar por separado, disponién- 
dose una rotación de clases y trabajos que permita 
a cada grupo el mayor aprovechamiento posible. 

Si se quisiera mantener dentro de las mismas 
condiciones actuales a la Escuela, no es posible prever 
los ensanches de local y las costosas instalaciones 
que se demandarían, en orden sucesivo y progresivo, 
a medida que se ordenara y se ampliara el estableci- 
miento, aumentando así sus alicientes y el pedido 
de becas. 

Ya el Director, por exigirlo perentoriamente el 
proyecto de reglamento de que me ocupo, piensa 
en buscar terrenos en la vecindad de la Escuela, para 
ampliaciones inmediatas. 

Yo creo, sin embargo, que basta por ahora con 
lo que hay, siempre que se contraiga principal- 
mente la Escuela a dar instrucción y, si acaso con 
lo que en el propio terreno de la Escuela pueda apro- 
vecharse de espacios libres, y con los locales exis- 
tentes que una más racional distribución de oficinas 
y depósitos podría proporcionar, esto bastaría por 
muchísimos años para los fines de la Escuela. 

Es posible que una serie de medidas, dentro de 
un régimen apropiado, permitiera costear un día el 
establecimiento con sus propios recursos, pero este 
punto deberá estudiarse después que se haya visto 
que es posible lograrlo sin menoscabo de la ense- 
ñanza, que es el fin primordial de la institución, 
si acaso tal cosa puede hacerse honestamente. 

Por el momento, lo que debe estudiarse en primer 
término y con más detención, es la índole del enseña- 
miento que conviene dar y los métodos que deben 
adoptarse para mejor llenar este fin nacional, y para 



[47] 



PEDRO FIGARI 



servir lo más eficazmente que sea posible los inte- 
reses del país. 

He dejado ya expuesta mi opinión a este respecto. 
Yo creo que lo más -indicado será ir gradual y razo- 
nadamente agregando cursos e instalaciones a medida 
que sean requeridas por la enseñanza, debiendo 
comenzarse antes que nada por los cursos prácticos 
que son los que van a propagar las ideas más sanas 
y prestigiosas sobre el arte aplicado, decorativo 
e industrial, y a propiciar la creación de un ambiente. 

Lo más esencial y urgente será dotar al estableci- 
miento de dos o más profesores de enseñanza prác- 
tica, fuera de la enseñanza que pueda dar el Director, 
para que inicien la transformación y a fin de encau- 
zarla cada vez más dentro del plan programado. Para 
esto bastan por ahora los locales y tal vez los mismos 
talleres existentes que deben ser reformados, com- 
pletados y ampliados a medida que sea esto requerido, 
y cuanto fuere menester. 

Por regla general, y en cuanto lo permita el 
régimen actual de mternato, mientras no se opere 
la evolución, no deberán darse los mismos cursos que 
puedan ser aprovechados por los alumnos en otros 
establecimientos públicos de enseñanza. 

Como lo propuse hace ya muchos años a la Hono- 
rable Cámara de Representantes, podría contratarse 
en Europa, dos o tres profesores sobre la base de 
dar varios cursos cada uno, con lo cual se podría 
obtener un personal idóneo, con poco desembolso. 

Hago constar que las apreciaciones apuntadas se 
han vertido en el concepto de que la Escuela se 
ocupe puramente de externos, pues no concibo como 
definitiva institución del estado una escuela de arte, 
circunscrita a instruir a dos o tres centenares de 



£48] 



EDUCACION Y ARTE 



jóvenes que han de permanecer por varios años 
recluidos. Me parece un régimen absurdo. 

Desde luego, ¿con qué derecho, con qué equidad 
se aceptan a unos y se desechan a otros, acaso a los 
más aptos y necesitados? 

Esto es atrasado, injusto e inaceptable. Hay que 
cambiar de rumbos resueltamente. 

Sí se quiere que la escuela preste servicios, es 
necesario hacer penetrar de una vez el espíritu 
moderno en aquellos lóbregos claustros, y hacer de 
modo que su soplo saludable entre a torrentes, para 
vivificar las tristísimas aulas escolares. Hace falta 
allí como el sol y la luz, el espíritu amplio que 
preconiza la actualidad; hay que desinfectar y hay 
que oxigenar y galvanizar ese organismo anémico, 
lleno de melancolía. 

Las ideas nuevas son las que pueden operar ese 
resultado, actuando como la higiene en el orden 
físico, como la libertad en el dominio de las con- 
ciencias y como la justicia en el campo de las ciencias 
jurídicas, sociales y políticas. 

El espíritu moderno se caracteriza principalmente 
por la descentralización, por la democratización y 
por la mayor difusión de las ciencias y las artes, como 
bienes sociales, los más estimables. 

Para que una escuela de esta clase llene su verda- 
dera misión y produzca resultados proporcionados al 
sacrificio que implican, debe dar enseñanza y direc- 
ción no a un ciento o dos de alumnos, sino a muchos 
cientos, a millares, a todos los que la demanden, y 
debe hacerse propaganda para que la demanden 
cada vez más. 

[49] 



6 



PEDRO FIGARI 



Esto es lo práctico y es lo razonable. 

Para mantener el régimen de internato, sólo se 
pueden aducir dos o más argumentaciones que si 
tienen algún valor efectista, no lo tienen efectivo. 

Se dice, por ejemplo, que no se sabrá qué hacer 
con los jóvenes a quienes no puede educar, ni disci- 
plinar la propia familia, el día que no los acepte la 
Escuela, como pensionados. 

Puede contestarse que esto es de fuerza aparente, 
más bien que real, pues a nadie escapará que habría 
antes que amparar a todas las mujeres, con igual 
criterio proteccionista, cuando las familias no supie- 
ran qué hacer con ellas, y con mayor espíritu de 
justicia cuando se trate de mujeres menores. En el 
mejor de los casos se prestaría, pues, un servicio muy 
incompleto; peor aún, muy injustamente distribuido. 
Ni hay cárcel de menores, por lo demás, con ser tan 
necesaria y, ¿será imprescindible una institución como 
ésta para cuidar a los rebeldes, a los turbulentos, 
ejerciendo la tutela que incumbe a la familia? 

Por otra parte, nada es peor que anexar en un 
mismo centro dos instituciones tan poco similares, 
por no decir incompatibles, como la corrección de 
los díscolos y la instrucción de la juventud ordenada 
y estudiosa, y particularmente en escuelas que deben 
tener un carácter cada vez más universal, más divul- 
gador y más prestigioso. Para darse cuenta de los 
inconvenientes de estos organismos híbridos, basta 
saber que se han alojado allí en la Escuela, qumce 
idiotas! . . . 

Estas dos consideraciones, sin acudir a otras con- 
vergentes, refutan por sí solas aquella razón que se 
aduce en favor del internato. 



£50} 



EDUCACION Y ARTE 



Se alega, en segundo lugar, que los habitantes de 
la campaña no recibirían iguales beneficios que los 
de la ciudad, no existiendo el intérnate 

Esta consideración es también más efectista que 
real, pues podría aducirse con igual o mayor razón 
respecto de todas las facultades, incluso la de Vete- 
rinaria y Agronomía que son los que más de cerca 
interesan a la campaña. Es la eterna cuestión: no es 
posible que tengan iguales beneficios los que viven 
en campaña que los que viven en la ciudad, ni econó- 
mica ni socialmente; pero ésta es una desigualdad 
que emerge de la naturaleza de las cosas, como la 
de que no respiren los habitantes de la ciudad aires 
tan puros como los de la campaña. No quiero esta- 
blecerlo como una compensación, sino como un hecho. 

Puede asimismo refutarse esta argumentación, 
recordando que el internato presupone una reducción, 
una gran reducción de alumnos, de lo que resultaría 
que no se atienden ni pueden atenderse las propias 
aspiraciones de los habitantes de la campaña, al res- 
pecto, sino en escasísimo número, y lo peor es que 
todavía la selección se establece en pro de los menos 
meritorios, de los menos dignos. 

Y hay que convenir en que para el estado, es 
preferible dar instrucción a un gran número — lo 
repito una vez más de ex profeso — aunque sea 
elemental, antes que constituir un privilegio en favor 
de unos pocos y aun cuando éstos reciban una ins- 
trucción más compleja. 

En último término se aduce, también, que este 
régimen permite hacer producir a los talleres de la 
Escuela. A este respecto no estoy habilitado aún para 
dar una contestación dentro del orden económico, 
pero puedo sí, decir que si fuera legítimo hacer pro- 



{51} 



PEDRO FIGARI 



ducir a la Escuela, sosteniendo una competencia de 
dudoso linaje con los industriales privados, como lo 
hacen ya otros establecimientos, no hay duda de que 
se desnaturaliza su fin capital, que es el de enseñar. 

Para los fines superiores y bien entendidos del 
Estado, al Estado le conviene y le compete más 
enseñar que producir, si acaso pudiera esto aceptarse 
dentro de ciertas líneas y en casos muy limitados 
como el de las cárceles, para las que milita una razón 
positiva y fuerte: la necesidad. No hay otro medio 
de regenerar — en la significación que admite esta 
palabra hoy día: formar hábitos de orden y dar los 
elementos personales que se requieren para convivir 
socialmente, lo cual no puede obtenerse sin el trabajo. 

Respecto de la Escuela, por el contrario, ninguna 
consideración compensa los perjuicios de la limi- 
tación de la enseñanza, no ya los inconvenientes que 
acarrea el contacto de elementos recluidos por su 
mala conducta, con los más honestos y anhelosos 
de estudiar. 

Y en un establecimiento de esta clase, el pupilaje 
sólo puede convenir para hacer producir a los talleres, 
y para dar oficios. Lo primero no es muy legítimo y 
lo segundo no es necesario ni siquiera útil para los 
fines sociales, ni eficaz desde que jamás podrá instruir 
aprendices una institución pública, ni tampoco man- 
tener sus instalaciones en un pie de adelanto tal 
como lo hacen los privados. El celo de éstos es 
mayor y más persistente. 

Y si se quiere agregar el hospedaje para los de 
campaña, sería mejor instalarlos a costa del estado 
fuera de la Escuela o acordar un número de pen- 
siones, o bien distribuirlos como aprendices en los 
establecimientos industriales que quisieran aceptarlos 



152} 



EDUCACION Y ARTE 



mediante el alojamiento y la comida, o mediante 
cualquier otro convenio, a condición de que se les 
permitiera concurrir a la escuela durante dos o más 
horas, a instruirse en sus respectivos oficios. 

Acaso pueda hacerse esto a base de un estableci- 
miento industrial que utilice todos esos brazos, du- 
rante un numero dado de horas. 

Cualquiera de estas soluciones ofrecería la ventaja 
de que no se empaña el prestigio de la escuela, ni se 
perturba la enseñanza, si llega como llegan así a limi- 
tarse los recursos destinados a dar una instrucción 
de la que tanto hay que esperar, para bien del país. 

Está en tal descrédito la Escuela por su carácter 
correccional, principalmente, y hay tales prevenciones 
contra ella, que hasta es conveniente con motivo de 
su reorganización cambiarle de nombre, para con- 
currir así también a disipar aquellas causas de resis- 
tencia, las que serían muy inconvenientes más que 
nunca en los instantes iniciales. 

Podría llamarse por ejemplo: "Escuela Pública de 
Arte Industrial" o simplemente "Escuela de Arte 
Industrial" o "Escuela de Arte Aplicado". 

Instrucción pública artística. — Es conveniente en 
sumo grado que las escuelas públicas despierten 
en el niño el concepto del arte y de la belleza, como 
se ha hecho en otras partes. Esto concurrirá a formar 
el carácter del pueblo, dentro de un plan más alto 
y más culto. 

En Norteamérica se dirige la instrucción en el sen- 
tido de hacer de cada hombre un obrero. Es una 
nobilísima aspiración, fuera que es de resultados 
incuestionables. 



C53] 



PEDRO FIGARI 



Se trata de formar el carácter de modo que nadie 
imponga tutelas sino la de cada uno para sí mismo, 
"the selí-control", lo cual prepara a los hombres 
para darse una conveniente dirección en la lucha, 
sin menoscabo de las disciplinas obligadas por la con- 
vivencia y, sobre todo, se preparan hombres idóneos 
y no entes incompletos, faltos de convicciones y 
expuestos a verse mistificados y explotados más 
tarde, por otros más expertos y de menos escrúpulos; 
y conviene asimismo, corrió allá, hacer converger a 
una aspiración integral, todas las enseñanzas. Nacen 
de un plan como éste los elementos de la inteli- 
gencia práctica, industrial, positiva, conjuntamente 
con las energías del esfuerzo inicial, y de las facul- 
tades ejecutivas. 

Es conveniente preparar a los ciudadanos y a los 
hombres que nos sucedan para que no sólo sean 
capaces de comprender y realizar los ideales que es- 
boza el porvenir, sino también dignos de sustentarlos. 

Y para llenar bien este fin, convendrá aprovechar 
la experiencia de los demás, por la que se ha com- 
probado que no basta la enseñanza de un arte inferior, 
mercantil, sino que se deben abarcar los más amplios 
horizontes, para que el educando pueda moldear su 
personalidad con los elementos de una cultura supe- 
rior. Dar tales enseñanzas a un niño, es dotarlo de 
facultades y de recursos tan estimables que difícil- 
mente se podrían valorar. 

Consejo y Dirección. — Con arreglo al proyecto 
de reglamento del señor Director Técnico resultaría 
demasiado recargada de tarea y responsabilidad la 
Dirección y demasiado circunscrita la acción del Con- 
sejo. No se concibe que se reúnan varios ciudadanos 



C54} 



EDUCACION Y ARTE 



para desempeñar funciones tan pequeñas y de tan 
escasa importancia; y en cambio, la Dirección tiene 
un recargo que haría imposible su marcha, 
convenientemente. 

La dirección técnica y la dirección superior general 
y administrativa deberían independizarse, para que 
puedan ser ejercidas con eficacia y para que no se 
perturbe la enseñanza que es lo principal, lo primor- 
dial, en un establecimiento de este género. 

Ocupar a un director técnico con conocimientos 
especiales y de vasta erudición en administrar, vigilar 
y cuidar de la economía toda del establecimiento, 
es anularlo. 

El Director Técnico, a mi juicio, no debe tener más 
cuidado y preocupación que la de la enseñanza. 

Mi programa. — Al redactar mi proyecto de pro- 
grama y reglamento he tenido en vista los inmensos 
beneficios, cada vez mayores, que deben esperarse 
de la divulgación de enseñanzas encaminadas a formar 
el criterio, la conciencia del obrero, dentro de un 
plan amplio y moderno, desarrollando el espíritu de 
observación, de organización, de iniciativa, de aso- 
ciación, de inventiva, de ejecución, y formando el 
sentido estético, dentro de un orden práctico de ade- 
cuación, de adaptación, de ordenamiento, de equilibrio 
y de armonía, todo lo cual debe preparar por un 
lado, hombres capaces de intervenir provechosamente 
en las modalidades más complejas de la producción, 
y con sentido práctico, y por el -otro, múltiples fac- 
tores de cultura, determinando rumbos más positivos 
y razonados a la actividad, como a la producción 
general. Este beneficio se anticipará y se acentuará 
eficientemente con el régimen de externato, que con- 



[55] 



PEDRO FIGARI 



vierte a cada alumno en portavoz de las ideas y ense- 
ñanzas que se vierten en la escuela, hacia todos los 
extremos, irradiándose así las luces de la instrucción, 
que es uno de los más proficuos bienes que puedan 
esperarse. 

La acción de esta escuela, en la que podrán abrirse 
también cursos de confecciones y otros más apropiados 
para la mujer, y sobre todo cuando haya adquirido 
un desarrollo proporcionado a la población y cuando 
la instrucción pública, y las escuelas de menaje y 
del hogar, así como las demás formas de instrucción, 
hayan concurrido a integrar con sus elementos el 
alma nacional, dándole todas las complejidades que 
requiere la vida moderna, puede ser de una trascen- 
dencia fundamental en los destinos del país. 

Azuzado siempre por el deseo de comprobar más 
y más el fundamento de mis opiniones, aproveché 
la oportunidad de la visita del eminente maestro don 
Santiago Rusiñol, para exponerle mi pian de trans- 
formación de la Escuela de Artes y Oficios, y me 
es muy satisfactorio manifestar que lo aprobó entera- 
mente, afirmando que ese programa estaba de com- 
pleto acuerdo con las ideas más prestigiadas, hoy día, 
en todos los centros adelantados, y que él anhelaba 
verlas implantadas en su país, cuanto antes. Que hace 
tiempo que se está luchando allá para llevar ese 
anhelo a la práctica, y que en ese sentido él no 
había omitido, ni omitirá esfuerzos. 

Tengo la satisfacción también de expresar aquí que 
el propio Director Técnico señor Thomas Cadilhat 
no está de acuerdo y, por el contrario, me manifestó 
hallarse en completa disconformidad con el regla- 
mento sometido a la aprobación del Consejo. 

156} 



EDUCACION Y ARTE 



Debo suponer, pues, que si lo ha proyectado así 
fue por creer que debía mantenerse el viejo régimen, 
en el inexacto concepto de que el país no estaba 
preparado aún para implantar una institución mo- 
derna y avanzada, con ser esto más práctico, más 
provechoso y más fácil tal vez. 

Como quiera que sea, yo he debido hacer la crí- 
tica del proyecto sometido al Consejo a que tengo 
el honor de pertenecer, debiendo hacer notar que 
no he creído necesario detenerme en los detalles 
secundarios y sí sólo en lo fundamental, en la inteli- 
gencia de que establecidas las principales líneas 
directrices de la Escuela, lo demás puede deducirse 
fácilmente. 

Montevideo, 20 de julio de 1910. 

Pedro Figañ 



[57} 



CULTURA PRACTICA INDUSTRIAL* 



Memorándum provisional - Lo que 

DEBE HACERSE 

I o ) Transformar la Escuela Nacional de Artes y 
Oficios en centro de preparación e información gene- 
ral, de amplio externato, agregando a esos cometidos 
la propaganda, destinada a prestigiar las mejores 
formas de producción nacional en todo el país. Dicho 
centro, abierto por igual a todos los que deseen 
aprender o informarse, hombres y mujeres, prepa- 
raría además al personal de la Instrucción Pública 
Primaria para que éste a su vez, pueda formar el 
carácter industrioso del alumno, al propio tiempo que 
lo instruye teóricamente. 

2 o ) Los maestros y maestras deben adquirir cono- 
cimientos prácticos de producción, según sus aptitudes, 
a fin de que, al rotar, puedan difundir en todo el 
país formas múltiples de producción razonada. La 
reglamentación dispondrá lo necesario para que la 
distribución de esta enseñanza se haga del mejor 
modo posible en todo el territorio de la República. 

3 9 ) Al mismo tiempo que se tienda a mejorar 
las grandes industrias nacionales, debe promoverse la 



* Con este título, Figari presentó un plan provisional de enseñanza 
industrial al Poder Ejecutivo, en el comienzo de la presidencia de Viera, 
marzo de 1915 Lo incluyo en el Apéndice N n 2 de su opúsculo Plan 
zenerjl de organización de la Enseñanza Industrial, 1 9 1 7, págs 1 00 
a 310 



[58} 



EDUCACION Y ARTE 



mayor variedad posible de pequeñas industrias com- 
plementarias, comenzando por las más fáciles y 
apropiadas, a fin de que se adviertan inequívoca- 
mente las ventajas del estudio y del ttabajo. De este 
modo, empezando por lo que es más simple y útil, 
fuera de obtener en el país un ambiente más opti- 
mista y práctico, podrá hacerse una selección jui- 
ciosa tanto en la dirección de las iniciativas indus- 
triales aptas para prospetar, cuanto en las aptitudes 
personales aplicadas a servirlas. 

4 o ) Para empezar, podrían iniciarse los cursos 
que cuentan desde ya en el país con profesionales 
o industriales capaces de enseñar, teniendo siempre 
muy presente que, para no malograr el propósito 
primordial de esta institución, deben impulsarse en 
primer término las industrias más fáciles y más redi- 
tivas, así como que conviene dar preferente atención 
a las formas industriales que aprovechan nuestras 
materias primas. También deben merecer atención 
especial las industrias femeninas, tanto en la capital 
como en campaña. 

5 9 ) Para impulsar el espíritu de industriosidad 
nacional, podría intentarse desde luego el ensayo de 
las ramas siguientes de producción, en sus formas 
rudimentarias: 

Cuero: Curtido, teñido, repujado, trenzado, para 
aperos, monturas, arreos, látigos, cojines, estuches, 
carteras, valijas, zuecos y demás formas de calzado, 
carpetas, encuademación, etc. 

Crin, paja, esterilla, caña, mimbre, bejuco, bambú, 
junco, cáñamo, esparto, alambre, etc.: Corte, armado, 
trenzado y tejido, para cepillos, escobas, esteras, pan- 
tallas, parasoles, canastos, cestas, sombreros, muebles, 



[59} 



PEDRO FIGARI 



fiambreras, pajareras, cedazos, jardineras, cuerdas, 
envases, cache-pots, etc. 

Lana, lino, algodón: Limpiar, preparar, teñir, tejer, 
para jergas, fajas, gorros, redes, macramé, cinchas, 
colchones, frazadas, cojines, medias, toallas, toldos, 
carpas, colchas, carpetas, vestidos, ropa blanca, pasa- 
manería, puntillas, bordados, encajes, etc. Corte, zur- 
cido, cosido, planchado, lavado, engomado, etc. 

Astas y huesos: Cabos de cuchillo, navajas, herra- 
mientas, bastones y paraguas; botones, peines, corta- 
papeles, boquillas, abanicos, adornos; tallado, tor- 
neado, cincelado, etc. 

Plumas: Limpieza, preparación, teñido; Duvet para 
almohadones, plumeros, etc. 

Pieles: Su preparación para industrias de abrigo. 

Aves, liebres, conejos, pescado, etc.: Conservas, 
salazón, ahumados, escabeches, etc. 

Comes y visceras en general: Formas diversas de 
aprovechamiento y conservación; jamones, embutidos, 
grasas, jabones, velas, etc. 

Avicultura, apicultura, piscicultura, sericicultura, 
fruticultura, floricultura: Nociones prácticas, elemen- 
tales; podas, injertos, etc. 

Frutas, legumbres, etc.: Conservas en general, turro- 
nes, compotas, jaleas, confites, etc. 

Leche, miel, huevos, etc.: Quesos, cremas, cuajadas, 
manteca, caseína, dulces, caramelos, yemas, bom- 
bones, etc. 

Aceites, vinagres, perfumes, refrescos, licores, etc.: 
Su fabricación. 

Arboles forestales: Su plantación y cuidado; abonos 
naturales y químicos, etc. 



160} 



EDUCACION Y ARTE 



Maderas: Corte, preparación, tallado, torneado, 
calado, esculpido, ensambladuras, empalmes, machi- 
hembres, encolados, encerados, lustrado, barnizado, 
etc., para estanterías, camas, catres, baúles, cajas, arma- 
rios, sillas y demás muebles; escaleras, bancos, cercos, 
verjas, balaustradas, tranqueras, portones; carretillas 
de mano, carros, toneles, puertas y ventanas; colme- 
nas, gallineros, cobertizos, cigüeñas, instrumentos de 
labranza, pisos, marquetería, etc. 

Juguetes: De plomo, madeta, trapo, hojalata, car- 
tón, etc. (Adviértase la importancia de esta rama 
extraordinariamente apropiada a la industriosidad 
femenina). 

Pintura y escultura: Formas simples de decoración. 

Tipografía, zincografía, litografía, grabado, aguas 
fuertes, galvanoplastia, etc.: Nociones. 

Alfarería: Ollas, vasijas, ánforas, cántaros, envases, 
baldosas, macetas, hornallas, ladrillos, tejas, ménsulas 
y demás objetos y adornos. 

Cerámica, esmaltes, vidriería, orfebrería, etc.: 
Vajillas, azulejos, cabujones y demás objetos y ador- 
nos (entre otros "vitraux"), cuando no requieran más 
que rudimentos de modelado y dibujo. 

Metales: Corte, soldaduras, remaches, fundición, 
temples, repujados, torneados, forjados, para herrajes 
y cerrajes simples, goznes, visagras, etc. Construcción 
de utensilios y herramientas, sierras, tijeras, podadoras, 
injertadoras, etc.; aprovechamiento de los envases 
para pequeñas construcciones (bebederos de aves y 
animales domésticos, hornos, braseros, trampas, ralla- 
dores, etc.), candeleros, candelabros y arañas, jardi- 
neras, verjas, repisas, ceniceros, alhajeros, "vide- 
poches", etc., etc. 

[61] 



PEDRO FIGARI 



Granito, mármol, areniscas, ágatas, amatistas, pór- 
fido, etc.: Tallado, mosaicos rudimentarios para 
diversas aplicaciones, etc. 

Construcción: Formas elementales con barro, ma- 
dera, ladrillo, cemento armado para tanques, bateas, 
piletas, chimeneas, aleros, etc. 

Aunque se trate de simples rudimentos de arte 
industrial y decorativo, debe tenerse presente la con- 
veniencia de encaminar su enseñanza dentro de las 
sendas más positivamente científicas, en la inteli- 
gencia de que estas prácticas elementales servirán 
asimismo de base angular a las formas ulteriores 
de producción nacional, que seguirán enseñando 
progresivamente, y que el mayor o menor vuelo 
de su evolución dependerá, precisamente, de la efec- 
tividad de la cultura cimental en que repose. La 
orientación que se adopte en los comienzos, es pues, 
de importancia fundamental. 

6 9 ) Fuera de la enseñanza confiada a las escuelas 
rurales, debería mandarse maestros a los vecindarios 
donde no hay escuela, a fin de darles, por lo menos, 
algunas nociones teórico-prácticas y algunos recursos 
de producción. A tal efecto podría constituirse un 
cuerpo de maestros ambulantes encargado de recorrer 
dichos vecindarios. 

Estos maestros tendrían como principal misión la 
de constituir centros productores congruentes con las 
modalidades y calidad de las materias primas regio- 
nales y, como cometido complementario, el dar 
nociones prácticas de "higiene" (modo de prevenir 
y combatir las infecciones, de destruir los insectos 
dañosos, demostrándoles las ventajas del aseo perso- 
nal, de la habitación, de los animales domésticos y 

{62} 



EDUCACION Y ARTE 



de corral); de "economía" (ventaja y posibilidad de 
agregar al cuidado que demandan la ganadería y la 
agricultura, otras formas complementarias de produc- 
ción que hasta pueden contrarrestar los efectos de un 
"mal año"; la conveniencia que hay en producir "más 
y mejor", para mejorar de condición; solidaridad 
entre el poblador, el vecindario y el estado; conve- 
niencia de cuidar de las sendas, caminos, puentes, 
calzadas, desagües, etc., de uso común); y de "estética 
racional" (demostrar prácticamente cómo el orden, 
la previsión, el aseo y cuidado de la vivienda son 
más eficaces y más fundamentales para el esteticismo 
doméstico, que el boato y la ostentación; demostrar 
en igual forma cómo puede obtenerse por medio del 
árbol, la planta y las flores un resultado muy supe- 
rior al de los nimios arbitrios de afectación así como 
demostrándoles también las consecuencias beneficiosas 
que emergen de un ambiente grato, tanto para los 
moradores cuanto para el vecindario, y para cimentar 
la vida en sociedad). 

7 o ) Siendo esta forma de instrucción de efectos 
tan proficuos como inmediatos y evidentes, es de 
esperar que todos presten un decidido apoyo desde 
que van a participar, directa o indirectamente, todos 
igual de sus beneficios y, para dar un impulso más 
general y vigoroso en todo el país, podrían organi- 
zarse Comisiones Departamentales, Seccionales y Veci- 
nales, destinadas a facilitar y secundar esta obra de 
transformación de la actividad productora nacional. 
Dichas comisiones tenderían a propiciar la enseñanza 
práctica en sus respectivas regiones y a estimular a los 
vecindarios desprovistos de escuelas para que se acojan 
a los beneficios dé la enseñanza de modo que en 



[63] 



PEDRO FIGARI 



el caso de no poderse costear por los fondos de la 
institución central todos los gastos que ella demande, 
propongan las condiciones en que se hallarían dis- 
puestas a coadyuvar a dicho propósito. 

Esta dobie acción, al llevar a todos los extremos 
del territorio una instrucción práctica, y fácil de apro- 
vechar y, al dar coparticipación en la dirección y 
vigilancia a todos los centros poblados ofrecerá un 
estímulo saludable a los habitantes de campaña, por 
lo común privados de toda acción directriz, rele- 
gados a sus propios recursos, y no por eso menos 
compelidos a contribuir a todas las cargas públicas. 

8 o ) Sí se quiete crear un espíritu realmente 
activo y productor en la campaña, es preciso esta- 
blecer estímulos "sociales", como alicientes indispen- 
sables para despertar al estudio y al trabajo. A ese 
efecto, podrían celebrarse periódicamente ferias, expo- 
siciones, concursos con premio, entre otras cosas, por 
ejemplo, a la mejor vivienda rústica, al mejor jardín, 
a la mejor huerta, a la mujer más laboriosa y hábil, 
la más virtuosa, la más bella, etc. Con estos motivos 
se asociarían los vecinos y celebrarían festejos locales, 
todo lo cual serviría de propulsor sociable, y con- 
curriría a conmover el quietismo infecundo del 
ambiente campero, debido, precisamente, a la caren- 
cia de aquel orden de estímulos. 

9 o ) Para mejorar la vivienda de campaña podrían 
realizarse concursos de arquitectura rural, que dotasen 
de tipos de construcción apropiada, racional y prác- 
tica, con los elementos constructivos del país — sin 
excluir el terrón y la paja — ya sean de un solo 
material o mixtos, tratando de conciliar su practí- 
cabilidad con su esteticismo, y tomando nota de 



{64} 



EDUCACION Y ARTE 



todo lo que pueda servir a dicho fin: la manera de 
orientar, de decorar, y de ordenar la huerta, el jar- 
dín, el cerco, etc 

10) Con igual propósito, podrían realizarse su- 
cesivamente muchos otros concursos, por ejemplo, 
para proveer a los campesinos de un modelo de 
botiquín, y de una caja de herramientas, con las res- 
pectivas instrucciones para el empleo; un modelo de 
telares, de torno, de tonel para agua, de programas 
de recreo y fiestas camperas, etc., etc., todo lo cual 
serviría a la vez para ejercitar la mentalidad nacional 
con un criterio propio, y para examinar y satisfacer 
de igual modo nuestras verdaderas necesidades y 
conveniencias regionales, en vez de proceder por 
imitación, etc., etc. 

Montevideo, marzo de 1915. 

Pedro Figari. 

• # • 



Fundamentos del Plan 

Hace ya muchos años que se siente la necesidad 
de despertar de su indolencia habitual a nuestro po- 
blador de campaña, sin que las tentativas hechas en 
tal sentido hayan obtenido éxito. 

Para lograr que nuestro productor alcance un 
grado de diligencia y de competencia que le permita 
intensificar sus formas de acción, es preciso no sólo 
instruirlo sino también estimularlo. La instrucción 
misma requiere ser práctica, aunque razonada, más 

[65] 

7 



PEDRO FIGARI 



bien que teórico-abstracta, cuya aplicación resulta 
punto menos que imposible. Hay que enseñarlo "a 
producir riquezas" y hay que datle "alicientes" para 
inducirlo al trabajo, puesto que, de otro modo, no 
podrá esperarse una evolución sensible en sus formas 
ordinarias de acción. Bien vale la pena, por lo demás, 
de que el estado se preocupe seriamente de este 
factor tan importante en la economía integral de la 
nación, el propio que nos sirve para atender necesi- 
dades y aspiraciones cada vez mayores. No sólo es 
hábil el exudar de este sustentáculo fundamental e 
insustituible del organismo nacional, sino hasta hu- 
manitario hacerlo. 

Ante todo, es menester formar el "ambiente produc- 
tor nacional". Para ello no basta que haya un alto por- 
centaje de "hombres instruidos"; es preciso que haya 
un gran promedio de hombres que "sepan" trabajar y 
que "quieran" trabajar, a fin de que el espíritu de 
empresa y de asociación pueda determinar las formas 
cooperativas del "esfuerzo productor progresivo", 
puesto que, de no ser así, se embotan las mejores 
iniciativas en el pasivismo y la indiferencia del 
ambiente campero, y los más animosos, ellos mismos 
no encuentran más camino que el de la ciudad, para 
desarrollar más fácilmente sus actividades. En la 
ciudad, aunque se haga una vida más activa, general- 
mente se vive no como productores, sino como inter- 
mediarios "auxiliares" del productor, cuando no para- 
sitariamente a su espalda. 

Se ha pensado que las culturas intelectivas supe- 
riores, especulativas o industriales, podrían determi- 
nar un gran cambio en la acción productora; pero 
no ha resultado así. Es que el pueblo sólo puede 
transformarse por evolución, y toda forma evolutiva, 



[66} 



EDUCACION Y ARTE 



como que se opera necesariamente pasando de lo sim- 
ple a lo complejo, exige que el esfuerzo proceda en 
forma gradual, porque si es posible acelerar este pro- 
ceso, no se le puede invertir provechosamente. 

Para iniciar, pues; de un modo racional la cultura 
artístico-industrial del país, hay que fundamentar lo 
más y lo mejor posible "la base", comenzando por 
las formas rudimentarias de arte utilitario, múltiples 
y muy difundidas, a fin de ir desde allí por selección 
de direcciones y de aptitudes, hasta lo complejo, 
intenso. A medida que el ingenio se esgrime en las 
formas simples de producción, va revelando poco a 
poco, "críteriosamente", nuevas perspectivas viables, 
y mayores aptitudes, si las hay, para intentar, en 
terreno conocido, otros ensayos de expansión y mejo- 
ramiento: así es que se opera la evolución. Tal pro- 
ceso, genuinamente natural y racional, tiene además 
la irremplazable ventaja de realizarse en forma 
"constructiva", esto es, de una manera firme y pro- 
gresiva, en tanto que, por medios inadecuados, se 
marcha al azar, expuestos a cualquier fracaso. 

Dentro de la forma evolutiva, cada uno va aquila- 
tando sus vocaciones y aptitudes, inequívocamente. 
Los ensayos juiciosos, como una serie de tamices, van 
colocando a cada cual en su plano, "al demostrarle 
lo que puede hacer mejor"; van ordenando, a la vez, 
las direcciones industriales por sus vías más seguras y 
prolíferas, y, todavía, lo más halagador, es que al 
propio tiempo que se van seleccionando así aptitudes 
y direcciones productoras, "se plasma el ambiente 
regional consciente", en el que las diversas culturas y 
las propias modalidades sociales no son ya exotismos 
y afectación, sino frutos espontáneos del medio. 
Bien, pues: este resultado es el más promisor, tanto 



[67} 



PEDRO FIGARI 



moral como materialmente, por cuanto el carácter 
superior de un pueblo y su mismo bienestar emergen, 
precisamente, de dicho ordenamiento. 

Muchas otras ventajas derivan de este modo de 
encarar la cultura general del país : la mayor difusión 
de sus beneficios; un mayor optimismo para consi- 
derar el resultado probable de un esfuerzo productor; 
el abaratamiento de la vida, incompatible con las 
culturas suntuosas, o simplemente prematuras, etc. 
En las mismas naciones más aristocráticas, de larga 
tradición, se lamenta el culto del lujo, y se palpan, 
cruelmente a veces, los efectos perniciosos del pro- 
letariado intelectual — consecuencia ineludible de 
este desvío — donde se esterilizan verdaderas legio- 
nes de elegidos. Pero, allá, si estas formas culturales 
tienen una explicación, siquiera sea, aquí ni eso tie- 
nen, porque no responden a ninguna necesidad ni 
a ninguna tradición propia; y, por lo demás, ni se las 
concibe lógicamente incorporadas a la vida nacional 
donde los productores estacionados, requieren todavía 
grandes extensiones de tierra para vivir una vida 
semiprimitiva. 

Se ha ensayado el profesionalismo y la esperializa- 
ción sin obtener un resultado eficaz, ni proporcio- 
nado a las erogaciones que esas iniciativas deman- 
dan. La antigua Escuela Nacional de Artes y Oficios 
ha fracasado por un triple vicio constitucional: "falsa 
orientación de la enseñanza", que tiende a formar 
profesionales más bien que obreros conscientes; "el 
internato", que reduce a una cifra exigua de alumnos 
la acción del enseñamiento, y le quita a éste la salu- 
dable influencia de la propaganda que va ejerciendo 
el alumno, en forma latente, cuando está en contacto 
con la sociedad y, por último, "forma errónea de 

[68} 



EDUCACION Y ARTE 



selección" en el reclutamiento de los alumnos, por 
la que no se busca a los más aptos, más disciplinados 
y más deseosos de aprender, como debiera hacerse 
dentro de un régimen de internato limitado. Las 
especializaciones han resultado, quizá, prematuras. No 
hay ambiente preparado aún, para que ellas puedan 
producir los efectos vigorosos que se esperaban. Para 
ello habría sido necesario que se hallaran precons- 
tituidas formas empeñosas de producción, ávidas de 
consejo técnico para intensificar y mejorar la acción, 
no ya obreros expertos, capaces de secundarla. Es por 
esto que entre nosotros tales instituciones no se han 
podido identificar con la conciencia pública ni con 
la vida nacional, como ocurre en Norte América, 
por ejemplo, donde constituyen una fuerza moral 
eficaz, que el pueblo apoya resueltamente. 

El plan general de la instrucción pública, si bien 
es avanzado y ha prestado importantes servicios, no 
basta para llenar los fines integrales de la nación, ni 
lo pretende, porque es de naturaleza y de efectos 
principalmente teóricos. Es indispensable, pues, llenar 
la necesidad "primordial' 1 de producir riqueza, que 
es angular en la sociedad. ¿Qué puede hacer el 
"teórico", que no sea enrolarse en las filas de los 
burócratas, o en la de los "intermediarios" que viven 
sirviendo de algún modo, es verdad, pero siempre 
a expensas del productor? ¿Qué puede producir el 
que jamás ejercitó su ingenio en el sentido de trans- 
formar y utilizar las riquezas naturales? De esta 
laguna deriva la empleomanía, con sus tentáculos 
insaciables, y las diversas formas del proletariado 
intelectual, el que resulta ser un elemento de desequi- 
librio en la economía pública, precisamente porque 
es un evolucionado mental, "subjetivo", simplemente, 



(693 



PEDRO FIGARI 



el que exige formas superiores de convivencia y la 
incorporación de refinamientos, sin aportar más nada 
que su "aspiración". Es de este modo que se conges- 
tiona la capital y que se demandan grandes comodi- 
dades, y hasta lujos urbanos, al mismo tiempo que 
los rurales permanecen casi inertes, acentuándose así 
la dificultad financiera, de día en día; es de este modo 
que América ha dejado tan pronto de ser "América", 
y que en vez de explotar y usufructuar sus super- 
abundantes, inmensurables riquezas, se aplica, inquie- 
ta, a estudiar "el expediente" financiero. 

Sólo cuando enseñemos también a producir, podre- 
mos realizar fácilmente nuestros sueños y aspiracio- 
nes legítimas de engrandecimiento. 

Montevideo, marzo de 1915. 

Pedro Figari. 



170] 



LO QUE ERA Y LO QUE ES LA 
ESCUELA DE ARTES * 



La ex Escuela Nacional de Artes y Oficios, que 
funcionó por unas cuatro décadas y que tuvo algunos 
momentos de auge, si bien muy onerosos según se 
me ha informado, fue decayendo y acentuando su 
hibrídismo a un extremo tal que habría sido difícil 
definir la verdadera naturaleza de dicho estableci- 
miento. Tenía, sin embargo, más carácter de prisión, 
o de reformatorio, que de escuela. Era "la pesadilla" 
de la Administración Pública. No se sabía qué hacer 
con ella; y hoy es ya una institución abierta, liberal, 
esencialmente liberal, que hace honor al país. 

No sólo su aprovechamiento, y el propio aspecto 
del edificio tanto exterior como interiormente, no 
respondía a sus necesidades, sino que el funciona- 
miento de la Escuela era de una manifiesta ilogici- 
dad. Los talleres y las instalaciones estaban dispuestos 
de tal modo, que, si a primera vista podían parecer 
aceptables, o aun buenos, no resistían al menor aná- 
lisis. La fuerza motriz se distribuía y se malgastaba 
de un modo verdaderamente lamentable. En algunos 
talleres, bastaba que un alumno afilase una simple 
herramienta para que todas las maquinarias se mo- 
viesen a la vez. Los materiales, valiosos a veces, se 
abandonaban hacinados. Los locales de los talleres, 



* Este informe lo publicó Figari en el Apéndice N"? 1 de su 
opúsculo Plan general de organización de la Enseñanza Industrial, 1917, 
págs 69 a SI. 



C7U 



PEDRO FIGARI 



fuera de hallarse mal distribuidos, no tenían a menudo 
ni aire ni luz, bien que era fácil atender esta elemen- 
tal necesidad, y es así que se ofrecían lóbregos y poco 
apropiados para inspirar el deseo de trabajar, así como 
para dar nociones de ordenamiento, lo cual es tam- 
bién uno de los deberes de la escuela. Todo denun- 
ciaba allí la falta de un criterio regulador, y todo, 
pues, estaba dispuesto para deseducar más bien que 
para llenar su misión esencial. 

En los talleres había una gran profusión de carte- 
les, con estas leyendas: Silencio; Silencio y respeto; 
Máquinas sucias convienen a gentes sucias; Un lugar 
para cada cosa y cada cosa en su lugar; El que roma 
la sierra quedará arrestado; El que eche a perder la 
madera por tercera vez al hacer los ejercicios, será 
arrestado; etc. 

El régimen disciplinario era de un rigor tan incon- 
sulto, que rayaba en lo arbitrario. Se usaba despóti- 
camente de la autoridad, altanera y aun brutal, y se 
abusaba de los castigos para inducir al orden a una 
raza como la nuestra, cuya característica es la altivez. 
Cualquier miembro del personal, hasta el más ínfimo, 
podía a menudo aplicar el arresto dominical por sí 
mismo. De aquí que se manifestase dicho régimen 
tan poco fructuoso, de un modo tan pertinaz. 

El aprendizaje se hacía por "ejercicios", que co- 
menzaban por dar una falsa y pobrísima idea de la 
materia prima. Esos ejercicios, todos fragmentarios, 
abstractos, ejecutados con madera, con metales u 
otro material, constituían en vez de un enseñamiento 
provechoso, como lo es el enseñar a sacar el mejor 
partido práctico de todo elemento natural, un modo 
sistemático de inutilizar la materia prima. Una vez 
hechos los ejercicios, a veces muy penosamente, como 

[72] 



EDUCACION Y ARTE 



que no tenían empleo alguno, se atrojaban o que- 
maban, cuando no alcanzasen el honor del tablero 
o de la propia exposición. El alumno no podía ver, 
así, una aplicación juiciosa e integral de los materiales 
de su oficio. 

Dichos ejercicios se enunciaban por su número 
ordinal, no por su nombre siquiera, y la finalidad de 
los mismos, en algunos talleres por lo menos, no se 
mencionaba jamás. Las iniciativas del alumno que- 
daban así por completo ahogadas. Sus facultades 
superiores, por inútiles, quedaban entumecidas a poco 
andar, y su propio aspecto tomaba el aire macilento 
de un reflejo de las paredes grises, enmohecidas, del 
taller. Los alumnos no pensaban, según me decía 
un antiguo empleado de la Escuela. 

Apenas suprimí el régimen de los ejercicios, radi- 
calmente y de un solo golpe, parecía que la insti- 
tución se venía abajo. Todos pensaban, en el esta- 
blecimiento, que era insustituible aquel régimen, tan 
cómodo para la Ditección y para los maestros, cuanto 
estéril para el enseñamiento. No obstante, pasados 
los primeros momentos de estupor, hizo eclosión el 
propósito de proyectar entre los alumnos, y desde 
entonces se apoderó de ellos una pasión ardiente por 
idear, por crear. Este efecto, tan saludable, es el que 
cambió de inmediato la fisonomía de los muchachos, 
la de los talleres y la de la propia Escuela, cambio 
que apreciaron muchos de los que la habían conocido 
antes, con verdadera sorpresa y con honda satisfacción. 

Para ver mejor el estancamiento a que sometía el 
anterior régimen, conviene decir que aquellos ejer- 
cicios, mil veces repetidos, así como un juego de 
comedor cutsi, y otro de escritorio, de estilo maca- 
rrónico exquisito, estos dos amueblados, con los ejer- 



[73] 



PEDRO FIGARI 



cicios, fueron enviados por tres veces consecutivas a 
las exposiciones del Viejo y Nuevo Mundo. Parecía 
que todo esto era insuperable, la última palabra en 
el arte de enseñar y construir. Verdad que ya era 
excepcional el hecho de que en la Escuela se cons- 
truyesen objetos integrales alguna vez. 

Pero, no es esto lo peor. Ni es lo peor que dichos 
objetos hayan sido devueltos por la Oficina de Expo- 
siciones después de tanto viaje, en un estado lamen- 
table; hechos añicos. Lo peor es que fueron premiados. 

Esto, que sólo ilusiona a los crédulos y que nunca 
debe sorprender al expedente, era lo que mantenía 
la seguridad de que todo marchaba en la Escuela por 
el mejor de los ríeles. 

Por otro lado, en tanto que una multitud de ado- 
lescentes de ambos sexos, de la capital y de campaña, 
en tanto que esa multitud, que cuenta por decenas 
de millares, reclamaba instrucción productora prác- 
tica, no la recibía y, en cambio, se le daba instrucción 
a los díscolos preferentemente, 2 a unos doscientos 
más o menos, que permanecían recluidos por varios 
años en esa Escuela; y a éstos mismos, en vez de 
dársela práctica, se la daban teórica en los propios 
talleres llenos de máquinas y herramientas, talle- 
res costosos que, para colmo de ironía, demandaban 
aumentos de instalación constantemente. El promedio 



3 Según se ve, esta Escuela, en la que se comenzaba por hacer 
una selección al revés, confiaba enteramente en los beneficios de la reclu- 
sión completa del pupilo, cuando, en vez, el exrernato cieñe entre otras 
ventajas la de permitir una propagación continua de las enseñanzas en 
el medjo social, lo cual es más que en otra parce alguna aquí, de 
efectos favorables, así como mantieae más vivos los vínculos de afecto 
y de responsabilidad de la familia, y los propios sociales, todo lo cual 
es provechoso Pocas veces se ofrecerá un caso más típico de absurdos 
y enrevesam lentos en una institución, ni tampoco que el simple prestigio 
de la imitación incite tanto a su mantenimiento. 



EDUCACION Y ARTE 



anual de egresados, por lo demás, era demasiado 
ínfimo, aunque hubiera sido pasablemente preparado. 
Calculado en tres y cuatro años el curso escolar, 
resultaba un promedio de unos cincuenta o sesenta 
anuales. 

Así funcionó dicho establecimiento por tantos 
años, a pesar de haber desfilado por el Consejo 
muchísimos conciudadanos de todas las profesiones y 
gremios, de reconocida ilustración, por otra parte, 
así como de indubitable patriotismo. 

Esto, deseo hacerlo constar no como un vano des- 
ahogo a los fracasos reiterados que sufrí, en mi pro- 
longado empeño de dar otro carácter a esa escuela, 3 
a la que, a mi ver, era indispensable ajustar, por lo 
menos a ella, en el sentido de satisfacer la vital 
necesidad de enseñar las formas prácticas de produc- 
ción industrial en nuestro país; esto lo hago notar 
simplemente como una prueba irrefragable respecto 
de lo fácil que es equivocarse, aun dentro de una 
vasta ilustración general, en este orden de asuntos 
tan arduos. 

Hoy, en esa escuela, antes tan sombría como estéril, 
en un solo año y medio de aplicación del nuevo 
régimen, orientado en el sentido que expresa el 
informe, se ha operado un cambio tan saludable y 
tan promisor — fuera de la obra realizada — que ha 
merecido plácemes generales de la prensa así como 
de cuantas personas competentes la han visitado. 4 



8 Véase el apeo dice Nútn 2 Antecedentes de la reforma 
* Casi toda la prensa de la capital ha aplaudido la reforma, en 
vista de los efectos alcanzados, y entre otras publicaciones autorizadas 
e interesantes, quieto mencionar The Montevideo Times, que, en un 
editorial encabezado con el título "Modelo Uruguayo de Escuela Indus- 
trial", decía entre otros juicios lisonjeros. "En el presente, una exhibi- 
ción de los trabajos de los alumnos, es justamente una prueba del alto 



[75] 



PEDRO FIGARI 



Ahora, por de pronto, se trata de enseñar a sacar 
algún parado de todo material, por ínfimo que sea, 
en la inteligencia de que esta enseñanza es más razo- 
nable y de mayor provecho moral, social y económico. 

Suprimido el internato, ha podido aumentarse al 
doble, desde los primeros meses, la población esco- 
lar, mixta hoy día- Antes funcionaban ocho talleres; 
hoy funcionan doce más, fuera de otras nuevas sec- 
ciones y clases, y fuera de diversos trabajos prepara- 
torios realizados en el sentido de ir aumentando las 
enseñanzas productoras. No sólo se han debido ins- 
talar éstos, y alimentarlos todos dentro de una actua- 
lidad de gran carestía, como es ésta, sino que debieron 



grado y de la excelente educación implantada en. esta República» que 
Insta hace de este país el más industrial en el conrinence de Sud América" 
< Enero 9 de 1 ! )17) Por otra parte, el señor Ministro de Inglaterra 
don Alfredo Mitchell Iones, ilustrado cultor de asuntos escolares, mani- 
festó al señor Ministro de Industrias, don Hilario Helguera ( hijol , en 
el acto de inaugurarse la exposición, que, Ken que hubiese recorrida 
medio mundo, no había enLOntrado una exposición escolar de esta 
significación e importancia, en la que todos los objetos confeccionados, 
en todas las secciones, han sido mateiu de estudio particular, y tienen 
un seJlo propio, que era tal su importancia, que convendría invitar a 
una comisión de personas competentes de la República Argentina, para 
que la visiten 

De igual modo, recordamos también juicios muy favorables del 
señor J W Bland, corresponsal de The Ttmes de Londres, del doctor 
Goldsmith, ««Metano de la Institución Carnegie, de Norteamérica, del 
arquitecto Gactauo Moietti eu^araaili pnr el Gobieroa Italiano de 
la Conservación de los monumentos públicos de Italia, del profesor 
arquitecto José P Catre, del ingeniero Ernesto Matipas, del arquitecto 
Annoni, de los senadores doctores Antonio M Rodríguez v Juan Agutrre 
y González, del doctor Baltasar Brum, Ministro de Relaciones Extenores, 
del doctor Juan J de Amézaga, «c-Ministro de Industrias, del doctor 
Benito M Cuñarro, Presidente de la Alta Corte, del Intendente de la 
Capital, doctor Francisco Accinelli, del señor Santiago Rivas, Ministro 
de Obras Publicas, del señoi Joaquín C Sánchez, Ministro de la Guerra, 
del doctor Rodolfo Mezzera, Ministro de Instrucción Pública, del señor 
Marcial Martínez de ierran, e-t-Mmistro de Chile, del señor James M 
Wordie, profesor de Geología de Glasgow y de Cambridge, (miembro 
científico de la Expedición Schakleton) , del doctor Daniel García 
Acevedo, Presidente del Vivero Municipal y de la Granja de Agricultura; 
del doctor Justo Cubiló, Secretario de la Alta Corte de Justicia, del 
doctor Carlos Rodríguez Etchart, Decano de la Facultad de Ciencias 
Económicas y profesor de las Universidades de Buenos Aires y La Piara, 
del doctor Julio Muró, ex-Mimsrro del Interior, del doctor Emilio 



£7é] 



EDUCACION Y ARTE 



reinstalarse y ordenarse también los viejos talleres, 
algunos enteramente, y se ha provisto a las máquinas 
de gran cantidad de aparatos protectores contra acci- 



Se han abierto, sólo en el patio, diez y seis grandes 
lucernarias sobre las bóvedas de la planta baja, para 
dar luz a los talleres de Carpintería y Ajustes, que 
eran tenebrosos, y se han reformado las de los corre- 
dores; se han abierto veinte ventanas uniformando 
y reformando todas las aberturas exteriores e inte- 
riores, disponiendo todas las^ banderolas de los cuatro 
frentes, o sea más de cien, de modo que puedan 
abrirse a voluntad, con un aparato ideado y ejecu- 



Barbaroux, ex-Msnistro de Relaciones Exteriores y actual Rector de la 
Universidad; del señor Luis J Supera lelle, Presidente del Banco de 
Seguros, del doctor Ser apio del Castdlo, Director del Banco de la 
República, del señor Gerard Teague, Gerente del Ferrocarril Noroeste, 
del ingeniero Enrique Echeverry, Director de la Escuela de Agronomía, 
del ingeniero Eduatdo García de Zuñiga, Director del Puerto de Mon- 
tevideo, del doctor Alfonso Pacheco, Fiscal de Gobierno, del doctor 
Rafael Muñoz Ximénei, Inspector Geneial de Policía Sanitaria Animal, 
del señor Emilio Fournié, Inspector Técnico de Instrucción Pública, del 
señor José H Figueira, ex-Inspcctor Técnico de Instrucción Pública, del 
señor Señen Rodrigue*, Jeíe de la Administración de los Bienes del Estado, 
del ingeniero Alfredo Ramos Montero, Inspector Nacional de Ganadería 
y Agricultura, del señor Jocelyn Spek, Secretario de la Legación Britá- 
nica, del doctor Francisco Gigliani, ex-Presidente de la Junta Económico- 
Administrativa, del señor Santiago Fabini, Presidente de la Cámara de 
Industrias, de los señores Diputados, doctor Domingo Arena, doctor José 
F. Anas, doctor César Miranda, doctor Félix Ec heves t, señor Carlos 
Ameglio, del doctor José Scosena, ex-Director de la Asistencia Pública 
Nacional, del señor Pablo Fontaina, Director de la Escuela Superior de 
Comercio, del Profesor Mauricio A Lamme, Director del Instituto de 
Geología y Perforaciones, del señor César Dupont, ei-Director de la 
Escuela de Artes y Oficios, y de los señores ex-Consejeros de la misma, 
doctor Ricardo Vecino, Diputado, ingeniero Luls Guillot, Director de 
Paseos y Jardines, ingeniero Eonque Danree, señor Juan Domingo Lanza; 
doctor Eduardo Jiménez de Aréchaga, doctor Ildefonso García Acevedo; 
doctor Juan Vicente Algorra, señores delegados del Congreso Pan Ameri- 
cano de Washington, ingeniero Juan Monteverde y doctor Adolfo Berro 
García, de los señores delegados del Brasil al Congreso del Niño, de 
Buenos Aires, de los señores delegados de la Comisión Nacional de 
Fomento Rural, de los doctores José P Várela y Callos Sienz de 
Zumarán, de la Direaión General de Instrucción Pública; del señor 
Jorge West, Gerente del Banco de la República, del señor Carlos W. 
Drever, Gerente del Banco Británico, del señor Eduardo B. Anuya, 




[77} 



PEDRO FIGARI 



tado en la Escuela, de mínimo costo, y eficaz. Fuera 
de muchas otras refacciones del edificio, e instalacio- 
nes, se han cambiado los balcones del frente y la 
balaustrada del patio, hoy de mármol blanco, así como 
el revestimiento del zócalo, a una altura de un metro 
56 centímetros, para lo cual se aprovechó el mármol 
de las mesas del refectorio, innecesarias ya dentro del 
régimen actual; se han decorado casi todos los talleres, 
con intervención de los alumnos; los talleres han 
contribuido todos, de una u otra manera, a todos los 
trabajos (debiendo mencionarse especialmente en este 
punto, los de Mecánica, Carpintería y Herrería), así 



Director de la Oficina Nacional del Trabajo, de los señores ingenieros 
Juan P. Fabmi, Axel Sundberg, José Chiappara, de los señores arqui- 
tectos Eugenio P Baroffio, Camilo Gardelle, Alfredo R Campos. 
Humberto J. Pittaraiglio, Candido Lerena Joanicó, Fernando Capuiro, 
Carlos Terra Urioste, Carlos Herrera Mac Lean, Gonzalo Vázquez Barriere, 
Raúl Bauza, José Mazzaia, etc , de los señores artistas, Pedro Blanes 
Víale, Pablo Mané ( hijo) , Cesáreo B de Quirós, Alfonso Brocqui, 
Carlos A Castellanos, etc , de los señorea doctores Pablo de María, 
José María Castellanos, Alberto Nm, Emilio Fnigont, Alfredo Furrio!", 
Alberto CibiJs Larravide, Jaime F de Nevares, Alfredo Arocena, Carlos 
Prando. Rodolfo Sayagues Lasso, Matías Alonso Criado, Daniel Castellanos. 
Vicente Barcia, Alfredo Echevarría, etc , de los doctores Carlos Nery, 
Jaime H Ohver, Luis Morquio, José Maingmou, Sebastián Rodríguez^ 
Francisco Vidal y Cuervo, Santiago Puppo, Rodolfo Fonseca, Eugenio P 
Lasnier, Luis M Surraco, Alberto Galeano, Atdio Bngnoli, Agustín 
Sanguinetti, Damián Aicardi Bossio, Tomás E Gallaugher, J López 
Lindner, Presidente de la Sociedad de Medicina Veterinaria, etc , de los 
periodistas Adolfo Agono, Perfecto López Campala, Vicente Basso 
Maglto, Vicente A. Salaverry, Carlos Sabat Ercascy, César Alvarez 
Aguiar, etc.; de los señores David Hooper, George Anderson, Enrique 
Legrand, Alfredo Behrens, Juan Carlos Muñoz, Jefe Político de Sonaao, 
señor Roberto Zubia, Director de los talleres del Puerto, señores Juan P. 
Maupás, Julio Mousqués, Raúl Terra, Francisco Canale Stvon, Charles 
Clárenos Horton, Alejo Rossell v Rius. Cesar Batüe Pacheco, Rafael N 
Tabarez, Alberto Cibils, Fermín C Yeregui, Carlos Mandiüo, Pedro 
Velleda, Horacio Asehen. Agr Orosman Acosta Viera, Oscar Fischer, 
Raúl Sienra, Arturo Ricart, Ignacio Oliveras, Juan J Dornaleche, Alberto 
Urtubey, Luciano Lasserre, Frantz Ruerre. Comandante del "Uruguay". 
Setembnno E Pereda, Eduardo Vázquez (hijo), etc, etc Resultaría 
interminable hacer una nómina completa, en la que sería también 
preciso incluir muchos otros nombres, así como gran número de dis- 
tinguidas damas, nacionales y extranjeras, que han honrado a la Escuela 
con su visita y a la Dtrección con sus estimables testimonios de 
aprobación. 



[78] 



EDUCACION Y ARTE 



como se han asociado y se asocian los talleres y los 
alumnos, a cada paso, para realizar obras. Se han 
decorado el vestíbulo y la puerta cancel de entrada, 
de modo que den la idea, desde el primer instante, 
al que visita el establecimiento, de que allí se cultivan 
las artes productoras, con algún criterio por lo menos. 

Hoy, el edificio, interiormente, es ameno; atrae, 
como debe hacerlo todo local escolar, y mantiene 
cinco grandes salas de exposición de los trabajos reali- 
zados en la Escuela durante el antedicho período, 
de un año y medio, que cuenta este provisoriato. 

He aquí un resumen de los trabajos realizados: 

Taller de Dibujo del natural, Composición Deco- 
rativa (fundados en 28 de agosto de 1915 ) y Pintura: 
Más de dos mil quinientos estudios y composiciones 
del natural, y algunas de éstas sobre la base de docu- 
mentaciones arqueológicas americanas. Casi todos estos 
estudios han sido utilizados, de una u otra manera, 
en las obras de la Escuela. 

Debo hacer constar que la Intendencia Municipal 
y la Dirección de Paseos y Jardines, así como el 
Jardín Zoológico del señor Alejo Rossell y Rius, han 
contribuido a los estudios de esta Escuela, donando 
modelos naturales o permitiendo que se puedan apro- 
vechar por los colaboradores, maestros y alumnos de 
la misma, generosamente. Algunos particulares tam- 
bién han contribuido, de igual modo, a este propósito 
( señora Isabel C. de Castro, señora Olga C. de Várela 
Acevedo, don Luis Bereta, señora Rosa F. de Platero, 
doctor Damián Aicardi Bossio, y otros), así como 
a los demás que interesan a la enseñanza. No debo 
dejar de mencionar, muy particularmente al distin- 



£79] 



PEDRO FIGARI 



guído compatriota ingeniero don Luis Pastoriza, que 
ha donado un valioso lote de maderas americanas. 

Para aprovechar de los preciosos coleccionamientos 
americanos que guardan el Museo de La Plata y el 
Museo Etnográfico de Buenos Aires, han ido la Direc- 
ción, sus colaboradores, maestros y alumnos de la 
Escuela a estudiarlos y a tomar nota de los mismos. 
Debo expresar aquí, que dichas instituciones han dado 
todas las facilidades posibles, con una cortesía 
insuperable. 

Taller de Modelado y Moldeado: Ciento ochenta 
trabajos y estudios hechos en el mismo orden de 
ideas a que acabo de referirme, y también en gran 
pane utilizados prácticamente. 

Clase de Modelo Vivo (fundado en agosto de 1915): 
Se han realizado grandes progresos en esta clase, 
instituida dentro del régimen más liberal que pueda 
darse. Concurren artistas, aficionados, obreros, estu- 
diantes y alumnos. Si bien sólo se exhibe una pequeña 
parte de los trabajos y estudios hechos en clase, puede 
verse el resultado de la misma. 

Mecánica, Ajustes y Soldadura Autógena (este 
último fundado en setiembre de 1915): Se han 
construido varias máquinas, algunas complejas, un 
horno para fundir metales, diversos tipos de aparatos 
protectores, entre ellos uno de invento del compa- 
triota don Horacio Ascheri, y se está trabajando en 
un cimógrafo, invento de otro compatriota, el agri- 
mensor don Orosmán Acosta Viera. Se están termi- 
nando un guinche y una caja de hierro ideada en 
la Escuela. Se han construido múltiples herrajes y 
cerrajes, herramientas, un mechero de gas para el 
horno de ensayos de esmaltes, de cerámica, y hay 



[80} 



EDUCACION Y ARTE 



multitud de máquinas y aparatos en vías de ejecución. 
Fuera de todos estos trabajos — todos prácticos — son 
innumerables las obras diversas realizadas por estos 
talleres. 

Fundición en hierro y bronce y Sección de fun- 
dición de bronce a cera perdida (fundados en abril 
de 1916) : Se han fundido más de setecientas piezas, 
algunas de verdadera importancia y algunas, también, 
de valor artístico. 

Herrería: Se han hecho más de cuatrocientos tra- 
bajos diversos, todos prácticos también, entre otros, 
fraguas, cocinas económicas, jardineras, porta-mace- 
tas, chimeneas, faroles de hierro forjado, así como 
los calados de hierro de la puerta de entrada, y cancel 
de la misma. 

Fraguado y Repujado fuerte en metales (fundado 
en octubre de 1916): Además de sus fraguas y otros 
montajes y herramientas, ha construido una gran 
bandeja de bronce repujado y cobre (motivos regio- 
nales), varios sopones para gongs, candelabros, 
faroles, etc., etc. 

Carpintería y Sección rodados y muebles rústicos 
(fundada esta última en marzo de 1916): Ha hecho 
fuera de las puertas, ventanas, instalaciones de los 
diversos talleres y otros varios trabajos de obra 
blanca, algunos rodados, once juegos completos de 
comedor, dormitorio, hall, modelos originales, que 
pueden servir tanto a los alumnos egresados cuanto 
a los rurales; a los primeros, como una ocupación 
y a los últimos, para amueblar sus viviendas por 
medios económicos y de un modo confortable. 
Además, ha construido escritorios, bibliotecas, boti- 

[81] 



8 



PEDRO FIGARI 



quines, repisas, sillones, sillas, etc., etc., dentto de un 
tipo rustico. 

Mueblería y Taracea (fundada esta sección en 
marzo de 1916) : Se han hecho ocho amueblados 
completos de dormitorio y de comedor, de estilo 
moderno, origínales, algunos de lujo, fuera de otros 
muebles e innumerables trabajos, algunos regionales; 
un juego de oficina, casilleros, bibliotecas, etc. 

Escultura en madera (fundado en agosto de 1915 ) : 
Se han realizado ciento siete trabajos diversos, escul- 
pidos y tallados sobre motivos americanos, principal- 
mente, todos de índole práctica, y por lo mismo, 
aprovechables. 

Rodados (fundado en agosto de 1916) : Se han 
hecho dos rodados completos, dignos de mencionarse, 
y hay dos más en ejecución, fuera de las instalaciones 
del taller y de sus herramientas. 

Alfarería (fundado en mayo de 1916): Este taller 
ha ensayado unas treinta arcillas nacionales, fuera 
de otras tierras americanas y caolín, y se prepara 
a hacer esmaltes. En este taller se han hecho más 
de doscientas piezas originales, o inspiradas, principal- 
mente, en las viejas cerámicas americanas. 

Mimbres, juncos, etc. (fundado en setiembre 
de 1915): Este taller ha realizado doscientos veinte 
trabajos diversos, algunos de importancia y todos de 
carácter práctico. 

Vitraux (fundado en setiembre de 1916): Este 
taller ha realizado más de trescientas piezas, de tipo 
original, algunas regionales de verdadero mérito 
artístico. 

r 82} 



EDUCACION Y ARTE 



Labores femeninas (fundado en setiembre de 1916): 
Este taller, como el anterior, ha sido de una gran 
fecundidad. Se han hecho setenta y ocho almoha- 
dones y otros setenta y nueve trabajos, panneaux 
decorativos, cortinados, cortinas, camineros, cubretete- 
ras, costureros, lámparas, faroles, etc., todos origi- 
nales, muchos de tipo autóctono, de positivo mérito 
artístico. 

Solfeo y Canto coral (fundado en octubre de 1916): 
Esta clase ha sido muy concurrida, no sólo por los 
alumnos y alumnas de la Escuela que, después de 
haber trabajado en los diversos talleres, iban a buscar 
a esta clase su solaz, sino también por muchos jóvenes, 
de ambos sexos, no pertenecientes al cuerpo escolar. 
Sobre esta base, pueden formarse coros, bandas y cha- 
rangas, por los mismos obreros y aprendices, lo que 
les permitirá, después del trabajo, un esparcimiento 
grato y saludable. Esto, al integrar cada vez más, y 
en planos cada vez más cultivados su mentalidad, 
ha de formar el alma del pueblo de un modo apto 
y superior para todas las modalidades de la vida de 
asociación. 

Pintura de obras: Este taller ha ejecutado todos 
los trabajos de pintura del establecimiento, y ha 
secundado el de los alumnos en la obra de decorar 
y embellecer la Escuela. 

Debo mencionar la corrección de los viejos y nuevos 
alumnos al cambiarse de régimen, que permite la vida 
promiscua de los talleres, en la que han dado prueba 
de corrección y urbanidad. Es una verdadera satis- 
facción para mí que me habían hablado reiterada- 
mente de los antiguos alumnos de la Escuela de Artes 
y Oficios, como de unos "bandidos incorregibles", el 



[83] 



PEDRO FIGARI 



comprobar que el régimen de la libertad en el orden, 
el de la tolerancia y la dulzura, hayan puesto en 
evidencia, desde luego, que aquellos supuestos salva- 
jismos que se creían congénítos, no eran otra cosa, 
como lo pensé siempre, que una reacción altiva contra 
un régimen despótico y absutdo, que tendía a depri- 
mir la individualidad del escolar en vez de cultivarla. 

Hago constar a la vez con satisfacción, que, durante 
las vacaciones, la Escuela ha sido visitada por muchas 
maestras de la capital y de campaña, las que en parte 
también han concurrido a algunos talleres pata apren- 
der algunas formas simples de producción, las que 
serán, - seguramente, trasmitidas a los discípulos de 
sus respectivas escuelas. Esto, así como muchos otros 
antecedentes, demuestra que es ya un anhelo muy 
sentido el de romper -con las rutinas mentales que 
tienden a la pasividad, para entrar al campo libre 
de la acción. 5 

Esta Escuela es hoy la de la libertad. Si hay que 
cifrar esperanzas en algo, es en el culto de ese prin- 



8 Por iniciativa del señor Emilio Fourmé, Inspector Técnico de 
la Dirección General de Instrucción Pública, tan idóneo cuanto empe- 
ñoso en el cumplimiento de sus deberes, todo el personal de las Escuelas 
de Práctica ha visitado el establecimiento, lo que era] o como conse- 
cuencia un aumento de ingresos Tambiéa se ha resuelto facilitar la 
enerada a la escuela de un cuerpo de pensionados del Instituto de Sordo- 
Kíudos, como consecuencia de las mismas gestiones, así como por la 
intervención del ilustrado señor Ministro de Instrucción Pública doctor 
Rodolfo Mezzera De igual modo, se está gestionando de tiempo atrás 
por la distinguida Directora del Instituto de Ciegos, señora Carmen 
Cuestas de Nery, la forma en que pueda darse una mas amplia y 
variada instrucción práctica a los pensionados de tan humanitario y 
digno instituto, gestiones que mira con todo ínteres y simpatía esta 
Dirección También debo mencionar que el señor Director del Hospital 
"Fermín Ferreira", doctor Atiho Brignoli, ha gestionado ante esta Escuela 
el medio de cultivar en aquella repartición las artes industriales, que 
sean no solo compatibles con la condición de sus pensionados, sino 
también las que puedan favorecer su salud. Excusado es decir que se 
ha atendido con el más decidido interés dieba iniciativa, y que se tratará 
de hacer cuanto sea posible para llevarla a una conveniente realidad. 



(84) 



EDUCACION Y ARTE 



ripio disciplinario, el único que permite el floreci- 
miento de las energías sanas y fuertes. La imposición 
sólo se requiere para atentar a la naturaleza, y nada 
está más destinado al fracaso que esa vía. 
" Lo que se ha conseguido es mucho, frente a la 
exigüidad estíptica del régimen anterior, y es dema- 
siado poco, frente a los desenvolvimientos que espera 
alcanzar la Escuela, al dilatar de día en día más sus 
horizontes y sus aspiraciones infinitas. 

Pedro Figari 



[85} 



PLAN GENERAL DE ORGANIZACION DE LA 
ENSEÑANZA INDUSTRIAL* 



Plan de Enseñanza Industrial 
Excmo. señor: 

Cumpliendo el encargo con que fui honrado por 
el Poder Ejecutivo, vengo a presentar a V.E. el plan 
de organización de la enseñanza industrial, el que, 
a mi ver, consulta mejor las peculiaridades de nuestro 
ambiente* 

Comenzaré por exponer algunas ideas generales 
acerca de la orientación a que debe ceñirse la ins- 
trucción industrial, o, dicho mejor, la obra de la 
industrialización nacional, puesto que es 4, el fin" lo 
que se busca, y éste no puede ser racionalmente otro 
que el de conseguir, de un modo efectivo, y del 
mejor modo posible, que la inteligencia y las energías 
populares se apliquen a producir en el sentido mas 
fructuoso. 



• En lu páginas que siguen se reproduce el opúsculo que publicó 
Figari en 1917, coq el siguiente rltulo. "Plan general de organización de la 
Enseñanza Industrial, encomendado por el Gobierno de la República Orien 
tal del Uruguay «1 doctor Pedro Figan Montevideo, 8 de marzo de 
1917. Imprenta Nacional 1917". Fueron excluidas aquellas piezas de sus 
apéndices que figuran en otros sitios de este volumen conforme a su orden 
cronológico, en los lugares respectivos se hace la correspondiente 
indicación. 



{86] 



EDUCACION Y ARTE 



Parte Primera 



I 

Mediante una educación apro- 
piada, este pueblo puede producir 
como cualquier otro de la tierra. 

Debemos tener gran confianza en las aptitudes de 
nuestra raza para trabajar. Su propia incuria, que 
parece ser una característica de estos pueblos sud- 
americanos, en lo que respecta al aprovechamiento 
de sus riquezas — incuria que se manifiesta en medio 
de una multirud de rasgos inequívocos de inteligencia 
vivaz — no es un signo de inferioridad étnica, ni es 
siquiera una modalidad congénita sino simplemente 
una consecuencia del hecho de no saber trabajar y 
de no saber vivir. Si a estos pueblos se les educa, 
pueden producir con igual intensidad que cual- 
quier otro. 

Ante todo, pues, hay que enseñar a trabajar. Todos 
los alumnos de todas las escuelas deben aprender 
a trabajar, a trabajar prácticamente. Hay que acos- 
tumbrar a la mentalidad, desde la infancia, a asociar 
el ingenio a la acción, y principalmente al fin pro- 
ductor, para evitar el riesgo de forjar simples elucu- 
bradores en un país que, como éste, demanda más 
que nada hombres capaces de utilizar sus riquezas. 

La instrucción a base de abstracciones es insufi- 
ciente, como toda unilateralización orgánica. Deforma, 



C87} 



PEDRO FIGARI 



en vez de modelar al hombre integral, capaz de triun- 
far por su propio esfuerzo. No puede esperarse que 
sean útiles, positivamente, los elementos populares 
sometidos a un régimen escolar de puras gimnasias 
mentales, basado en generalidades cuya aplicabilidad 
a la vida real es difícil, cuando no de efectos perni- 
ciosos. Desde luego, para que estos espíritus acos- 
tumbrados a elucubrar puedan convertirse en produc- 
tores eficaces, tienen que eliminar previamente la 
mayor parte de las sugestiones ideológicas embara- 
zosas que recogieron en los claustros escolares, de 
puro lujo eruditivo. Por eso es que los más se 
aplican a vivir de empleos, de intervenciones o de 
expedientes, viviendo así a expensas del productor, 
a cambio de servicios muchas veces nominales simple- 
mente, con detrimento de la prosperidad social. 

Es cierto que en las escuelas, liceos y universi- 
dades se enseña matemáticas, física, química, minera- 
logía, botánica y otras ciencias naturales, pero no 
es menos cierto que se enseñan estas ramas con un 
propósito de diletantismo más bien, para llenar una 
curiosidad especulativa, que, si forma un barniz cul- 
tural, no prepara una cultura efectiva como lo sería 
un enseñamiento práctico, integral. Ese barniz, sin 
embargo, produce el espejismo del conocimiento, y 
los que poseen tal preparación, tan incompleta que 
sólo habilita para perorar, no pueden discurrir acerca 
de los problemas que plantea diariamente la rea- 
lidad, la que se estructura de un modo mucho más 
concreto. Con aquel arsenal de ciencia, literaria diríase, 
no se enciende una lamparilla, ní se talla una piedra, 
ni se repara un motor. Se cultivan así los elementos 
"auxiliares" sociales en grandes almacigos, excluyendo 
al productor, ¡al productor nada menos!, y se forma 



[88] 



EDUCACION Y ARTE 



una clase proletaria infeliz, y estéril a pesar de su 
brillo: el proletariado intelectual que pesa como una 
calamidad en ciertos países. 

La regla natural de asociación es el trabajo; el 
trabajo efectivo, el trabajo productor. Todos los com- 
ponentes sociales deben cooperar al mantenimiento 
del organismo global para que éste pueda prosperar, 
así como para que cada unidad individual se sienta 
con legítimo derecho a disfrutar de los bienes sociales, 
como coasociado efectivo, puesto que esto implica una 
carga correlativa. Todo lo demás es ficción. 

Esa misma carga 6 no es pesada; al contrario, es 
una fuerza, un estímulo y hasta un solaz, cuando 
se desempeña con probidad en el sentido vocacional. 
Si es una carga torturante el trabajo del esclavo, 
esto es, el que se realiza automáticamente, no lo es 
el que esgrime el ingenio, y es por esta senda que 
se prepara un ambiente social fecundo, y grato a la 
vez, puesto que florece entonces el sentimiento de 
solidaridad que eleva y vigoriza a las asociaciones. 
La escuela ideal es la que puede resumir, de un modo 
más amplio y eficaz la vida real. 

Sólo los elegidos, los que inequívocamente mani- 
fiestan aptitudes especiales para las altas culturas de 
la especulación mental, tan estimables dentro de los 
planos seriamente fundamentados cuanto lamentables 
en otros planos, podrían si acaso quedar eximidos de 
esta gimnasia manual, tan saludable sin embargo, 
y ellos mismos, quizá, tendrían que sentir esa defi- 
ciencia de su educación. Por lo demás, los más selectos 



* Dicha carga representa "la cuota" de asociación luego, es mis 
bien la retribución de un servicio 



[89] 



PEDRO FIGAHI 



intelectuales, precisamente, son los primeros en procu- 
rarse un trabajo físico como una necesidad y un solaz. 

Al hablar de trabajo manual, no entiendo referir- 
me a un trabajo mecánico de las manos, sino a un 
trabajo guiado por el ingenio, en forma discreta y 
variada, constantemente variada, que pueda determi- 
nar poco a poco un criterio productor artístico, vale 
decir, estético y práctico, cada vez más consciente, y, 
por lo propio, más hábil y más apto para evolucionar. 

Sin perjuicio de las escuelas de especíalización 
productora, todas las escuelas deben aplicarse a fo- 
mentar la producción en la forma más efectiva posi- 
ble, de modo que acostumbre al alumno a trabajar 
pensando y a pensar trabajando. Esto conducirá a una 
constante experimentación, la que ha de ser de efec- 
tos preciosos para el país; y, por otra parte, este 
plan será también eficaz para hacer la selección voca- 
cional, tan importante como es, al propio tiempo 
que prepara las facultades ejecutivas del alumno, 
entre ellas algunas que se supone no pueden ser 
convenientemente adiestradas fuera de los primeros 
años de la infancia. 

Pero esta tarea, tan delicada cuanto trascendente, 
demanda grandes cuidados y, sobre todo, que se 
atiendan principalmente las normas cardinales del 
enseñamiento industrial. Del mayor o menor acierto 
con que las fijemos, dependerá el que pueda prepa- 
rarse una evolución lozana y ascendente en la acti- 
vidad productora, conquista que no puede esperarse 
del simple cultivo de fórmulas de producción impor- 
tadas, extrañas a nuestro ambiente y por lo mismo 
siempre vegetativas como son los exotismos, anémicas 
y deslucidas, las que fatalmente nos llevarían al fra- 
caso. Al contrario, debemos empeñarnos resueltamente 



[90J 



EDUCACION Y ARTE 



en el sentido de atender de la manera más consciente 
posible nuestras necesidades primordiales, mediante 
un Juicioso aprovechamiento de las materias primas 
nacionales, en primer término, porque, de otro modo, 
las aptitudes latentes y las riquezas natutales pueden 
quedar indefinidamente relegadas como valores vir- 
tuales, sin efectividad ni provecho, desde que una 
aptitud que no se ejercita convenientemente es tan 
estéril como una riqueza que no se utiliza. 

Al considerar este asunto no hay que olvidar que, 
a la vez, demanda un cuidado particular la instrucción 
industrial de la mujer, no sólo como medio de garan- 
tir sus recursos de defensa en la lucha ordinaria, sino 
también para facilitar su emancipación económica: 
aspiración que no puede ser más legítima. Y se 
reclama esta medida sabia de previsión social porque 
es ella, en definitiva, la mujer, la que va a preparar 
más medularmente el alma productora nacional al 
encaminar a la prole por la senda del trabajo, tarea 
que desempeñará tanto mejor cuanto más instruida 
se halle en esa vía, y cuanto mayores puedan ser 
sus optimismos. 

II 

El esfuerzo lo determinan las 
necesidades y las aspiraciones. 

También hay que enseñar a vivir, a bien vivir 
mejor dicho. Sin este factor social, no hay aliciente 
para realizar un esfuerzo serio y perseverante, ni 
puede generarse una aspiración razonada de mejora- 



(91) 



PEDRO FIGARI 



miento gradual: palanca que ha permitido hacer pro- 
digios en la evolución de algunos pueblos. 7 

El amor a la vivienda no existe entre nosotros, 
a menudo ni en los propios centros urbanos. En la 
campaña no hay vivienda, puede decirse. Los pobla- 
dores, en gran parte viven todavía en chozas inhabi- 
tables, cuando no errantes a veces, como "agregados", 
ociosos, jugadores, ebrios, vagabundos, que confían 
su suerte al recurso circunstancial y a la aventura, 
antes que a un trabajo metódico y remunerador. 
Este género de vida los hace insociables, quitándoles 
las aptitudes requeridas para convivir honorable y 
proficuamente, y libra la suerte de la mujer a todos 
los sinsabores y perjuicios del abandono y de la 
vida anormal. 

Se comprende que a necesidades y aspiraciones tan 
reducidas deba corresponder un esfuerzo mínimo. 
Entretanto, frente a esta realidad tan significativa, 
seguimos vertiendo puros teoricismos cuando no 
conocimientos de lujo y afectación en universidades, 
liceos y escuelas, y no hemos hecho por lo común 
más que lamentar platónicamente tal contratiempo, 
dejándolo librado a su suerte. 

Los medios empleados para incitar a la actividad 



1 Como lo indujimos nosotros, al observar nuestro ambienre pora 
explicarnos su pasividad productora, la condición soctal del obrero es 
un elemento que debe atenderse para mejorar la producción Bien, pues' 
esto que resulta ser una de las "enseñanzas de la guerra" según lo 
afirma el discurso del ilustre estadista inglés Lloyd George, de 5 de 
febrero de 1916 lo propusimos en núes ero memorándum de 1915 

Dice Lloyd George- "Me imagino que ninguno de nosotros com- 
prende todavía los cambios que la guerra ha de introducir en la vida 
industrial de nuestro país. Ahora sólo ptetendo indicaros uno de ellos, 
muy importante por cierto Me refiero a esa gran verdad, a esa profunda 
verdad que la guerra nos ha demostrado la de que el bienestar soctal 
del obrero es la condición esencial para que el trabajo sea realmente 
productor" 



{92] 



EDUCACION Y ARTE 



rural, casi todos trasplantados de cuajo, han sido de 
una inanidad casi completa. No se ha acudido 
todavía a un examen atento del ambiente, para deci- 
dir un tratamiento científico, el único que puede pro- 
ducir a los efectos que se anhelan. 

Es erróneo considerar posible la prosperidad de 
las propias industrias pastoriles, en un medio donde 
no se sabe vivir ni se sabe trabajar. Esto es des- 
conocer los efectos de la presión continua y domi- 
nante del ambiente sobre cualquier orden de activi- 
dades, tanto más dominante cuanto menor sea el 
grado consciente de la actividad productora. Es como 
considerar posible el desarrollo fabril de una región 
cualquiera, sólo porque hay en ella materia prima 
a elaborar, aunque no haya brazos hábiles ni apti- 
tudes y hábitos de trabajo ordenado. 

Hasta para preparar el florecimiento de estas 
grandes industrias matrices, pues, es preciso procurar 
hábitos de trabajo metódico, y elevar las condiciones 
sociales del productor. Es preciso, ante todo, cultivar 
lo más científica y sesudamente que sea posible el 
alma productora nacional, desde la base, si se la quiere 
encaminar directa y eficazmente a los mayores pro- 
vechos y a los más altos honores. 

Felizmente, hay ahora el propósito gubernamental 
de industrializar al país, y si esto se realiza de un 
modo criterioso y decidido, puede operarse un cambio 
no sólo apreciable sino rápido, que eleve año tras 
año el promedio de elementos aptos para producir 
riqueza, promedio que, hoy por hoy, en el pasivismo 
productor general, principalmente debido al desam- 
paro en que viven los pobladores rurales, resulta 
bajísimo. 



[93} 



PEDRO FIGARI 



III 

Al ensayar las vías productoras 
en su multiplicidad, se descubrirán 
los cauces más seguros de la prospe- 
ridad industrial. 

Hay que comenzar por la iniciación de una multi- 
plicidad de prácticas productoras, a fin de que puedan 
utilizarse muchas riquezas naturales, abandonadas. 
Para ir mas pronto y más seguros a la consecución 
de esta finalidad, hay que empezar por las formas 
simples, encaminándolas, no obstante, de modo que 
permita esperar todo progreso posible. Esto tendrá 
el doble efecto de cimentar racional y sólidamente 
las formas industriales del país, y de facilitar la 
expansión de todos los optimismos que caben en esta 
vía amplísima y promisora como es, siempre que 
el ensayo y la preparación precedan a los altos cul- 
tivos, los que pueden resultar puros mirajes si se 
realizan sin tanteos previos, tanto desde el punto de 
vista de los recursos de la producción cuanto del 
de las exigencias del consumo. 

Si entre nosotros reina en este orden de actividades, 
un espíritu tan poco optimista, cuando no pesimista, 
es porque se ha procedido empíricamente, por imi- 
tación, esto es, en un sentido contrario por com- 
pleto al que más conviene a estos países. 

Organizando en vez, al articular y ordenar cientí- 
ficamente los diversos elementos de la cultura social 
y económica, llegaríamos a ajustar todos los servicios 



£94] 



EDUCACION Y ARTE 



a una finalidad razonada, y marcharíamos sin tro- 
piezos hacia el bienestar que nos brindan estas tierras 
vírgenes tan ricas, donde no debiera haber un 
solo pobre. 

Es verdad que la campaña, a pesar de todo, ha 
sido y es el órgano esencialmente productor, y, como 
tal, el que sustenta la economía nacional; pero no 
es menos cierto que, por ser así, por eso mismo, 
requiere que se la cuide con máxima atención. No 
es hábil, ni equitativo siquiera, pretender de la cam- 
paña todo lo que demanda la onerosa sustentación 
del organismo nacional, fuera de lo que insume el 
desenvolvimiento impaciente de la metrópoli, y fuera 
de todo lo demás, sin darle, por lo menos, los 
recursos requeridos para que pueda ampliar e inten- 
sificar y mejorar sus formas productoras. Es lo 
menos que puede darse. Es lo menos que debe dár- 
sele con inteligencia, puesto que, de otro modo, se 
tendrán que palpar, cada vez más, los inconvenientes 
y contratiempos que genera todo desequilibrio entre 
la producción y el consumo. Hasta para que se 
ofrezca como un "organismo" la entidad nacional, 
es preciso que se manifieste una mayor solidaridad 
entre aquel factor fundamental, insustituible, dedi- 
cado a producir, y el que dirige y administra, puesto 
que toda organización presupone orden y equilibrio. 
El propio aumento de población, por sí solo, demanda 
necesariamente la intensificación y la diversificación 
de las formas productoras. 

Regatear recursos e iniciativas en este sentido, es 
no sólo inhábil sino injusto, por no decir estólido 
e inicuo. 

Pero lo dicho no presupone que debamos reac- 
cionar por medios aparatosos. No es apurando que 



C951 



PEDRO FIGARI 



hemos de llegar antes ni mejor a un resultado serio. 
Las formas simples y extensivas, son las que han 
de preparar un más vigoroso espíritu productor multi- 
forme. De este modo, no es temible el fracaso; al 
contrario, no puede dudarse de que surgiría robusto 
y avizor el esfuerzo industrial en todo el país. Difun- 
diendo lo más posible los métodos más fáciles y 
más prácticos de producción, sobre lo cual se ha de 
preparar una experimentación siempre prudente y 
provechosa, el propio productor, alentado por los 
resultados, tenderá a intensificar y a mejorar sus 
formas de acción y así se ofrecerán todas las amplia- 
ciones y mejoramientos deseables. Es precisamente 
esa experimentación, la que ha de ampararnos contra 
los resultados inesperados y desconcertantes que se 
han palpado más de una vez, en otras vías. 

El esfuerzo que patrióticamente ha decidido rea- 
lizar el Poder Ejecutivo en este orden de ideas, 
demanda un gran acierto y una gran decisión en los 
medios, para que puedan palparse resultados halaga- 
dores, dentro de un tiempo más bteve quizá del que 
es dado suponer. 

IV 

Ahorrar sobre los gastos repro- 
ductivos es empobrecerse. 

Es cierto que este propósito, tan sabio y previsor, 
parece peligrar, por lo menos en cuanto a la ampli- 
tud de su desarrollo, a causa de la crisis actual; pero 
en los tiempos que corren, no es ya ser prácticos 



196} 



EDUCACION Y ARTE 



el ser simplemente ahorrativos. No se trata en este 
caso, como ocurre a menudo, de invertir recursos en 
obras improductivas, sino, al contrario, de emplearlos 
en una obra esencialmente reproductiva, de inme- 
diato reproductiva y de efectos económicos, sociales 
y morales todos estimables y progresivos. Se trata de 
aumentar la riqueza pública, de elevar la cultura 
nacional y de crear una serie de perspectivas felices, 
justamente en un momento en que, por causa de la 
guerra europea, hemos podido valorar mejor que 
nunca el precio de la capacidad industrial de un país, 
y sería superficial suponer que pueda abandonarse 
o simplemente menguarse una obra tan fecunda y 
bienhechora, a nombre de economías, las que siempre 
serían a deplorarse por mal entendidas. 

Ningún momento es más oportuno que éste para 
acometer una empresa tan eminentemente nacional, 
empresa que el ilustrado estadista argentino, doctor 
Osvaldo Magnasco, consideraba como la obra política 
más grande que pueda llevarse a cabo en favor 
de un país. 8 

Si hay no sólo ahora sino siempre que escatimar 
gastos en el orden fastuoso, o simplemente impro- 
ductivo, sería torpe y contraproducente hacerlo 
cuando se trata de crear riqueza y de elevar el nivel 
de nuestra propia civilización. El propósito antedicho 
de industrializar al país significa valorizar, de un 
modo directo y ascendente, nuestras materias primas, 
y aprovechar de nuestros recursos y aptitudes natu- 
rales lo más y lo mejor posible, y esto es algo que 
para los más prácticos, y hasta para los más tímo- 



* Carta que me dirigió el doctor Osraldo Magnasco en ocasión 
de la lectura de mi plan de reforma, publicada en la preasa de esta 
capital (1915). 

(97} 



9 



PEDRO FIGARI 



ratos, debe resultarles siempre auspicioso, y de gran 
previsión, a poco que se detengan a considerarlo. 

El estado presente de nuestra . cultura industrial, 
no puede ser más lamentable. Se diría que vivimos 
en pleno derroche, en derroche multimillonario cual 
es el que presupone el abandono de tanta riqueza 
natural como es la que se abandona, por incuria 
o impericia, naturalmente, y esto sin contar lo que 
se emplea en obras de simple comodidad urbana, 
cuando no de puro boato, que serían de difícil justi- 
ficación aquí donde hay tantas necesidades premiosas, 
si a la vez no se decidiera, por lo menos, una acción 
enérgica para darles satisfacción. 

Las mismas materias primas que se aprovechan 
lanas, cueros, astas, huesos, pieles, ágatas, amatistas, 
etc., por lo común se exportan, simplemente (a veces 
en condiciones lamentables 9 ) y a menudo vuelven 
manufacturadas para satisfacer nuestras propias nece- 
sidades, después de haber pagado fletes de ida y de 
retorno, derechos de importación en los mercados 
donde van a elaborarse, y aquí, de regreso, cuando 
ya vienen elaboradas, dejando los salarios de manu- 
facturación en el extranjero y gastos de intervención 
múltiples. Todo esto supone sumas enormes, diríase 
una verdadera dilapidación de riqueza, y, a la vez, 
representa para el país la ausencia de un factor de 
educación y de progreso. Por otra parte, es una forma 
típica de encarecimiento y de empobrecimiento, fuera 
de que, considerado esto desde otro punto de vista, 
resulta hasta desdoroso para el concepto de nuestra 

* Sólo por el hecho de exportarse no lavadas las lanas, por esta 
sota omisión, segúa me lo afirmaba un alto funcionario muy competente 
en «ras materias, pierde el país mas de un millón de pesos, anualmente 
Imagínese la importancia que tiene eí propósito de enseñar s trabajar 
y a producir prácticamente. 



[98] 



EDUCACION Y ARTE 



cultura. Más valdría aplicarnos a utilizar juiciosa- 
mente nuestras riquezas naturales para llenar nuestras 
necesidades, por lo menos, esperando a que un día 
pudiésemos ser exportadores de los sobrantes elabo- 
rados, a cambio de otros artículos de que carecemos. 

Estamos muy lejos, pues, de realizar economías al. 
retacear recursos relativamente pequeños, como son 
los que demandaría una educación industrial razonada, 
por difundida que sea, cuando vivimos, de hecho, 
dentro de un régimen tan inconsulto que desdeña 
riquezas cuantiosas que están al alcance de la mano, 
y mantiene los brazos en una inacción desalentadora. 



V 

Sin una conciencia productora 
propia, no es dable esperar el éxito. 

Entre nosotros no hay criterio artístico ni estético 
propios. Atraída por otras orientaciones del espíritu, 
la mentalidad nacional no ha podido plasmar, ni 
entre los elegidos, un criterio fundado a ese respecto. 
Esto se ve más fácilmente en lo que se refiere a las 
artes plásticas. Es así que todavía pueden prosperar, 
en tales dominios tan interesantes y más fundamen- 
tales de lo que parece, opiniones abigarradas hasta 
en los planos donde se cultivan los frutos más pre- 
ciados de la erudición sorprendente. En estos dominios 
que si bien son complejos, y por lo mismo difíciles 
de abarcar, no son por eso los de la arbitrariedad, 
cada cual piensa estar guiado suficientemente por su 
gusto personal, aunque no lo haya cultivado de 



[991 



PEDRO FIGARI 



ningún modo, sin advertir que siempre hay algo más 
científico y juicioso que ese resorte individual, tanto 
menos seguro cuanto más esté librado, dentro de una 
órbita virgen como es la nuestra, a las culturas de 
importación. En las universidades y escuelas se teo- 
riza, lo cual no basta para formar un juicio serio 
productor, ni un espíritu crítico razonado sobre estas 
materias. Lo propio que importamos es a menudo 
para los centros productores, un recurso que Ies per- 
mite liquidar su "camelote", de un modo envidiable. 
En Europa fabrican especialmente objetos de relum- 
brón, cuando no churriguerescos, para mejor mantener 
su intercambio con estos países de Sudamérica, según 
lo denunciaba Francisco Sarcey públicamente, y 
también nos envían "sus clavos", sonriendo poco 
menos alegre o despectivamente que cuando traían 
cuentas de vidrio para los indios. 

Las cosas han cambiado algo; pero tienen que 
cambiar todavía más. Mucho más. Y es ya mucho 
que nos percatemos de todo esto, para poner remedio. 

Se siente ya cada día más la carencia de una 
cultura estética entre nosotros, y para conseguir este 
bien se quisiera aplicar, como se dice, "el arte para 
todo", en vez de aplicarnos todos a cultivar estos 
dominios para formar una conciencia, la más cabal 
que nos sea dado formar, y siempre propia, puesto 
que de otro modo no hacemos otra cosa que subrayar 
la carencia de un criterio autónomo, y resultamos 
compasibles tributarios como lo son siempre los 
imitadores. 

Los gremios profesionales, fascinados por los resul- 
tados culturales de otros pueblos, todos lamentan que 
no acumulemos a destajo en el país las mismas 



(100} 



EDUCACION Y ARTE 



formas y los mismos recursos, montajes y elementos 
de trabajo y de estudio que se estilan en Alemania, 
Inglaterra, Francia, Italia, etc., sin advertir que falta 
aquí, por completo, la serie de fundamentaciones que 
allá explican la prosperidad de las instituciones, así 
como falta aquí el hábito del trabajo más aún que 
el deseo de trabajar, y que aptitudes para trabajar 
bien, mediante un esfuerzo ordenado, adecuado. En 
la resistencia del espíritu público a adoptar esas 
aparatosidades, hay, puede decirse, la propia inteli- 
gencia que anima a los niños cuando no quieren ir 
a la escuela a aprender cosas cuya utilidad no ven, 
o es tan remota que no la pueden percibir. 

Es que, cada vez más claramente, se va compren- 
diendo entre nosotros, que no es por estos arbitrios 
tan complicados y dispendiosos que se aumenta la 
cultura nacional, sino, al contrario, tratando de formar 
un criterio que nos permita seleccionar mejor nuestros 
recursos efectivos de acción. Nada sería más fácil 
en este país, donde las condiciones naturales son 
extraordinariamente favorables, que formar un am- 
biente razonado, autónomo, y por lo mismo respe- 
table. Si, biológicamente, todo organismo tiene que 
producir para vivir, se comprende que un organismo 
vivirá tanto mejor cuanto mayor sea su aptitud para 
producir en calidad; pero esta aptitud no se alcanza 
por la imitación, esto es, sin tomar cuenta de un 
factor tan importante como es el de las peculiaridades 
de la entidad propia, sino, al contrario, aguzando el 
conocimiento de la antedicha entidad, para alcanzar 
dentro de ella misma, sin deformarla, los mayores 
desenvolvimientos, los más altos progresos. Es en ese 
sendero donde puede hallarse el máximum posible 
de honor y de provecho. 



[101] 



PEDRO FIGARI 



VI 

Sin el ingenio no puede prosperar 
la industria. 

Aquí nos hallamos frente a un problema de sumo 
interés práctico, el que seda de fácil solución si no 
fuera por las confusiones que nos han trasmitido las 
añejas especulaciones filosóficas la relación en que se 
hallan lo que se denomina "El Arte" y "La Industria". 

Se entiende a menudo que la industria y el arte 
son dominios distintos, los que pueden por lo mismo 
separarse más o menos completamente. No obstante, 
para advertir el absurdo que implica este juicio, basta 
observar, que, si pudiese quedar desprovisto el esfuerzo 
industrial de aquel elemento generador, desde ese 
instante quedaría exánime, confinado en la repetición, 
cuando en realidad lo vemos avanzar, inequívoca- 
mente. Nada es más evidente que la evolutividad 
industrial, así como la incorporación de los concursos 
llamados "artísticos" a la obra industrial- Lo propio 
sería privarlo del aporte científico. 

El arte, como que no es una entidad objetiva ni 
concreta, según creen en general los teorizadores, sino 
que es simplemente "el ingenio en acción", según creo 
haberlo demostrado en un ensayo de filosofía bioló- 
gica™ tiene que presidir todos los órdenes de la acti- 
vidad productora, y es así que ésta se muestra tanto 



10 Arte Estítica, Ideal Ensaya filosófico encarada de un nu*to 
punto de vista Impreso por J J Dormleche Montevideo, 1912. 



£102] 



EDUCACION Y ARTE 



más apreciable cuanto más consciente y hábil se haya 
revelado el productor, el artista. Es un proceso de 
selección. El error de que sólo lo fastuoso (o sea 
las "Bellas Artes") es arte, así como que "ese arte" 
es la exclusiva expresión estética, esta ilusión se va 
disipando poco a poco, a medida que se informa la 
conciencia, y las artes denominadas "menores" van 
integrando el campo artístico que se reputa superior, 
como lo admite Roger Marx en su "Arte Social", 
al pretender que también se incluyan en tan privile- 
giados dominios las llamadas "artes decorativas". 11 

Si la industria implica, como todo arte, una mani- 
festación de ingenio, lo juicioso es aplicarnos a cul- 
tivar el ingenio, a fin de que la producción indus- 
trial sea de la mejor calidad posible. Pero esto, como 
quiera que se examine, presupone una mentalidad 
autónoma, puesto que de otra manera se trataría 
simplemente de cultivar el ingenio dentro de la 
imitación, lo que es, como toda afectación, una prueba 
de inferioridad. 

Hecha esa conciencia — lo que significa la com- 
prensión de las propias conveniencias y de las apti- 
tudes y recursos propios — no debemos dudar de 
nuestra capacidad productora, porque tal cosa, fuera 
de ser antojadiza, hasta importaría una ofensa infe- 
rida a nuestra raza, la que quedaría definitivamente 
condenada al triste papel de vestirse con plumas 
ajenas. 

~ Es un colmo que aquí, donde la característica de 
la raza es la imaginación,- en vez de educar y ejer- 
citar esta preciosa facultad, criteríosamente, para com- 



u L'Aft soctal. Editado ra 1913 Biblioteca Charpentier, París 



(103] 



PEDRO FIGARI 



pulsarla y encaminarla como una fuerza apreciable, 
se la haya sometido casi siempre a las viejas disci- 
plinas rutinarias de los pueblos del viejo mundo 
— para nosotros tan inconducentes — prácticas que 
allá mismo se las condena, si bien nunca pueden 
causar tanto daño como aquí, por cuanto aquellos 
pueblos tienen elementos complementarios educativos 
de que nosotros carecemos. 

Así, por ejemplo, la Escuela Nacional de Artes y 
Oficios era un modelo de aparatosidad estéril. 13 Se 
buscaba la educación productora por medio de ejer- 
cicios ordinales y por copias, también ordinales, sin 
comprender que en vez de fomentar así la actividad 
superior de la mentalidad escolar, sólo se ejercitaban 
las facultades inferiores del alumno, demoliendo y 
anulando su individualidad, y disolviendo por com- 
pleto su espíritu de iniciativa, congénito y estimable 
como es. Se mecanizaba al escolar en un país como 
el nuestro, donde no hay grandes manufacturas ni 
usinas, y que por lo propio que no se ha podido 
llegar a una extrema división del trabajo, tanto 
requiere, por eso mismo, la preparación integral y 
ágil del espíritu para intentar las infinitas formas de 
aprovechamiento de nuestras riquezas abandonadas. Se 
tendía así al automatismo profesional, doblemente 
condenable en un medio como el nuestro, donde todo 
está por hacerse. No obstante, este régimen, tan 
infructuoso, se mantuvo por muchos lustros y hubo 
de combatirse tenazmente para desarraigarlo. 

Se comprende que jamás podrá florecer el ingenio 
allí donde se le esgrima en el estrecho circuito de la 



» V¿ase el ipéodice: Lo que era y lo que es le Escuela de Artes. 



[104] 



EDUCACION Y ARTE 



repetición mecanizada de ejercicios, por más robusto 
que el ingenio sea. Es al contrario en ei campo 
abierto de la libertad para idear, para proyectar, para 
arbitrar, donde éste puede manifestarse en todo su 
vigor, y esto último presupone gimnasias "conscientes" 
que son justamente las que van modelando el ingenio 
superior. Es éste, pues, el camino mejor a seguirse. 



VII 

Debe aprovecharse de la virgi- 
nidad americana como de un tesoro. 

Nuestra condición en materia industrial nos indica 
algo más que la necesidad de evolucionar; puede 
decirse, más bien, la necesidad de iniciar múltiples 
formas productoras por completo inexistentes, a fin 
de preparar nuestra evolución de modo que contenga 
el mayor cúmulo de factores diversos, así como la 
mejor calidad de los mismos. Es de este modo que 
un día, no lejano siquiera, dicha evolución puede 
alcanzar un gran auge. 

Nosotros, como pueblo de corta formación y, por 
lo mismo, exento de factores y de intereses tradicio- 
nales cristalizados, tenemos el tesoro de la libertad 
para determinar nuestra acción con toda la amplitud 
que seamos capaces de concebir. Si acaso fuera mejor 
vivir de la admiración de las tradiciones ajenas, que 
no lo es, por admirables que sean, más bien que 
vivir cultivando nuestra individualidad regional en 
el vasto campo de acción que nos depara nuestra 



[105] 



PEDRO FIGARI 



propia estructura, la que hasta nos hace imposible 
imponer tradiciones unilaterales en un país cosmo- 
polita como es el nuestro, siempre tendríamos 
a nuestro favor el beneficio de la virginidad mental: 
bien enorme que nos permite seleccionar libremente 
los recursos de acción. Frente a la cuantía y variedad 
de las conquistas alcanzadas, este bien duplica su 
entidad para nosotros, si, al hacer dicha selección, 
tomamos nota de nuestra idiosincrasia y de nuestro 
positivo interés, para no incorporar al organismo 
nacional más de lo que le conviene por estricta 
adecuación, lo que supone naturalmente dejar de 
lado las rémoras, por sugestivas que fueren, y esto 
nos permitirá perfilar con carácter franco y propio 
nuestra individualidad, al mismo tiempo que nuestra 
producción. 

No hay que encarar tampoco el esfuerzo industrial 
desde el punto de vista exclusivamente lucrativo, sino 
también como socíalizador, divulgador, cultural. Hay 
que encararlo ampliamente, de modo que entren 
también hasta las culturas industriales del solaz, y 
todo lo que integre las manifestaciones poliformes 
de la vida. No sólo aquello sería reducir demasiado 
el fin humano, que es algo más que acumular pata- 
cones, sino que se comprometería el propio lucro, 
puesto que siempre es más codiciado y codiciable un 
producto más individualizado, no ya más complejo 
y mejor, así como que es de esta manera que aquél 
llena más eficazmente su finalidad natural. 

Nosotros podemos escoger, pues, entre las infinitas 
experiencias acumuladas por todo el mundo, lo que 
resulte más apropiado para cada caso particular 
nuestro; pero si esto es lo que debemos hacer para 



{106} 



EDUCACION Y ARTE 



aprovechar de los recursos técnicos alcanzados en 
otras partes, y en todas partes, el concepto de la 
obra, esto, debe ser muy nuestro, porque tal cosa 
tendrá la doble ventaja de obligarnos a formar una 
conciencia individual más clara, esto es, a definir 
nuestro propio carácter, y la de permitirnos entonces 
ajustar más el esfuerzo a nuestras verdaderas necesi- 
dades y a nuestras más juiciosas aspiraciones. Siempre 
será un elemento precioso en la obra, el que se la 
vea adaptada a servir directamente una positiva nece- 
sidad, o una aspiración razonable, y poco a poco se 
la verá también dispuesta a prestar ese servicio de 
una manera grata. 

A fuerza de confundir la técnica ampulosa, fas- 
tuosa, con el arte y con lo bello, los países del Viejo 
Mundo han llegado a desvirtuar a menudo el esfuerzo 
productor, al olvidar su finalidad natural, y sienten 
allá mismo, en medio de sus maravillas y rebusca- 
mientos, la necesidad de saciar su sed de sinceridad 
y sencillez, nostálgicos de primitivismo, y hasta 
ávidos de exotismos. Se diría que el arte, en su 
evolución, siente la necesidad de recobrar su equi- 
librio por medio de las formas simples, como Anteo 
tenía que tocar tierra, según la leyenda, para recobrar 
fuerzas. Es que, por más que se intente substraer la 
acción a sus fines biológicos, tiene en definitiva que 
someterse a la ley natural, y ceñirse a ellos. 

Se comprende cuán deplorable sería nuestro desvío, 
si en vez de dirigirnos en el sabio sentido de la 
evolución y la selección natural, siempre juicioso 
puesto que es orgánico, optáramos por incorporar 
a nuestro país, virgen, aquello mismo que hasta 
abruma a las viejas civilizaciones. 



{107} 



PEDRO FIGARI 



VIII 

Por el solo hecho de producir en 
un sentido autóctono, se duplica el 
valor y la entidad de nuestra 
producción. 

Hasta para imitar, hasta para esto sería menester 
que nos detuviésemos a determinar cuál es el arque- 
tipo a que hemos de ajustamos, porque resultaría 
inexcusable el imitar sin plan, es decir, sin saber 
por qué ni para qué lo hacemos. Bien, pues- aquel 
trabajo previo, por sí solo, presupone la necesidad 
de formar una conciencia, y entonces, ¿por qué no 
aplicarla en toda su latitud para definir nuestra 
propia entidad, percatándonos de sus verdaderos inte- 
reses a fin de no tomar de lo conocido más que 
aquello que convenga para satisfacerlos? 

Con esto solo, ya regionalizaríamos nuestra 
mentalidad. 

Cuando se habla de arte autóctono, se comprende 
que tal cosa no quiere ni puede significar, tanto 
menos en nuestros días, una cultura exclusivamente 
nacional o regional, sino el estudio del medio, el 
producto de la observación y de la experimentación 
hechas en el mismo, y la asimilación de todo lo 
conocido, previa selección hecha en conciencia, vale 
decir, tomando nota del ambiente propio con un 
criterio autónomo. Y esto, conviene repetirlo, es lo 
único que podemos hacer sensatamente, puesto que 
lo demás es pura afectación que raya en lo simiesco. 
Perdemos nuestro carácter. 



[108] 



EDUCACION Y ARTE 



Entre otras cosas que se aducen para no acudir 
a un criterio autónomo, a fin de determinar nuestra 
acción, se dice que ya es demasiado brillante el arte 
de otros países, y que "está consagrado", para que 
nos detengamos a plasmar un arte propio, nuestro. 

Esto, que parece juicioso a primera vista, resulta 
absurdo apenas nos detengamos a examinarlo. 

El arte, en todas sus direcciones, ya sea industrial 
o no, tiende a servir las necesidades orgánicas, 
incluidas naturalmente las evocatorias, de puro solaz, 
y las propias que marginan el campo evocatorio, 
como ocurre con las llamadas "artes menores", 
"aplicadas", "decorativas", etc. Ahora bien, desde que 
tanto las unas y las otras necesidades orgánicas son 
personales, individuales, ¿cómo podría satisfacerlas 
convenientemente un arte ajeno? Si esto se com- 
prende por vía accidental, por excepción, no se 
comprende que pueda ofrecerse como forma ordi- 
naria, definitiva, de darles satisfacción. 

Sólo porque la mentalidad de estos pueblos nuevos 
y cosmopolitas se alimenta principalmente con la 
lectura de los libros y revistas de los países del 
Viejo Mundo, antes que con la observación del 
medio, por la que se compenetra y se identifica el 
individuo a su ambiente, sólo por eso es que aún 
nos desvía tanto el espejismo de que, como somos 
individualmente descendientes de europeos, io más, 
podemos vivir perennemente por reflejo, prescin- 
diendo del ambiente natural que nos sustenta y nos 
rodea. Si esto fuera posible, como plan definitivo, 
podríamos mantener nuestros brazos cruzados y 
nuestras mentes ofuscadas por todo el centelleo de 
aquellos centros tan evolucionados; pero como es 



[109] 



PEDRO FIGARI 



imposible que esto se perpetúe, felizmente, debemos 
de preocuparnos muy en serio de ordenar y de guiar 
nuestra mentalidad de modo que se identifique con 
su ambiente natural, y de manera que esto se opere 
en las mejores condiciones posibles.. 

Ese mismo desvío, que conviene evidenciar, hace 
que nosotros vivamos en nuestro terruño sin arraigo, 
como si estuviésemos de paso, quitándonos esto el 
sentimiento de estabilidad, tan provechoso para los 
destinos americanos, y tan saludable para nosotros, 
puesto que nos incita al mejoramiento del medio 
constantemente. 

A nadie que discurra con despejo sobre los des- 
tinos de América, se le ocurrirá que los americanos 
han de quedar perpetuamente satisfechos, ai expan- 
dirse evocando la obra del Renacimiento, verbigracia, 
o la de los Luises. Y entonces, ¿por qué no ir prepa- 
rando nuestro "bagaje" evocatorio, dentro de los 
elementos de nuestro espléndido ambiente natural ? 

En vez de pretender incorporar a estos países los 
usos y las cosas europeos por trasplantación, sin con- 
tralor, doblemente impuesto por el hecho de saber 
que allá mismo se lamentan mil errores, debemos 
preparar la mentalidad nacional sobre estos asuntos, 
formando una conciencia productora regional. Hay 
que fomentar el espíritu de investigación, y la 
experimentación, consiguientemente. Hay que ense- 
ñar a trabajar, y a trabajar bien, con ingenio 
y con probidad, de modo que el trabajo sea lo más 
reditivo posible, tanto en lucros cuanto en beneficios 
sociales y morales. No es por medio de la imitación, 
vale decir, por afectación, que ha de alcanzarse dicho 
grado de cultura, sino informando la conciencia del 



(110] 



EDUCACION Y ARTE 



productor lo más científica y prácticamente que nos 
sea dado hacerla. 

Por -encontrarse demasiado ardua dicha tarea, se 
la supone irrealizable, y es por eso que se tilda de 
lírico todo intento en tal sentido, prefiriéndose man- 
tener en pie los arbitrios usuales, por más que hayan 
demostrado palmariamente su ineficacia, por lo menos 
en lo que a producción se refiere. 

Como todo es perfectible, se comprende que nuestro 
afán debe ser el de buscar incesantemente los mejo- 
res medios de instrucción y de acción, para alcanzar 
los mayores y mejores resultados. Esto, al fin, es lo 
que hacen los propios pueblos modernos más adelan- 
tados, y es lo mismo que han hecho siempre los 
pueblos inteligentes de todos los tiempos. 

Nosotros debemos producir dentro de un criterio 
americano, esto es, de un criterio que tome nota de 
las peculiaridades del ambiente propio; nosotros 
debemos construir y decorar con un criterio autó- 
nomo, capaz no sólo de emanciparse de las suges- 
tiones del extranjero en todo aquello que no nos 
convenga, sino también de comprender y de magni- 
ficar su ambiente natural, así como las tradiciones 
y reliquias americanas. 

De igual modo que sirvió a otros pueblos el más 
primitivo arte egipcio, el asirio, el egeo, el etrusco, 
etc., puede servirnos nuestro arte autóctono, así como 
la fauna y la flora americanas para plasmar nuevas 
formas decorativas, doblemente gratas para nosotros, 
desde que son más nuestras, y esto mismo por el 
solo hecho de denotar una conciencia más positiva, 
hará estimable nuestra producción para los demás, 



[111} 



PEDRO FIGARI 



hasta para los espíritus más refinados de los centros 
más cultos. 

Es útil considerar que el progreso realizado en 
otras partes, también se fundó sobre documentaciones 
incompletas como las americanas, y será bueno no 
olvidar que sobre esa base, que parece pequeña y 
aun deleznable, partiendo de esas formas, todas con- 
géneres puede decirse, por cuanto siempre se comenzó 
por medios directos y sobrios a servir las necesidades 
simples de los pueblos primitivos, es que, al dife- 
renciarse por evolución, han llegado a los propios 
esplendores que nos deslumhran. 

Si nos fuese dado creer que podemos superar todo 
aquello, todavía se explicaría que lo intentásemos; 
pero como esto, fuera de ser imposible lograrlo por 
la vía inocua de la imitación, no es un programa 
a cumplirse porque no consulta los intereses ameri- 
canos, ni sus necesidades más hondas, debemos actuar 
en un sentido autóctono, regional. 

Por de pronto, en los centros más progresados del 
Viejo Mundo, pueden verse todavía mil pruritos fas- 
tuosos, anacrónicos, en abierta pugna con los ideales 
modernos que allá mismo aletean, llenos de pujanza, 
así como en pugna también con las convicciones más 
arraigadas en la mentalidad de estos tiempos. ¿Para 
qué incorporar todo aquello, en block, como paso 
inicial, a este ambiente virgen tan anheloso? 
¿Para qué colocar esas rémoras en nuestro camino, 
con todo su séquito de contrasentidos, snobismos y 
rastacuerismos, vacuos, que florecen a su paso, con 
todos los pujos de ostentación que desequilibran y 
desnaturalizan la existencia? 

Y, ¡cuidado que cuesta desarraigar una costumbre! 



{112} 



EDUCACION Y ARTE 



Considerando estos asuntos con superficialidad, 
como tanto nos encandilan las manifestaciones de 
los países altamente evolucionados, es fácil perder 
de vista la ventaja que nos depara nuestra libertad 
para sólo introducir al país lo que pueda convenirnos. 

Ya, ante el apremio industrializador que invade 
a estos países, debido a la conflagración europea, se 
cree que saldremos de apuros instituyendo escuelas 
de ingenieros, y los famosos tecbnicums, para pre- 
parar una legión de jefes industriales diplomados y 
mecanÍ2ados, que formarían estados mayores de téc- 
nicos superiores, en medio de las legiones de técnicos 
mínimos, todos desorbitados, que, por mucho tiempo, 
pasarían como una enorme carga nacional, vale decir, 
por todo el tiempo que fuese menester para formar 
una conciencia razonada industrial. 

Aun cuando por causas incidentales conviniese 
apresurar algún cultivo industrial en gran escala, para 
reparar los efectos momentáneos de la guerra, y aun 
para conseguir alguna ventaja circunstancial, siempre 
deberíamos tener muy presente la conveniencia funda- 
mental, permanente y aun progresiva, de cimentar 
racionalmente, lo más racionalmente que nos sea dado 
hacerlo, nuestra cultura productora general. 

Pretender que se inicie un arte propio entre 
nosotros, esto que parece utópico, es simplemente 
hacer lo mismo que hacen e hicieron todos los 
pueblos de la tierra, desde los más evolucionados 
hasta los más primitivos: satisfacer las necesidades 
y las aspiraciones propias por los medios que, según 
la conciencia individual y social, se consideran más 
adecuados y, por lo mismo, mejores. 

SÍ algo útil hay que hacer entre nosotros, es "esca- 
lonar" las necesidades y las aspiraciones según su 

UBI 



10 



PEDRO FIGARI 



grado de premiosidad, para ordenar su precedencia. 
En cuanto a lo demás, debemos tratar de enseñar 
a producir de la mejor manera, y ésta será siempre 
la que más se encuadre en el marco de nuestras 
modalidades propias, razonadas, seleccionadas, esto es, 
la más consciente. 



# * * 



Parte Segunda 



IX 

'Principios generales a que debe 
ayustarse la enseñanza. 

Lo que debe preocuparnos fundamentalmente, es 
de acertar en cuanto al criterio de orientación de este 
paso inicial, por cuanto depende de esto mismo el 
que se recojan beneficios o desengaños. 

De otra parte, esa línea directriz tiene que ser 
unitaria, por cuanto si es "un criterio" el que ha de 
regir en todas las formas productoras: la adecuación, 
lo propio que ha de engendrar todas las diferencia- 
ciones posibles, no es dado dividir esa hegemonía 
desde que tal cosa significaría una contradicción, una 
oposición pues, y no un concurso a la obra de la 
cimentación de la actividad productora. 

Los principios sobre que debe asenrar la obra de 
la industrialización nacional, tienen que ser, pues, de 



[H4] 



EDUCACION Y ARTE 



orden racional y tendientes, por eso mismo, a modelar 
una entidad productora nacional lo más consciente 
y hábil que fuere posible. En lo fundamental, con- 
sidero siempre oportunas las mismas reglas que pro- 
puse hace algunos años (23 de julio de 1910) 13 al 
Consejo de la ex Escuela N. de Artes y Oficios, por 
cuanto tienden a formar en cada individualidad un 
"summum" productor en calidad y en cantidad, y no 
hay ningún artificio que pueda realizar el milagro 
de hacer que una individualidad dé más, en cualquier 
sentido, de lo que puede dar en el sentido estruc- 
tural. Es ésta, pues, la misión capital de la enseñanza. 

Los preceptos pedagógicos a que debe ceñirse la 
enseñanza, deben ser: 

I o ) Dar instrucción práctica más bien que teórica, 
adoptando procedimientos experimentales, de modo 
que el educando consiga por sí mismo el resultado 
que busca. 

2 o ) Educar el criterio dentro de las peculiaridades 
de la individualidad del alumno, respetando y aun 
estimulando sus energías modales como una fuerza 
estimable — sin perjuicio, naturalmente, de las recti- 
ficaciones que convengan — en la inteligencia de que 
es en dicha vía que podrá alcanzar su máximum de 
capacidad productora. 

3 o ) Despertar y desarrollar la inventiva del alum- 
no por medio del proyecto y de la crítica, basados 
fundamentalmente en un propósito de adecuación 
productora. 



M 1910. Reorganización de la Escuela Nactonal de Artes y Oftaos. 
Tipografía de la Escuela Nacional de Artes j Oficios. 



C H5 ) 



PEDRO FIGARI 



4 ? ) Despertar y desarrollar su espíritu de obser- 
vación y de análisis, enseñándole a razonar y a 
sintetizar. 

5 o ) Cultivar el criterio del alumno más aún que 
su manualidad, así como optar por una preparación 
general más bieri que por unüateralizaciones, sin 
perjuicio de cualquiera especializacíón que en cada 
caso convenga. 

6 o ) Cultivar su espíritu de iniciativa, de organi- 
zación y de empresa, alentando las facultades ejecu- 
tivas y haciendo ver las ventajas de la perseverancia 
como medio de realización, que es "la finalidad de 
todo esfuerzo. 

7 9 ) Fomentar el espíritu de asociación y de coope- 
ración, así como los demás factores de sociabilidad 
y de cultura. 

He ahí las reglas que considero esenciales para 
encaminar el enseñamiento en nuestro país. 

Es preciso, por una parte, inducir a nuestra menta- 
lidad hacia el campo feraz de la experimentación, 
del modo más decidido que nos sea posible hacerlo. 
El ilustrado ministro de Inglaterra, señor Mitchell 
Innes, me expresaba la" sorpresa que le causa el ver 
cuán poca actividad experimental se advierte en este 
país, que debería estar ensayando a cada paso, en 
esa vía tan próspera, sus recursos y sus aptitudes. Es 
en este palenque donde pueden alcanzarse los éxitos 
más provechosos y más honorables. No en el de las 
simples generalidades. Si, por otra parte, a la vea: 
que se intenta este esfuerzo, siempte fecundo, se 
abriera el mayor número de sendas a la divulgación, 
a la democratización, a la universalización de los 
resultados, a fin de informar el espíritu público e 



C 1163 



EDUCACION Y ARTE 



inclinarlo a la iniciativa, se palparían muy pronto 
resultados que escapan a toda apreciación, por opti- 
mista que fuere. 

En esta vía, por lo demás, es imposible el fracaso. 

En cuanto a las reglamentaciones, sería inopor- 
tuno ocuparse de ellas desde ya, por cuanto éstas 
deben ir adaptándose a cada circunstancia, de modo 
que siempre respondan lo más posible a los fines 
de la enseñanza. Pueden, sin embargo, anticiparse 
algunos lincamientos de carácter más general y 
permanente: 

I o ) Debe regir en la enseñanza, la mayor libertad 
compatible con el orden. 

2 o ) La asistencia a las clases debe ser enteramente 
libre, de modo que cada cual pueda recoger los 
recursos de acción que necesita; sin perjuicio, natu- 
ralmente, de llenarse las formalidades reglamenta- 
rias destinadas a garantir el más eficaz funcionamiento 
de los cursos y demás servicios. 

3 o ) Debe tenderse a instruir al mayor número 
de personas, sin distinciones de ninguna clase, dic- 
tándose además cursos especiales para obreros en los 
días y horas que a éstos más les convengan. 

4 o ) Los cursos deben abrirse a medida que sean 
requeridos; de igual modo, las instalaciones se harán 
cuando corresponda. 

5 o ) Siempre que deba optarse entre dos o más 
cursos, se optará por aquel que sirva mejor a la 
divulgación de las enseñanzas elementales producto- 
ras, antes que por enseñanzas superiores. 

6 o ) Entre un cultivo de carácter general, y otro 
particular que más directamente pueda convenir a la 



CH7} 



PEDRO FIGARI 



explotación de nuestras riquezas naturales, se optará 
por este último dándose siempre prelación a los que 
atañen a nuestras materias primas de mayor impor- 
tancia; y 

7 o ) Se formarán bibliotecas, museos y colecciona- 
mientos, principalmente documentales, destinados a 
instruir sobre todo lo que atañe a la producción 
industrial. 

X 

No es la escuda, sino el maestro, 
quien enseña. 

Si hemos de proceder con método, debemos comen- 
zar por difundir, como antes lo dije, las más variadas 
forman simples de producción, bien orientadas natu- 
ralmente. Por el momento, debe emprenderse la obra 
en el sentido de la extensificación, a fin de que la 
intensificación consiguiente se muestre con la mayor 
lozanía. 

Estatuido un centro director, es en dicho centro 
donde deben prepararse los maestros que van a dise- 
minar enseñanzas productoras en el país, y, pot ende, 
los propios maestros y maestras rurales de instrucción 
primaria, que deben llevar a campaña las primeras 
nociones industrializadoras. A ese efecto, habría que 
disponer que éstos vengan a la capital, ya sea por 
turnos o de otro modo, y por el tiempo requerido 
para informarse de los primeros rudimentos, sin per- 
juicio de ir complementando y perfeccionando esos 
conocimientos cuanto fuere posible, en el orden de 



(118} 



EDUCACION Y ARTE 



ideas ya expuesto. Por este medio, el que por encima 
de la economía ofrece la posibilidad de ejercer una 
acción general, conjunta y ordenada, en todo el terri- 
torio de la República, puede esperarse una acción 
educadora, eficaz y pronta. 

La ley dictada sobre enseñanza industrial puede ser 
el paso quizá más fundamentalmente proficuo de los 
que se encaminan al engrandecimiento nacional. Pero, 
como siempre, esto dependerá de la forma en que 
se la cumpla. 

De entre los arbitrios legales, la obligatoriedad, 
de las formas cooperativas y continuativas, etc., lo que 
a mi ver ha de producir resultados más inmediatos, y 
más estimables, es aquel por el cual se establece, de 
acuerdo con lo que propuse al Gobierno en mi memo- 
rándum de marzo de 1915, que "En las escuelas 
primarias del Estado se dará instrucción práctica con 
fines industriales, anotando y estimulando las voca- 
ciones de los alumnos" (art. 27), así como el régi- 
men del externato, también estatuido según lo venía 
aconsejando desde 1903. u Estas son las bases angu- 
lares de la reforma. 

No es fundando instituciones, teóricas o prácticas, 
de puro formulismo y aparatosidad, o espetando 
disertaciones y pronunciando arengas sobre simples 
generalidades, ni tampoco levantando escuelas, que 
puede esperarse el éxito de una obra de esta magni- 
tud. No faltan escuelas; faltan maestros. Como que 
la enseñanza la desempeña el maestro, y no la escuela, 
su eficacia depende de la dirección y calidad de las 
ideas que se propongan, y no del mecanismo de las 
reglamentaciones ni de la minuciosidad de las insta- 



14 Véase el apéndice. Antecedentes de la reformo 



[119] 



PEDRO FIGARI 



laciones. En el sentido de ilustrar la conciencia 
nacional, hará siempre más una noción concreta, 
un consejo oportuno, un experimento feliz, que las 
divagaciones más brillantes sobre generalidades. Otro 
programa puede, entre nosotros, mantener el presti- 
gio falaz de la elucubración especulativa como arma 
suficiente para la lucha, y puede también desviar más 
aún la propia conciencia popular que querríamos 
instruir. Por otra parte, enseñar mal es quizá peor 
que no enseñar, porque las nociones falsamente enca- 
minadas conducen al fracaso, que desalienta, y esto 
podría ser de efectos funestos en nuestro medio actual. 

Entonces, lo primero que debe hacerse es preparar 
maestros, y preparar un ambiente que sirva de guía 
y contralor a todas las manifestaciones de la actividad 
productora. Hay que formar una legión de personas 
instruidas en las diversas formas de producción, y 
armadas de un criterio propio, por elemental que 
fuere, capaz de disponetse, por lo menos, a adecuar 
cada concepción y cada manipulación a cada circuns- 
tancia. Es preciso proceder de modo que, al disemi- 
narse las ideas y las prácticas productoras por todos 
los ámbitos de la República, pueda engendrarse el 
espíritu productor nacional sobre bases racionales dis- 
puestas a evolucionar constructiva, progresivamente. 
Hasta será una ventaja el iniciar este proceso educa- 
tivo por las formas elementales. 

El cuerpo docente, ya organizado, extenso, cos- 
teado y en función, una vez dispuesto a incitar la 
industríosidad del niño, puede fácilmente iniciar la 
cultura productora nacional dentro de un espíritu 
sabio y práctico, al propio tiempo que cumple sus 
otros deberes, y podrá así encaminar la mentalidad 
escolar, desde los primeros pasos, hacia campos más 



£.120] 



EDUCACION Y ARTE 



positivos, por más integrales, y más fértiles por lo 
mismo. La iniciación de la actividad ptoductora en 
el alumno, al conectar el aguzamiento de su ingenio 
práctico y el trabajo manual a la teoría, puede tener 
efectos sorprendentes, y se ofrecerá además, como un 
soplo de diligencia entre los pobladores del campo, 
sumidos en un quietismo aplastador, producto del 
desamparo en que viven. 

SÍ tuviese que espetarse un resurgimiento sólo de 
las escuelas industtiales a creaise, y de la propia 
obligatoriedad, la que presupone un servicio completo 
para el aprendizaje, tardaríase demasiado para obte- 
ner algún resultado sensible, si es dado espetar que 
en un tiempo, no muy largo, fuese posible ptocurarse 
maestros y desembolsar las sumas ingentes que debe- 
rían invertirse en todas las zonas del país, por igual, 
para ser ecuánimes. En cambio, con el arbitrio que 
propongo, el que, por un lado, tiene la ventaja de 
equilibrar por la integración práctica la mentalidad 
escolar, desde el comienzo, substrayéndola a la exclu- 
sividad de la especulación, de la abstracción y de los 
abstrusos teoricismos cuya efectividad, si acaso la 
tienen, no puede alcanzar el niño y, que por el otro, 
se dirige a estimular también su acción, su manuali- 
dad, su espíritu ejecutivo y su ingenio productor, de 
efectos positivos y tangibles, con este arbitrio, digo, 
se puede esperar el impulso que ha de transformar 
provechosamente nuestra economía nacional, deján- 
dole ver las perspectivas de la emancipación pro- 
ductora. 

Si, todavía, al promover la iniciación de la cultura 
infantil, se trata de adecuarla a su misión local, espe- 
cializándola en el sentido de manipular las riquezas 
de la zona respectiva, tal enseñanza tiene que produ- 



[121} 



PEDRO FIGARI 



cir resultados más ventajosos aún, abreviando la tatea 
educacional, la que conviene encaminar lo más direc- 
tamente en el sentido de formar hombres útiles, para 
bien de ellos, y, consiguientemente, del país. 

En estos países, por lo mismo que no han guiado 
sus pasos dentro del criterio científico a que me he 
referido, puede verse muy a menudo que la tarea 
consiste en hacer y lamentar, cuando no en demoler 
para volver a hacer, bien que las obras criteriosa- 
mente dirigidas tiendan siempre a la constructividad, 
al desarrollo progresivo y fructuoso, invariablemente. 
Tienden a la expansión, como los organismos vigo- 
rosos. 

La tarea inicial es, pues, preparar maestros, sin 
impaciencias, y tratar de ajustar todas las instituciones 
que dependen de la Dirección General de Enseñanza 
Industrial, de modo que concurran a la consecución 
de los resultados que se buscan." Las escuelas espe- 
ciales de industrias deben subseguir, por cuanto sería 
desacertado fundar escuelas sin maestros. No debemos 
olvidar, un solo momento, que la enseñanza es el 
maestro quien la vierte, y no la escuela. Después 
vendrá lo demás, y será hasta preciso traer del 
extranjero algunos maestros, por lo menos, por 
el tiempo más o menos breve que sea menester 
para preparar a los que, a su vez, han de enseñar 



M Eo general, estas ins time jones deben ser reformadas segán ha 
de proponerlo en oportunidad la Dirección General de la Enseñanza 
Industrial, a fio de que se ajusten convenientemente al plan adoptado, 
para coutribuir a la obra de h industrialización nacional, de la manera 
mj.s eficaz que sea posible No debe, por lo denlas, a ningún titulo 
entraño a la misión educadora, ser mantenida ninguna institución ni 
ningún resorte que no preste ni pueda prestar servicios efectivos en este 
sentido, porque sería inexcusable distraer recursos y energías en instantes 
en que tanto se demandan para llevar a buen término la obra más pro- 
vechosa que pueda realizarse cu favor del país, la obra patriótica más 
reclamada 



{122} 



EDUCACION Y ARTE 



aquí, y esto, bien entendido, al solo efecto de per- 
feccionar los medios técnicos, que, en cuanto a lo 
demás, somos nosotros mismos los que debemos tra- 
tar de formar una conciencia propia y un ambiente 
razonado regional, para dirigir nuestra propia acción 
en el sendero de nuestras positivas conveniencias. 

Los liceos de campaña, y los propios de la capital, 
deberían aplicarse también a cultivar los mismos 
métodos antedichos de instrucción industrial, pues 
cada día hay menos campo para los simples genera- 
Hzadores, para los auxiliares profesionales en el país. 
Estas instituciones, a pesar de lo que se diga en con- 
trario, se hallan encaminadas más bien a aumentar 
las llamadas profesiones liberales — que tan poco 
liberan a menudo — en vez de encaminar a la acción 
productora, tan fecunda. El Estado, al aumentar el 
ya crecido número de los profesionales que cuenta la 
actualidad, preparando, onerosamente todavía, hom- 
bres que cada vez tendrán menos fácil acomodo en 
la economía social, y que, por la propia condición 
que se les crea, tienen que ser de aspiraciones poco 
prácticas, se aboca a un problema, cuando no a una 
carga que lo embaraza y que, por contragolpe, per- 
judica a la comunidad social. 19 

11 En 1» Universidad, sección de Enseñanza Secundaria, acaba de 
introducirse una nueva asignatura, denominada "Industrias" Esto denota 
que se va reconociendo de día en día más claramente, la necesidad de 
encaminar a la juventud hacia la producción, en todas partes, hasta en 
los centros genuinimente cultores de la simple teoría Es verdad que 
no se hará un curso práctico industrial, mas no es menos cierto que 
se trata de inclinar a la mentalidad de los mismos universitarios hacia 
el plano efectivo, fecundante de la elaboración de riqueza Nada_mas 
lógico que la iniciativa a que me refiero, en un centro de enseñanza 
en que se mira, y debe mirarse, como una adversidad, el que aumenten 
los ingresos ¿Puede haber una demostración mas clara de que, si, 
por excepción, conviene este enseñamiento, no conviene como una 
normal? Si. la hay. Es la siguiente la sociedad se alarma toda vez 
que hay aumento de egresos umversiurios, 7 lo peor es que se alarma 
coa toda iazóa 



£123} 



PEDRO FIGAHI 



Esta evolución de los liceos, si se verificara, con- 
juntamente con una distribución juiciosa de becas, 
puede contribuir a la obra emprendida con aportes 
valiosos. 

Las propias Escuelas de Veterinaria y Agronomía, 
deberían coadyuvar a igual propósito, dando las indi- 
caciones necesarias para que puedan abrirse cursos 
prácticos elementales, y a la vez difundirse nociones 
de este género por otros medios divulgatorios, acerca 
de sus respectivas enseñanzas; todo lo cual contribui- 
ría, también provechosamente, a la. obra de la indus- 
trialización del país. Por otra parte, los alumnos de 
la Escuela de Artes, a medida que vayan formando 
su conciencia productora y adquieran una preparación 
apropiada, pueden, a su vez, concurrir a dicha obra 
en las actuales escuelas, y en las que se vayan ins- 
talando a medida que sea oportuno, así como en los 
centros de colonización educacional de que me ocu- 
paré más adelante. 

Entretanto, aunque no se hiciera más por el mo- 
mento, con todo esto no más, el productor y el anhelo 
productor, tan recomendables como son, se sentirían 
cada vez más apoyados. 

Hay que cultivar mucho la física, la mecánica, la 
química, como ciencias madres que pueden permitir 
el desarrollo de las formas angulares de aprovecha- 
miento industrial, mas no hay que cultivar esas cien- 
cias en el sentido de preparar laureados, simplemente, 
sino en el de formar hombres de acción, de ini- 
ciativa, emprendedores, capaces de "arremangarse", 
según lo expresa tan pintorescamente la gráfica locu- 
ción vulgar. 



C 1243 



EDUCACION Y ARTE 



El dibujo y el modelado, y la composición deco- 
rativa, como elementos también medulares 17 desde 
el punto de vista plástico, contribuirán, por otra 
parte, al mayor florecimiento industrial, permitiendo 
aprovechar muchas riquezas abandonadas, y otras que 
se emplean mal. 

Hay que cultivar el criterio productor integral, 
para que las industrias todas puedan ir a las cumbres 
del apogeo: la metalurgia, las industrias textiles, las 
alimenticias, las que se dirigen al aprovechamiento de 
las materias colorantes, de las esencias, de las made- 
ras, leche, cueros, huesos, astas, areniscas, mármoles, 
granitos, pórfidos, ágatas, tierras y arcillas, amatis- 
tas, pieles, plumas, etc., etc., que, a su vez, se dirigen 
por infinitos senderos, todos prósperos a condición de 
que la forma de aprovechamiento se halle adecuada 
a su fin, en cada caso. 

Para todo esto, no es "la escuela" la que ha de 
guiarnos; ni es tampoco, en resumidas cuentas, el 
propio funcionario que se invista del título de maes- 
tro. Lo que ha de conducirnos eficazmente en este 
proceso, tan complejo, es el criterio que nos guíe. 
En un orden de actividades multiformes como éste, 
sólo una orientación racional, de adecuación, vale 
decir, científica, puede conducirnos a todos los flore- 
cimientos anhelados. Fuera de allí, nos llenamos de 
cargas y nos exponemos a recoger decepciones. 



11 Estas artes, cuyo cultivo se supone de menor provecho, quizá 
por ser menos aptas para determinar la evolución, son asimismo muy 
importantes por cuanto vivir no es sólo evolucionar, sino "vívii" también. 



£125} 



PEDRO FIGARI 



XI 

ha obra educacional acentuará sus 
efectos por el informe así como por 
la experimentación y- la divulgación 
de sus resultados. 

Transformada hoy la ex Escuela Nacional de Artes 
y Oficios en centro de cultura general productora, 
para hombres y mujeres, dispuesto dicho centro a 
abarcar todas las modalidades de la producción con 
criterio científico, y dentro de un concepto estético 
regional, es él quien, al propio tiempo que prepara 
a los maestros encargados de propagar por todo el 
país las enseñanzas recibidas, dentro de la orientación 
oficialmente admitida como mejor, debe también dise- 
minar por los demás medios posibles la cultura 
productora. Así empezaría, de inmediato, a plasmarse 
la obra industrializadora en todo el país, a la vez, 
de la manera más amplia y más segura. 

Mediante un acopio, el mayor posible, de antece- 
dentes, este centro debe desempeñar un servicio gene- 
ral de informaciones, acerca de los asuntos que atañen 
a la industria. Para ello es preciso, ante todo, ponerse 
en relación con los institutos análogos de los países 
que mantienen o puedan mantener intercambio con 
el nuestro, fuera de organizar un archivo, el más 
completo que sea posible, que le permita ordenar 
todo dato que sea de algún interés, más o menos 
inmediato. Este órgano, que habilitaría cada vez más 
para evacuar cualquier consulta que se le dirigiera, 
puede prestar servicios invalorables a los trabajado- 



[126} 



EDUCACION Y ARTE 



res en general, y a los rurales especialmente. Como 
complemento, una revista de la Escuela, que serviría 
a la vez como medio de aprendizaje de las artes 
gráficas en la misma, puede servir de vehículo a la 
propagación de los procedimientos de producción más 
recomendados, así como para contestar las consultas 
y pedidos de informes que puedan revestir un interés 
general. 

Fuera de los cometidos esenciales, la Escuela trata- 
ría de ir ampliando su radio de experimentación, de 
investigación y de enseñanza, y dando la mayor publi- 
cidad posible a los resultados de interés. 

Los cometidos legales que, naturalmente, han de 
cumplirse de la manera mejor, las formas coopera- 
tivas y continuativas, la enseñanza de obreros, todo 
esto debe hacerse sin herir los intereses legítimos de 
la industria, los que, por lo demás, no pueden ser 
lesionados dentro de este plan, sino que, al contrario, 
deben sentirse considerablemente favorecidos en sus 
aspiraciones superiores. 

Si bien el fin esencial de estas instituciones es la 
enseñanza, se comprende que, para enseñar a produ- 
cir, es preciso producir. Enseñar sin talleres, o sólo 
por medio de ejercicios abstractos, es enteramente 
ocioso entre nosotros, por ahora a lo menos. La ante- 
dicha producción, si bien exigua, puede, asimismo 
procurar recursos que, al servir a los fines de la ense- 
ñanza, refluyan en bien de la comunidad social. 

No deben tampoco considerarse tan limitadas las 
prerrogativas del Estado sobre este punto, porque 
sería estrecharlo precisamente en la obra más proficua 
y mejor encaminada a 'desarrollar la cultura y el 
engrandecimiento nacional. En un plan racional de 
instrucción, no puede ser mantenido el régimen de 



U27] 



PEDRO FIGARI 



ejercicios infructuosos, como el anterior, que inutili- 
zaba desatentadamente preciosos materiales, sino al 
contrario, debe enseñarse a utilizarlos prácticamente, 
y de la mejor manera. Lo único que debe rechazarse 
radicalmente es la competencia desleal. Este régimen, 
tan moral como útil, en campaña ha de ser de efectos 
más provechosos todavía, puesto que realiza quizá 
el ideal de que las escuelas-talleres, al enseñar, se 
costeen por sí mismas. 

Reanudando lo que decíamos acerca de los servi- 
cios complementarios del enseñamiento, una institu- 
ción amplia como ésta, que no se halla guiada por 
el espíritu de lucro, puesto que su misión es imper- 
sonal, en un medio incipiente de producción como 
es el nuestro viene a llenar una laguna lamentable 
el informe. 

En efecto, ¿a quién puede dirigirse el industrial 
para disipar sus dudas, para conocer el resultado de 
los tanteos y ensayos, o la mejor manera de resolver 
cualquiera dificultad? ¿Acaso al émulo, al competidor? 
Y ¿cómo esperar que se manifieste dispuesta y ani- 
mosa la iniciativa industrial, allí donde no hay 
elementos de instrucción, ni quién se aplique a veri- 
ficar experimentos y a hacerlos conocer? 

Este servicio puede ser de efectos muy provecho- 
sos si se realiza convenientemente. 

La Escuela Superior debe, además, mantenerse en 
constante comunicación con las comisiones y demás 
entidades departamentales, seccionales y vecinales de 
campaña, ya organizadas, y también con las especiales 
que se organicen, tanto para estimularlas a cooperar 
en la obra de la enseñanza industrial, cuanto para 
conocer las necesidades y aspiraciones de los depar- 



[128] 



EDUCACION Y ARTE 



tamentos, de las secciones y vecindarios, a fin de 
satisfacerlos en cuanto le sea dado hacerlo. 

Las antedichas incitaciones al trabajo productor, 
por medio de la enseñanza práctica, por el informe, 
por la experimentación y la divulgación de sus resul- 
tados, por la propaganda, etc., podrán secundar efi- 
cazmente el propósito industrializados y, tanto más, 
cuanto mejor nos sea dado formar un ambiente-guía, 
que vaya encarrilando, lo más posible, en un sentido 
racional, regional, autóctono, nuestra producción; pero 
hay otros arbitrios convergentes de que echar mano 
y, para alcanzar los máximos frutos de esta empresa 
redentora, nada hay que desdeñar de lo que pueda 
ser aprovechable. 



XII 

Todos, de una u otra manera 
efectiva, deben concurrir al sosteni- 
miento del Estado y a facilitar la 
evolución nacional. 

Será de efectos benéficos y congruentes al propó- 
sito de desarrollar lo más y lo mejor posible la 
cultura industrial, el iniciar una serie de ensayos y 
ajustes en el sentido colonizador-educador. 

Hay que comenzar por hacer una compulsa acerca 
de la disposición en que se hallan los vecindarios de 
campaña, para facilitar la instalación de pequeños 
centros de colonización educacional y productora. No 
hay un solo vecindario que no carezca de elementos 
educacionales y productores, hasta para satisfacer 

[129} 



11 



PEDRO FIGARI 



a veces, las necesidades y aspiraciones más premiosas, 
y podrían éstos así, en provecho propio, aprestarse 
a concurrir de una u otra manera, que fuese bas- 
tante, por lo menos, para facilitar la prestación de 
los servicios que se demandan. Es seguro, que, por 
ínfimos que pudieran ser estos aportes en el comienzo, 
pronto llegaría a prosperar tal institución, siempre 
que se la atendiese con espíritu práctico y hábil. 

De esta manera, no sólo los obreros y profesionales, 
dispuestos a trabajar, podrían hallar formas halaga- 
doras para aplicar su capacidad y sus energías, sino 
que los mismos alumnos que egresen de la Escuela 
de Artes, podrían iniciarse en la vida libre del tra- 
bajo, llevando a los centros rurales las nociones de 
producción que han adquirido, todo lo cual redun- 
daría en bien de la cultura del país. 

Los brazos útiles, en una sociedad sabiamente 
organizada, no deberían quedar en la esterilidad 
abrumadora del ocio. 

Desde luego, si la organización de la enseñanza 
industrial se cimenta sobre esta doble base: I o ) "Tra- 
bajo en el sentido vocacional"; 2 o ) "Remuneración 
equitativa de todo servicio útil", sobre esta base, 
pocos son los que van a manifestarse inclinados al 
pasivismo infecundo. La normal será de acatamiento, 
de aprovechamiento. 

Según me lo sugería un espíritu organizador, sagaz, 
las propias fuerzas militares destacadas en campaña 
podrían constituirse en núcleos colonizadores. Esto, 
lejos de menguar la misión militar, la completaría 
y la elevaría más. Dicho arbitrio, por otra parte, 
como que se organizaría también en el sentido de 
consultar las vocaciones, lo cual al propio tiempo 



[130} 



EDUCACION Y ARTE 



que rinde más proficuo el trabajo, lo hace saludable 
y hasta solazante, tendría además la ventaja de hacer 
menos tediosa la vida del soldado en los tiempos 
normales. Con el empleo regular de sus energías y 
de su ingenio, se acentuaría su cultura, así como se 
consolidarían sus aspiraciones de mejoramiento. 
Fuera de mejorar su condición, pues, por la ocupación 
y el provecho consiguiente, se sentiría a la vez más 
identificado con el alma del pueblo, a cuyos inte- 
reses atendería de este modo, aun por fuera del 
cumplimiento de sus deberes militares, y habría 
ganado de todas maneras. 

De otro lado, los recluidos, en general, todos 
deberían concurrir a la obra de la industrialización 
nacional, en cuanto sea factible, naturalmente, porque 
es equitativo que indemnicen en lo posible el ser- 
vicio de manutención y demás cuidados que les presta 
la sociedad; y los mismos asilados, también deben 
cooperar en esa obra que ha de aprovechar a todos, 
ellos incluidos, y hasta debe exigírseles esto, no tanto 
siquiera como compensación del amparo que les 
presta la Asistencia Pública, cuanto porque es ésta 
la forma en que más eficazmente puede prestarse 
dicho servicio social. 

Se comprenderá que me refiero a todos los reclui- 
dos y asilados, por igual; pero merece una atención 
particular la condición de los huérfanos, recogidos 
por la Asistencia Pública Nacional. 

Es realmente un grave problema el que presenta 
la cifra creciente de expósitos y asilados, ya sean 
varones o mujeres, en los establecimientos de caridad, 
que no dejan de ser substancialmente así, aun cuando 
se los denomine de otra manera. Y no debe preocu- 



[131] 



PEDRO FIGARI 



parnos tanto el costo de su manutención, si bien 
siempre creciente, como los efectos sociales que ha 
de producir la preparación de elementos articulados 
tan artificiosamente para la vida libre. 

Desde luego, la herencia, por lo común, no es auspi- 
ciosa. Abundan las taras. Al lado de aptitudes intelec- 
tivas que sorprenden, a veces, pueden observarse defi- 
ciencias muy frecuentes, fuera de un puerilísmo, que, 
por sí solo, denota por lo menos una conciencia escasa 
para la convivencia libre Ni su salud ni su psiquis, 
pues, se adaptan fácilmente a las exigencias normales 
de la lucha natural. Puede asegurarse que ellos están, 
por lo común, individualmente, en condiciones de 
inferioridad. 

La propia protección que les presta la Asistencia 
Pública como que es una forma de excepción, los 
coloca en una situación particular, cuyas consecuen- 
cias, juntamente con la falta de vinculaciones defi- 
nidas con los miembros de la sociedad, se hacen 
sentir inconvenientemente. 

El sentimentalismo de la caridad tiene eso de malo, 
el que, por un lado, es menos eficaz de lo que qui- 
siera ser y, por el otro, que no concluye jamás por 
complacer las exigencias del beneficiado, tanto más 
cuanto que éste se acostumbra a la idea de la pro- 
tección excepcional, antinatural, antes que preocu- 
parse como en la vida libre, de ir formando su con- 
ciencia en el sentido de la propia responsabilidad 
y de la preparación individual para la lucha. 

Sería más científico, y más eficaz, encarar este 
servicio de asistencia como un acto de previsión social, 
sin anfibologías de ninguna clase. Preparar a estos 
desheredados en el sentido de que tienen que bastarse 



[132] 



EDUCACION Y ARTE 



a sí mismos apenas tengan uso de tazón, sería darles 
una conciencia más moral y más provechosa. La 
caridad comienza por humillarlos, o bien, por hacerles 
creer que la sociedad les es deudora a un título, que, 
por lo mismo que no les es dado definir, lleva 
a todas las arbitrariedades de su imaginación infantil. 
No es difícil encontrar entre los asilados, antes que 
el rubor de la humildad, cierta soberbia, y a veces 
hasta la propia altanería. En otras palabras, no son 
normales por lo general. 

Actualmente, se van admitiendo expósitos de 
ambos sexos, así como niños y niñas, que, por una 
u otra razón, solicitan ser amparados por la Asis- 
tencia Pública. Este servicio, que congrega niños de 
todas edades, entre la del párvulo y la del adoles- 
cente, y que, según se me ha informado, hasta per- 
mite al adulto hospedarse también en el asilo, trae 
consigo, todos los inconvenientes antedichos, más los 
que derivan de la heterogeneidad de ideas, de edades 
y de procedencias. El problema se agrava, a la vez, 
por la progresividad del cuantum que implica este 
servicio y, también, porque no se prepara a los asi- 
lados para que puedan reincorporarse conveniente- 
mente a la sociedad. Se diría que no se piensa en esto. 

Una solución que reduciría los inconvenientes apun- 
tados, es la de preparar resueltamente para la pro- 
ducción a todos estos asilados. Desde un principio, 
la instrucción tendría que dirigirse resueltamente en 
ese sentido, y una vez que los asilados hubieran 
llegado a la edad de doce años, cuando más, deberían 
ser considerados como elementos aptos para enca- 
minarse a la producción,, optándose fundamentalmente 
por destinarlos a la vida rural. 



{1331 



PEDRO FIGARI 



SÍ se fundaran colonias, aunque fuera pequeños 
núcleos colonizadores para recibir a estos asilados, 
se obtendría el triple resultado siguiente: 

I o ) Colocar a los asilados en un ambiente más 
favorable a sus condiciones físicas; 

2 o ) Prepararlos en un medio más fácilmente 
accesible, y más conforme a su condición social; 

3 o ) Descongestionar los centros urbanos. 

Si, en primer término, esto consulta el interés de 
los propios asilados, produciría a la vez resultados so- 
ciales y económicos muy dignos de tomarse en cuenta. 

Es prudente encarar este servicio de asistencia de 
modo que los beneficiados, mediante una preparación 
adecuada, puedan costearse su manutención y bas- 
tarse a sí mismos, no sólo porque esto es más pro- 
picio para que puedan formar su concepto de respon- 
sabilidad, sino también porque es más moral y pre- 
visor, desde que tiende a formar elementos útiles, lo 
que importa contemplar el interés social y el indi- 
vidual a la vez. 

Desde el punto de vista económico, mantener el 
régimen actual, es abrir un agujero siempre dispuesto 
a ensancharse, en el fondo mismo del tesoro nacional, 
donde se guarda el dinero del pueblo, para costear 
una obra muy deficiente por cierto. 

La vida rural, por otra parte, tendría para ellos 
otras ventajas, también dignas de tomarse en cuenta. 
En agrupaciones pequeñas, este régimen permitiría 
constituir un ambiente familiar, grato, y facilitaría 
al propio tiempo que la enseñanza, la vigilancia, lo 
cual tendería a formar costumbres más sobrias, ambi- 
ciones más razonables, más sociales y más sanas, y 



(134} 



EDUCACION Y ARTE 



garantiría la salud de los asilados, preparándolos de 
un modo mejor, por más adecuado, para la vida libre. 

El personal de este servicio debería seleccionarse 
entre las familias de colonos, y demás rurales, más 
virtuosos, a la vez que como un acto de confianza, 
que honra al designado, como un medio que les per- 
mite prosperar. Es de esta manera que podría ajus- 
tarse como institución social, equitativa y previsora, 
la asistencia, más bien que por medio de ostenta- 
ciones fastuosas, y estériles como son las de la caridad 
casi siempre, y es así como podría prepararse la 
reincorporación de estos elementos en sociedad, con 
hábitos de orden, de trabajo, y hasta permitiéndoles 
formar su peculio para que puedan establecerse. 

Divididos en pequeños grupos, lo más homogéneos 
que sea posible, bajo la vigilancia y la dirección de 
personas honorables, podría además creárseles un 
ambiente más semejante al de la familia, que es la 
forma natural de vivir, lo cual, por lo demás, no 
impediría tampoco el seleccionar a aquellos que reve- 
lasen mayores aptitudes para cultivar la industria 
urbana. 

En esos centros coloniales, se podría establecer la 
celebración de fiestas con motivo de las sementeras, 
plantaciones, cosechas, esquilas y demás operaciones 
rurales, reglamentando la vida de modo que seme- 
jara cuanto es posible la vida amplia, normal. Enca- 
rado así este servicio de colonización, nada tendría 
que pudiese semejar la tristeza de esos hacinamientos 
urbanos, donde las perspectivas para los asilados son 
todas grises. 

Con todos estos y otros ajustes en el sentido colo- 
nizador-educador, al reducir los inconvenientes expues- 



£135] 



PEDRO FIGARI 



tos, y fuera de los demás beneficios que se han de 
palpar, se tendería también a propagar más y más 
las mejores formas de producción. 

XIII 

Dentro de un sabio régimen 
soctal, nada que pueda ser utilizado 
debe abandonarse. 

Se requiere un esfuerzo singularmente vigoroso en 
la campaña, si se la quiere transformar, llevándola 
de una atonía musulmana a los movimientos orde- 
nados, metódicos y hábiles que demanda la utili- 
zación racional de las riquezas naturales; y, muy 
especialmente, se requiere fomentar el factor social, 
como un estímulo insustituible para engendrar esas 
actividades en aquel medio, pasivo, inerte por lo 
mismo que carece de este aguijón tan saludable. 

Si hubiese una conciencia más clara, habría un 
espíritu social más solidario, con provecho de todos. 

En tanto que en los centros urbanos, y en la 
capital, principalmente, disfrutamos de toda clase 
de recursos y comodidades, en campaña se carece de 
todo, a veces hasta de lo mismo que confina en lo 
perentorio. Esta disparidad social implica, necesaria- 
mente, un desordenamiento perjudicial, que conviene 
remediar. 

Sería indicado, desde luego, enviar a campaña todo 
lo que puede ser utilizado y que aquí no se utiliza: 
semillas, podas, muebles, libros, útiles, herramientas, 
ropas, etc., sobrantes que, fuera de no servirnos, nos 
incomodan. 



{136} 



EDUCACION Y ARTE 



Cuando se piense que todos estos sobrantes, que 
a veces mantenemos abandonados indefinidamente 
sin saber qué partido tomar con ellos, podrían ser 
aprovechados como verdaderos tesoros por las familias 
rurales pobres, las que a veces ni pueden enviar a sus 
hijos a la escuela por falta de recursos, y aun de 
ropas, fácil será convencer de la necesidad de arti- 
cular algún resorte que sirva para drenar todos estos 
objetos hacia las desmanteladas viviendas camperas. 
Y, naturalmente, al decir esto, entiendo que es mucho 
más lo que puede y debe hacerse, así como pienso 
que se hará mucho más apenas se haya iniciado un 
servicio cualquiera de este género, y se palpen los 
beneficios que de él emergen. 

Considerando con espíritu de previsión este punto, 
se comprenderá, por de pronto, cuánto puede con- 
tribuir a la transformación de la vida rural este 
propio arbitrio, que, en resumidas cuentas, no nos 
costaría más que el mantener "el órgano interme- 
diario" puesto a su servicio, lo cual es relativamente 
insignificante. " 

Hace pocos años, inicié un movimiento de opinión 
en este sentido, pero este intento, si bien halló la 
más auspiciosa acogida en la población, 18 por causas 



IS De inmediato se formó una comisión compuesta de selectos ele- 
meatos de todas las profesiones y gremios, la que con empeño inició 
las primeras careas No sólo la prensa de la capital y de la campaña 
acogieron coa viva simpatía este propósito, sino que muchas institu- 
ciones, y particulares prometieron secundarlo coa agrado, aplaudiéndolo 
como un anhelo verdaderamente razonable y patriótico La Intendencia 
Municipal envío muchos miles de podas utilizables, lo propio que el 
arboricultor don Alberto Basso, la Comisión Nacional de Fomento Rural 
adhirió plenamente, ofreciendo el concurso de todas sus comisiones de 
campaña, y don Julio Mailhos, también generosamente, ofreció un local 
apropiado, contiguo a la Estación del Ferro Carril C del Uruguay, f se 
iban recibiendo de todas partes adhesiones y ofrecimientos constantes, 
entre otras, la valiosa declaración del Segundo Congreso Rural Trimestral 
celebrado en Minas, cuando cesaron los trabajos por las causas antedichas 



CB7} 



PEDRO FIGARI 



accidentales no fue posible llevarlo a término. No 
obstante, aquel pequeño y breve ensayo permitió ver 
claramente cuan reclamada era esta institución por 
la campaña, y cuántos beneficios habrían de resultar 
de la realización de un concurso social de esta clase, 
al derivar hacia la campaña un cúmulo enorme de 
elementos utilizables que quedan arrinconados o per- 
didos en la metrópoli, sin provecho alguno para nadie. 

No basta enseñar; ni enseñar a trabajar; ni basta 
enseñar a vivir; es preciso también procurar a los 
desamparados los medios indispensables, aunque no 
sea más, para que puedan reaccionar despertando su 
espíritu al orden y la diligencia, dentro de la capa 
de plomo de la modorra en que han vivido tanto 
tiempo, precisamente por hallarse privados de todo. 
Para iniciar este movimiento, disciplinando conve- 
nientemente energías latentes, tan enervadas por la 
pasividad, lo menos que podemos pretender es que 
cada cual contribuya con todo aquello que no le 
presta servicio alguno, y, por parte del Estado, que 
subvenga a los pequeños gastos que demanda la 
creación de este órgano intermediario, encargado de 
solidarizar al productor rural con el consumidor urbano. 

Si se quiere conmover la vida rural, para refor- 
marla a fondo en un tiempo relativamente breve, es 
menester acudir a la vez a todos éstos y los demás 
arbitrios que puedan converger a dicho propósito, tan 
patriótico, como equitativo y previsor. 



f 138] 



EDUCACION Y ARTE 



XIV 

El estímulo social es lo que más 
puede determinar un mejoramiento 
en la vida rural. 

Según lo expresaba en mi memorándum de Marzo 
de 1915 19 hay la necesidad de despertar, por medio 
del estímulo social el propósito de mejoramiento, el 
que, según se comprende, será más incitante y salu- 
dable cuantos más deseos se sientan de "vivir bien". 
Es éste el factor que ordena el trabajo y que lo inten- 
sifica. Imposible esperar este resultado donde, por no 
sentirse la necesidad de comodidades, se ha mecani- 
zado el esfuerzo dentro de las formas rudimentales 
mínimas, bastantes, sin embargo, para atender necesi- 
dades mínimas también e inmutables, se diría, como 
las de los insectos, según se afirma. 

Para remediar este inconveniente, y por las mismas 
razones que he propuesto como iniciación de la obra 
de la industrialización nacional que se lleve a las 
extensiones rurales desmanteladas, tanto la enseñanza 
productora como el informe y los elementos utili- 
zables sin aplicación, de igual modo propongo que 
se trate de derivar también de los centros urbanos, 
hacia la campaña, una parte de la corriente intelec- 
tiva, del ingenio y de la inventiva de los profesio- 
nales y demás personas ilustradas, en el sentido de 
estudiar la multitud de problemas rurales que están 



M Véase el apéndice: Antecedentes d* la reforma 



[139} 



PEDRO FIGARI 



en píe, sin solución, y, lo que es peor, sin que nadie 
se crea obligado a examinarlos. 

La vivienda rural, por ejemplo, requiere que se la 
esrudie con especial atención. 

Desde luego, la vivienda, encarada de un punto 
de vista práctico, por modesta que sea, mas no por 
eso menos habitable y aun confortable, y también 
apta a las sugestiones estéticas, podría ser un intere- 
sante problema a resolver por nuestros arquitectos. 
Bien valdría la pena iniciar concursos, con premios, 
para ir estudiando esos tipos de vivienda rural tan 
amenos y gratos, a pesar de su parquedad, y siempre 
teniendo cuenta de la necesidad de hacerlos fáciles 
de ejecutar, aun por medio de los recursos comunes, 
tan exiguos, de la campaña. El jardín, la huerta, las 
porteras, los cercos, la chimenea, los mobiliarios, 30 etc , 
podrían permitir que se esgrimiera el ingenio de 
nuestros artistas, en un sentido tan provechoso cuanto 
instructivo, y, además, habría que hacer lo propio 
con otros cíen problemas rurales. 

Por otra parte, fuera de las exposiciones a orga- 
nizar, ferias, concursos, etc., hay que programar fiestas 
y premios, con motivo de las operaciones ordinarias 
de campo, y también habría un interés especial en 
instituir prácticas capaces de asociar al rural a la 
obra de la conservación y mejoramiento de los 
caminos. Así, por ejemplo, convendría instituir la 
"fiesta del camino", en la que cada vecino concurre, 
de una u otra manera, con materiales, acarreo 

10 Todos estos concursos, así como otros, verbigracia, para proveer 
de agua, de aire, de luí, de herramientas, botiquín etc, deberían merecer 
además el cuidado de hacer que las soluctones mejores se las trocara 
en prácticas, facilitando la adquisición por cuotas o de otra manera. 
Ea su caso, convendría también estudiar prácticamente, el mejor modo 
de obtener las instalaciones mas costosas por medio de los concurra 
colectivos de cada vecindario. 



£140} 



EDUCACION Y ARTE 



o mano de obra al sabio propósito de cuidar de la 
vialidad rural, que es el vehículo esencial para el des- 
arrollo de la producción y para la propagación de infi- 
nitas culturas. Pero es necesario, a la vez, amentzar el 
ejercicio de este acto de previsión, a fin de que tales 
deberes se identifiquen mas al espíritu del poblador 
rural, lo que también concurría a estimular sus 
hábitos sociales, hoy tan escasos. 

Esto podría constituir, un día, si no el "órgano 
de conservación", 21 sin el cual el problema de la 
vialidad es insoluble (puesto que no hay recursos 
que permitan sufragar a la vez las obras y su con- 
servación) podría esto, digo, ser por lo menos uno 
de sus elementos constitutivos más eficaces. Desde 
luego, el ejercicio de esta función, tan racional y 
ventajosa, habría de permitir todos los desenvolvi- 
mientos que ofrece cualquiera organización de índole 
positiva. 

XV 

Algunas consideraciones com- 
plementarias y transitorias, para 
concluir. 

Tal es la orientación en lo substancial, y tales son, 
en sus líneas más generales, los arbitrios que a mi 
juicio deben emplearse por el momento en nuestro 
país, para abordar la obra de su industrialización. 

n La. ley de Vialidad que me cupo el honor de promover, no podría 
prestar todos los servicios que de ella deben espetarse si no se asocia la 
iniciativa de los vecinos a la obra de la conservación de los cami- 
nos rurales Este concurso, invalorable, es el que más eficazmente puede 
secundar 1* obta de la Administración Pública. 



[141} 



PEDRO FIGARI 



Como se ve, el plan, que formulo es el mismo, 
fundamentalmente, que propuse al Gobierno en el 
memorándum ya referido; y debo manifestar aquí 
que el actual Presidente de la República, doctor 
Feliciano Viera, tenía conocimiento del mismo desde 
el mes de Noviembre de 1914, así como que lo 
aprobó con satisfacción patriótica desde entonces, 
interesándose en él al considerar los efectos tan bene- 
ficiosos que ha de producir en todo el país, y en la 
campaña principalmente. 

Ni entonces me he detenido, ni ahora me detengo 
a precisar los detalles del plan, por cuanto es impo- 
sible abarcarlos dentro de una organización tan com- 
pleja, si se la encara con criterio racional, que 
requiere, en un medio no preparado como el nuestro, 
tanteos y compulsas diversos, a fin de que se articulen 
los resortes y ajustes convenientemente. 

Los detalles, los propios detalles reglamentarios, 
no dejan de ser de interés. Siempre dependerán la 
marcha y la prosperidad de una institución, de la 
forma en que funciona; pero, ir de antemano a pre- 
verlos, y establecer desde luego reglamentaciones 
definitivas, si acaso pueden serlo alguna vez, lo que 
no creo, sería exponerse al contratiempo, y también 
al fracaso. 

La reglamentación debe ser precedida de una cons- 
tante compulsa, en toda organización racional, de 
modo que se ajuste cada vez más el medio, que es 
el reglamento, a la finalidad, la cual, en este caso, 
es la enseñanza dirigida en el sentido de obtener la 
industrialización nacional de la manera mejor. Quizá 
se pudiera tentar esto al implantar instituciones 
extranjeras, a regirse por sus propios cánones, pero 
esto mismo resultaría a menudo imposible por 



1142] 



EDUCACION Y ARTE 



cuanto, en ese caso también, hay siempre que consi- 
derar que, por el hecho de funcionar aquéllas en 
otro medio, esto sólo demanda una previa adapta- 
ción. Caeríamos en lo mismo que hemos condenado, 
si articuláramos fríos y estériles mecanismos inani- 
mados, por simple trasplantación, como fuera menes- 
ter para prestablecer ío que aquí no tiene principio 
de ejecución siquiera. Volveríamos a las instituciones 
de aparato, tan dispendiosas como infructíferas. 

Sólo para proveer los cargos de maestros debe 
hacerse una compulsa previa, escrupulosa. Desde 
luego, una institución seria y fundamental como ésta, 
vital, podría agregarse sin hipérbole, para que pueda 
ofrecer los efectos trascendentes que de ella deben 
esperarse, no puede convertirse en un simple asilo 
de "recomendados". El cuerpo docente, por lo menos, 
debe reclutarse entre los más preparados y los mejor 
dispuestos a enseñar dentro del programa adoptado 
oficialmente como mejor. Se trata de formar la con- 
ciencia nacional productora, y de enseñar a trabajar, 
y esta tarea debe llenarse sesudamente, porque im- 
plica los destinos de la riqueza y de la cultura nacio- 
nales. Ningún servicio, pues, en el orden de los 
enseñamientos y de las orientaciones generales del 
alma nacional, debe eximirse de un contralor cientí- 
fico, excluyéndose por completo todo lo que sea 
ajeno al enseñamiento efectivo. Es ésta la única 
manera de llegar a la consecución de la alta fina- 
lidad patriótica que se pretende alcanzar. 

Es sumamente útil, a mi juicio, el mantener en los 
primeros tiempos, de ensayo y experimentación, la 
mayor suma de facultades ejecutivas en la dirección, 
a fin de que haya la mayor plasticidad en sus movi- 
mientos preparatorios, y la mayor rapidez. En el 



[1433 



PEDRO FIGARI 



período inicial, por lo menos, se requiere articular 
unitariamente, vale decir, dentro de un solo criterio 
todos los resortes, a fin de evitar los hibridismos, 
siempre estériles, tan fáciles de engendrarse en medios 
como el nuestro. 

Así, por ejemplo, considero que hasta que no se 
hayan organizado los servicios fundamentales, cuando 
menos hasta entonces, sería inconveniente instalar un 
consejo deliberante. La deliberación es demasiado 
lenta, y expuesta, más que en otra parte aquí, a incli- 
narse ante razones de oportunismo. En la experiencia 
que hemos podido recoger, hemos visto que si los 
consejos son convenientes respecto de las instituciones 
ya encaminadas, con funciones ya dispuestas y regu- 
larizadas, no lo son cuando se trata de iniciar o de 
innovar. Fuera de que no siempre es fácil formar 
quorum en los cuerpos honorarios, es frecuente ver 
paralizada su acción por la disparidad de opiniones, 
doblemente presumible y temible en este orden de 
asuntos. Si la diversidad de matices, de simples mati- 
ces no más, puede ser de provecho para ejercer un 
contralor en una institución que funciona, la plura- 
lidad de opiniones es mortal para una institución 
que se inicia. Sería interminable, tan interminable 
como concluyente el entrar en el terreno de los ante- 
cedentes y de las demostraciones a este respecto. 

Se comprenderá que lo dicho no excluye al con- 
tralor administrativo, que considero saludable en todo 
instante. Sólo me refiero al criterio unitario que presu- 
pone toda organización vigorosa, fuerte. En instantes 
en que va a modelarse una obra tan compleja como 
es la de la enseñanza industrial, como lo es, muy 
particularmente, en un país casi por completo ajeno 
a este orden de culturas, para esta oportunidad debe 



£144] 



EDUCACION Y ARTE 



escogerse, coa toda escrupulosidad, la mejor orien- 
tación y, luego, disponer el ordenamiento de todos 
los resortes dentro de un criterio uniforme, y homo- 
géneo por lo mismo. Otra cosa puede exponer la 
obra a las formas de oposición, que llevan al hibri- 
dismo, a la contradicción, y al fracaso consiguiente- 
mente. Demasiado grandes son las dificultades y 
obstáculos a vencer, para que, todavía, se puedan 
oponer otras remoras en el camino. 

Fuera de una preparación especializada, se requiere 
una consagración que es incompatible con el esfuerzo 
requerido para mantener, dentro de sus verdaderos 
rieles, una misma orientación angular, si hay des- 
acuerdo en las ideas directrices. 

Ni el propio ptesupuesto puede ser formulado 
dentro de rubros rígidos, en tanto que la institución 
con todas sus dependencias, tan variadas y complejas 
como son, no llegue al período pleno de su funciona- 
miento, como organización. Mientras sea un intento 
orgánico, como debe serlo racionalmente en sus 
pasos iniciales, tiene que haber un margen de libertad 
para cambiar los rubros, según lo aconsejen las cir- 
cunstancias, y siempre, naturalmente, dentro de la 
suma que se destine a la institución. 

En la experiencia que he recogido en la Dirección 
de la ex-Escuela N. de Artes y Oficios, si bien corta, 
he podido ver que habría sido imposible realizar ní la 
mitad de lo que se ha hecho, a haber tenido que 
discutir punto por punto cada medida, o bien, a no 
haber tenido facultades para invertir las economías 
que se hiciesen en cualquier rubro; y no puede dejarse 
de reconocer, no obstante, que ha sido un bien esa 
latitud de facultades que permitió, en breve tiempo, 
y dentro de escasos recursos, en lo fundamental los 

[145] 



12 



PEDRO FIGARI 



mismos ordinarios de la ex-Escuela, transformar aquel 
centro, antes tan lúgubre como estéril, en una col- 
mena próspera. 22 

Al reglamentar la ley, pues, a fin de cumplirla del 
modo más eficaz, convendrá tener presentes las consi- 
deraciones antedichas, tanto lo que se refiere 
a una juiciosa "seriación" previa de las necesidades, 
para atender, en primer término, las más premiosas, 
cuanto a lo indispensable que es el preparar a los 
maestros que han de vivificar la institución, como 
recurso esencial de todo enseñamiento, así como 
convendrá no omitir lo demás que sea también funda- 
mental, o simplemente oportuno y provechoso. 

En los liceos, según se hizo público últimamente, 
hay dificultades para proveerlos de maestros, y hasta 
se aconseja fundar un instituto "especial" para prepa- 
rarlos, no obstante hallarse funcionando ya dichos 
centros de enseñanza; y si esto ha ocurrido con insti- 
tuciones dispuestas en el sentido de la instrucción' 
general, ¿cuánto más requerido y prudente será el 
tomar en oportunidad esta medida preparatoria, con 
enseñanzas prácticas de las que está tan desprovisto 
el país? 

No caigamos en el error de impacientarnos. Hay 
que ir lejos. 

Con las experiencias recogidas en nuestro propio 
país, y con las abundosas enseñanzas que emergen 
de la guerra europea, no debemos ni podemos 
pagarnos de simples exterioridades institucionales; 
debemos ir a fondo: dejar la paja, y tomar el grano. 

Se trata de fundar una institución esencialmente 
"natural"; más que nacional, pues, humana, la que 



M Véwe el apéndice Lo que era y lo que es la Escuela de Artes. 



U46] 



EDUCACION Y ARTE 



está por arriba de las creencias y de los partidos, 
y desde que ella se basa en una aspiración común: el 
mejoramiento moral, social y económico, todos esta- 
mos interesados por igual en asegurar su pleno éxito. 

Sería hasta denigrante, por otta parte, el que, sin 
antes haber pesado las aptitudes propias, un pueblo 
se declarase de antemano inepto para hacer lo que 
hacen los demás. 

Pero, para realizar un esfuerzo verdaderamente 
eficaz, es preciso trabajar seriamente, hondamente, y 
esto excluye la idea del "expediente" como cosa 
principal, el simple papeleo burocrático, la grave 
"paperasse" que es, a veces, lo único que queda, en 
medio de un silencio solemne, para comprobar la 
huella que dejaron las instituciones. Para eso valdría 
más no intentar nada. 

En breve acompañaré el presupuesto, así como una 
somera exposición de motivos que a él se refiere. 

Seguro de merecer la aprobación de V.E., y a fin 
de facilitar la lectura de este plan, así como para 
obtener el mayor concurso de opiniones sobre asuntos 
tan vitales, lo he mandado imprimir, y pronto reci- 
birá V.E. ejemplares impresos que han de abreviar 
su estudio. 

Dejo así cumplido el encargo con que he sido 
honrado por el Poder Ejecutivo, y saludo a V.E. con 
mi mayor consideración. 

Montevideo, 8 de marzo de 1917. 

Pedro Figari 



U47] 



APENDICE NUMERO 1 * 



APENDICE NUMERO 2 

ANTECEDENTES DE LA REFORMA 

Hace ya mucho tiempo que vengo pugnando por la 
necesidad de abordar el enseñamiento industrial práctico. 

Con motivo de un proyecto que, poco estudiado, pre* 
senté en 1903 a la E Cámara de Representantes sobre 
creación de una Escuela de Bellas Artes, se nombró una 
Comisión Especial para abrir dictamen acerca de dicho 
proyecto, Comisión de la que yo formaba parte; y los 
miembros de la misma me cometieron el informe, dán- 
dome facultades amplias para estudiar y aconsejar lo que 
considerase mejor. 

Estudiado con más detenimiento dicho proyecto, pro- 
puse el informe que transcribo enseguida, aceptado por 
la antedicha Comisión. 

Dice así:** 



Este asunto, así que salí de la H. Cámara, quedó olvidado. 

En 1910, cuando el Gobierno del doctor Claudio Willi- 
man me ofreció un cargo en el Consejo de la Escuela, 
acepté para defender mis convicciones sobre este punto, 
y después de presentar el plan de reforma a que antes 
me he referido, vista la imposibilidad de hacerlo triunfar 
me retiré del Consejo, no sin polemizar para demostrar 

* Se omite aquí el Apéndice Nfl 1 por tratarle del informe Lo 
que era y lo que es la Escuela de Artes, que se publica entre las páginas 
71 t 85 de «te volumen. 

Se omite aquí la transcripción del Informe que aparece entre 
las páginas 10 y 15 de este volumen, con el título de Informe sobré 
cresaó* de un* Escuele de Bellas Artes. 



{148} 



EDUCACION Y ARTE 



la incompetencia del Director importado, así como lo 
inconducente de su plan. Creo que. los hechos demos- 
traron muy pronto la razón de mis asertos. 

El año 1911» cuando ocupó el eminente conciudadano 
don José Batlle y Ordóñez la Presidencia de la República, 
por segunda vez, me hizo el honor de encargarme de un 
plan de organización de la cultura artística en el país. 
Presenté mis ideas generales sobre este asunto, y por razón 
de algunas desintehgencias ocurridas acerca de la mejor 
orientación a adoptarse, se aplazó este punto, hasta que 
nuevas exigencias de gobierno fueron demorando toda 
solución indefinidamente, a pesar de reiteradas gestiones 
que hice para definirla. Fue entonces que propuse al actual 
Presidente de la República, doctor Feliciano Viera, el 
memorándum que se hizo público. Excuso decir que nunca 
fue mi idea aceptar cargos directivos, sino, simplemente, 
hacer de modo que se adoptaran los mejores rumbos, 
que, a mi ver podían conducir a este pueblo a mejores 
destinos." 

Bajo el epígrafe: "El doctor Viera quiere divulgar la 
enseñanza industrial en todo el país", al publicarse por 
los "Talleres Gráficos de El Siglo, La Razón y El Telé- 
grafo", en hoja suelta, el memorándum y otros antece- 
dentes relativos a la iniciativa de industrializar al país, 
la referida Empresa decía: 

AL LECTOR 

Las declaraciones hechas por el señor Presidente de la 
República en su manifiesto, respecto a su empeñoso y 



M Tanto el gobierno del señor Cuestas cuanto el del señor Batlle 
y Otdóñes (durante su segunda administración), me ofrecieron la direc- 
ción de la Escuela N. de Artes y Oficios, ofrecimientos que decliné; 
y al manifestarle al señor Presidente de ta República doctor Feliciano 
Viera, hallarme en el mismo estado de animo, me «presó que era yo 
quien debía llevar mi plan a la práctica y que. para hacerlo fructuoso, 
debía consagrarme a esta obra por ocho a diez años por lo meóos. Ante 
las manifestaciones que expuso el señor Presidente doctor Viera pan 
inducirme a aceptar, acepte, no sin saber que esto implicaba para mi 
U respOQiabilidad y la lucha, y también el sacrificio. 



[149] 



PEDRO FIGARI 



laudable propósito de prestar atención preferente a los 
intereses de la campaña y a lft cultura industrial del país, 
comienzan a ejercer su acción, y pronto se traducirán en 
hechos. La entusiasta colaboración del Ministro de Indus- 
trias, doctor Amézaga, que comparte aquellos anhelos 
patrió cieos del doctor Viera, todo ello nos da la seguridad 
de que pronto ha de acometerse resueltamente la eje- 
cución de esta iniciativa medular tan promisoria, la que 
va a atender directamente los intereses más preciosos y 
más vitales de la Nación. 

Nosotros atribuimos una trascendencia particular a este 
orden de actividades oficiales, y creemos que una enseñanza 
práctica industrial, razonada, gradual y oportuna, puede 
transformar en breve tiempo la mentalidad y la produc- 
ción nacional desenvolviendo la riqueza pública por medio 
de una eficaz manipulación industrial, así como fomen- 
tando el espíritu de asociación y de cooperación en toda 
la República. 

En el breve tiempo transcurrido desde que El Siglo, 
informado en fuente fidedigna, dio cuenta de que se 
hallaba a estudio del gobierno un plan de enseñanza 
industrial, con fecha 25 de abril último, se ha estudiado 
y resuelto ya su adopción en general Según se nos informa 
ahora, se enviará de un instante a otro el respectivo men- 
saje al Cuerpo Legislativo. 

"Esta Empresa, celosa como siempre en el servicio de 
información, y dispuesta a secundar lo más posible toda 
gestión hecha a favor de intereses tan importantes como 
son éstos, desea dar la mayor publicidad a dicho aconteci- 
miento, y para ello inserta aquí todos los antecedentes 
del mismo, como medio de divulgarlos más como una 
palabra de aliento llevada a todos los extremos de la 
República donde los pobladores claman de mucho tiempo 
atrás por una reforma que les permita mejorar de condición 

Publicamos el suelto aludido, el reportaje hecho por 
La Razón (Sección de la Campaña) al doctor Pedro Figari 
y el plan de reforma, con la exposición de motivos que 



[150} 



EDUCACION Y ARTE 



lo fundamenta, el que, como una verdadera primicia perio- 
dística ofreció la sección de campaña de La Razón a sus 
lectores. Con estos antecedentes se podrá formar una idea 
general respecto de la entidad de la iniciativa que en estos 
momentos se encamina a dar debida satisfacción a aspira- 
ciones nacionales tan legítimas y tan sentidas como son 
las que motivan la referida obra. 



ESCUELAS ELEMENTALES DE INDUSTRIAS 

Reorganización de la Escuela N de Artes y 
Oficios (Suelto de El Stglo del 25 de abril de 
1915). 

Con motivo de una iniciativa sobre el particular, que 
tiende a realizarse ampliamente en la capital vecina, 
hacíamos días pasados algunas consideraciones relativas a la 
conveniencia de crear en nuestro país escuelas industriales 
elementales. Hoy llega a nuestro conocimiento que esa 
idea por nosotros prestigiada había sido va recogida 41 por 
el doctor Pedro Figari, quien, hará unos veinte días, pre- 
sentó al Ministerio de Industrias un provecto acompañado 
de interesantes y acertadas consideraciones, que tiende a rea- 
lizarla en algunos de sus aspectos, proponiendo además 
la organización sobre nuevas bases de la actual Escuela de 
Artes y Oficios. Es el propósito del doctor Figari fomentar 
por medio de la creación de numerosas escuelas profesio- 
nales elementales el desarrollo y perfeccionamiento de 
ciertas industrias que aún se hallan en estado embrionario 
en nuestro país. Esta desinteresada y patriótica iniciativa 
fue entusiastamente acogida por el doctor Amézaga, y lo 
fue con tanto más motivo, cuanto que el ilustrado Ministro 
de Industrias venía desde hace algún tiempo preocupán- 
dose del punto y estudiando el modo de realizar en la 



14 Como se veri. la idea que informa el plan no nene ningún 
parentesco con las instituciones a que La dirección de El Stglo se refiere, 
pues, ea la misma que proponía desde el año 1903 



£151} 



PEDRO FIGARI 



mejor forma la creación entre nosotros de los mencionados 
centros de enseñanza. 

También el doctor Viera, a quien el proyecto fue pre- 
sentado en el acuerdo de ayer, lo acogió con simpatía, 
preocupándose especialmente de que sus beneficios se 
extiendan también a la campaña, con cuyo objeto se harán 
los estudios necesarios. La idea marcha, pues, a una franca 
y benéfica realización. 

Mucho debe esperarse de ella. 

La creación en todo el país de numerosas escuelas ele- 
mentales de industrias, a las cuales puedan concurrir todos 
los obreros para completar los conocimientos que les pro- 
porciona la enseñanza primaria, dándole a ésta un carácter 
práctico que la haga auxiliar del operario en su labor 
diaria, será de ingentes beneficios, no solamente para esos 
obreros mismos, sino también para el país en general. 



REPORTAJE AL DOCTOR FIGARI 

(La Razón, Sección de la Campaña, del 21 de 
mayo de 1915). 

Sobre la Pista 

Se dijo en la prensa, hace unos días, que el gobierno 
se interesa vivamente en un proyecto del doctor Pedro 
Figari, que tiene a estudio, sobre reorganización de la 
enseñanza industrial, con proyecciones para la campaña. 

A fin de poder informar más concretamente a los lec- 
tores de esta sección, es decir, a los rurales y a los que, 
se interesan por el progreso de nuestra gente de campo, 
que harto lo sabemos, están cansados de esperar que se 
ocupen de ellos seriamente, fuimos a interrogar al doctor 
Figari, y he aquí el resultado de la entrevista: 

F. — Efectivamente, nos dijo, he presentado al Go- 
bierno un plan general de instrucción industrial, y es 



£152] 



EDUCACION Y ARTE 



también cierto que dicho plan fue bien acogido, tanto por 
el señor Presidente cuanto por el Ministro, doctor Amé- 
zaga. El gobierno del doctor Viera está empeñado en llevar 
hacia la campaña su acción preferente para impulsar su 
progreso de un modo decisivo, en la sabia inteligencia de 
que los intereses rurales son nuestros más vitales intereses. 
Esto acusa que ha considerado, como verdadero estadista, 
las necesidades más premiosas y fundamentales del país. 
Estas son necesidades tan orgánicas, que no pueden ser 
confiadas al recurso político o financiero, simplemente. 
El doctor Amézaga comparte enteramente este mismo modo 
de pensar patriótico y previsor, y anheloso como está de 
atender tan trascendental orden de intereses, estoy seguro 
de que procederá con la amplitud y la decisión requeridas 
para llevar a buen término la reforma. Cabrá, pues, a 
esta Administración el envidiable honor de tomar una 
iniciativa tan esencial como fecunda, para la cultura gene- 
ral y progresiva del país. 

Db Completo Acuerdo 

JR. — Crea que esta noticia me llena de satisfacción, y 
tengo la seguridad de que será acogida con íntima fruición 
por nuestros rurales. Era tiempo ya de que el gobierno 
se preocupara de una necesidad tan sentida y tan funda- 
mental. Ya sabe usted cuán empeñado estoy en demostrar 
que la campaña merece una atención especial, por su 
propia importancia. 

F. — Lo sé, y créame que comparto sus convicciones 
y sus anhelos a ese respecto. la campaña progresa, en 
verdad; pero progresa muv lentamente. Fuera de algunos 
Centros, que son la excepción, conserva los viejos cánones 
de vida y de producción, por demás primitivos, los que 
están lejos de guardar relación con los progresos urbanos. 
Hay extensiones enormes, donde ni siquiera puede advertirse 
una manifestación clara de aprovechamiento de los grandes 
recursos de acción alcanzados en nuestros días. Desespera 



[153] 



PEDRO FIGARJ 



el ver la incuria y la incapacidad en que vegeta el pobla- 
dor, quien, a pesar de tener ocupadas grandes extensiones 
de tierra, vive dentro de una impotencia, de una estrechez 
más que franciscana. . , y bien, semejante atraso se debe: 
l 9 ) a la falta de instrucción práctica, que no permite 
intensificar el esfuerzo; 2 9 ) a Ja carencia de estímulos 
sociales, lo que anula los propósitos de mejoramiento; 
3 9 ) a la falta de comunicaciones. 

Orientación del Pian 

R. — ¿Podría decirme en líneas generales a qué tiende 
el plan en lo que atañe a la campaña? Esto tiene un 
valor singularmente apreciable para mí y para mí sección 
de propaganda periodística. 

F. — El plan tiende, por un lado, a promover la multi- 
plicidad de formas de producción industrial compatibles 
con el ambiente, esto es, las más adecuadas, y, por el otro, 
a crear estímulos sociales capaces de conmover el quie- 
tismo campero, el que no se debe a causas fatales sino al 
abandono en que viven los pobladores relegados a sí 
mismos. La enseñanza que reciben, como que es esencial- 
mente teórica, no basta a modificar el ambiente; para eso 
es menester dar nociones prácticas de producción, o sea, 
"formar productores", y además, dar alicientes al trabajo, 
a la acción, que es mejoramiento progresivo. Lo uno y lo 
otro es igualmente indispensable para fomentar y ver 
floreciente el espíritu de empresa y de asociación en cam- 
paña, donde los pobladores viven casi como ermitaños. 
Hay que procurar que entre "aire, luz y agua" en la 
morada de campo, la que, por una ironía, hallándose en 
plena naturaleza, en el reino mismo del sol, está despro- 
vista de todo eso que es esencial. Hasta que el poblador 
no sienta el deseo de mejorar su propia condición; mien- 
tras vivan como viven, tienen que sentirse inclinados al 
pasivismo pesimista, que engendra el desamparo. . . Y 
¿cómo esperar que se esfuercen en producir y mejorar, 



£154} 



EDUCACION Y ARTE 



cuando, todavía, lo propio que producen ni pueden en 
muchos casos llevarlo a la Estación? . . . Esto lo sabe usted 
mejor que nadie, mi distinguido amigo. 

Somera Idea de Realización del Plan 

R. — ¿Puede decirme cómo se operaría esta forma de 
instrucción práctica? 

F. — - Le daré una idea somera sobre este punto; des- 
pués podrá ver usted el plan de un modo más preciso y 
detallado. 

Para alcanzar aquel resultado habría que proceder por 
medio de una diversidad de recursos, congruentes y apro- 
piados, a forjar la "industriosidad" y la "sociabilidad" de 
los alumnos (me refiero a todos los habitantes, porque 
todos van a sentir las influencias de este régimen, directa 
o indirectamente) en la inteligencia de que lo uno y lo 
otro debe ser cuidado al mismo tiempo en todas las mani- 
festaciones de la enseñanza, si acaso es posible separar el 
espíritu industrial del espíritu sociable. Otros resortes del 
plan, tenderían también a estimular al estudio y al tra- 
bajo, y a propiciar las formas de asociación, concursos, 
exposiciones, ferias, festejos, etc. La actual Escuela de Artes 
y Oficios, hoy circunscripta a enseñar a un reducido nú- 
mero de alumnos, tendría que convertirse en un centro 
de información y de preparación general, abierto amplia- 
mente al externato, y frecuentado por todos los que nece- 
sitan un conocimiento, un dato, un antecedente o una 
preparación industrial, sean hombres o mujeres, sin excluir 
naturalmente a los obreros, ni a nadie que se someta al 
orden del establecimiento. Debe, al contrario, atraer a 
todas las personas deseosas de aprender, sean quienes fueren. 
Al propio tiempo, en este centro se daría instrucción indus- 
trial a los maestros de Instrucción Pública Primaria, según 
sus aptitudes, a fin de que puedan enseñar y preparar el 
ingenio de los alumnos pata las mil manifestaciones de la 
vida industrial. Esto, así como una rotación bien dispuesta, 



[155} 



PEDRO FIGARI 



iría diversificando las formas de instrucción productora en 
todo el territorio de la República, y, a la vez, iría inten- 
sificando dicha instrucción, para que cada cual pueda 
encontrar las formas de producción más apropiadas a sus 
aptitudes y direcciones productoras. En cuanto a la orien- 
tación pedagógica, es la misma qué propuse hace varios 
años para reformar la Escuela de Artes y Oficios* 

Para apresurar lo más posible el desarrollo del plan, 
podría crearse además un cuerpo especial de maestros, a 
fin de formar centros productores allí mismo donde no 
tengan escuelas; que tengan esto, siquiera sea... Por 
otra parte, para secundar el propósito, se nombrarían 
Comisiones departamentales, seccionales, vecinales, que 
cooperasen, y se llegaría pronto así a irradiar por todo 
el país un espíritu de actividad saludable, multiforme, 
tendiente siempre a asociar, a mejorar la vida rural y a 
aprovechar las riquezas naturales. Hay que estimular vigo- 
rosamente a la producción, y hay que preocuparse mucho, 
también, de las industrias femeninas . . . 

Engarces Admirables 

R, — Me parece práctico y promisor el plan. . . y se 
me ocurre que las Comisiones de Fomento, ya creadas, 
podrían servir admirablemente a secundar esta iniciativa, 
porque hay en ellas fines paralelos, y hasta convergentes . . . 

P, — Su idea es excelente Dichas Comisiones, ya orga- 
nizadas, y formando un organismo vivo, robusto, dispuesto 
a actuar "prácticamente" y "fecundamente", no como 
muchos otros organismos que, por su propia estructura, 
no pueden hacer más que vegetar; dichas comisiones, digo, 
serían más que aliadas, entidades que se identifican con 
la causa de la instrucción industrial, en lo que toca a la 
campaña, por lo menos. Ya habría eso ganado. . . y vea 



m Víase el folleto "1910 - Reorgantiacton d» la Escuela N. dé 
Arfé* i Ofsc$oi". 



U56] 



EDUCACION Y ARTE 



usted en esto mismo una comprobación acerca de este 
hecho: lo que es positivo y práctico, siempre ajusta bien 
con la realidad, sin determinar antagonismo alguno . . . 

El Nudo db la Cuestión Vivienda Rural 

R. — Al contrario, lejos de haber antagonismo en este 
caso, hay una gran afinidad; y me agrada verlo, así como 
que usted encuentre que es aprovechable esa institución 
para dar mayor vuelo a su plan de mejorar la vida de 
campaña. Ahora, permítame que vuelva al punto de par- 
tida. Usted tocaba dos puntos que tienen gran interés para 
la campaña: la vivienda rural y los caminos. Habrá visto 
que lo primero ha sido recientemente materia de un pro- 
yecto . . . 

F. — Es cierto: y he visto también su crítica. Real- 
mente, es muy simpático el propósito que inspira el 
proyecto del diputado Martínez Thedy, pero creo, como 
usted, que no es practicable en esa forma. Dicho problema 
no se resuelve tampoco por el simple arbitrio de M dar" 
viviendas mejores. No basta mejorar la. vivienda: lo indis- 
pensable es modificar "el género de vida" del poblador. 
El recurso de la buena vivienda hay que conectarlo con 
otros factores convergentes de cultura, si se quiere deter- 
minar una evolución en la vida rural, que es lo que inte- 
resa esencialmente al país, y al propio poblador. Una 
vivienda, para el que no sabe o no tiene estímulos para 
bien vivir, cae en abandono y se convierte en mala, por 
buena que ella sea. Hay que dar incentivos a la vida 
para que se mantenga latente el empeño de mejorar de 
condición; es necesario dar recursos, y también ideales, al 
poblador, para que él "pueda y quiera" elevarse económica 
y socialmente. La vida, hoy, no ofrece halagos para la 
gente de campo. Expuesta a todas las inclemencias y defi- 
ciencias de la vida primitiva, puede decirse; relegada a una 
mentalidad sólo conmovida por una instrucción teórica, 
cuyo alcance práctico ni puede vislumbrar siquiera ¿con 



[137} 



PEDRO FIGARI 



qué contar para que se opere una transformación de sus 
usos inveterados, si carecen de todo? Nosotros, los urbanos, 
al deslizamos por el asfalto de nuestras avenidas, protes- 
tamos si un desnivel cualquiera nos da la desazón de un 
barquinazo. Aquí tenemos aguas corrientes potables, luz 
y energía eléctrica, asistencia, teatros, fiestas, paseos, y lo 
demás que caracteriza la vida de las metrópolis modernas; 
no obstante, todavía ambicionamos más. No es raro que, 
repatingados en un sillón inglés, divaguemos con los 
mayores recursos y lujos de las grandes capitales. . . ¡Qué 
desigualdad! 

Efectos Inmediatos del Plan 

R, — ¿Piensa usted que será fácil obtener un resul- 
tado inmediato, con la aplicación de su plan? 

F. — Claro que pasó ya el tiempo de pensar en mila- 
gros, mas, para dar, aunque sea, algún sentido a la exis- 
tencia que se lleva en el campo, bastará con procurarles 
a los pobladores algunas nociones prácticas de producción, 
de higiene, de economía, nociones adecuadas, a fin de que 
desde ya puedan palpar las ventajas del esfuerzo amplia- 
mente compensador. Así conseguiremos el doble fin de 
cimentar vigorosamente nuestra cultura productora "pro- 
gresiva", y el de propender a que el ambiente social y 
productor se encaminen, francamente, dentro de un opti- 
mismo fecundo. Dado el impulso inicial, que es lo que 
urge, lo demás vendrá como una consecuencia tanto más 
promisora cuanto que hay que contar, también con la inteli- 
gencia proverbial de nuestros buenos paisanos. No llega- 
remos pronto al grado de cultura a que han llegado los 
campesinos escandinavos, por ejemplo, pero surgirán múl- 
tiples formas de producción industrial insospechadas, que 
harán prosperar a muchos que hoy vegetan en un pasí- 
vismo infructuoso. Al propio tiempo que estos factores 
han de contribuir poderosamente al mejoramiento de 
nuestras industrias matrices, la ganadería y la agricultura, 



{158} 



EDUCACION Y ARTE 



forjarán aptitudes diversas, capaces de miliar nuestras 
materias primas que se pierden en gran cantidad, sin 
provecho para nadie: plumas, pieles, astas, crines, huesos, 
visceras, vegetales, textiles, etc.; se producirá mucho más 
en frutas, legumbres, flores, y se sacará más partido de 
otras substancias preciosas: leche, madera, cuero, lana, etc.» 
que hasta ahora se han aprovechado insuficientemente. 
Nuestras amatistas, por ejemplo, se han exportado en su 
casi totalidad, sin apreciar su valor, como ocurre también 
con nuestras ágatas. Está indicado el poner pronto reme- 
dio a todo esto, que significa pérdida de riqueza, por un 
lado, y ausencia de cultura, por el otro. Nuestras tierras 
semidesiertas, esperan el brazo fecundador, lo mismo que 
nuestros minerales, empotrados en sus entrañas, esperan 
ver la luz del sol. 

Equidad y Previsión 

R. — Se ve perfectamente cómo se haría obra social y 
económica, casi en forma simultánea. Intensificación gene- 
ral de la producción, mediante la instrucción necesaria 
para ello, y esto en forma practica y sencilla, empezando 
por lo más elemental. 

F. — Precisamente, es preferible que se inicie la difu- 
sión de las formas elementales de producción, en todo el 
país, a que se busquen "genios" en las ramas superiores, 
suntuosas. Esa es, por lo demás, la manera de ir más ace- 
leradamente a la consecución de nuestras formas mejores 
de evolucionar. <Qué se puede esperar de bueno en un 
régimen que pretende colocar a nuestra metrópoli en la 
condición de ciudad capaz de rivalizar con las más ade- 
lantadas del Viejo y Nuevo Mundo, al propio tiempo que 
la campaña permanece haciendo una vida casi primitiva? 
Es ésta, sin embargo, la que tiene que sustentar funda- 
mentalmente el peso de las conquistas urbanas, y esto mismo 
nos hace sentir los deplorables efectos económicos que 
periódicamente nos af lijen. Para que el rural pueda sopor- 



PEDRO FIGARI 



tar la carga creciente que le exigen los progresos gene- 
rales, y los urbanos muy principalmente — porque es la 
capital la que toma la parte del león — , sería preciso 
que aquél fuera "intensificando progresivamente" su pro- 
ducción; y» ¿cómo ha de hacerlo, si queda librado, puede 
decirse, a su propio estuerzo en cuanto a formas de pro- 
ducción se refiere, lo mismo que a lo demás? La campaña 
y la ciudad, deberían marchar, por lo menos, en planos 
paralelos, no sólo como una manifestación de la realidad 
de las instituciones republicano-democráticas que nos rigen, 
sino, también como el medio más adecuado de atender 
nuestras propias conveniencias . , . porque, como ocurre 
siempre, lo razonable y lo útil se hermanan enteramente. 

El Productor Olvidado 

R. — Es perfectamente exacto: la República, hasta 
ahora, para ciertas obras, sólo ha estado representada por 
la capital, el resto del país. . . una colonia encargada de 
sostener al todo, 

F. — Es verdad que desde el punto de vista productor, 
no está mucho más atendido el habitante de la ciudad. 
Parece que todo se hubiese considerado por el estadista 
menos al productor, con ser elemento angular, el que 
fundamenta la economía nacional. Pero en lo que toca 
a las formas de producción rural, las deficiencias son 
verdaderamente deplorables Así, la alfarería, por ejemplo, 
era una industria precolombiana en estas tierras, y hoy, 
en toda nuestra campaña no se hace, que yo sepa, una 
olla, o un cántaro. Son precisamente las industrias pri- 
marias y las más útiles, las que deberían practicarse ante 
todo para preparar los desarrollos evolucionales. Es por 
esto que hay que empezar, donde nada hay. Inspirar la 
diligencia, el orden, la economía, la higiene, el deseo de 
vivir de la mejor manera posible, sería un paso ya muy 
estimable en la vía del progreso nacional, y esto es lo 
que lógicamente debe hacerse para cimentar con solidez 



{160} 



EDUCACION Y ARTE 



nuestros progresos. Yo comprendo las impaciencias; pero 
no son ellas las que nos acercan más a la finalidad. Al 
revés, muy a menudo nos retardan, cuando no nos 
desvían ... Es que nunca basta por sí solo, el buen deseo. 



Optimismo del doctor Figari 

R. • — Sobre todo, nosotros debemos empezar por reco- 
nocer que todo lo que existe se debe a las iniciativas y 
capitales privados, que han luchado con dificultades mil 
y, sin embargo, han hecho obra meritoria. ¿Cómo no se 
haría otra "patria" con esa protección real, práctica, 
continuada . . . ? 

F. — Hay que despertar el ambiente campero a la 
acción, al trabajo remunerador, dignificador; y cuando se 
vea que comienzan a transformarse las viviendas, con el 
empeño de hacer grata la vida; cuando se vean rodeadas 
de jardines y huertas, esas moradas hoy huérfanas, y las 
familias diligentes, congregadas en el trabajo; cuando se 
vea a los vecinos reunidos, con el fin de procurarse un 
motor, un molino de agua, un torno, un telar o cualquier 
otra cosa que implique un propósito de producción coope- 
rativa, más reditivo y superior; cuando se celebren ferias, 
concursos y festejos, ya sea en las ciudades o en plena 
campaña, donde los expresos baratos permitan acudir 
a aprovisionarse de aves, hortalizas, flores, dulces, con- 
servas, etc., etc , todo lo que hasta puede concurrir al 
abaratamiento de la vida urbana, cuando la capital, que 
tiene mayores facilidades para asimilar progresos, se esmere 
en irradiarlos por todo el país, en vez de congestionarse; 
cuando todos, por igual, se sientan apoyados por la acción 
oficial, irán prestando su concurso a la obra redentora 
de que le hablo, puesto que nadie permanece insensible 
a los halagos de un progreso cuyos beneficios pueden 
palparse, y el país se transformará cada vez más intensa- 
mente, como por encanto. . . 

[161] 



i* 



PEDRO FIGARI 



Un Problema Grave y Complejo 

R. — Me complace mucho encontrar optimistas ... ¿De 
modo que esto, que para tantos parece ser un sueno, es 
para usted un ideal realizable? 

F. — Así lo creo firmemente, por mi parte. 

R. — ... Y, ¿los caminos? 

F. — Ese es un "punto negro" nacional, y lo es para 
casi todos estos nuevos países de Sud América, Es la gran 
obsesión, la pesadilla de los que conocen la campaña . . . 
pero, no es éste un problema que pueda ser resuelto por 
una sola medida, sino por una serie de concursos tenaces, 
oficiales y privados, que lo vayan desbastando hasta llevarlo 
a buen término. Desde luego hav que crear el "órgano de 
conservación", que vigila y cuida solícitamente, porque 
eso de pensar en una solución radical, eso sí que es sueño 
irrealizable. Puedo asegurarle que también a mí me inte- 
resa este rompe-cabezas, así como advertirá que el plan 
de que hemos hablado, por su parte, conduce, aunque en 
forma indirecta, con bastante eficacia a aquella solución. 
Algo se ha hecho ya, pero es mucho más lo que falta 
hacer; yo sigo pensando. . . y permítame que, por hoy, 
pongamos punto final sobre este tema, para conversar 
de cualquier otra cosa. . . * 



* A continuación incluía Fígari el memorándum Culturs prActic* 
industrial, cuya transcripción se omite aquí por figurar en otro sitio de 
este volumen, con el mismo título. 



EDUCACION INTEGRAL * 



I. — antecedente: el INTERES individual se 

IDENTIFICA CON EL DE LA SOCIEDAD Y LA ESPECIE: 
ESTE ES EL CRITERIO MORAL, Y EL JURÍDICO 
CONSIGUIENTEMENTE 

El hombre, como la planta, requiere un ambiente 
favorable para prosperar. Si se asocia es, justamente, 
para obtener las ventajas de la mancomunÍ2atión 
del esfuerzo, que multiplica los resultados; pero, así 
como este propósito socializador forma aquel ambiente 
auspicioso, que aprovecha a la sociedad y al asociado, 
toda transgresión individual tiende a disolverlo, 
porque atenta al interés común, y, por lo propio, 
disocia. 28 Esta es la guía orgánica de los hombres 



• En las pígmas que siguen se reproduce textualmente el trabajo 
fechado en 1918 y publicado en opúsculo en 1919» por Figari j ta 
hijo Juan Carlos, con el título de "Enseñanza industrial" que transcri- 
bimos. "La escuela publica debe cultivar la industries id ad del educando 
para cimentar su capacidad productora' su eficiencia. — Enseñanza Indus- 
trial: Informe presentado sobre este terna oficial por Pedro Figart, abo- 
gado, y J C Figari Castro, arquitecto, al 2* Congreso del Niño, 
celebrado en Montevideo. — Indice. I Antecedente. El ínteres indi- 
vidual se identifica con el de la sociedad y la especie éste es el criterio 
moral, y el jurídico consiguientemente. II Vivir es adaptarse: adaptarse 
es mejorar. III La adaptación presupone esfuerzo: trabajo. IV. Educar 
es favorecer el esfuerzo orgánico de adaptación. V La obra educacional 
implica conciencia, esencialmente. VI. Conclusiones. Montevideo, 29 de 
agosto de 1918 — Montevideo. Imprenta de Dornaleche Hermanos. 
Calle Cerro Largo, 783 y 785- 1919". 

Se le antepone aquí el título Educación inttgrd, conforme a la 
modificación hecha más tarde por el propio Figari en menciones 
bibliográficas. 

28 Nos referimos lo mismo a los intereses morales que a los 
materiales. 



[163] 



PEDRO FIGARI 



y los pueblos en la evolución, y por eso es que los 
actos encaminados en el sentido de esta ley bioló- 
gica perduran, en tanto que los demás no prestan 
más concurso que el aleccionamiento del fracaso. 

El proceso constructivo de la evolución natural no 
puede asentar sobre absurdos, y absurdo sería el que 
pudiese prosperar una sociedad donde los asociados 
no se interesan más que en sí mismos, sin consultar 
el interés social. Este contrasentido, tan frecuente, sin 
embargo, explica los reveses de la vida humana y la 
propia anomalía de que las civilizaciones tengan su 
ocaso, que parece fatal, así como el que todavía hoy 
las naciones se ofrezcan como núcleos organizados 
dominantes sobre multitudes inorgánicas hacinadas, 
de verdaderos esclavos, puede decirse, sea cual sea el 
disfraz con que se atempere tamaño anacronismo. 
Así es que tan a menudo entrechocan los intereses 
y semejan antagónicos, lo cual es la comprobación 
misma del absurdo 

Asociarse no es juntarse tan sólo: es disponerse 
lealmente a considerar identificado el interés indi- 
vidual al de la comunidad: regla que rige todas las 
formas orgánicas, tanto más cuanto más orgánicas 
sean. 2T Puesto que no basta la voluntad, sino que es 
preciso poseer también el grado de cultura requerido 
para la vida superior de asociación solidaria, hay 
que educar. 

Sólo por ignorancia fracasan las instituciones 



En el propio arden internacional rij»e esta ley. La palabra del 
?ran americano Wilson, que, como arbitro mundial, desde la cima 
proclama estas ideas frente al conflicto máximo de la historia humana, 
como la expresión del alma de un pueblo eminentemente fuerte j hábil, 
es un pjso decisivo abierto entre las malezas de la mentalidad tradicional, 
llena de prejuicios ancestrales que impiden ver estas realidades evidentes, 
estas verdades axiomáticas. 



[164] 



EDUCACION Y ARTE 



humanas, pero, como los efectos del error se palpan 
lo mismo, sean o no voluntarios, debemos esmerarnos 
en preparar a las nuevas generaciones de modo que 
cooperen eficazmente en la obra social, y así, al norma- 
lizar y elevar el nivel colectivo, si no se extirpan, 
se reducirán, por lo menos, las miserias, crueldades 
y sacudidas que entenebrecen la existencia y que hasta 
malogran el bienestar de los afortunados. 

Si no comprendemos la sabiduría que informa la 
acción de la naturaleza, es porque no se nos ha 
enseñado a observarla. En ella puede verse clara- 
mente que la asociación implica aporte, no sólo 
usufructo gratuito o disfrute parasitario; y puede 
verse también que hasta que las unidades específicas 
no forman conciencia acerca de que la vida colectiva 
requiere probidad, lo que supone necesariamente 
buena fe, no hay prosperidad ni hay perduración 
siquiera. Sin dicho elemento regulador, la vida es 
accidentada; la paz, aparente. Según la equidad natu- 
ral, cuando hay error o detrimento hay sanción, y 
a medida que se perfecciona el ordenamiento colec- 
tivo, es más celosa y más severa esta función de la 
justicia orgánica. El hombre es quien, halagado por 
los mirajes egocéntricos ancestrales que le erigen en 
ser de excepción, ha creído poder emanciparse de la 
ley natural y de la propia naturaleza, y es así que, 
a pesar de su inteligencia tan imaginativa, se ha 
procurado una situación precaria en la vida real, y 
a menudo infeliz, aunque crea otra cosa, aturdido 
por los ruidos y las complicaciones que ha juntado 
sobre sí mismo. 

Por una falsa comprensión de la realidad, nos 
hemos habituado a mirarla como espectadores, ajenos 
a ella. Obligados a dividir y clasificar, para com- 



[165] 



PEDRO FIGARI 



prender, nos hemos acostumbrado a considerar lo 
real al través de la retícula de nuestras clasificaciones, 
lo que desvirtúa a nuestros ojos la continuidad de 
los fenómenos naturales, que es su característica 
esencial. Es así que, a fuerza de considerarla errónea- 
mente, hemos olvidado que nuestro artificio no tiene 
objetividad alguna, como no sean los efectos mínimos 
de nuestra incomprensión frente a la inmensidad 
infinita de las formas y transformaciones del universo. 

Fijemos claramente este concepto de la natura- 
leza: la vida es siempre integral. Todo coexiste, y 
todos, en todo instante, convivimos con el todo, cada 
cual según su estructura. Cada forma orgánica, cada 
especie, cada ser, actúan a su manera y a su favor, 
ya sea que se presenten favorables o adversos para 
nosotros, primando en esa brega global, perpetua, 
los arbitrios más eficaces, y primando, consiguiente- 
mente, dicha realidad sobre nuestros subjetivismos y 
artificios efímeros. Se diría que la realidad es un 
certamen de eficiencia; lo que nos induce a pensar 
que la mejor conducta a seguir es el ordenamiento 
de nuestras actividades de la manera más hábil 
posible, para obtener el mayor número de ventajas 
a favor nuestro, en medio de la soberana indiferencia 
que por nuestra suerte manifiesta la naturaleza. Para 
este fin es que vivimos asociados: lo que demanda 
participación en el esfuerzo, y distribución de los 
beneficios, con arreglo a la equidad natural. 

Este criterio substancial rige el conjunto, lo propio 
que cada región, cada país, cada ser y cada célula, 
y nos índica la conveniencia de educar para la vida 
solidaria, en la inteligencia de que esta orientación 
es la más provechosa y trascendente para los destinos 
humanos. 



[1661 



EDUCACION Y ARTE 



II. — VIVIR ES ADAPTARSE: ADAPTARSE ES MEJORAR 

Todo organismo tiende naturalmente a adaptarse. 
Esto puede verse a cada instante, y tanto más claro 
a medida que sean más típicas las formas de 
organización. 

Todo nuestro ser, nuestros órganos y nuestros 
tejidos están empeñados en esa obra universal, y, 
según sea el resultado de dicho esfuerzo, prosperamos 
o declinamos. Lo que se encamina certeramente a satis- 
facer aquel propósito orgánico, biológico, esencial, es 
lo que va articulando los procesos constructivos, y, 
como orgánicos, progresivos, tan fecundos; lo que se 
desvía, no aprovecha ni perdura, porque no es eficaz. 
Por eso es trascendente la orientación a seguir; porque 
un error es pérdida de energías donde las energías son 
siempre insuficientes para colmar la aspiración vital. 

Si dicho esfuerzo de adaptación es la ley inelu- 
dible del organismo, la obra educativa, que es emi- 
nente obra social, no puede ser otra que la de faci- 
litar su cumplimiento, puesto que, de no ser así, fra- 
casa indefectiblemente. 

Vemos en la naturaleza que el esfuerzo asiduo 
realizado en favor de la prole, va siempre, invaria- 
blemente, dirigido a habilitarla para esa lucha perenne 
de adaptación, y vemos también que para llevar 
a buen término esta empresa, frente a los escollos 
y las dificultades, se acude a veces a arbitrios verda- 
deramente admirables. Se advierte tal empeñosídad en 
esa tarea; el agente se amafia de tal modo para 
llevar a término este cometido que conduce a la 
perduración y al triunfo, que por su sabiduría, su 
tenacidad e ingenio, a menudo los arbitrios asombran 



[167] 



PEDRO FIGARI 



al observador. Y dicha industriosidad — única palanca 
eficaz en medio de las tortuosidades y de la variedad 
infinita de obstáculos que ofrece la brega total de 
los elementos — es de tal modo orgánica, que se 
manifiesta como ingénita desde los primeros gestos 
de la cría. 

Al observar al niño, también notamos que pone 
espontáneamente su industria a contribución, como 
elemento preferente de aplicación de sus energías: 
trabaja; y apenas cesa este propósito orgánico, sus 
energías pletóricas desbordan las múltiples formas 
del juego y del retozo. Esa predisposición estructural, 
congénere de la que se observa en toda la naturaleza, 
hay que cultivarla, pues, como fuerza insustituible, 
tanto individual como socíalmente, para los destinos 
del hombre. 

Tomar al nifio, inmovilizarlo en el banco de la 
escuela, comprimiendo sus bríos ejecutivos para 
encauzarlo por entero hacia la escuálida especulación 
mental, abstracta, que, si puede llegar a comprender 
más o menos penosamente, no le interesa, es contra- 
hacerlo, y, por lo mismo, desadaptarlo, suprimiéndole 
o rebajándole su modalidad orgánica más fructuosa: 
la productividad. Este tratamiento, que excluye la 
acción, al polarizar toda la mentalidad dentro del 
campo subjetivo, durante el período escolar, consti- 
tuye una verdadera mutilación de la individualidad, 
de graves consecuencias sociales, por cuanto, si al 
ejercitar el niño simultáneamente las facultades y 
aptitudes se equilibra y se amplía, al ejercitar sólo 
algunas, se unilateraliza, y queda así restringido su 
campo de actividad. Si acaso el egresado, por la cos- 
tumbre, no se hubiese despreocupado enteramente de 
todo ejercicio integral, dicho desperfecto queda irreme- 



[168] 



EDUCACION Y ARTE 



diado en nuestro ambiente, donde no hay culturas 
productoras que puedan reintegrarlo y reformarlo 
con eficacia. 

Es que tampoco puede decirse que el período 
escolar sea un simple compás de espera, porque 
fundamentalmente es la edad en que el individuo 
plasma sus formas, y cuando más fácil es que una 
facultad no ejercitada se atrofie, quedando sustituida 
por un hábito. Entre nosotros, donde no hay suges- 
tiones ptoductoras, dicho hábito es la especulación 
mental, que hace desdeñar el trabajo y amuralla en 
el expediente vegetativo, cuando no en el devaneo, 
en el sueño embriagante, tan efímero e infecundo. 
Queda así el escolar, por lo común, definitivamente 
deformado, inútil, desadaptado, en vez de educado, 
eficaz y apto. 

Esto obliga al egresado a un trabajo de readap- 
tación a la realidad, que, si es superable a fuerza de 
voluntad, resulta dificultado y hasta penoso a causa 
de las propias disciplinas escolares. Para interesar al 
alumno en este régimen de unilateralización mental, 
de pura afectación intelectiva, se ha debido hacer 
incapié en la vanidad, puesto que ningún otro estí- 
mulo puede emerger en ese plano tan abstracto. 
Sólo un régimen de educación integral puede ofrecer 
otros estímulos. Al aplicar entonces las energías 
estructurales del alumno a sus fines naturales, son 
los resultados tangibles del trabajo mismo los que 
sirven de aguijón, y, al despertar el anhelo de la 
independencia económica obtenida por esfuerzo 
propio, se consigue el sumo bien individual y social, 
sin infligir la tortura máxima de la deformación. 
Si se concibe como excepción que pueda optarse por 
una enseñanza puramente abstracta, no se concibe 



[169] 



PEDRO FIGARI 



que dicha enseñanza la vierta el Estado ordinaria- 
mente para llenar su función social. 

Si hemos de enseñar, comencemos por cumplir la 
ley medular de adaptación. La enseñanza alcanzará 
su mejor auge al secundar este anhelo orgánico, en 
vez de sustraer el educando al medio, a título de 
preparación, régimen que por su artificiosidad tiende 
al automatismo, que es regresión. Para que la escuela 
responda a su finalidad racional, debe considerársela, 
no como un paréntesis en la vida, sino como la vida 
misma conducida de un modo ideal, a fin de que 
sirva de ejemplo y de estímulo. Sólo así obrará 
eficazmente en el proceso orgánico natural de mejora- 
miento de la condición del hombre como unidad social. 

Si vivir es adaptarse, si adaptarse es evolucionar, 
educar es enseñar a vivir, en la acepción más amplia 
del vocablo, puesto que, al encaminar de un modo 
más consciente y directo las energías a su fin natural, 
se logra el resultado máximo que es dado esperar: 
el mejoramiento del hombre, el de la sociedad y el 
de la especie. 



III. — LA ADAPTACION PRESUPONE ESFUERZO: 
TRABAJO 

Naturalmente, todo organismo tiende a adaptarse 
para mejorar de condición. Esto implica esfuerzo, 
trabajo. Para secundar esta modalidad congénita, debe 
enseñarse a trabajar. 

Si es ésta la ley a cumplir en todas partes, en estos 
países es más obligado hacerlo, por cuanto no hay 
antecedentes de cultura productora, y todo razona- 



H70] 



EDUCACION Y ARTE 



miento sano y serio aconseja que nos consagremos 
al trabajo productor. 

En estos países ubérrimos, no obstante, la escuela 
prepara para una vida irreal, en vez de adiestrar 
para la multiplicidad de las realizaciones constructivas, 
que conducen al florecimiento integral. Lo que debía 
ser materia de más esmerado cultivo: el ingenio, el 
ingenio práctico, es precisamente lo que más excluido 
queda de todo programa educacional; por manera que 
al descartar las energías productivas congénitas del 
alumno, se le inutiliza y se atenta al interés de la 
comunidad, dado que una preparación que no fomenta 
la productividad, fomenta el parasitismo. 

El ingenio no es una facultad especial del indi- 
viduo: es la individualidad misma empeñada en un 
propósito realizador. Y bien: en nuestro régimen 
educacional, esta preciosa modalidad queda por com- 
pleto relegada, inerte. 

Omitir la productividad en la obra social de la 
enseñanza, es como omitir la nutrición de un orga- 
nismo. Dejar de mano este elemento, el más remune- 
rador, el que mejor tiende a conocer, evaluar y apro- 
vechar nuestras riquezas y aumentarlas, lo propio que 
los demás recursos ambientes; no disciplinar esa apti- 
tud complexiva, proteíforme, la única capaz de hallar 
los mejores senderos de utilización de la actividad 
y de allanar los obstáculos de la empresa productora; 
descuidar esta modalidad superior e irremplazable, la 
que, a la vez que engendra los optimismos más salu- 
dables, alimenta el espíritu ejecutivo y, por lo mismo, 
efectivo, reditivo, prolífico, si no es decapitar el ense- 
ñamiento, es castrarlo, por lo menos, puesto que se 
le priva de toda fecundidad vigorosa. Es cuanto puede 
hacer la imprevisión. 



{171] 



PEDRO FIGARI 



Para educar, no basta dar nociones teóricas, por 
completas que sean, puesto que dejan al alumno per- 
plejo ante cualquier dificultad, e impotente para obrar. 
Un espejismo corriente nos hace creer que la noción 
teórica es un conocimiento cabal, cuando no es más 
que una imagen expuesta a desvanecerse sin aplicación 
práctica. Lo que se aprende experimentalmente, eso sí, 
es noción indeleble en nuestra individualidad, dis- 
puesta a todas las adecuaciones prácticas. Es distinto 
tener noticia de un fenómeno o de una ley, y haberlos 
observado o comprobado directamente. Por eso la 
escuela, para ser de efectos positivos y trascendentes, 
debe ofrecerse como un laboratorio en plena actividad, 
que permita las gimnasias prácticas de exteriorización. 

Para educar es preciso, no sólo idear, sino ejecutar. 
Es esto lo que induce y prepara a la acción fructuosa. 
Se opera entonces un movimiento progresivo de fecun- 
dación y refecundación: más se idea, más y mejor se 
trabaja; más se trabaja, más y mejor se idea. Este, 
proceso, que concuerda con las exigencias orgánicas, 
puede dar los frutos superiores de la cultura integral 
de un pueblo, mientras que aquellas disciplinas sub- 
jetivas subvierten el fin social de la enseñanza, for- 
mando ineptos, en vez de personas competentes para el 
trabajo productor, que es la gran palanca evolucional. 

Ni los propios bienes morales quedan en salvo 
en aquel régimen; al contrario, son los que más se 
comprometen, porque no hay valor moral que quede 
suficientemente garantido frente a los desfalleci- 
mientos inherentes a una pasividad forzosa, o contra 
los quebrantos de la miseria, que son la ley de la 
incapacidad. Además, si el propio trabajo, así como 
el juego, socíabilizan, la abstracción predispone al 



[172] 



EDUCACION Y ARTE 



ensimismamiento y a todas las variedades de la 
misantropía. 

En un régimen puramente teórico, se forman 
"instruidos" 28 y envanecidos, los que, inermes para 
la lucha plena, tienen que someterse a todas las 
humillaciones para valer de algún modo, aunque sea 
aparente, mientras que en un régimen racional se 
forman hombres aptos, independientes, animosos a la 
vez que ponderados, capaces de producir con provecho 
propio y social. Es de éstos únicamente que debe 
esperarse el florecimiento democrático superior. 

Nada educa y moraliza tanto como el trabajo. Es 
esto lo que puede realmente disciplinar la vida sodal, 
porque presupone orden y parsimonia, previsión y 
perseverancia, que son los sustentáculos de la pro- 
bidad. Esta fuerza es el único cemento moral bas- 
tante a fundar una democracia franca, floreciente, 
venturosa. En el campo de las elucubraciones — tan 
frecuentemente campo de inanidad — es donde retoñan 
Jos torpes arbitrios ancestrales, las formas de explo- 
tación social y la expoliación como base de enri- 
quecimiento, fuera de las supersticiones, fobias y 
demás patrañas en que confiaron su suerte las épocas 
pretéritas. Es el palenque de la regresividad donde 
se embotan las energías más constructivas y fecundas, 
el mismo que al anular este factor evolucional por el 
fomento de la especulación a destajo, lleva al reino 
estéril de las chicharras. 

Hay que cuidarse en estos países de la ineptitud 
productora, porque si la adaptación, como proceso 

41 Se llama generalmente en Sud-América "persona instruida" a la 
que puede hablar sobre cualquier asunto, aunque sea incapaz de realizar 
trabajo práctico alguno, y aun de distinguir prácticamente lo bueno 
de lo nulo, a causa de no haber intervenido ni experimentado las 
formas de producción. 



C 1731 



PEDRO FIGARI 



natural evolutivo, demanda esfuerzo, trabajo, los países 
menos evolucionados son los que más tienen que 
empeñarse en trabajar, y, por lo mismo, en enseñar 
a trabajar. 

IV. — EDUCAR ES FAVORECER EL ESFUERZO 
ORGANICO DE ADAPTACION 

La vida es puro aprendizaje. En su insaciable anhelo 
de mejoramiento, el hombre y las colectividades 
humanas procuran reducir todo lo que obstaculiza 
ese propósito íntimo del organismo, y fomentan todo 
lo que puede facilitarlo. Es absurdo pensar que la 
escuela no deba secundar muy particularmente dicho 
proceso natural, tan medular; al contrario, es ella 
la que más tiene que empeñarse en conducir a buen 
término dicho esfuerzo. Su misión es, precisamente, 
la de orientarlo por la vía más directa de conse- 
cución, y ordenarlo, para acentuar su eficacia. 

Sentado esto, y dado que la tutela escolar es tem- 
poral, la escuela debe preparar al alumno de modo 
que al egresar pueda guiar útilmente sus actividades, 
con aptitudes productivas que lo habiliten, como 
mínimum, para bastarse a sí mismo. Todo esto es 
esencial. 

Cualquiera que sea el grado de preparación esco- 
lar, supone dos elementos indispensables: l 9 ) for- 
mación de una conciencia-guía; 2 o ) aptitudes para 
esgrimir prácticamente el ingenio Por muy elemen- 
tales que sean estos rudimentos escolares, si la edu- 
cación ha de servir como un factor efectivo, 
individual y social, nc ha de omitir ni la formación 



(1741 



EDUCACION Y ARTE 



de un criterio básico central, el que necesariamente 
ha de comprender el campo productor, ni puede 
omitir la habilidad ejecutiva, práctica, puesto que 
dejaría al egresado incapaz de vivir útilmente en 
sociedad. 29 

La propia instrucción industrial no debe iniciarse 
(y mucho menos en estos países) por el conoci- 
miento de la manipulación de las industrias usuales, 
sino desarrollando la industriosidad del alumno, lo 
que, al preparar su conciencia productora, lo habilita 
para intervenir con criterio en esas mismas industrias, 
y lo dispone así a las iniciativas. De este modo puede 
obtenerse el artesano competente para arbitrar en 
cualquier emergencia, mientras que del otro se pro- 
duce el operario autómata, destinado a las mil formas 
de esclavización que inspira el afán de lucro de los 
empresarios, y esto no puede ser un anhelo social. 

Se dice a menudo que el saber no ocupa lugar. 
Esto es cierto; pero, pudiendo sustituirse un conoci- 
miento extemporáneo o inaplicable por otro más 
oportuno y provechoso, conviene metodizar la ense- 
ñanza de modo que ésta tenga la mayor efectividad 
posible. Lo primero facilita la obra del maestro, y 
hasta su comodidad; lo último consulta los fines más 
esenciales de la educación. 

Enseñar a trabajar no es enseñar puros recursos 
técnicos. De igual modo que enseñar cirugía no es 



** Ha Sud- América tiene más importancia la lucha contra el "ama- 
nutlumo" que contra el propio analfabetismo. Es un error suponer que 
este problema tenga igual significación en estos países que en los del 
Viejo Mundo. Entre nosotros es un elemento mis infecundo y peligroso 
el amanual que el analfabeto, puesto que el que sabe trabajar, aunque 
no sepa leer ni escribir, puede prosperar, mientras que al que no sabe 
producir, de nada o muy poco le valdrá la instrucción mínima, que 
puede adquirir, en la campaña muy principalmente, y se halla «sí 
imposibilitado de ordenar su actmdad y sus medios dé existencia. 



[175] 



PEDRO FIGARI 



enseñar a cortar, sino ante todo a saber por qué y 
para qué se corta, el trabajo productor requiere saber 
por qué y para qué se produce. La enseñanza presu- 
pone la formación de un criterio regulador, social- 
productor, a la vez que habilidad manual ejecutiva. 
Enseñar a producir es guiar el esfuerzo productor 
de modo que vaya lo más directa y eficazmente a dar 
satisfacción a la necesidad o aspiración orgánica 
que lo determina. 

El ideal sobre este punto es conducir las energías 
por la línea individual mas espontánea, a fin de que 
el niño obtenga el mayor número y la mejor calidad 
de recursos, esto es, en la vía vocacional, que es la 
única que le permite obtener el máximum de su 
productividad. Si la simple preparación técnica, teó- 
rica o manual, se ambiciona por los grandes indus- 
triales que aprovechan de los egresados tanto mejor 
cuanto más numerosos sean, esto no consulta ningún 
interés superior. Preparar simples accesorios de usina, 
que no tienen perspectivas de emancipación posibles, 
es crear los obstáculos que deploran las viejas socie- 
dades, los mismos que tan sabiamente han evitado 
los Estados de Norte América. 

SÍ algo hay que eludir en la tarea educacional, 
es el peligro de la explotación del hombre por el 
hombre: mácula y rémora que deslucen y obstacu- 
lizan la plena vida social y la prosperidad colectiva, 
privando al ambiente de lo mejor que puede ofrecer: 
la probidad y la equidad, que distribuyen los bene- 
ficios y enardecen para la empresa, haciendo que el 
trabajo no sea una penalidad, sino un esfuerzo orgá- 
nico, saludable por lo mismo. 

Los técnicos, ya sean teóricos o manuales, por 
hábiles que sean, requieren, como la máquina, que 



[176] 



EDUCACION Y ARTE 



alguien dé impulso y dirección a su trabajo. Ellos 
sólo están preparados para trabajar por cuenta de 
otros, y en estos países, si esto no fuese desacertado 
en sí, ofrece el inconveniente de no contarse con 
quien pueda asumir la dirección, por cuanto esto 
exige concursos colectivos y no hay tradiciones 
propias ni ambiente productor. La pura preparación 
técnica nos relegaría, pues, a la condición paupérrima 
de imitadores, quizá definitivamente, lo cual, además 
de ser ineficaz — por cuanto cada región, cada pueblo 
y cada oportunidad presentan problemas distintos que 
deben ser resueltos dentro de una estricta adecuación 
racional pata darles buena solución — , es también 
risible, por cuanto mueve a risa el ver los automa- 
tismos por debajo de una afectación de conciencia. 
Es ver el hilo del títere. 30 

Por haberse descuidado tanto las culturas prácticas, 
es que siendo tan fácil prosperar mediante la explo- 
tación de las riquezas naturales, se sienten también 
en Sud América, con cierto carácter endémico, las 
insinuaciones del ideal parasitario y hasta algo del 
llamado cáncer del proletariado intelectual, verda- 



K Asi, por ejemplo, al propio tiempo que se proclama que el 
dibujo es un lenguaje, por cuanto es la expresión gráfica de un estado 
subjetivo» se enseña a copiar, ordinariamente, a copiar yesos todavía, de 
un modo servil, lo que excluye por completo la antedicha concepción 
del dibujo, y cuando se va mas alia, se copia a la naturaleza o se la 
"interpreta' ', que es también una forma pasiva de considerarla, y excluye, 
por lo mismo, la emisión del concepto propio Si en vez se euseSara 
a observar libremente, cada cual expresarla su concepto propio, personal, 
que es lo que interesa, y no la incondicional reproducción geométrica 
de lo objetivo, cuando no un simple papagayeo. Si el dibujo, como la 
escritura, se encarase francamente como un medio de expresión, éste 
no sería una habilidad excepcional, sino algo común como el lenguaje. 
Este recurso tan esencial a la cultura productora y tan útil para des- 
arrollar las actividades plásticas en general, y hasta para ordenar por 
la observación la mentalidad, queda de aquel modo desnaturalizado e 
infecundo como adorno inútil Ese falso plan deslíe la individualidad, 
en vez de acentuarla, y nos desvincula cada vez más del ambiente. 

U77] 



u 



PEDRO FIGARI 



deras aberraciones en estos medios. Es que por falta 
de aptitudes productoras, la actividad queda en gran 
parte contraída al expediente vegetativo, a la buro- 
cracia y la política profesional, lo propio que, por 
no ser resultado de un proceso de selección, desborda 
de aspirantes estos campos, y entorpece, en vez de 
facilitar, la vida colectiva. 

Llega a tal extremo nuestra incomprensión en este 
orden de asuntos, vital, sin embargo, que con ser 
todos los pueblos cultos más industriosos que el 
nuestro, en todas partes preocupa más que aquí el 
problema productor. Es cierto que las tentativas 
hechas fueron tímidas, mal encaminadas, lo que ha 
contribuido a desinteresar más y más la atención 
pública de este sector que tan a fondo afecta a nuestra 
economía. 

Lo que se presenta más difícil para dar seria ini- 
ciación a todo trabajo industrializador, es la falta de 
un elemento tan esencial como es el criterio productor, 
es decir, lo único que puede encaminar con seguridad 
los primeros pasos, que son los más arriesgados: he 
ahí el obstáculo. 



V. — LA OBRA EDUCACIONAL IMPLICA 
CONCIENCIA, ESENCIALMENTE 

Frente al problema productor, se nos ofrecen dos 
soluciones fundamentales: imitar a los países indus- 
trializados o industrializarse con criterio propio. Lo 
primero, si no fuese deprimente, debería descartarse 
por ineficaz. Esta solución postergaría indefinida- 
mente nuestra iniciativa cultural, sin lucimiento ni 
provecho, porque aspirar a la cultura propia por 



[178] 



EDUCACION Y ARTE 



medio de la incorporación de progresos ajenos, sería 
lo mismo que aspirar a la originalidad por la copia. 

No queda entonces más camino que el de formar 
una conciencia regional, bien nuestra; y como es 
conciencia, en definitiva, la suma de experiencias 
propias, debemos acometer la obra experimental 
vigorosamente, a fin de plasmar esa fuerza esencial 
de todo progreso efectivo. De este modo es que 
podrá formarse no sólo la conciencia del dirígeme, 
sino la popular, como único medio de perfilar nuestra 
autonomía, nuestra individualidad, nuestro carácter: 
resultado que no puede esperarse de una conciencia 
refleja, libresca, la que comienza por no ser conciencia. 

La industria resume la sabiduría y el carácter de 
un pueblo. Hoy día menos que nunca puede dudarse 
de esto, así como de que la capacidad industrial es 
lo que determina el grado de eficiencia. Y así ha 
sido siempre- Para juzgar las civilizaciones pretéritas, 
hemos debido escudriñar principalmente sus formas 
industriales, puesto que son ellas las que mejor pueden 
suministrarnos una idea precisa acerca de su cultura 
efectiva, así como de su índole, costumbres y apti- 
tudes. Ni se concibe que un pueblo haya dejado de 
poner a contribución su ingenio productor, para dar 
satisfacción a sus necesidades y aspiraciones. Sólo 
aquí, en Sud América, hemos podido creer que basta 
la teoría, en el orden educacional, y que, en el orden 
económico, basta explotar las materias primas para 
su exportación, bien que pretendamos un puesto 
internacional honroso de pueblos modernos, cultos, 
lo cual es un contrasentido. 

Estos países, formados por trasplante de razas 
diversas sobre tierras vírgenes, no pueden requerir 
el mismo tratamiento educacional que las sociedades 



(179} 



PEDRO FIGARI 



homogéneas del Viejo Mundo, las que vienen evolu- 
cionando sobre su propia obra, empotrada en el 
ambiente, y dentro de una trama tradicional identifi- 
cada con las peculiaridades de la raza. En estos países 
nos debatimos en territorios despoblados inmensos, 
incultos, desprovistos a veces, muchas veces, hasta 
de los elementos más indispensables; poblaciones 
rarefactas y desamparadas, las que, por lo común, 
no pueden corresponder a la demanda de las metró- 
polis, arrogantes y voraces, ofuscadas por una acumu- 
lación abigarrada de progresos importados, los que 
nos dan la falsa idea de una cultura propia, frente 
a una realidad que lo desdice. Es así que tan a 
menudo apelamos a los extranjeros para que nos 
hagan palacios y monumentos a la usanza europea, 
para que regenten nuestras escuelas e instalen nuestras 
usinas, y, a poco andar, todo esto nos da la ilusión 
de ser nuestro, cuando no es más que un exotismo 
en el medio; como si endosáramos un uniforme 
académico prestado, para aumentar nuestro volumen 
cultural. 

Está bien que echemos mano de los preciosos 
recursos técnicos acumulados en el mundo para apro- 
vecharlos con criterio, pero es una aberración que 
confiemos al extranjero la dirección de nuestra 
mentalidad y de nuestra actividad productora. Desde 
luego, el extranjero, por hábil y honesto que sea, 
no puede llenar dicho cometido antes de haberse 
empapado de nuestro ambiente, para penetrar la 
psicología de la raza y para conocer las peculiari- 
dades de la región, así como los recursos y aptitudes, 
a fin de encaminar la mentalidad y la actividad en 
un sentido congruente, de modo que, al propio 
tiempo que se tienda a satisfacer las necesidades y 



[180] 



EDUCACION Y ARTE 



aspiraciones estructurales nuestras, no las suyas, pueda 
darse a la producción el carácter que exprese mejor 
dicha idiosincrasia, desde que tal obra es de indivi- 
duali2ación más que nada. 

Para que esta obra pueda sernos honrosa y de 
provecho, debe ser dirigida por nosotros sobre el 
substrátum americano genuinamente regional, y dentro 
de un plan que como sistema óseo, sirva de base al 
ordenamiento cultural. Sería inexcusable librarla 
al azar. 

Si se quiere dar una solución sabia a este magno 
problema, no hay más que un recurso: el trabajo. 
En vez de mariscalear de brazos cribados, debemos 
empuñar el ariete y trabajar hondo. Hay que experi- 
mentar; hay que experimentar mucho y hay que 
observar muy atentamente. Hay que esmerarse, no 
sólo en multiplicar las culturas productoras, sino en 
encaminarlas bien, a fin de imprimirles el sello de 
nuestra individualidad americana, poniendo a contri- 
bución nuestras aptitudes imaginativas y nuestro 
ingenio. Hay que hacer valer nuestra fauna y nues- 
tra flora, tan generosas, y nuestra rica arqueología, 
virgen — lo cual, por sí solo, centuplica su valor — ; 
hay que estudiar las condiciones de nuestras materias 
primas, para darles la aplicación más hábil y más 
provechosa; hay que poner en fermentación todas 
las savias constructivas de la raza, haciendo de modo 
que se conserve lo que de ella está más identificado 
con el ambiente americano; y, así, mediante estas 
disciplinas, entonces, sí, es de esperar que estas razas 
vivaces de Sud América hagan proezas, puesto que 
asimilan admirablemente y tienen gran imaginación. 

Si aspiramos a un puesto de honor, que todos 
deben ambicionar en las lides de la inteligencia y 



[181] 



PEDRO FIGARI 



del trabajo, es menester producir y producir bien. 
Mientras mandemos los huesos y las astas de nues- 
tros vacunos a Europa, para que nos remitan los 
botones con que hemos de abotonarnos y los peines 
con que hemos de ordenar nuestra cabellera, tene- 
mos que ser modestos, muy modestos. Mientras 
creamos que es bastante instruirse teóricamente y 
exhibir las ideas de Hegel, de Taine o de Guyau 
para lucir nuestra conciencia estética, al propio 
tiempo que no distinguimos prácticamente lo vitu- 
perable de lo plausible, no podemos ni debemos 
jactarnos de nuestra cultura, porque, por de pronto, 
no es nuestra. 

Dirigido el esfuerzo colectivamente, puestos a prue- 
ba los expertos, los estudiosos e intelectuales que han 
de comenzar por esgrimir su ingenio y por cimentar 
su conciencia industrial, artística, ni será un escollo 
la actual carencia de culturas prácticas y la falta de ' 
tradiciones productoras, puesto que dicha virginidad 
nos permite aprovechar de las experiencias mundia- 
les previa selección libre, lo cual, junto a nuestro 
cosmopolitismo, puede permitirnos progresos rápidos 
y abundosos. Si las viejas sociedades productoras tie- 
nen que ir rectificando trabajosamente sus rutinas 
tradicionales sobre un fondo de inveteradas costum- 
bres, para ajustarías a las exigencias modernas, nos- 
otros podemos ir derechamente a lo más adecuado, 
sin trabas, como lo han hecho los americanos del 
norte, que asombran al mundo entero justamente en 
estos días extraordinarios, en que se hace tanto alarde 
de industnosidad. 

Pero, para esto, es necesario abordar resueltamente 
la solución del problema cultural productor, tan fuá? 



£182] 



EDUCACION Y ARTE 



damental como trascendente, y dirigirlo con decisión 
por la vía de las experimentaciones propias, exentas 
de pujos simiescos. 

Todos los americanos deben interesarse por igual 
en esta obra de individualización continental, por 
cuanto a todos aprovecha y para todos es igualmente 
cuestión de dignidad. Todos los que tengan algún 
elemento útil deben prestarlo, y deben organizarse 
y solidarizarse para concurrir más resueltamente a 
la empresa de la eficiencia de Sud América. 31 

Si fuera digno vivir definitivamente del usufructo 
de cuanto hacen los demás, sin aporte alguno nues- 
tro, como no sean las materias primas que producen 
con generosa espontaneidad nuestros territorios, deja- 
ría de ser sensato y útil, en esta singular oportunidad 
particularmente. Es de presumir que las naciones 
agotadas por esta guerra monstruosa tengan que 
resarcirse mediante nuestras riquezas naturales, y que, 
al volcar en estos países sus actividades mucho más 
decididas cuanto más conscientes que las nuestras, 
quedemos anulados como individualidades autóctonas, 
si acaso queda por aquí más autoctonismo que el de 
la naturaleza, y quedemos así sometidos al papel de 
simples auxiliares de sus empresas de explotación 
hábil, y en grande escala, que empequeñecería aún 



M No sólo los Estados Unidos de Norte-América, de espíritu exce- 
lentemente ¡onovador, sino en Francia, Italia y en U propia Inglaterra, 
tan consuetudinaria, se han franqueado las costumbres oficiales ordinarias 
para dar cabida a todos los expertos en la empresa de la victoria, y ¡en 
la obra, más constructiva por cieno, ai bien de porvenir, de la recons- 
titución general, que, según se prevé, ha de exigir la pa2 sobrevi mente. 
Es innumerable la sene de problemas que se hallan a estudio. Todo 
el que pueda aportar una idea o un elemento cualquiera, se considera 
obligado a suministrarlo, y nosotros, que todo tenemos que hacer, por 
cuanto nada hemos hecho, i permaneceremos estáticos, sin prever ni 
prerenir las consecuencias fabulosas de esta catástrofe mundial? 



U83] 



PEDRO FIGARI 



más nuestros pusilánimes aleteos, como la locomo- 
tora triunfal apaga el eco lánguido de las décimas 
camperas. No es tiempo ya de vivir confiados en la 
opulencia de nuestros territorios. 

Para prevenir esta absorción de nuestra embrio- 
naria individualidad sudamericana, no hay más que 
plasmar nuestras materias primas con nuestra mente 
y con nuestros pulgares. Sólo así podremos conservar, 
sí es tiempo aún, ese valor máximo de la individua- 
lidad, que es todo, en fin de cuentas, en un orden 
elevado de aspiraciones. 

■as Td 

Y no hay que perder más tiempo. Es preciso empe- 
zar no sólo por la experimentación directa, sino por 
encaminar la instrucción de modo que puedan for- 
marse hombres aptos para experimentar, a su vez, 
en todas las ramas productoras, como medio de com- 
pulsar nuestras aptitudes, recursos y riquezas, así como 
nuestro interés colectivo, y en esa pista de raciona- 
lización de la actividad prolífera, heterogénea, multi- 
forme, es donde podrá operarse ampliamente el 
proceso evolucional sobre la doble base de la voca- 
cionalidad y la selección, que rinden el máximo de 
provecho. 

La propagación de los resultados de estos ensayos, 
y la divulgación de una conciencia productora-guía, 
por ínfimos que sean los comienzos, puede deter- 
minar una eclosión de energías productivas, con 
efectos sorprendentes, por cuanto son de carácter emi- 
nentemente progresivo. Este procedimiento, que se ha 
adoptado con éxito para reconstituir algunas industrias 
caídas en desuso, es de resultados estupendos. 

Por el espejismo de lo grandioso, que sería pura 



[184] 



EDUCACION Y ARTE 



impaciencia, no hay que desdeñar las pequeñas indus- 
trias. La iniciación de éstas bastaría para esperar un 
gran florecimiento, puesto que son las que más pro- 
pagan el bienestar y las que mejor preparan a los 
elementos populares que han de llevar a término esta 
obra eminentemente colectiva, y dentro de las 
pequeñas industrias pueden esperarse también sólidos 
engrandecimientos. 

Si queremos ser eficaces, muy eficaces, debemos 
guiar la mentalidad sobre la vía de la observación 
directa de la naturaleza, que nos sirve de exacto 
diapasón en toda emergencia. Es así, y experimen- 
tando, que podremos formar una conciencia razonada 
y útil, como un instrumento, en vez de esas con- 
ciencias de relumbrón, de vitrina, incapaces de satis- 
facer las verdaderas necesidades y aspiraciones orgá- 
nicas del pueblo la vida natural, como escuela; la 
vida experimental, como gimnasia del espíritu v 
de la acción, pueden llevar también a estos pueblos 
sudamericanos, como a los ilustres conterráneos del 
norte, a todos los triunfos de la eficiencia. 

Desde que un pueblo superior no sólo es instruido, 
sino criterioso; no sólo hábil, sino emprendedor, 
ejecutivo, práctico, debemos trabajar. Sólo por el tra- 
bajo severo podemos conquistar un puesto eminente 
en el concierto internacional. Cada ve2 más la vida 
civilizada exige un fondo pensante, sesudo y ecuánime, 
y un ingenio sagaz y práctico, capaz de aprovechar 
de las ventajas que le ofrece el ambiente. Descuídat 
este axioma pedagógico de proyecciones individuales, 
sociales, humanas, es errar el camino más firme de la 
cultura escolar. 



[185] 



PEDRO FIGARI 



VI. — CONCLUSIONES 

1 9 ) La enseñanza industrial 32 debe ser la base 
de la instrucción pública. 

2 0 ) Debe tratarse de formar una conciencia pro- 
ductora autónoma. 

3 o ) El cuerpo docente común debe irse prepa- 
rando para desempeñar esta función evolutivamente 
y en forma práctica. 

Pedro Figari 
Abogado 

J. C. Figari Castro 
Arquitecto 

Montevideo, 29 de agosto de 1918. 
Calle Misiones 1581. 



32 Según el concepto comeóte, se da al vocablo "industrial" una 
acepción técnica, puramente, mientras que, según nuestro modo de ver, 
significa productividad, aptitudes para esgrimir el ingenio practico, ini- 
ciador, creador, ejecutivo, fecundo y ordenador, lo que presupone una 
instrucción educativa integral. 

[186] 



INDUSTRIALIZACION DE LA AMERICA 
LATINA . AUTONOMIA Y REGIONALISMO 



UNA GRAN INICIATIVA DEL URUGUAY 

Carta, abierta dirigida por el doc- 
tor 'Pedro Figari al Excmo. señor 
Presidente de la República Oriental 
del Uruguay, doctor Baltasar Brum, 
y a los señores miembros del H. 
Consejo Nacional de Administración 
que integran él Poder Ejecutivo: 
doctor Feliciano Viera, Presidente; 
doctor Rtcardo J. Areco; doctor 
Domingo Arena; doctor Carlos A. 
Berro; don Pedro Cosió; doctor 
Martín C. Martínez; don Santiago 
Rifas; doctor Francisco Soca; doctor 
Alfredo Vásquez Acevedo, Vocales* 

Distinguido compatriota: 

La paz que se quiere erigir sobre los duros alec- 
cionamientos de la guerra enorme y sangrienta que 
está a punto de terminar, indica a la América Latina, 
más que la conveniencia, la necesidad de industriali- 
zarse. Lo que antes se aconsejaba como acto de pre- 
visión juiciosa, es hoy un mandato imperativo que 



• Eau car» abierta se publicó en hoja suelta en 1919. 



[187] 



PEDRO FIGARI 



formulan los acontecimientos con toda precisión. Si 
pudo haber alguna duda acerca de que tal necesidad 
era perentoria también para nosotros, como lo ha 
sido siempre para toda agrupación humana, y tanto 
más cuanto más ésta pretenda marchar en el plano 
de los progresos que realizan los pueblos afanosos de 
adelanto, dicha duda se disipa al ver cómo se esmeran 
las propias naciones combatientes, las más aptas 
incluso, para reformar y ampliar sus métodos de 
producción industrial y de cualquier otro género, si 
bien más eminentemente industrial que nada, seguros 
de que la paz traerá consigo una vida de trabajo, de 
trabajo intenso, de viva emulación productora en 
todos los terrenos de la acción constructiva, y de 
concurrencia empeñosa. 

De tal modo es impostergable esta obra, la más 
fundamental que en la hora presente plantean los 
acontecimientos a los pueblos de la América del Sud 
(cuyo atraso en esta materia resalta al compararlos 
con los del Norte); es de tal modo inaplazable, 
digo, que podría ser sintetizada con el dilema 
siguiente: "O nos industrializamos, o nos industria- 
lizan". Se ha puesto ya tan manifiestamente la mira 
de la iniciativa extranjera sobre nosotros, sobre nues- 
tras riquezas regionales, mejor dicho, que nadie hace 
misterio de que son estas comarcas las que han de 
reponerlos principalmente de sus quebrantos. Se 
exhorta a los técnicos y estudiosos a examinar los 
problemas que demanda la explotación de nuestros 
filones y veneros preciosos; se forman comités para 
explorar estos territorios opulentos librados a nuestra 
desidia — los mismos que conocen ya mejor que 
nosotros, tal vez, en lo que atañe a riquezas mate- 
ríales, por lo menos — y como esta conquista, por 



1188] 



EDUCACION Y ARTE 



su propia índole, no puede ser resistida eficazmente 
más que por el recurso de nuestra suficiencia, por 
nuestra idoneidad, y hasta estólido sería resistirla por 
otros arbitrios, aunque fuese posible, tendremos que 
bajar la cerviz como inferiores, ineptos para la 
empresa de nuestro desenvolvimiento integral y de 
nuestro propio enriquecimiento a obtenerse con los 
caudales acumulados en nuestra propia casa, diríase. 
Si no tomamos disposiciones inmediatas no podremos 
asumir iniciativas, y, quizá, ni siquiera colaborar 
directivamente, tocándonos el subalterno papel de 
manuales o amanuenses en esa empresa que debiera 
ser particularmente nuestra, para poner en alto 
nuestra dignidad por lo menos. Fácilmente se com- 
prenderá que en nuestro incondicionalismo desampa- 
rado ante tal cúmulo de concupiscencias, no hay que 
esperar honor ni provecho. 

Habiendo, como hay, calidades tan estimables en 
la complexión étnica de estos pueblos, y de tan fácil 
cultivo; habiendo, además, como hay, muchos estu- 
diosos, no sólo competentes, sino eximios; dejarlos 
dispersos en la hora de las emancipaciones a lograrse 
por el estudio y el trabajo, inhabilitados para sumar 
y hasta para compulsar sus fuerzas, es abandonar 
dicha obra a las presiones exteriores, las que no con- 
sultarán nada más ni mejor que su propio interés, 
y es dejarla exenta de todo sello propio, de toda 
individualidad regional: colmo de incuria y colmo 
de imprevisión. 

Si no pudiésemos hacer obra propia, así mismo, 
deberíamos tentarlo, hasta por decoro, si somos 
pueblos y no colonias inorgánicas libradas al azar. 
Nuestra pasividad frente a esta gran sacudida que 
lo transformará todo, haría pensar: o bien que no 



[189) 



PEDRO FIGARI 



sabemos evaluar las circunstancias; o bien que nada 
nos importan nuestros destinos como sudamericanos. 
Es una defección, que iría contra el sentimiento 
forjado en la racionalísima convicción que inspira 
el panamericanismo, que se yergue como un alto 
anhelo, al extremo de que lo privaría de sentido, 
del más hondo sentido que pueda alimentarle: el 
culto de la individualidad americana. Si se trata de 
nuestra industrialización, nada menos que de arbitrar 
el empleo de nuestras aptitudes y recursos, se com- 
prende que ella debe ser todo lo nuestra que sea 
posible, no sólo para ser más eficaz, sino también 
para ser más digna. 

Propongo, pues, que este país asuma la iniciativa 
de tan bella empresa continental, invitando a todos 
los pueblos hermanos de la región a organizarse con 
el propósito indicado, y adoptando todas las medidas 
que fueren requeridas para llevarla a buen término. 

Todos los elementos de juicio acumulados por 
nuestros conterráneos y por nosotros; todas las 
investigaciones y observaciones realizadas por los 
estudiosos de Sud América, todo debe ser puesto 
a contribución; y no sólo me refiero a la obra, sino a 
los hombres del continente, que, en cualquier orden 
de conocimientos y culturas utilizables en tan vasta 
y compleja empresa como es la de la industrialización 
de la América Virgen, puedan aportar concurso 
apreciable. Y me atrevo a afirmar que tales aportes 
son muchos, muchísimos más, y, a la vez, de mayor 
volumen de lo que se piensa generalmente. 

Por lo menos, éste es el deber de la hora actual 
para todos nosotros. Si el fracaso — lo que excluimos 
de nuestro pensamiento — hubiese de ser nuestra 
recompensa, aun así tendríamos la satisfacción de 



(190} 



EDUCACION Y ARTE 



haber intentado en tan grave emergencia un medio, 
el más racional, de salvar nuestra dignidad — ¡no 
hablemos de los ingentes intereses de toda clase que 
comporta la empresa! — y aquello solo es algo ya, 
en tanto que nuestra indiferencia sobre una cuestión 
de tal magnitud sería sencillamente inexcusable. 

No es razonable dudar de la importancia y tras- 
cendencia de este asunto. La gran fuerza de Alemania, 
que tanto asombró al mundo, fue justamente su 
enorme y hábil capacidad industrial. Para lograr su 
desarrollo, el gobierno y el pueblo se auxiliaban 
recíprocamente. Por medio de oficinas públicas e insti- 
tuciones privadas dispuestas a fomentar y enriquecer 
las fuentes de producción nacional, despertaron, 
secundaron y facilitaron las iniciativas, aconsejando 
también reformas en las usinas y talleres existentes, 
y promoviendo constantemente nuevas formas y pro- 
gresos industriales, de todo lo cual resultó el rápido 
y admirable florecimiento de Alemania, esencialmente 
industrial, que tanto sorprendió a todos, y que hasta 
desconcertó a los más expertos. No es que los demás 
pueblos no supiesen a no pudieran trabajar con 
iguales resultados: lo que ocurrió es que éstos no se 
interesaron oportunamente en realizar esa obra 
perenne de rectificación de los usos tradicionales, 
para adecuarlos a las exigencias que plantea cada 
actualidad. 

Así fue que quedaron rezagados y languidecieron 
sus industrias, en tanto que Alemania lo renovaba 
todo, utilizando los propios elementos de sus émulos 
en provecho de sí misma, y llegaba a un cénit tal 
su poderío y su vigor, que sólo pudo declinar ante 
la monstruosidad del plan de subordinar aquella obra 
magnífica a una megalomanía, de tal modo absurda, 



[191] 



PEDRO FIGARI 



que coligó a todos los pueblos de la tierra, puede 
decirse, para abatirla; y así mismo, esto se consiguió 
a duras penas. ¡Tan eficiente es la cultura industrial 
de un pueblo! 

Norte América, a la que tan ingenuamente se con- 
sideró, hasta poco ha, como vulgar cultora del dólar, 
¿a qué debe su enriquecimiento y su engrandeci- 
miento integral? A su industria, fundamentalmente. 
¿Y a qué se debe el desarrollo industrial norteameri- 
cano, que ha demostrado la eficiencia de ese gran 
pueblo en todos los terrenos del pensamiento y de la 
acción? A sus métodos de educación, que forman al 
hombre apto para vivir democráticamente, esto es, 
con altivez republicana, al propio tiempo que lo 
habilitan para trabajar victoriosamente, sacando par- 
tido de toda materia y de toda circunstancia, puesto 
que el obrero no es allí un rutinario que nada sabe 
ni puede fuera del alcance de la voz de mando, 
como resorte de una máquina, sino, al contrario, es 
el hombre consciente, apto para justipreciar con 
criterio autónomo cada oportunidad y evaluar cada 
elemento ambiente, para deducir el mejor partido 
en todo momento: ésta es la forma ideal de la 
civilización moderna. 

El escollo que en estos países se ofrece al des- 
arrollo industrial, es la falta de experimentación. 
Esta es la que, al revelar los secretos de la industria, 
decide la aplicación de los capitales, porque da segu- 
ridades sin las cuales aquéllos se abstienen cauta y 
juiciosamente. La única conclusión lógica a deducir 
de este hecho, es que debemos estudiar y experimentar, 
para saber y poder obrar sin riesgos. 

La obra práctica, por excelencia, en estos países 
tan ricos y poblados con razas de una imaginación 



{192} 



EDUCACION Y ARTE 



feraz, de un ingenio vivo, de grandes elasticidades 
y típicamente apto para la asimilación, es cultivar 
este tesoro, para poder disfrutar de todos los bienes 
naturales y de las grandes riquezas de la región, al 
propio tiempo que recibamos las satisfacciones ine- 
fables que derivan del esfuerzo triunfal. Hay que 
decidirse a cultivar el ingenio industrial, como una 
fuerza insustituible, en forma práctica para que sea 
efectiva, y hay que conducir esta obra por la vía más 
directa y del modo más resuelto, sin perjuicio de 
hacer sesudas selecciones a fin de preparar los des- 
arrollos más fructuosos, reformando y ampliando los 
métodos educativos de modo que siempre puedan 
responder a las exigencias de cada actualidad, no ya 
a las perspectivas del mundo que se entreabre. Todo 
esto es inaplazable, porque es lo único que puede 
consolidar nuestros progresos, de cualquier género, y 
acrecentarlos seriamente; porque es lo que ha de 
procurarnos el insuperable beneficio de la eficiencia, 
tan respetable y fecundo, no sólo por cuanto aumenta 
nuestra riqueza, sino porque también eleva nuestra 
dignidad y nuestra cultura. 

Todavía nos envanecemos más de nuestros pro- 
gresos urbanos que de los rurales; sin embargo, es 
hacia éstos que debe orientarse nuestro principal 
esfuerzo. Nuestras campañas de Sud América, con 
ser los órganos más vitales de la economía conti- 
nental, quedan somnolientos y amodorrados, en tanto 
que otros trabajan y prosperan en territorios pobres 
y agotados. El ingenio vivaz de nuestros campesinos 
queda inhibido por su ineptitud productora, cuando 
no aletargado en la rutina estéril o en la pasividad 
y en la quimera, más estériles todavía: ese ingenio 
es una fuerza a despertar y cultivar hasta que logre 

(193 3 



15 



PEDRO FIGARI 



la hacendosidad de la abeja. Nada hará más y mejor 
por el campesino que las disciplinas del trabajo 
productor, hábilmente practicado, y remunerador por 
lo mismo, porque, al determinar el orden, la dili- 
gencia y la previsión — elementos indispensables en 
toda forma industrial — y al diseminar en el pueblo 
las saludables y prolíferas gimnasias del trabajo 
constructivo, gradual, más aún, progresivo, y al 
diversificarlo en las infinitas formas que puede asumir 
merced al espíritu de empresa, que es uno de los 
frutos de estas culturas prácticas, se propenderá a la 
consecución de beneficios integrales, lo cual es la 
medida del anhelo de un pueblo consciente, y, por 
lo propio, discreto. ¿Por qué los europeos y los 
americanos del Norte han de tener el privilegio 
exclusivo de hacer prodigios de intensificación pro- 
ductora, y de engrandecimiento? 

El día que hayamos ordenado y educado las energías 
productoras de la campaña, por rudimentarias que sean 
una y otra cosa, con ser bien encaminadas, con eso 
solo habremos dado un gran paso en la línea de 
nuestra cultura y habremos duplicado nuestra rique2a, 
puesto que, al fin, prosperar es organizar, así como 
organizar es educar: la obra más eminentemente 
previsora y fecunda para los destinos de un pueblo. 
De otra manera viviremos en plena opulencia y escasos 
de recursos, con déficit sistemáticos, que aquí derivan 
de la gran celeridad con que marchamos, espoleados 
por la necesidad de incorporar mejoras y progresos 
debidos a nuestro gran intercambio con todos los 
pueblos adelantados, al propio tiempo que sólo jun- 
tamos las riquezas que se nos ofrecen a flor de tierra, 
puede decirse, las mismas que tienden a reducirse 



U94} 



EDUCACION Y ARTE 



más bien que aumentar, y es así que los términos 
de la ecuación: producción y presupuesto, van en 
distinta progresión, la una se diría que es aritmética, 
mientras que la otra sube geométricamente. Este des- 
equilibrio remediable momentáneamente por los arbi- 
trios financieros usuales, va, sin embargo, dificul- 
tando la vida y la obra de las nuevas generaciones 
incesantemente, y es así que en vez de prever y pre- 
venir dificultades, va haciéndose la existencia cada 
día más ruda, en pleno paraíso terrenal como es el 
territorio sudamericano, lo cual hace más y más 
imperdonable nuestra desidia. 

Cuando he lanzado la idea de regionalizar nuestra 
obra, como obra americana, a algunos espíritus des- 
lumhrados en demasía por el brillo de las culturas 
tradicionales del Viejo Mundo, ha parecido una 
utopía, cuando no una insensatez, dicho programa, 
que es sencillamente de buen sentido. Fuera de que 
la autonomía es el único atributo digno del civilizado, 
se comprende que no se trata de hacer tabla rasa 
de los preciosos tesoros acumulados por el Viejo 
Mundo, ni por nadie que haya hecho algo valedero 
en toda la caparazón terrestre, sino, al contrario, de 
utilizarlos con criterio propio y no por imitación 
o psitacismo, simplemente: eso es regionalizar, según 
lo entiendo, y eso lo aconseja la más sanchesca cor- 
dura. En otras palabras: es trabajar guiados por la 
propia mente, sin olvidar lo aprovechable que se ha 
hecho por quien quiera que sea. Claro que esto 
implica tomar nota de las peculiaridades ambientes, 
y más claro aun que esto, es una necesidad y una 
ventaja, además de ser obligado por la propia dig- 
nidad de una raza. 



(195} 



PEDRO FIGARI 



En tal orden de ideas, yo no me atrevería a pro- 
nunciar la enorme injuria de que estos pueblos son 
inferiores a ios demás, bien que piense que tienen 
menos culturadón, por estar menos organizados y 
menos disciplinados en el trabajo productor, y en esa 
inteligencia es que propongo que se organicen para 
disciplinar sus aptitudes y energías convenientemente, 
seguro de que con su despejo, y sobre la base de sus 
riquezas, de su fauna y de su flora, de su arqueología 
autóctona, de invalorable aprovechamiento industrial, 
eso sí, inequívocamente, con su ágil ingenio y demás 
aptitudes latentes, pueden, como otro cualquier pueblo 
de la tierra, esperar rendimientos económicos, sociales 
y morales en su empresa. Apenas se apliquen severa- 
mente a esgrimir sus aptitudes y recursos, adecuán- 
dolos a sus necesidades y aspiraciones, así como a su 
ambiente y a su estructura, han de demostrar que 
son también capaces para concurrir a la obra general 
de la civilización, con eficacia y con honor. He ahí 
mi postulado, y, en verdad, nada engarza mejor en 
el ideal americano. 

Pueblos de idéntico origen, de necesidades y aspira- 
ciones idénticas, hasta por la propia distribución de 
sus riquezas, complementarias, deben asociarse para 
la obra americana, que es de cooperación, así como 
deben encaminarse a conquistar su eficiencia. ¿Qué 
otro ideal superior pueden ostentar estos pueblos? 
Hay que formar conciencia sobre este punto angular, 
porque sólo una comunidad de ideas, bien firme, 
puede permitirnos afrontar tan grandes realizaciones. 
¿Qué significado mejor tendría el panamericanismo, 
si esto se excluye de su significación? 



£196 ] 



EDUCACION Y ARTE 



En esta obra, que encaja admirablemente en las 
orientaciones cardinales que señalan los aconteci- 
mientos, como las más auspiciosas y superiores, por 
la que los pueblos de esta región adoptan la pater- 
nidad de sus destinos en todos los campos del pensa- 
miento y de la acción, obra de constructividad pro- 
gresiva, destinada a plasmar las características propias 
de la raza, nadie queda excluido. . . ¡ni nosotros 
mismos!, como ocurriría si dejásemos librada la 
empresa de nuestra industrialización a las iniciativas 
del exterior, y a su dirección: eso es lo que anularía 
fatalmente nuestra individualidad sudamericana, y des- 
leída por nuestro pasivismo en las corrientes extrañas 
que se introducirían a destajo, quedaríamos, como lo 
estamos ya un poco, con una personalidad más 
refleja que propia. 

Si América ha de ser para los americanos, lo pri- 
mero que debemos hacer es marcar el paso en la 
marcha de los progresos mundiales, tratando de con- 
currir a ellos, por nuestra parte también, a fin de no 
quedar definitivamente reducidos al papel de simples 
parásitos de la civilización. 

Como tuve el honor de ser encargado por la 
administración anterior de programar la organización 
de la enseñanza industrial, así como tuve oportu- 
nidad de someter dicho plan a ensayo práctico con 
resultados satisfactorios, pienso que aquel programa, 
en sus líneas generales, es aplicable a todos los países 
de esta región. Espeto que algo ha de servir al 
dilucidamiento de este asunto de tan capital impor- 
tancia, y de urgencia, y será muy honroso para mí 
que se tome de algún modo en cuenta, aunque sea 
como una contribución inicial 



U97] 



PEDRO FIGARI 



Apelando a su reconocida ilustración y patriotismo, 
así como a sus sentimientos panamericanistas, reité- 
rale las expresiones de mi mayor consideración, y 
quedo de Ud. atto S.S. y afmo. amigo. 

Montevideo, marzo 10 de 1919. 

Pedro Figari 

Casa de Ud., Misiones, 1581. 



£1983 



AUTONOMIA REGIONAL* 



Habíamos perdido el rumbo. El cosmopolitismo 
arraso lo nuestro, importando civilizaciones exóticas, 
y, nosotros, encandilados por el centellar de la añosa 
y gloriosa cultura del Viejo Mundo, llegamos a olvi- 
dar nuestra tradición, acostumbrándonos a ir al 
arrastre, con la indolencia del camalote, cómoda- 
mente, como si no nos fuera ya preciso, por deberes 
de dignidad y de conciencia, preparar una civilización 
propia, lo más propia posible. Todo esto nos hizo 
vivir por muchos años una vida refleja, casi efímera. 
Del ambiente, no guardábamos más contacto que el 
de "el hecho", y los valores tradicionales, que son 
su esencia espiritual y abolengo, yacían en el olvido, 
como valores de escaso monto, por no decir desdeñables. 

Algunas iniciativas y algunos esfuerzos, sostenidos 
por "el gaucho" ya sea rural o urbano — pues para 
mí es tan gaucho el uno como el otro, siempre que 
tengan fe en las aptitudes de la raza americana y la 
consideren tan superior como la que más, y siempre 
que profesen cariño a su ambiente, y gratitud a sus 
próceres — algunos empeñosos adalides de la tradi- 
ción, que, inorgánicamente, y, por lo mismo, con 
mayores obstáculos, han venido bregando por man- 
tener los rastros de la leyenda criolla, nos permitirán 
reconstruir al poema de América, y asentar sobre 
lo hondo de esa veta la civilización nuestra, la cual, 



* Artículo publicado en la revista La Cruz del Sur, ASo I, N? 2, 
Mcmcevideo. 31 de mayo de 1924. 



(199} 



PEDRO FIGARI 



frente a las enseñanzas de la experiencia mundial, 
y por más y mejor que se aproveche de ellas, podrá 
alcanzar todos los brillos, y todos los honores y efi- 
ciencias, sin dejar de ser la nuestra. 

Este despertar de la conciencia autónoma tiene que 
alcanzar su plenitud para que llegue al plano de las 
promesas incomparables de la fecundidad, y para que 
puedan palparse las efectividades insuperables de la 
misma. La famosa Cruz del Sur, que tantas cosas 
podría decirnos, de soberana poesía y de gran interés, 
viene a dar su nombre a esta revista encargada de 
fortalecer esa aspiración: ¡ bienvenida sea! Pero, no 
olvidemos que nosotros, todos, estamos encargados 
de cuidar del arraigo y desarrollo de esa planta, que, 
por ser la nuestra, hemos de tratar de que alcance 
todas las frondosidades sanas, y todas las alturas 
honorables y auspiciosas. 

No es con aparatosidad, que hemos de hacer la 
obra de América: es con hechos, con ordenamiento, 1 
con obras, con obras juiciosas, efectivas, productivas, 
progresivas, promísoras. No es tampoco con imita- 
ciones inconsultas que hemos de colocarla en su mejor 
sitial frente al mundo, es con estudio, con trabajo y 
probidad, que es eficiencia. Demasiado oneroso es el 
mantenimiento de una administración, en días tan 
intensos y complejos, para que ésta no compense 
fructuosamente aquella carga, enorme, que pesa sobre 
el pueblo. El progreso urbano, por sí solo no es 
progreso, mientras se desatienda tanto cuanto hay 
que hacer por la campaña; fuente productora encar- 
gada de costearlo todo. Es prudente pensar que la 
juventud requiere ser preparada para tomar todos los 
senderos de la productividad, tan saludables y fecun- 
dos, y es menester acordarse de que la mujer, y, 



[200] 



EDUCACION Y ARTE 



especialmente, la mujer rural, ha quedado rezagada 
y omitida, con tener sobre sí los destinos de la raza 
como madre, como esposa, como organización capaz 
de contribuir a todos los ordenamientos y a todas 
las culturas, así como de producir en cualquier sector 
de la actividad general, y de cooperar a la más 
brillante y firme constructividad regional. No sólo 
es- unidad eficaz y utilizable, sino insustituible, la 
mujer, como elemento civilizador. 

Hay que organizar, pues, y no por imitación, sino 
por educación. Sólo por medio de una conciencia 
autóctona, apta a compulsar los factores que con- 
tiene el ambiente, y a arbitrar los recursos más apro- 
piados a la prosperidad positiva, ccmplexiva y firme, 
sólidamente cimentada en las peculiaridades del 
medio, y en las aptitudes y modalidades de la raza, 
podremos afrontar esta fructuosa empresa seguros del 
resultado. Hasta que no hayamos aventado el sopor 
que nos abruma, ni podremos percibir las bellezas 
de nuestro territorio y de nuestro cielo, ni la poesía de 
nuestra tradición, ni la grandeza de la misión nuestra, 
y quedarán estos bienes envidiables como quedan los 
filones preciosos inertes, yertos ante la torpe mirada 
dél salvaje. 

La Cruz del Sur ha de brillar más, tanto más 
cuanto más hayamos hecho por individualizar nuestra 
raza y nuestra región, y cuanto más adecuados y 
científicos sean los elementos con que nos individuali- 
cemos. Y hay que trabajar, trabajar a conciencia, 
con toda decisión. 

Pedro Figari 



[201] 



HACIA EL MEJOR ARTE DE AMERICA 



Si hasta aquí los americanos del Sur hemos podido 
dejarnos llevar, "a la buena de Dios", disfrutando 
fácilmente de las opulencias naturales, y aprovechando 
del esfuerzo de los demás pueblos y razas, para vivir 
como civilizados, y hasta para progresar sin hacer 
nada o muy poco propio, hoy día ya no es posible 
seguir así, remolcados, como eternos beneficiarios. 
Fuera de ser inconveniente, es deslucido este papel, 
y hasta incompatible ahora, con la realidad que nos 
modelan los tiempos nuevos: hay que trabajar. 



■ Conferencia pronunciada en el Instituto Popular dt Conferencia! 
del diario La Prensa de Buenos Aires, el 26 de junio de 1925. Fue 
publicada en dicho diario el 27 de junio coa el título "Hacia la 
eficiencia de América", y luego en el T, XI, año 1925, de los Analit 
del mencionado Instituto, con el título que figura aquí. 

El Presidente del Instituto, Dr. Carlos Ibarguren, presentó al con- 
ferencista con estas palabras 1 

"Señores: el pintor Pedro Figari nos hablará hoy en su visión socio- 
lógica sobre el destino de América El publico conoce la obra pictórica, 
original y fuerte, de este artista uruguayo, que de manera persooelfsima 
evoca en pinceladas vibrantes la vida criolla del siglo pasado Sus cua- 
dros infunden con vigor la sensación del ambiente regional, borrado ye 
por la "avalancha" europea Sus trazos viven porque son color y movi- 
miento, diríase al verlos que oímos el alboroto de la negrada y lus 
candombes, aspiramos en la pampa salvaje el viento, con olor a hierbas, 
que desfleca la crin de los potros que galopan en tropilla. . . 

"La pintura de Pigari ha sido contemplada en Europa con interés 
profundo, y gustado como esas frutas caóticas, frescas y jugosas, que 
llevan en su pulpa la savia nueva de las tierras vírgenes 

"Su paleta inquieta y anti académica, es nueva porque es tí fuera de 
las escuelas que han moldeado las formas en el Viejo Mundo, y es 
joven, porque canta, ríe y salta como un niño suelto, ansioso de aire 
y de luz, que ha estado preso largos años dentro de una toga 

"La palabra que escucharéis, no será la del ex magistrado, sino 
la de un artista que difunde optimismo, exaltado por su ideal americano 
cuya realización integral anhela con fervor, nos mostrará el porvenir 
claro y puiante de América, salvadora de la humanidad, en este minuto 
sombrío que parece anunciar tanto una aurora como un crepúsculo". 



[202] 



EDUCACION Y ARTE 



Felizmente, se sienten en formas diversas los estre- 
mecimientos de un despertar autónomo en la con- 
ciencia de estos pueblos. América quiere prepararse, 
ella también, para alcanzar su eficiencia, y para 
entonar su canción. Debemos congratularnos mucho 
por un hecho así, tan hermoso, tan auspicioso, y 
debemos empeñarnos en ser dignos de nuestra misión. 

Yo creo que nuestra raza, superior como la que 
más, constituida por selecciones cosmopolitas, y radi- 
cada en territorios inmensos, e inmensamente ricos, 
puede desempeñar en el mundo una misión de fecun- 
didad y de brillo, pero esto exige que trabajemos 
mucho, y que trabajemos bien. Sólo a condición de 
que hayamos articulado, con tino, una serie de ordena- 
mientos dispuestos a definir, a arquitecturar, si así 
puede decirse, el alma americana, podrá ésta mani- 
festarse capaz y triunfal. Para esto se comprende que 
no basta que imite y asimile, sino que es preciso 
que se la prepare para producir, por sí misma, para 
construir su ciencia, sus artes e industrias, según lo 
exigen los tiempos. Sólo así podrá América, exhibirse 
bien consciente, y engalanada con las enormes ven- 
tajas que tiene a su favor, como mundo nuevo, el que, 
al propio tiempo que puede optar con libertad, y 
afirmarse en las excelencias de sus territorios vírgenes, 
tan ricos, puede aprovechar de la experiencia mundial 
para encaminarse. 

Si hemos de asegurar el buen éxito de esta empresa, 
que, aunque pacífica y mansa, no deja de ser ardua 
y gloriosa como una campaña guerrera, debemos 
comenzar por examinar nuestras posiciones y debe- 
mos encarar este examen derechamente, severamente 
con la mayor libertad posible, porque sería insen- 



[203) 



PEDRO FIGAHI 



sato disimular para darnos corte. Lo que conviene 
es observar y señalar, para rectificarnos y mejorar, 
y no callar y disimular por complacer fácilmente, 
o cruzarnos de brazos ante una dificultad, en vez de 
sitiarla para vencerla. 

Por de pronto es fácil advertir que nuestras rique- 
zas naturales no están consideradas aún como una 
serie de ricos filones, más o menos hondos, a con- 
quistar mediante un plan madurado, sino, más bien, 
como algo que ofrece caudales a recogerse, siempre 
que se hallen a flor de tierra. No ha nacido todavía 
aquí el espíritu de utilización y aprovechamiento 
metódicamente ordenado; y casi no hacemos experi- 
mentación en América, donde debiera ya estar todo 
sometido a la gloria del trabajo dominador. No sólo 
hay dispersión de energías y de riquezas, sino desco- 
nocimiento del ambiente, de sus elementos y recursos, 
de muchos valores importantes del mismo, desconoci- 
miento debido, más que a incuria, a nuestros métodos 
de educación, que han formado una ideología de tal 
modo inadecuada, por verbalista y anticientífica, que 
hasta parece de buen gusto manifestar indiferencia 
por lo que nos es propio, con ser tan estimable. Si 
los extranjeros no conocen mejor que nosotros nuestro 
ambiente y las propias peculiaridades más genuinas, 
por lo menos, se interesan más en ellas, y las 
estiman en más. 

Cierto que nosotros retribuimos eso mismo, al inte- 
resarnos más en lo extranjero que en lo nuestro, y al 
apreciarlo más. La diferencia consiste en que nosotros 
vamos, y ellos vienen de vuelta. Ellos han magnifi- 
cado ya, soberbiamente lo que les es propio, mientras 
que nosotros lo hemos desdeñado, hasta dejarlo caer 
en olvido. 



£204] 



EDUCACION Y ARTE 



NUESTRO "SNOBISMO" 

Nuestro "snobismo" todavía nos hace sonrojar 
frente a la sencillez de nuestra ascendencia, y hasta 
de nuestros modestos y encantadores vestigios urba- 
nos, no ya ante la áspera rusticidad campera, a la 
que tanto debemos. 

Nos molesta saber que en la Plaza de Mayo, sólo 
algunas décadas atrás — naturalmente antes del rasca- 
cielos y del taxi, pero no tanto — se reunían los 
negros esclavos para sus más abigarradas demostra- 
ciones. Y nos molesta, precisamente, porque a fuerza 
de haber enaltecido lo extranjero, que fue tan sen- 
cillo y rústico como lo nuestro, necesariamente, si no 
más, se nos ha hecho entender que ellos provienen 
de cepas suprahumanas y prodigiosas, a fuerza de 
haber enaltecido a su ascendencia, y la insignificancia 
nuestra que no es tal — muy al contrario — nos 
humilla, en vez de causarnos profunda satisfacción 
al considerar la enorme rapidez de nuestros progresos, 
gracias a nuestra ascendencia. Este defecto de nuestra 
mentalidad, por deslumbramiento, no nos permite 
apreciar nuestro ambiente y amarlo. No obstante, si 
hemos de ser constructivos, es en él que hemos de 
afirmarnos, para perfilar y fundamentar nuestra 
personería y nuestra obra americana, de igual modo 
que edificamos nuestra casa, y la cimentamos, en 
nuestro terreno. Yo me he acostumbrado a mirar con 
admiración, con reconocimiento, y enternecido, el 
pasado nuestro. 

Es el propio "snobismo" antedicho el que nos hace 
cuidar más de la ciudad que de la campaña. Al lado 

1205} 



PEDRO FIGARI 



de esta urbe galopante, estupenda, que se la atiende 
y se la regala como a niña mimosa, la campaña 
es la gran Cenicienta. En medio de las opulencias 
del campo, yacen los brazos forzosamente inertes por 
falta de organización y de aptitud. Hasta por egoísmo 
deberíamos remediar esto, desde que la ciudad, como 
que más bien administra su producir, vive, en lo 
fundamental, de lo que produce la campaña. Y la 
mujer rural con ser la que tiene sobre sí como esposa 
y madre, los destinos de la raza, a menudo es paria, 
bien que a pesar del abandono en que está, contri- 
buya asimismo a las cargas públicas y a solventar 
los propios presupuestos fastuosos. La mujer de campo, 
enclavada en su rancho, desmantelado casi siempre, 
desamparada frente a las monotonías de la soledad 
inmensa, cumple su alta misión sin estímulos, ni 
halagos, ni aptitudes, punto menos que como animal, 
y así pasa todos los días, los años, la vida, y todavía 
se la tacha de haragana, como si, en tales condi- 
ciones, pudiera ser hacendosa. En la ciudad, en 
cambio, la mujer lo puede todo, y es por eso que 
nos hace honor por su talento, por sus iniciativas, 
por su belleza y por su gracia proverbial. A ésta 
incumbe más principalmente que a nadie, la defensa 
de nuestra hermana, la rezagada de afuera. 



LA IMPREVISION 



Siguiendo el examen nuestro, vemos que, nuestras 
riquezas, a fuerza de ser cuantiosas, quedan descono- 
cidas, y hasta omitidas, y no porque no se sientan 
también en América las exigüidades de la pobreza, 
en medio del brillo de lo opulento, sino por impre- 



£206] 



EDUCACION Y ARTE 



visión. Ni se vislumbra el valor de la fauna, la flora, 
casi prodigiosa y de nuestra arqueología, cuyos ves- 
tigios diseminados, y preciosos, denotan civilizaciones 
antiguas dignas de severo estudio, las que ofrecen 
el doble interés del misterio y del aislamiento, puesto 
que éstas hubieron de plasmarse por sí mismas, y 
no como las otras, por el concurso de los pueblos 
y razas del mundo. Todo esto, con ser de tan alto 
interés, así como los tejidos, teñidos, cerámicas admi- 
rables, no ha determinado aún un serio esfuerzo 
dominador, bien que nos prometan caudales, que es 
difícil justipreciar por su propia rareza. Seguimos 
confiando, como antes, en los buenos años y las 
buenas cosechas, si bien nos van presionando cada 
vez más los acontecimientos, así como nuestras 
propias necesidades y aspiraciones, cada día más 
rotundas. 

Se comprende que no podamos quedar ya librados 
al rodar lento de la evolución natural. Por de pronto, 
la catástrofe europea ha precipitado, y hasta pertur- 
bado, ese andar, y una suma de elementos nuevos, y 
extraordinarios, algunos perentorios, quizá, de que me 
ocuparé, nos obligan a pensar, a ordenar, a trabajar; 
en dos palabras: a trazar nuestro plan orgánico. 

El propio Viejo Mundo, que sonreía maliciosamente 
al hablar de las cosas de "South America", espera ya 
algo más que nuestras exportaciones de materias 
primas, espera, que, al modelarse el espíritu de esta 
nueva raza, y al ofrecer al mundo el aporte de su 
eficiencia, ha de ser útil a todos, lo que ha de sernos 
particularmente grato a nosotros, que tanto debemos 
por ahí. Una raza que ha podido construirse con 
tanto privilegio como es la nuestra y libre de enconos; 
una fuerza-idea, según habrá de serlo América, si 



(207} 



PEDRO FIGARI 



forma conciencia cabal de su misión congénita, en 
vez de seguir rastros ajenos, para decidir de sus des- 
unos propios; una raza que tiene tanta, tanta riqueza, 
así que trabaje habrá de mitigar muchos dolores y 
quebrantos, como son los que sufre el Viejo Mundo, 
convulso, como liquidación del viejo régimen de 
argucias fronterizas y de violencias, que fue la base 
constitutiva de aquellos pueblos, según la dulce 
frase cristiana. 

Los nuevos factores premiosos a que me referí, 
son éstos: ¿cómo recibimos juiciosamente los oleajes 
inmigratorios, ávidos de empresa y de trabajo, esos 
que se prevén ya, si aún no se sienten suficiente- 
mente? Ante las nuevas exigencias, ¿cómo adminis- 
trar mejor nuestras riquezas naturales? ¿Cómo apro- 
vecharnos mejor de lo nuestro, los americanos: 
nuestra flora, nuestra fauna, nuestra arqueología vír- 
genes, y, por lo tanto, de enorme valor, frente a los 
agotamientos congojosos que experimentan los pueblos 
del Viejo Mundo? ¿Entregamos esto a los demás, 
según se entregaban antes las pepitas de oro, confor- 
mándonos con disfrutar pasivamente, de los beneficios 
del arrendamiento? ¿Dejamos al pueblo librado a su 
suerte para que preste sólo un triste papel auxiliar? 

¿Dejamos la defensa y el cultivo del interés 
esencial de América, que es autonomía, esa causa 
santa del americanismo, librada a la iniciativa pri- 
vada, la que puede echar a un lado lo que demanda 
preparación, por estar fuera de sus medios, o por 
ser incompatible con sus impaciencias, por más que 
sea de alto y preciado interés? Esto ni lo permite 
nuestra dignidad de americano, ni nuestro propio 
decoro, mucho menos ahora, cuando se entonan loas 
al encumbramiento de la alta misión que nos señalan 



(208} 



EDUCACION Y ARTE 



los acontecimientos mundiales del porvenir, proclamas 
que escuchamos — confesémoslo— con íntima fruición 
legítima . . . legítima, se entiende, si hacemos honor 
a la firma, según decían los antiguos. 

"O NOS INDUSTRIALIZAMOS O NOS INDUSTRIALIZAN" 

Hace unos seis años, movido por mi fervor ameri- 
cano, y americanista, propuse al gobierno de mi país, 
que, para prevenir todos estos apremios, que ya se 
veían venir, iniciara un movimiento de aproximación 
o interconocimiento entre los pueblos de América, 
dispuesto a preparar, por una sabia colaboración, 
nuestra mayor eficiencia; y decía entonces: "o nos 
industrializamos o nos industrializan". Dicha inicia- 
tiva fue simpáticamente acogida allí, aquí y en otras 
partes, y de igual modo quedó olvidada, menos 
simpáticamente, hay que declararlo; y sigue olvidada, 
si bien todo acentúa la necesidad de atenderla. 

Por eso es que vengo a hablaros de lo mismo. 

SÍ bien lo más urgente y directo es preparar el 
trabajo industrial, que es eminentemente educador, 
organizador, comprensivo y aun de gran trascen- 
dencia, será bueno abordar todos los sectores a la 
vez, como en un movimiento envolvente de modo 
que la etapa evolucional en que nos toca actuar, sea 
lo más nutrida y eficaz que pueda ser. 

Se requiere ante todo un amplio plan de educación 
integral, no puramente teórica, sino a la vez prác- 
tica, muy práctica y complexiva, para formar las 
aptitudes múltiples que exige la tarea productora, y 
para entrar de lleno a la vida experimental, fecunda 
como es, así como a todas las manipulaciones, 

[209] 



16 



PEDRO FIGARI 



investigaciones y adaptaciones que demanda la ges- 
tación y eclosión del espíritu ejecutivo, emprendedor 
y decidido, de una raza fuerte. 

Desde los bancos de la escuela primaria debe 
despertarse el ingenio y la industríosidad del edu- 
cando: ésa es la gran fuerza creadora que ha de 
conquistar nuestra mayor eficiencia. 

Bien sé que lo primero que formulan los labios 
es la frase sacramental "Falta de recursos", la que se 
expresa con la convicción que suponen las trabas 
burocráticas de la rutina ordinaria, tan poco hecha 
a la renovación, cuanto poco fecunda y muy onerosa. 
Es sobre los gastos aparatosos de alarde, que deben 
hacerse economías con mano fuerte, mas no sobre 
lo que ha de reproducir, lo que ha de fructificar, lo 
que ha de pararnos, que es hasta ahora una cuestión 
de dignidad. Esto es siempre una gran colocación, 
y hasta es torpe no querer enriquecernos y mejorar. 
Y asusta el gasto porque, acostumbrados como estamos 
a lo rumboso, parece que lo primero que habrá de 
exigirse es el palacio y la gran instalación, cuando 
nada de esto hace falta: lo que hace falta es la idea, 
la idea que late por dentro del servicio escolar, la 
idea directriz, la cual, a ser buena, es siempre razo- 
nable, cuando no es modesta. 

Lo que se requiere principalmente para llevar 
a buen término la obra educadora son adaptaciones y 
ajustes dentro de lo que hay a fin de que sirva lo 
más y lo mejor posible, ya que es tanto lo que 
cuesta y esto no es dispendioso, si ha de ser sesuda- 
mente inspirado. Al contrario, esto es un gran nego- 
cio, si puede emplearse esta palabra sobre asuntos 
públicos. Por otra parte, si, según se ha dicho, y es 
verdad: después del pan, la educación es la mayor 



[210} 



EDUCACION Y ARTE 



necesidad de un pueblo, hay que cumplir este deber 
sin vacilaciones y de buena fe. 

No basta para cohonestar nuestra conciencia, hacer 
ver que educamos lo mejor que nos es posible; hay 
que hacerlo de la mejor manera posible, aunque no lo 
parezca. Las nociones no utilizables son un lujo mas 
bien, lujo que está fuera de lugar cuando hay cosas 
urgentes y más importantes que atender. 



EL PORVENIR 

La prueba más alta que puede dar un pueblo 
acerca de su cordura, es la que pone de manifiesto 
al decidir la elevación de sus propios destinos. El 
gasto se trueca entonces en semilla auspiciosa. Y 
entre nosotros nadie duda ya que la instrucción que 
se da al pueblo en nuestra América es insuficiente 
e inconducente, por cuanto es teórica y conduce a la 
especulación, al expediente, al proletariado intelectual, 
que abarrota el radio temible y caro de la buro- 
cracia, el del electorado y el de las propias culturas 
fastuosas de más brillo que promisoras, por lo menos 
cuando no se llega a ellas por medio de sabías selec- 
ciones vocacionales. La obra educadora, constructiva 
como es, debe ser encarada como una cuestión de 
honor nacional y racial. 

Si hemos de hacer obra grande y superior, de efi- 
ciencia positiva, también hemos de ceñir nuestro 
esfuerzo a un estrecho criterio utilitario, de incon- 
sulta impaciencia o de rendimiento inmediato. Hay 
que preparar; hay que prever y hay que prevenir. 
Así, por ejemplo, debería promoverse lo más posible, 



(211) 



PEDRO FIGAKÍ 



la fundación de núcleos rudimentarios de producción, 
dondequiera que hay población, aun cuando, por 
falta de comunicaciones, no pudieran hacerse explota- 
ciones en grande, según lo han hecho ya en algunas 
partes, honrosas instituciones privadas argentinas. Al 
mejorar la suerte de los moradores, no sólo se pre- 
paran posibilidades y prosperidades futuras, sino que 
al propio tiempo que se cumplen elementales deberes 
de humanidad se siembran buenos ejemplos, que son 
también buenas semillas- 
Para todo esto, que, en definitiva, es organización, 
y, como tal, la obra superior del gobierno, se requiere 
ante todo conocer el ambiente, porque, sin eso, acertar 
es como hacer blanco a oscuras; y es precisamente 
dicho conocimiento el que nos ha de sugerir los 
mejores arbitrios. Algunos idealistas, felizmente, han 
trabajado ya en esta obra. El trabajo realizado por 
los investigadores, los naturalistas, los abnegados 
excavadores — obra que yacía frente a la estupefac- 
ción de la indiferencia pública, cuando no de la sátira 
zafia — lo que han preparado los amantes de la 
tradición, los coleccionistas, una legión de estudiosos 
y de trabajadores, beneméritos, doblemente benemé- 
ritos, porque fueron eminentemente previsores, cer- 
teros y desinteresados, de los cuales algunos son 
conocidos, otros menos conocidos y algunos, quizá, 
definitivamente desconocidos; todo eso que se ha 
hecho es un gran paso, desde que han arrimado 
aportes preciosos, particularmente preciosos hoy, que 
tanto los necesitamos. 

Frente al "aluvión" inmigratorio que nos arrolló 
en la segunda mitad del siglo pasado, lo que pudo 
mantener en cierto modo nuestro contacto con el 
ambiente, por un lado, fueron todos esos supuestos 



C212} 



EDUCACION Y ARTE 



"ilusos", y, por el otro, el extraordinario poder de 
absorción que ejercen estas tierras, que se diría que 
están predestinadas al culto de la emancipación y 
de la libertad. 

A los que piensan ejercer hegemonías definitivas 
en América desde el Viejo Mundo, así como que es 
posible y fácil mantener a sus emigrados y a su propia 
descendencia, en el culto de origen, habría que con- 
tarles lo que le ocurrió a uno de los personajes 
extranjeros que vienen a comprobar el estado de "su 
colonia". Visitando una escuela de su ra2a, preguntó 
a una chica, quién había hecho la unidad de la 
patria. El se refería a la suya, y la chica contestó: 
Urquiza. 

Estas tierras tienen otra misión que la de guardar 
los viejos tesoros étnicos de los pueblos chicos, teso- 
ros que, por lo demás consideramos con respeto, y 
también con reconocimiento estas tierras tienen la 
misión de formar un mundo nuevo, depurado, libre 
de las remoras incorporadas en aquellas gestaciones 
multiseculares, delirantes, violentas, gestaciones que 
se pierden en los tiempos como un "film" guerreto, 
cada vez más guerrero, más voraz, y más veloz. Hay 
que formar una conciencia bien clara sobre todo 
esto. Hallándome en una reunión en Europa, hace 
unos doce años, en tiempos en que todavía Sud 
América hacía sonreír, algunas personas se complacían 
en hacerme preguntas acerca de "nuesttas cosas", y 
yo, con la suspicacia "por si acaso" de nuestros pai- 
sanos, dije: "Soy el primero en reconocer y admirar 
el soberbio grado de lucimiento y de cultura alcan- 
zado por ustedes, así como en deplorar nuestras defi- 
ciencias; pero si yo fuera encargado, por cualquier 
gobierno sudamericano, de venir a buscar vuestros 



[213] 



PEDRO FIGARI 



progresos, me esmeraría en tomar sólo lo que nos 
conviene, dejando lo demás. Por ahí, ya llegaremos 
nosotros también, algún día, a un grado superior de 
civilización". 

LOS LIRICOS 

Los líricos, los mismos que han mantenido, como 
el gaucho, el culto inconmovible al terruño, y me 
refiero no sólo a los poetas, sino a los idealistas de 
todos los sectores, que son también líricos y poetas 
a su modo, incluyendo a la vez a los estudiosos, a los 
experimentadores, a los hurgadores del misterio, y 
más particularmente a los que lo hacen con fines 
impersonales, a los líricos, digo, toca siempre la suerte 
del Redentor, a pesar de ser tan útiles a la sociedad. 
Es que, para juzgar como actuamos acosados por la 
vida y en un terreno movedizo, cuál es la realidad 
que palpita, nos resulta difícil distinguir las proyec- 
ciones de un esfuerzo, si bien lo hacemos desde la 
cumbre de esta misma hora, en que disfrutamos 
cómodamente de los beneficios alcanzados por los 
grandes líricos ancestrales: héroes, experimentadores, 
poetas, investigadores, o sea, poetas medularmente 
líricos, ellos también que afrontaron las rudezas del 
esfuerzo ímprobo, para ser útiles. Es que los idea- 
listas líricos de ayer, son los que nos resultan más 
prácticos hoy, son los que nos han dado los sueros 
salvadores, el dominio mecánico y nuestfa ptopia 
verticalidad, debido a las informaciones que aploman 
nuestra conciencia, y nos dan la serena dignidad de 
la autonomía. 

Los idealistas son los trabajadores del porvenir, 
de un porvenir que, por lo mismo que es continuo, 



[214] 



EDUCACION Y ARTE 



forma en cada hora el presente, el mismo que hoy 
nos deparan las ventajas conquistadas, las mismas 
que fueron tan duras de alcanzar. Para cerciorarnos 
de su magnitud, bástenos considerar los abismos que 
median entre esa urbe admirable, que nos hospeda, 
y una toldería . . . ; y abisma el pensar en lo que 
hubo de luchar y pensar el hombre, el optimista 
lírico, el combativo de todos los tiempos, hasta para 
llegar a construir sólo una simple toldería! . . . 

- Los que cultivan como cosa mejor una buena 
digestión, los "digestivos" diríamos de materialismo 
chato, son por fortuna cada día menos en cantidad 
y más vergonzantes en calidad. Es así que todos 
nosotros, unos más, otros menos, todos hemos mor- 
dido esa manzana amarga del idealismo, que hasta 
nos cuesta calificar así, por mucho acíbar que tenga, 
porque la amamos. 

Gñendome aún más al asunto, creo que debemos 
esperar nuestra mayor eficiencia del ingenio de la 
raza, que ha de despertar sus aptitudes constructivas, 
su ciencia y sus artes. Hay que cultivar, pues, parti- 
cularmente, el ingenio productor — o sea lo mismo 
que más se descuida — y hay que formar clara con- 
ciencia de que es preciso de que seamos nosotros 
para ser alguien, si hemos de ser o de hacer algo. 
Una vez capacitados para la acción libre y directa, 
estimulado y educado el ingenio de la raza, fructifi- 
cará y brillará el americanismo integral, fuerte y 
copioso, tanto más cuanto que se le vea más identifi- 
cado con el laboratorio pluriforme de América, y 
cuantos mayores recursos y formas ofrezca dicho 
laboratorio global. 



[215] 



PEDRO FIGARI 



Desde la escuela primaria, repito, debe cultivarse 
la industriosidad de la raza, para que ese elemento 
de avance, tan fecundo, no se desperdigue en salvas 
y flores. 

Lo que no deja ver tan claramente el rumbo es la 
confusión reinante acerca de ciertas ideas primarias 
y esenciales. Nosotros hemos adoptado la rancia 
denominación de arte, tan rutinaria y excluyente, que 
identifica este concepto con las llamadas bellas artes, 
o sea las que de antiguo estaban destinadas al culto 
de dioses y magnates, que no son nuestros. Este con- 
cepto anticientífico, que no responde al concurso 
humano, ni al sentido común, ni a la verdad, debe- 
ríamos rectificarlo los americanos desde que queremos 
y debemos constituir una entidad moderna, y, consi- 
guientemente científica, la más amplia y la mejor. 

Nosotros debemos reaccionar contra todo error, y 
muy particularmente sobre asuntos tan fundamen- 
tales, contra toda falacia, por alta que sea su alcur- 
nia y por más que los filósofos más autorizados hayan 
seguido esa faz tradicional y falsa del pensamiento, 
errores y falacias cuyos efectos perniciosos se advier- 
ten, apenas se esculpe el abigarramiento y confusión 
de las explicaciones que pretenden darnos sobre los 
dominios artísticos, estéticos y los propios científicos, 
tan enredados ... Si aclaramos nuestro pensamiento, 
ya habremos hecho algo, y decidiremos mejor de 
nuestra acción. Aquella falsa ideología nos hace ver 
soluciones de continuidad, como abismos, inexistentes 
en la realidad, que es eminentemente continua y 
encadenada en todos sus aspectos, y así es como nos 
conviene encararla, para no extraviarnos en ella. 



(216] 



EDUCACION Y ARTE 



EL INGENIO Y EL ARTE 

El arte humano, como manifestación del ingenio 
del hombre, es idéntico esencialmente, cualquiera que 
sea la pista en que se ejercite, puesto que deriva de 
un mismo instrumento — el ingenio — y tiende igual- 
mente a servir nuestras necesidades y aspiraciones de 
mejoramiento, en el esfuerzo de adaptación al am- 
biente, a la realidad en que vivimos, y que es la 
vida misma. 

Yo no me permitiré jamás la irreverencia — dado 
que sea un lustre la sustantivación de arte y la adjeti- 
vación de artista o artístico — de dejar de consi- 
derar como arte, y arte superior, todo el esfuerzo 
humano tendiente a mejorar nuestra condición, y 
como eximios artistas, a todos los que han alcanzado, 
por cualquier senda, la satisfacción de prestar grandes 
servicios a la humanidad. Entiendo, pues, que siempre, 
y muy particularmente en la hora actual de América, 
todas las artes —esto es, todas las formas del inge- 
nio — deben estimularse y florecer al propio tiempo 
y cuanto sea posible: las ihvestigatorias, las guberna- 
mentales, las industriales, las pedagógicas, las de 
experimentación, etc., lo propio que las poéticas y 
literarias, pictóricas, musicales, escultóricas, arquitec- 
tónicas. Todo eso es la vida, la vida real, la vida 
efectiva, la vida integral. Es casi una aberración 
inexplicable, si no inexcusable, el que todavía hoy 
se considere por los filósofos como antagónicos, 
esfuerzos que convergen al mejoramiento humano, 
y que hacen posible una mayor y mejor adaptación 
del hombre y de la sociedad a su ambiente natural 
con más eficacia y con más dignidad. 



[217} 



PEDRO FIGARI 



Es así que, para realizar este esfuerzo conjunto, 
americano, todos debemos alistarnos por igual, todos 
los que creemos y aspiramos a alcanzar una cultura 
autónoma, fuerte, libre y buena. 

Todos hacen falta, y aún somos pocos; hasta los 
pesimistas, que comienzan por estar de antemano 
persuadidos de la ineficacia del esfuerzo, con estar en 
pleno disfrute del esfuerzo hecho anteriormente, nos 
serán útiles, ellos mismos, si trabajan como controles 
y como aguijones, puesto que nada enardece nuestras 
energías optimistas cuanto lo hace la negación de su 
fecundidad. 

De los que nada hay que esperar, es de los indife- 
rentes, de los ociosos, de los pasivos, como no sea el 
que se acojan al viejo precepto: "los últimos serán 
los primeros", para entrar al disfrute de los bene- 
ficios, una vez alcanzados. 

Este pensamiento de emancipación americana ya 
aletea en toda América, y hay que fomentarlo para 
que tome su vuelo, caudal triunfal. Días pasados, 
debido a una gestión hecha en su reciente visita de 
aproximación por nuestro amigo el vigoroso poeta 
Oliverio Gírondo, pudimos ver que en México hay 
un fuerte empuje en este sentido. Las pinturas 
expuestas en Amigos del Arte nos informan de que 
hay ya en aquel país cientos de miles de niños que 
tienen un nuevo lenguaje, amplio, propio, frente al 
mutismo de los nuestros, y que se preparan para hacer 
honor a la tarea americanizadora; quién sabe cuántas 
otras iniciativas fermentan ya en estos territorios 
inmensos de América. Por de pronto hay sumo interés 
en conocer a fondo todo esto, hasta para no quedar 
rezagados, lo cual sería más que nunca deplorable 



[218] 



EDUCACION Y ARTE 



después de habernos atribuido un papel tan eminente 
en los desarrollos mundiales del futuro. 

Apenas se medite, ni se concibe que no se haya 
establecido un medio regular de interconocimiento y 
de aproximación en estos pueblos, que tienen iguales 
necesidades, iguales aspiraciones, iguales destinos. Este 
propio hecho, monumentalmente auspicioso, así como 
el de no haber odios, por más que pueda haber 
mayores o menores simpadas de pueblo a pueblo, 
según ocurre hasta en el cenáculo de la familia, nos 
da la posibilidad de ofrecer al mundo, como digno 
coronamiento de nuestra epopeya soberbia — poema 
máximo y glorioso de la raza — una política conjunta 
y solidaria y una diplomacia sin tapujo alguno, desde 
que los americanos sólo trataremos y debemos tratar 
de aspiraciones, que, por su probidad, por su equidad, 
no tienen para qué huir la luz plena, y que, al con- 
trario, la exigen. Y una solidaridad así, real y fuerte 
como un ejército, invencible, científica, pacífica, 
ecuánime, constructiva por excelencia, es una entidad 
destinada a ganar los corazones, en vez de exaspe- 
rarlos como exasperan las rivalidades fronterizas, 
atavismo antisecular inconducente, que debe ser extir- 
pado en América como lo será algún día también 
del resto del mundo. 



, HACIA UNA VIDA NUEVA 

Entonces, en este continente, tendidos nuestros 
puentes a los cuatro vientos, aparecerá un inquieto 
deseo incognoscitivo, y podremos inaugurar una vida 
nueva y llena de perspectivas gratas, la que no pte- 
cisa acudir al ' camouflage" de las fiestas para disi- 



[219] 



PEDRO FIGARI 



mular una real indiferencia, porque ésta será susti- 
tuida por convicciones, todas superiores como ciertas, 
por sentimientos, todos sensibles como legítimos. 

Para iniciar esta gran obra, yo creo muy útil, y 
hasta indispensable, la celebración de un gran con- 
greso americano. Aun cuando se haya dicho por 
alguien "si nada queréis hacer, haced un congreso", 
frase circunstancial e inconsistente, sobre todo aquí 
en América, donde todo puede expresarse y debe 
expresarse claramente, sin las recámaras y reticencias 
que inspira la rivalidad insalvable, pienso que un 
acto general, así, de aproximación, ha de ser de gran 
conveniencia. 

Desde luego hay varios temas comunes importan- 
tísimos para tratar, si acaso no fuese ya una con- 
quista el habernos determinado a un acercamiento 
y conocimiento recíproco. 

Así, por ejemplo, habría un alto interés conti- 
nental en deliberar acerca de los siguientes puntos: 

I o ) Fijar en lo substancial, el mejor criterio ame- 
ricano de educación integral, en atención a su estruc- 
tura, a sus necesidades y a sus aspiraciones. 

2 9 ) Buscar los mejores arbitrios para mejorar la 
suerte de la mujer de campo principalmente. 

3 0 ) Examinar los mejores métodos a seguir para 
la fundación de núcleos de producción y mejora- 
miento, en las poblaciones rezagadas, intercambiando, 
si fuera menester, los elementos que para ellos se 
requieren. 

4 9 ) Encarecer la ventaja de que cada Estado haga 
la investigación más completa que le sea posible, 
de sus riquezas y recursos naturales, así como de 



[220] 



EDUCACION Y ARTE 



todo lo que se refiere a las civilizaciones autóctonas, 
encareciendo a la vez la ventaja que hay en hacer 
conocer su resultado. 

5 9 ) Tratar el aprovechamiento mayor que sea 
posible de las riquezas naturales y materias primas, 
examinando la posibilidad de mancomunicarse los 
Estados con ese fin en los casos en que sea esto mejor. 

6 0 ) Determinar las orientaciones mejores de la 
acción conjunta, los mejores arbitrios, recursos y 
procedimientos, en los lincamientos generales y comu- 
nes y sin invadir lo que es privativo de cada país. 

En este certamen, al que seguramente acudirían 
los hombres más preparados de América, los que 
podrían exponer sus vistas de carácter general, a la 
faz del mundo, al propio tiempo que suministrar ante- 
cedentes acerca del estado global de su respectivo país, 
sus riquezas, sus recursos, sus obras, sus propósitos y el 
estado de sus investigaciones, quedaría fijada la nece- 
sidad de meditar la solución de los grandes problemas 
nacionales, regionales y continentales, librados hasta 
aquí a la fatalidad o a la imitación, y aquello signi- 
ficaría un gran paso, y un fuerte estímulo, muy 
saludable para nuestra indolencia habitual. 

Se vería bien pronto que es bueno cambiar ideas, 
cuando hay tareas comunes a réaüzar, y ya no perde- 
ríamos contacto al advertir la suma de perspectivas 
y espoleos de una obra, que, si bien demanda esfuerzo, 
está destinada a grandes satisfacciones y provechos, 
de una obra tal que, a pesar de su magnitud enorme, 
no hiere ni puede herir ni un solo interés legítimo. 

Así como cupo a la Argentina el honor de des- 
empeñar un papel prominente de iniciación y de 
amplia política continental en los fastos de la epo- 



C221Í 



PEDRO PIGARI 



peya americana, la que va agigantándose en el con- 
cepto humano, a medida que pasa el tiempo, lo 
propio que la ínclita figura del gran San Martín, 
así le correspondería una misión análoga e igual- 
mente gloriosa a la Argentina, en lo que podríamos 
llamar la epopeya orgánica, pacífica, tendiente 
a emancipar la conciencia de América y a plasmarla 
autónoma: lo cual es también libertad y es dig- 
nidad también. 

Confío en que los que creen en la eficiencia de 
América, harán prosperar esta iniciativa según merece. 



{222} 



APENDICE 



JUAN CARLOS FIGARI CASTRO* 

Juan Carlos Ftgari, arrebatado brutalmente 
no hace dos meses, por una estúpida menin- 
gitis, el hijo de nuestro querido y grande 
Pedro Ftgart, era él mismo un grande y 
noble artista. Grande por su talento ya ase- 
gurado a pesar de su juventud, por su per- 
sonalidad muy original, que había bebido sin 
duda en la admirable fuente siempre reno- 
vada del genio paterno, pero que se abría 
en una obra en la que nadie puede encon- 
trar ni ajena inspiración, ni todavía menos, 
imitación. Noble por su bella ambición, por 
sus inquietudes, por su oscurecimiento volun- 
tario dictado por su insatisfacción, por el 
deseo de hacer siempre mejor. 

Tales afirmaciones no valdrían nada si no 
estuviese para apoyarlas, la obra de Juan 
Carlos Ftgari, su obra de pintor, su obra de 
arquitecto. Era de estas obras que queríamos 
hablar hoy, rindiendo homenaje a la memoria 
de un hombre joven que, al morir, se ha 



• Esta página de Figiri sobre su hijo Juan Carlos, presentada por 
Charles Lesea, se publico en francés en Rev** de l'Amtrtqué Lattna, 
París, 1? de enero de 1928 (págs. VIII a X de su "Snpplément íllustré") 
Esc»sameme conocida, resulta de inclusión obligada en el volumen que 
recoge la obra educacional de Figari, de la que su hijo fue, en diversas 
formas, tan intimo y calificado colaborador, como lo fuera también de 
la obra artística a que aquélla sirvió de antecedente. Por no conservarse 
versión en español, hemos hecho la traducción para esta publicación. A. A. 



[223] 



PEDRO FIGARI 



llevado tantas esperanzas. Pero hemos reci- 
bido de su padre, a quten habíamos pedido 
ciertos datos biográficos sobre su htjo, una 
carta admirable de emoción contenida, en la 
que el espíritu y la razón triunfan, en una 
lucha trágica, de un corazón desgarrado. 
¿Qué serían nuestras pobres frases, compa- 
radas a estos acentos? Cedamos la palabra a 
Pedro Figari, y, después de haber leído esta 
página, se estará convencido de que es el 
crítico más clarividente y más justo el que ha 
hablado aquí de Juan Carlos Figari. — CL. 

Como siempre, trataré de deciros lo que pienso íntima- 
mente, con entera sinceridad, no sin comprender que 
pueda encontrarme ofuscado. Pero mi opinión sobre mi 
hijo es la misma después de este golpe inicuo que la que 
era antes de que pudiese imaginarlo; y como lo podéis 
suponer, esa opinión está fundada sobre antecedentes bien 
conocidos y bien estudiados. 

Además de sus croquis y de sus dibujos, tengo aquí 
una cincuentena de cuadros y de esbozos suyos, que dicen 
claramente a quien quiera examinarlos, la fuerza de su 
espíritu, muy personal, sus dones de observador agudo, 
que debió poner en obra en un medio virgen donde no 
había ninguna tradición de cultura en el sentido en que 
él dirigió su esfuerzo, y donde era preciso mirar con los. 
propios ojos para comprender. Y que él comprendió, su 
obra lo prueba, aunque él la haya considerado siempre 
como un bosquejo, no por modestia, sino por ambición. 
No se satisfizo nunca con lo que hacía, a pesar de la 
fuerza de sus realizaciones, porque pretendía siempre 
hacerlo mejor. Por eso la pérdida que he tenido es para 
mí tan inmensamente grande y dolorosa; es una pérdida 
que sobrepasa la del corazón. 

El fue, desde que comencé mi carrera de pintor regional, 
mi camarada y mi colaborador, y lo había sido ya — ¡y de 



{224} 



EDUCACION Y ARTE 



qué manera' — en mi obra escolar, donde pude juzgar 
sin temor de error su fuerza y su clarividencia. También 
afirmo sin vacilar que hubiese podido formarse libre y 
fuertemente, como fue siempre mi ambición para mi hijo, 
y que hubiese sido capaz de superarme fácilmente, puesto 
que comenzaba por donde yo termino mi vida de obser- 
vación y de estudio autodidáctico Os confieso que mirán- 
dolo trabajar, sentía una gran satisfacción y quizás un 
poco de envidia. 

Ha muerto a los treinta y tres años, y tenía ya una 
madurez y una libertad de espíritu sorprendentes. 

Cuando emprendí organizar la enseñanza industrial en el 
Uruguay, me secundó con una gran precocidad, como 
habría podido hacerlo un hombre experimentado. Reformó 
el edificio de la escuela admirablemente, con mucho gusto, 
un gran cuidado de economía, v, va sin decir, un desinterés 
absoluto. Me ayudó a organizar la escuela, se encargó de 
varios talleres y deió de su pasaje allí huellas envidiables. 

Comprenderéis que es para mí un elemental deber de 
probidad afirmar estas cosas, aunque a el no le gustase 
que yo lo hiciese, deseoso siempre de secundarme sin 
aparecer, pero yo, que sé de qué ayuda me fue su colabo- 
ración, estoy moralmente obligado a revelarlo hoy, que ya 
no puedo esperar que él se de la satisfacción de mostrar 
lo que podía hacer con una preparación tan intensa. Estoy 
tanto más obligado cuanto que mi buen hijo no ha sido 
nunca comprendido Parecía que sus juicios y sus obras 
no eran más que el simple reflejo del esfuerzo paterno. 
Trabajó mucho, estudió con encarnizamiento, tanto en el 
Uruguay como en Buenos Aires y en París, pero siempre 
a mi lado, y cuando yo lo invitaba a hacer una demos- 
tración personal, se resistía y me decía- "Cuando tu situa- 
ción esté bien establecida, tendré tiempo de ocuparme de 
mí mismo". 

Entretanto, trabajaba, se interesaba en su carrera de 
arquitecto, en la pintura, en la decoración, en la música, 

[225 ] 



17 



PEDRO FIGARI 



sin desdeñar ningún sector de la cultura general, y cuando 
iba a abrirse, la muerte lo atacó. 

Quiero que quede claramente establecido que cooperó 
a mis investigaciones y a mis tentativas para crear un arte 
regional, para reconstruir la leyenda del Río de la Plata, 
y que me secundó eficazmente con un sentido estético, 
artístico y crítico, sano y muy agudo, al punto de que no 
puedo afirmar que yo hubiera podido, sin él, hacer la 
obra que resume las ansiedades y las aspiraciones de una 
vida larga y accidentada como la mía. 



Pedro Figari, 



FIN 




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